miércoles, mayo 28, 2014

Noticias del Frente Sensorial 113

Matrioskas en la cancha

No importa cuántas veces salgamos del armario, uno nuevo se materializa ante la curiosidad o el desconocimiento de los demás



Matrioskas rusas

RITA INDIANA, El PAÍS (madrid),  27 MAY 2014 

Acompaño a mi pareja a un cóctel; al entrar, la gente que no me conoce espera que ella me introduzca, ¿seré su hermana, su amiga, su colega? A veces dice mi nombre y explica: esta es Rita, mi compañera. Otras veces solo dice mi nombre y dejamos que saquen sus conclusiones. Para los que no nos identificamos como heterosexuales, la socialización es un túnel al final del cual brilla la enervante luz de una confesión con la que arriesgamos y perdemos el cómodo sitial de la “normalidad”, ese lugar seguro que ofrece el estricto patrón de la hetero-normatividad. Esta tensión preliminar a cualquier nuevo encuentro es producto de una condición llamada el closet, el armario.
Como las matrioskas rusas que siempre guardan una muñequita más pequeña dentro, no importa cuántas veces salgamos de él, uno nuevo se materializa ante la curiosidad o el desconocimiento de los demás. Tras abrir la puerta del armatoste de caoba en el que viví hasta mi mayoría de edad, logrando comunicarle a mis seres queridos lo que de todas maneras ya sospechaban, me hallé saliendo de un closet nuevo todos los días, en el trabajo, en fiestas, cada vez que alguien se atrevía a preguntar y frente al señor que en la parada del metro asume de inmediato que soy hetero y me pregunta si mi marido es tan alto como yo. El closet es contagioso. “¿Le vas a decir a tu tía o se lo digo yo?”, preguntaba mi madre, pasando la aspiradora al suyo.
Me gusta pensar que todo esto es parte del proceso de selección natural necesario para la evolución de la especie; nos haremos mejores y más fuertes abriendo esas puertas una y otra vez, y las categorías obsoletas que convocan al closet sobre nuestros cuerpos terminarán por extinguirse. Esta inevitable evolución tiene sus campeones, atletas profesionales para los que salir del armario supone arriesgar carrera y millones, que han decidido ponerlo todo en juego apostando a la potencia de la verdad y derribando, con la rudeza de un futbolista americano, una caterva de estereotipos.
Publicado en el diario español El País:

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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).

martes, mayo 27, 2014

Noticias del Frente Ecológico 117

El tiempo de las utopías mínimas


Leonardo Boff

Por: Leonardo Boff, teólogo y escritor

No es verdad que vivamos tiempos pos-utópicos. Aceptar esa afirmación es mostrar una representación reduccionista del ser humano. Este no es solamente un dato que está ahí cerrado, vivo y consciente, al lado de otros seres. También es un ser virtual. Esconde dentro de sí virtualidades ilimitadas que pueden irrumpir y concretarse. Es un ser de deseo, portador del principio esperanza (Bloch), permanentemente insatisfecho y buscando siempre cosas nuevas. En el fondo es un proyecto infinito, en busca de un oscuro objeto que le sea adecuado.

De ese trasfondo virtual es de donde nacen los sueños, los pequeños y grandes proyectos y las utopías mínimas y máximas. Sin ellas el ser humano no vería sentido a su vida y todo sería gris. Una sociedad sin una utopía dejaría de ser sociedad, no tendría un rumbo pues se hundiría en los pantanos de los intereses individuales o corporativos. Lo que ha entrado en crisis no son las utopías, sino cierto tipo de utopía, las utopías maximalistas venidas del pasado.

Los últimos siglos han estado dominados por utopías maximalistas. La utopía iluminista que universalizaría el imperio de la razón contra todos los tradicionalismos y autoritarismos. La utopía industrialista de transformar las sociedades con productos sacados de la naturaleza y de las invenciones técnicas. La utopía capitalista de llevar progreso y riqueza a todo el mundo. La utopía socialista de generar sociedades igualitarias y sin clases. Las utopías nacionalistas bajo la forma de nazifascismo que, a partir de una nación poderosa, con “raza pura”, rediseñaría la humanidad, imponiéndose a todo el mundo. Actualmente la utopía de la salud total, gestando las condiciones higiénicas y medicinales, que busca la inmortalidad biológica o la prolongación de la vida hasta la edad de las células (cerca de 130 años). La utopía de un único mundo globalizado bajo la égida de la economía de mercado y de la democracia liberal. La utopía de los ambientalistas radicales que sueñan con una Tierra virgen y con el ser humano totalmente integrado en ella, y otras.

