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martes, octubre 13, 2009

Noticias del Frente Historiografico 039

Volver a la vida

Fundación Guabancex Viento y Agua
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Manifiesto del 12 de octubre de 2009

El 12 de octubre de 1492 empezó a cumplirse la profecía: Llegaron los navegantes vestidos que matarían de hambre a nuestros antepasados. Para nuestra desgracia, ese fue el último día en que reinó la libertad en Abya Yala, “tierra madura o tierra viva en flor”, como hoy preferimos llamar a nuestro continente, siguiendo las enseñanzas de nuestros primos, los Kuna panameños.

Recibimos a aquellos hombres como dioses. Los rescatamos de sus naufragios; les construimos fortalezas con los restos de su tecnología; les dimos nuestros bálsamos para aliviar el dolor de la venganza de nuestro ejército de insectos, crustáceos, enfermedades y cemís; los protegimos de la indignación y la furia de nuestros/as dioses/as huracanados/as.

La Nación Taína Arawaka, aposentada en las Antillas Mayores, probable epicentro de la migración y el préstamo permanente de las ideas en el continente, islas de tránsito, labrada pacientemente por más de cinco mil años de tráfago intercontinental, enfrentaba su más vital prueba de fuego.

Una sociedad humana acostumbrada a vivir humildemente en comunicación espiritual con toda la naturaleza viviente –“¡Oh árbol, eres tan bello!, ¿quieres que te construya una casa?”--, eminentemente pacífica, con esquemas solidarios de participación comunitaria, con instituciones políticas ampliamente consensuadas, llegaba trágicamente a su fin.

Repentinamente descubríamos que éramos intrusos en nuestro mundo: nuestra lengua materna fue criminalizada, nuestras tierras ya no eran nuestras, nuestras mujeres eran de otros, nosotros éramos el alimento de sus leales mastines.

Genocidio, ecocidio, extinción, evanescencia; muchos términos han sido usados para caracterizar uno de los crímenes más espeluznantes de la humanidad. Pero hasta hoy sólo ha reinado el silencio.

Nos tuvimos que hacer los muertos, tuvimos que declararnos extintos, como zombis, para sobrevivir. Ahora empezamos a darnos cuenta que nuestros genes, gracias a nuestras abuelas y madres, sólo se mezclaron, se subsumieron, enriqueciéndose, fortaleciéndose, con múltiples poblaciones europeas y africanas.

Como ha escrito el poeta Servio Tulio Almánzar Frías en 1967 sobre nuestros ancestros:

Para llegar a la raíz del árbol de tu raza
sería necesario remontar los caudalosos ríos tropicales,
o escalar fortalezas pétreas de las cordilleras
en cuyos vértices anidan los relámpagos;
sería necesario recorrer los caminos profundos del tambor
donde trepidan las paredes del tiempo…


Ike Mendez, Tony de Moya, Fatima Portorreal y Armando Almanzar Botello

Hoy 12 de octubre de 2009, recordamos y contrafestejamos la infausta fecha. Jamás olvidaremos ni perdonaremos lo ocurrido. Pero es preciso superar las inútiles deudas de rencor; tenemos que volver a vivir.

¿No es ésta, entonces, una justificación para festejar?

Hemos decidido quebrar el sello, romper el silencio. Hoy decimos al mundo que nosotros somos nuestros ancestros sobrevivientes. Su genética, ampliamente mestizada, y su cultura, ampliamente diversificada, viven como potencialidad, en nosotros. Tenemos una voluntad. Estamos aquí. Somos los portadores de esa episteme, de esa mística, de esa ética, de esa estética única.

Históricamente somos el producto de un insólito experimento social, sin precedentes en la historia humana: la mestización de los pooles genéticos de tres continentes diferentes.

No obstante, hemos podido preservar dos de las características distintivas de nuestra cultura originaria: el ritmo y la solidaridad, como dice un agudo filósofo dominicano contemporáneo. Parafraseando al poeta y cantautor mayor de la resistencia cultural: El corazón del Pueblo ha conservado su ritmo y ha ido más allá.

Debemos, entonces:

1. Llorar y enterrar a nuestros ancestros, reconocerlos, honrarlos, completar el duelo. Liberarlos, liberarnos, y volver a la vida.

2. Estudiar nuestro pasado, haciendo memoria viva del olvido, viendo en el presente el potencial no aprovechado o desperdiciado. Conocer lo que fuimos y apostar por lo que podemos ser.

3. Abandonar la demonización del pensamiento Occidental como algo necesariamente homogéneo e intrínsecamente inicuo, y la idealización de toda la cultura amerindia y africana como necesariamente homogénea e intrínsecamente inocua.

4. Empezar a reconocer y aceptar la inseparabilidad de nuestras tres raíces etnogenéticas, en igualdad de condiciones. Tenemos que entender el mestizaje como la dinámica sin fin de nuestro continente: la interculturalidad, la utopía de un mundo de paz e igualdad.

5.. Enseñar arte, cultura, ética y espiritualidad tainas, sin idealizarlas ni mistificarlas, a nuestros/as niños/as y adolescentes.

¿Por qué es importante en el presente esta recuperación de nuestro pasado?

Porque ella nos dice los límites de nuestro desarrollo, nos revela el horizonte en expansión de nuestra cultura. Y nos recuerda que una casa dividida difícilmente se podrá mantener en pie.

Sólo a través de un proceso de reconciliación, con todos los elementos de los complejos mundos que nos habitan, podremos reemprender la tarea de continuar perfeccionando nuestra cultura.

Santo Domingo

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Descolonización: Ejercicio de la libertad
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Estatua de Colon desco_onizada


Fátima Portorreal - perspectivaciudadana.com 12-10-2009

El 12 de octubre no es un día heroico, ni un legado que nos gustaría importantizar, pero si colocarlo en su justa balanza. Es el día en el que se apagó la libertad de Abya Yala, nombre dado al continente por la etnia Kuna de Panamá y Colombia antes de la llegada de los europeos. Su significado es hermoso, la llaman tierra madura o tierra viva en florecimiento. Así los pueblos originarios la nombran y el significante establece una ética de la acción.

Ya no estamos guiados por el miedo o por una epifanía que oculta la presencia del otro, ese que somos nosotras/os, mulatos/as, negros/as, aborígenes o simplemente aquellos que todavía se levantan guiados por una memoria ancestral que no ocultará su rostro como víctima frente a la mirada del verdugo.

Hoy no conmemoro el 12 de octubre, más bien le digo a occidente, a sus imperativos universales y filosofías moralistas, que ya no somos rehenes, ni fundamos nuestra ética en la sumisión o resignación.

Hoy prefiero hablar de un diálogo intecultural y de un reconocimiento