Estas son las utopías maximalistas. Proponían lo máximo. Muchas de ellas fueron impuestas con violencia o generaron violencia contra sus opositores. Tenemos hoy suficiente distancia en el tiempo para confirmar que estas utopías maximalistas frustraron al ser humano. Entraron en crisis y perdieron su fascinación De ahí que hablemos de tiempos pos-utópicos. Pero pos se refiere a este tipo de utopía maximalista. Ellas dejaron un rastro de decepción y de depresión, especialmente, la utopía de la revolución absoluta de los años 60-70 del siglo pasado, como la cultura hippy y sus derivados.

Pero la utopía permanece porque pertenece al espíritu humano. Hoy la búsqueda se orienta hacia las utopías minimalistas, aquellas que, al decir de Paulo Freire, realizan lo “posible viable”, hacen a la sociedad “menos malvada y menos difícil el amor”. Se nota por todas partes la urgencia latente de utopías de simple mejora del mundo. Todo lo que nos entra por las muchas ventanas de la información nos lleva a sentir que el mundo no puede continuar así como está. Cambiar, y si no se puede cambiar, por lo menos mejorar.

No puede continuar la absurda acumulación de riqueza como jamás la hubo en la historia (85 más ricos tienen ingresos equivalentes a los de 3.570 millones de personas, como denunciaba la ONG Oxfam Intermón en enero de este año en Davos). Para ellos, el sistema económico-financiero no está en crisis; al contrario, ofrece oportunidades de acumulación como nunca antes en la historia devastadora del capitalismo. Hay que poner un freno a la voracidad productivista que asalta los bienes y servicios de la naturaleza con vistas a la acumulación y produce gases de efecto invernadero que alimentan el calentamiento global, que si no se detiene, puede producir un armagedón ecológico.

Las utopías minimalistas, a decir verdad, son aquellas que vienen siendo implementadas por el gobierno actual del PT y sus aliados con base popular: garantizar que el pueblo coma dos o tres veces al día, pues el primer deber de un Estado es garantizar la vida de sus ciudadanos. Esto no es asistencialismo sino humanitarismo en grado cero. Son los proyectos “mi casa-mi vida”, “luz para todos”, el aumento significativo del salario mínimo, el “Prouni” que permite el acceso a los estudios superiores a estudiantes socialmente menos favorecidos, los “puntos de cultura” y otros proyectos populares que no cabe aquí enumerar.

A nivel de las grandes mayorías son verdaderas utopías mínimas viables: recibir un salario que cubra las necesidades de la familia, tener acceso a la salud, mandar los hijos a la escuela, conseguir un transporte colectivo que nos les robe tanto tiempo de vida, contar con servicios sanitarios básicos, disponer de lugares de ocio y de cultura y una pensión digna para enfrentarse a los achaques de la vejez.

La consecución de estas utopías minimalistas crea la base para utopías más altas: aspirar a que los pueblos se abracen en la fraternidad, que no guerreen entre sí, que se unan todos para preservar este pequeño y bello planeta Tierra, sin el cual ninguna utopía maximalista o minimalista puede ser proyectada. El primer oficio del ser humano es vivir libre de necesidades y gozando un poco del reino de la libertad. Y al final poder decir: “valió la pena”.

Leonardo Boff escribió: Virtudes para otro mundo posible, 3 vol., Sal Terrae 2005.

Traducción de MJ Gavito Milano

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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).

lunes, mayo 26, 2014

Noticias del Frente Sensorial 112

Las diosas borradas de la Biblia


Asherah, la esposa de Dios

Por: Xabier Pikaza Ibarrondo (teólogo), Adital, 25 05 14

Reproduzco aquí este interesante artículo escrito por el teólogo Xabier Pikaza, extraído de su blog. Es uno de los teólogos católicos que ha osado pensar más allá de lo estrictamente oficial.

La figura de las matriarcas humanas (especialmente del libro del Génesis) ha crecido en el recuerdo de Israel, mientras que la figura de la Diosa o de las diosas ha tendido a ser borrada. Se trata de un fenómeno normal, porque después del exilio y, en especial, en el tiempo de la redacción de la Biblia, la diosa aparecía como figura nefanda, que debía ser tachada para siempre.

Sin embargo, esa "borradura” no ha podido ser total, pues la figura de la diosa ha sido demasiado importante y ha dejado "su sombra” en muy diversos textos de la historia israelita.

Ignacio Molina, s.j.

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En general, el primer recuerdo de los pueblos suelen ser sus figuras trascendentes (las diosas). Pero, sin negar esa afirmación general, debo añadir que en el principio de Israel se ha dado una situación especial, pues muchísimo más que la diosa (diosas), común en otros pueblos y en el conjunto de la cultura cananea, ha influido un factor revolucionario: la figura de un Dios Yahvé, sin imagen ni función sexual, un Dios trascendente y celoso (guerrero), propio de unos grupos nómadas que traen recuerdos de un éxodo de Egipto.

Por un lado hallamos a la Diosa (al Dios/Diosa), más propio de los cananeos, que habitaban ya en la tierra (una diosa que los israelitas irán borrando, negando…).

Por otro lado hallamos al Yahvé suprasexual (guerrero), más propio de los invasores que llegan del desierto.

Del enfrentamiento y fusión de esos dos modelos religiosos (a los que se puede añadir quizá el recuerdo de los patriarcas trashumantes, de los que hablaremos al tratar de las matriarcas) ha surgido la religión bíblica judía.

Así podemos afirmar que al principio no había diosa (si nos fijamos en los grupos del “solo Yahvé”); pero también podemos afirmar que al principio estaba la diosa (si destacamos más la aportación de las poblaciones cananeas). En la historia posterior de la Biblia judía ha tendido a imponerse la visión del “único Yahvé”, pero no ha logrado hacerlo plenamente, es decir, sin transformaciones, como iremos viendo en lo que sigue. De todas formas, el culto de la diosa ha quedado tachado y sólo mirando más allá de las tachaduras podemos recuperar su memoria.

Según eso, la Biblia en su conjunto (en su redacción post-exílica), apoyándose en la crítica de los profetas y en el culto oficial del templo de Jerusalén, tras la reforma deuteronomista (a finales del siglo VII a. C.), ha rechazado el culto de la diosa y sin embargo ella (la Ashera) ha sido, con el "toro de Baal”, la figura que más se ha encontrado en las excavaciones de la tierra de Israel. Se había pensado que en Israel no podían haber existido las diosas, pues eran a la "ortodoxia yahvista”; pero esa ortodoxia tardó en imponerse, de manera que, en el tiempo antiguo, hasta el exilio (siglo VI a. C.), la figura de la diosa resulta frecuente en Israel.

En el principio, la figura de la diosa no era contraria a la identidad de Israel (sino únicamente al grupo del “solo Yahvé”), ni provenía de fuera, es decir, de cultos extranjeros, sino que estaba arraigada en la experiencia de los cananeos autóctonos que fueron integrados casi desde el principio (al menos desde el siglo XI a. C.) en la religión israelita. La Biblia Judía posterior ha querido borrar esa memoria, para reescribir la historia desde la perspectiva del Yahvé guerrero trascendente, que domina cielo y tierra y que destruye a los pueblos enemigos. Esta "erasio memoriae” ha marcado la visión posterior del judaísmo, que ha querido rechazar la imagen femenina de Dios. Pero esa represión no ha sido total y ha terminado siendo en parte inútil, pues la huella de la divinidad femenina ha configurado el conjunto de la Biblia, pues lo borrado (reprimido) ha vuelto y ha seguido presente, de modos distintos.

Tenemos un testimonio irrefutable: el resultado de las excavaciones arqueológicas, que se han venido haciendo en la tierra de Israel, de manera sistemática, sobre todo en los últimos decenios. Lo que la Biblia ha querido ocultar aparece en forma de cientos de estatuillas, que recogen y recuerdan el culto de la diosa, no sólo en los tiempos anteriores a la conquista israelita (en torno al siglo XI d. C.), sino en los tiempos posteriores. Ella, la diosa, como figura materna y/o femenina, es la más abundante, de manera que podría decirse que refleja la religiosidad personal o familiar y grupal de la mayor parte de los habitantes de la tierra (junto al toro de Baal, que es signo masculino de la fecundidad).

Todo nos permite suponer que en el principio, cuando vino del desierto para instalarse en la tierra de Canaán y conquistarla con sus fieles guerreros, Yahvé no tenía esposas (Ashera), sino que aparecía como Dios solitario y celoso, incapaz de compartir su poder con una diosa. Pero con el tiempo, una vez instalado en Canaán, el Dios de la furia del desierto (originario quizá de los madianitas), tendió a tomar esposa, como muestran dos famosas fórmulas de bendición donde él aparece vinculado con su Ashera.

Una de esas fórmulas se ha encontrado en Kuntillet Ajrud, cerca de Cades Barne, en el desierto sur de Judea, zona de cruce de caravanas, donde ha aparecido una vasija con un texto del siglo VIII a. C. (en pleno período profético) en el que se dice: "Yo te bendigo por Yahvé de Samaría y por su Ashera”. Así aparecen unidos, dios y diosa, como fuente de la única bendición. De esa manera, el mismo Yahvé, que en el culto antiguo de sus fieles, aparecía como solitario (Señor de la guerra), se encuentra ahora integrado en una pareja divina, de manera que él y su consorte (la Ashera) constituyen un único principio divino de bendición y vida.

Otra fórmula semejante, aunque es algo posterior, ha aparecido cerca de Khirbet El-Qom, no lejos de Hebrón, sobre el pilar de una cueva funeraria, lo que prueba la importancia de la figura de la diosa, asociada a Yahvé, en pleno período monárquico, en el momento en que van a iniciarse las "reformas yahvistas”: "Bendito sea Uriyahu por YHWH y por su Ashera”. Eso significa que en un plano popular, en la religión de la vida, por lo menos hasta el exilio, muchos israelitas han venerado a un Dios dual, masculino y femenino, sin que la religión "más oficial” del "sólo Yahvé” haya logrado imponerse.

En contra de la versión oficial de la Biblia posterior, el culto de la Ashera no tenía un origen extranjero, sino que ella pertenece a uno de los sustratos más antiguos de la religión judía, en la que ella aparece asociada como diosa y consorte al Dios supremo, definiendo un tipo de dualidad que podía haber determinado toda la religión judía posterior (que hubiera sido así diferente). En el origen de la realidad se encuentran, según eso, Dios y diosa, lo masculino y lo femenino, formando una pareja sagrada.

Sólo tras el exilio, rechazando (o borrando) esa dualidad y queriendo recuperar, en circunstancias distintas, la figura del “solo Yahvé”, que trasciende la dialéctica de lo masculino y femenino (que no es Dios ni Diosa, sino Señor sin imagen, ni forma), la religión israelita se centrará en un poder superior, que no es ni hombre ni mujer, ni patriarca ni matriarca, aunque simbólicamente tenderá a tomar rasgos que son más masculinos.

En un sentido, se podría hablar aquí de una síntesis o simbiosis, de manera que la unión de las dos figuras (Yahvé y su Ashera) habría desembocado en el surgimiento de un Dios único, que conserva el nombre de Yahvé (que tiende a entenderse en forma masculina), pero que conserva rasgos femeninos de Ashera, es decir, de maternidad, de ternura y amor, como destacaremos al hablar de los profetas (cap. 5º). Eso significaría que el Dios Yahvé recibe, al menos a partir de los profetas, unas propiedades que son femeninas y maternas, y que valen por igual para varones y mujeres.

Pero, en otro sentido, podemos afirmar que más que una simbiosis hay aquí un rechazo y una condena. Ciertamente, el Yahvé profético tendrá rasgos femeninos, pero en su estructura básica dominan unos elementos trascendentes, que toman rasgos sobre todo masculinos (de poder). Por otra parte, esta nueva visión del Dios Yahvé sin pareja ha perdido aquello que constituye precisamente el rasgo más significativo de la Ashera o diosa femenina: su carácter relacional. El Dios que era relación y que así podía entrar más fácilmente en relación con los humanos viene a presentarse como "solitario” (sin imagen, sin compañero), en rasgo que marcará toda la religiosidad judía posterior

[Xabier Pikaza es teólogo y filósofo y escribe en http://blogs.21rs.es/pikaza/]

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¿Cuánta barbarie existe aún entre nosotros?

Por: Leonardo Boff, teólogo y escritor, 23 04 15

Perversidades siempre han existido en la humanidad, pero hoy, con la proliferación de los medios de comunicación, algunas se hacen más patentes y suscitan especial indignación. El caso más clamoroso fue el linchamiento de la inocente Fabiane María de Jesús en Guarujá en el litoral paulista a principios de este mes de mayo de 2014. Confundida con una secuestradora de niños para prácticas de magia negra, fue literalmente despedazada y linchada por una turba de indignados.

Tal hecho constituye un desafío a la comprensión, pues vivimos en sociedades consideradas civilizadas y dentro de ellas ocurren prácticas que nos remiten a los tiempos de barbarie, cuando aún no había contrato social ni reglas colectivas para garantizar una convivencia mínimamente humana.

Hay una tradición teórica que ha intentado dilucidar tal hecho. En 1895 Gustave Le Bon escribió, quizá fue el primero, un libro sobre la “Psicología de las masas”. Su tesis es que una multitud, dominada por el inconsciente, puede formar un “alma colectiva” y llegar a practicar actos perversos que el “alma individual” normalmente jamás practicaría. El norteamericano H. L. Melcken escribió en 1918 “La Turba”, un estudio mesurado sobre el hecho. Muestra la identificación del grupo con un líder violento o con una ideología de exclusión, que adquiere entonces un cuerpo propio y, sin control, deja que irrumpa lo bárbaro que anida todavía en el ser humano. Freud en 1921 retomó la cuestión con su “Psicología de las masas y análisis del yo”. Los impulsos de muerte subsistentes en el ser humano, dadas ciertas situaciones colectivas, dice, escapan al control del superyó (conciencia, reglas sociales) y aprovechan el espacio liberado para manifestarse con toda su virulencia. El individuo se siente amparado y animado por la multitud para dar salida a la violencia escondida dentro de él.

El análisis más incitante fue hecho por la filósofa Hannah Arendt. En 1961 siguió en Jerusalén todo el proceso del juicio del criminal nazi Adolf Eichmann por crímenes contra la humanidad. En 1963 Arendt escribió un libro que irritó a muchos: “Eichmann en Jerusalén: un relato sobre la banalización del mal”. Y acuñó la expresión “la banalización del mal”. Mostró como la identificación con la figura del “Führer” y con las órdenes dadas desde arriba pueden llevar a las peores barbaridades con la conciencia más tranquila del mundo. Pero no solo en ellos se expresa la barbarie. También lo hace en aquellos judíos a los que desbordaba su odio a Eichmann, exigiendo los peores castigos para él, como expresión también de un mal interno.

¿Qué concluimos de todo esto? Que un concepto realista del ser humano debe incluir también su inhumanidad. Somos sapientes y dementes. En otras palabras: la barbarie, el crimen, el asesinato pertenecen al ámbito de lo humano. Hace miles de años dimos un día el salto desde la animalidad, del inconsciente al consciente, del impulso destructivo a la civilización. Pero ese salto todavía no se ha completado totalmente. Cargamos dentro de nosotros, latente pero siempre actuante, con el impulso de muerte. La religión, la moral, la educación, el trabajo civilizatorio han sido los medios que hemos desarrollado para poner bajo control esos demonios que nos habitan. Pero esas instancias no tienen la fuerza que pueda someter tales impulsos a las reglas de una civilización que procura resolver los problemas humanos con acuerdos y no recurriendo a la violencia.

Hay que reconocer que todavía prevalece en nosotros mucha barbarie. No diría animalidad, pues los animales se rigen por impulsos instintivos de conservación de la vida y de la especie. En nosotros esos impulsos perduran pero tenemos condiciones para volverlos conscientes, canalizarlos para tareas dignas a través de sublimaciones no destructivas, como Freud y, recientemente, el filósofo René Girard con su “deseo mimético” positivo tanto han insistido. Pero ambos se dan cuenta del carácter misterioso y desafiante de la persistencia de ese lado sombrío (pulsión de muerte en dialéctica con la pulsión de vida) que dramatiza la condición humana y pueden llevar a hechos irracionales y criminales como el linchamiento de una persona inocente. Todos pensamos en los linchadores, ¿pero cuáles serían los sentimientos de Fabiane María de Jesús, sabiéndose inocente y siendo víctima de la saña de la multitud que hace “justicia” por su propia mano?

La cuestión principal no es el Estado ausente y débil o el sentimiento de impunidad. Todo eso cuenta, pero no aclara el hecho de la barbarie. Ella está en nosotros. Y a todas horas resurge en el mundo con expresiones innombrables de violencia, algunas reveladas por la Comisión de la Verdad que analiza las torturas y las abominaciones practicadas por tranquilos agentes del Estado de terror implantado en Brasil.

El ser humano es una ecuación aún no resuelta: cloaca de perversidad, para usar una expresión de Pascal, y al mismo tiempo la irradiación de bondad de una Hermana Dulce en Bahía, que aliviaba los padecimientos de los más miserables. Ambas realidades caben dentro de ese ser misterioso ―el ser humano― que sin dejar de ser humano puede ser también inhumano. Tenemos que completar el salto de la barbarie a la plena humanidad. La situación violenta del mundo actual, también contra la Madre Tierra, nos deja aprensivos sobre la posibilidad de que ese salto pueda tener un final feliz. Solo un Dios podrá humanizarnos. Él lo intentó pero acabó en la cruz. Uno de los significados de la resurrección es darnos esperanza de que aún es posible. Pero para eso necesitamos creer y esperar.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).

martes, mayo 20, 2014

Noticias del Frente Historiográfico 157

La abstención como derecho



Por: Isidoro Moreno, Diario de Sevilla, 19 05 2014

LA Junta Electoral Central (española) ha ratificado recientemente lo que ya sabíamos aunque muchos no quisieran enterarse: que la abstención es un comportamiento tan democrático como acudir a las urnas.

Es un derecho reconocido en nuestras leyes y que, por ello, debe ser protegido, y por eso la oficina española de la Unión Europea ha sido obligada a retirar publicidad institucional llamando al voto.

Los poderes públicos no pueden actuar favoreciendo la opción de votar frente a la de abstenerse, porque ambas son igualmente legítimas.

Otra cosa es, lógicamente, la campaña de cada partido o plataforma electoral para atraer a los potenciales votantes, aunque algunos pensamos que la publicidad engañosa y la flagrante falsedad en los mensajes -para no hablar del descarado incumplimiento posterior de lo que en estos se dice- debería estar de alguna forma castigada legalmente, como lo están otros fraudes.

Es así que el derecho a votar no significa en modo alguno obligatoriedad legal -ni tampoco moral, aunque lo digan algunos obispos- de votar, al igual que el derecho al divorcio no puede obligar a nadie a divorciarse o el derecho de manifestación a salir con pancartas o banderas en días predeterminados porque ello interese a las instituciones.

Lo que contradice una idea no por grotesca menos extendida: la de que quienes no votan no tienen luego derecho a protestar si consideran que las políticas que se llevan a cabo son perniciosas.

Cualquier ciudadano posee también ese derecho: el de libre expresión, que incluye la crítica política, más allá de cuál sea su comportamiento electoral.

Y es que la obligación de todo ciudadano no es votar, sino pagar sus impuestos para hacer posible los servicios públicos; no evadirlos, colocándolos en paraísos fiscales o mediante ingeniería financiera, como hacen algunos distinguidos votantes.

A veces, pasa también como verdadera la afirmación de que la abstención equivale a pasotismo o a indiferencia respecto a los asuntos públicos.

Sin duda, existen muchos pasotas que nunca participan en elecciones, pero, además de que sería adecuado analizar las causas de ese pasotismo, ¿no son también pasotas un alto porcentaje de quienes sí depositan su voto en las urnas como coartada para desentenderse de los problemas de la colectividad, eso sí, con la conciencia tranquila?

La abstención, si es consciente y razonada, supone una forma de participación política tan legítima como la de votar a un partido u otro, echar en la urna una papeleta en blanco o convertirla en nula (aunque en este sentido si votas en blanco o nulo te cuentan de todas maneras entre los votantes y esto se asimila a que apoyas el sistema, sea ésta tu intención o no).

Es en los regímenes autoritarios o que temen que los ciudadanos sean libres para decidir qué hacer en cada convocatoria electoral donde el voto es obligatorio. En esos casos, los votantes, que han de ser todos los potenciales electores por temor a represalias, legitiman el sistema político a la fuerza.

Contrariamente a lo que suele repetirse, no son las urnas la esencia de la democracia: ¿hemos de recordar que en el franquismo también se votaba en elecciones municipales y hasta hubo algún referéndum?

Es la posibilidad de ejercer todos los derechos civiles, políticos, sociales y culturales, tanto individuales como colectivos, lo que constituye el núcleo de una verdadera democracia.

Urnas existen en (casi) todos los países, pero una democracia plena sólo puede existir allí donde se den las condiciones para que la inmensa mayoría de la población tenga acceso a una información adecuada sobre todos los asuntos, pueda debatir sobre ellos, decidir libremente al respecto y controlar que se cumpla lo decidido.

La cuestión de cuál sea el sistema más adecuado para la toma de decisiones: democracia directa, representativa, delegada o una combinación de ellas, sólo cobra sentido dentro de este proceso.

Sobre estas bases, la abstención puede constituir el modo de expresar un "voto de protesta" no ya contra este o aquel partido sino contra el sistema político mismo, aquí y ahora subalterno respecto a los intereses e instituciones del Mercado.

Contra el bipartidismo de los que son equivalentes en lo esencial, aunque ahora protesten de que se señale esta equivalencia.

Contra la partidocracia neocaciquil y corrupta que sufrimos.

La abstención tampoco tiene por qué ser una estrategia permanente a utilizar en todas las elecciones: puede ser perfectamente coherente, por ejemplo, votar en las elecciones locales y nacionalitarias y no hacerlo al supuesto "parlamento" europeo.

Porque la reconquista necesaria del ámbito de la política -que no se reduce a las instituciones- no puede empezar sino por lo más próximo, por el ámbito de convivencia en el cual las personas no somos todavía un simple número; allí donde es menos difícil tomar conciencia de los problemas, movilizarse ante ellos e indagar en sus causas.

Sin intentar la quimera de comenzar la casa por el tejado.



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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).

martes, mayo 13, 2014

Noticias del Frente Historiográfico 156

La cara más oscura de India

La mitad de la población mundial que al día de hoy hace sus "defecaciones al aire libre", reside en India.

Con más de ochenta millones de desempleados y 250 millones de jóvenes subempleados, el descontento y los enfrentamientos entre los sectores juveniles y empobrecidos de la sociedad y el estado están también aumentando.



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Rebelión  12 05 14

La mayor parte de los análisis en torno a India coinciden en señalar el auge de este gigante asiático, que junto a otras potencias emergentes configuran el llamado BRIC, y que disputan a EEUU el actual dominio global. Sin embargo, son muchos los informes que a la hora de situar a India en esta nueva coyuntura, coinciden en señalar las importantes carencias de este país.
La fotografía actual nos muestra un aumento del número de multimillonarios, cifras que podrían doblarse para el 2023, junto al auge de los millonarios, en un 66% dentro de cuatro años. Y junto a ello, observamos cómo tan sólo el 32% de la población rural dispone de facilidades sanitarias modernas, de hecho la mitad de la población mundial que a día de hoy hace sus "defecaciones al aire libre", reside en India.
A ello también hay que unir todo un abanico de importantes carencias sanitarias y a la presencia de un 56% de la población que carece de los medios necesarios para lograr asegurar sus necesidades básicas. 680 millones de personas experimentan la privación de sus necesidades básicas, con cientos de millones viviendo por debajo de las líneas oficiales de la pobreza.
Esta cara oscura trae aparejada una ligazón directa con el sistema de castas, que ha su vez sustenta también toda una serie de realidades discriminatorias para sectores femeninos, religiosos o étnicos.
El proceso de construcción de la India moderna tiene unas importantes carencias que han lastrado su posterior configuración. A pesar de los intentos de las elites políticas por aglutinar en torno a la idea de "India" a la población, ésta sigue más ligada a realidades e identidades marcadas por diferencias regionales, de casta o lingüísticas. Los representantes de esas élites se han valido del "nacionalismo indio" para asentar sus propios intereses.
Tanto el Partido del Congreso como el BJP, representan modelos elitistas y no muestran ningún interés en hablar del sistema de castas que continúa protagonizando buena parte de la vida del país.
A pesar de los argumentos de las citadas élites, que repiten una y otra vez la desaparición del sistema de castas (el gobierno prohibió la "intocabilidad"), la realidad es muy diferente. La discriminación basada en el sistema de castas es el soporte de buena parte del sistema de injusticias actual y sobre todo de la discriminación de género y el feudalismo clasista que impera en India.
La situación en las zonas rurales del país es un claro ejemplo. Los altos índices de pobreza (98% de los llamados intocables o dalits viven en la pobreza) aumentan año tras año "gracias" a un sistema de castas que perpetúa la pobreza en sí misma e impide el acceso a nuevas oportunidades a los estratos más bajos del sistema.
Pero esta realidad no se limita al campo indio. También en el ámbito urbano ha logrado mantener sus influencias en el día a día. Así, en los últimos tiempos, en ciudades como Mumbai o Gujarat, se han construido zonas de apartamentos basadas en el sistema de castas, y algunos analistas locales denuncian que el acceso a la vivienda, en algunos lugares, se está "caracterizando por la pertenencia a una religión, un grupo étnico o una casta determinada".
Otro síntoma evidente se refleja en los anuncios de matrimonio. En India, el sistema de "matrimonios convenidos" ha aumentado en los últimos años, y sus anuncios en la prensa local también ha experimentado un importante auge. Según esas mismas fuentes, hasta cerca del 75% de los citados anuncios traen una mención explícita a la casta.
Racismo, deficiencias sanitarias, problemas de salud y medioambiente, son otros aspectos que a día de hoy guardan relación directa con este sistema de castas que algunos siguen defendiendo que "oficialmente" ha desaparecido.
En la actualidad en India confluyen los intereses de importantes y poderosos sectores que apuestan claramente por el de un sistema de casta y religión que permite acentuar las tensiones y las desigualdades sociales y económicas.
En torno a ello algunos han creado un círculo perverso. Minorías musulmanas o miembros de las castas más bajas hindúes sufren las consecuencias del sistema, y tienden a ofrecer las tasas más altas de pobreza, marginación, exclusión social y desempleo.
En ocasiones los sectores más jóvenes de esos colectivos, ante la carencia de oportunidades, acaban organizándose en bandas, que a su vez son el objetivo de una prensa controlada por las clases altas, y de operaciones policiales donde las víctimas civiles e inocentes suelen ser elevadas.
La corrupción que afecta a importantes sectores de las fuerzas de seguridad también se une a ese complejo escenario, junto a la cada vez más extendida política de "tirar a matar" de la policía.
Con más de ochenta millones de desempleados y 250 millones de jóvenes subempleados, el descontento y los enfrentamientos entre los sectores juveniles y empobrecidos de la sociedad y el estado están también aumentando.
Las desigualdades de género y la violencia contra las mujeres también caracterizan la situación actual del país. La "mayor democracia" del mundo apenas cuenta con algo más de un diez por ciento de mujeres en el Parlamento, muy por debajo del promedio mundial (21,8%). Las tasas de alfabetización de la mujer es de 66%, frente al 80% de los hombres.
Las alteraciones impuestas por el sistema colonial y la introducción de la producción capitalista también han contribuido al deterioro de la situación de la mujer en India. El papel femenino se ha querido ir limitando en amplias capas de la sociedad india a la esfera doméstica, y con una función reproductora encaminada a incrementar la producción en un sistema dominado y controlado por los hombres.
La mano de obra femenina se concentra en el sector primario y en los trabajos no cualificados y marginales, buena parte de los mismos se concentran en zonas rurales.
Pero la discriminación de las zonas rurales también se hace evidente en el ámbito urbano. A pesar de que las mujeres son las mayores contribuidoras en términos de producción económica, su contribución permanece invisible, en parte a la desigual distribución en los diferentes tipos de empleos.
Servicio doméstico, producción del tradicional cigarro indio, beedi, y fábricas textiles, ocupan buena parte de esa enorme fuerza de trabajo femenina, cuya contribución pasa desapercibida intencionadamente. A ello también se une la ocultación del trabajo doméstico y no pagado de esas trabajadoras, que habitualmente se presenta como labor de las "esposas".
La violencia contra las mujeres también caracteriza la actual situación de dominio en el país. Si hace unos meses el ataque sexual contra una joven en Delhi saltó a los medios locales e internacionales, la gravedad de la situación supera con creces ese caso.
La violencia sexual contra la mujer se ha convertido en una cruel y salvaje realizada diaria para importantes sectores femeninos del país. Y aquí también los sectores femeninos más empobrecidos son los que sufren esa realidad, y en la mayor parte de las veces bajo el cómplice silencio de las elites sociales, religiosos o mediáticas.
El sistema político, social y religioso que sustenta esas desigualdades difícilmente puede solventarse a través de las reformas que preconizan algunas de las élites políticas del país. Por eso, son cada vez más las voces que reclaman una profunda revolución para cambiar el rumbo de la India actual.
Txente Rekondo. Analista internacional

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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).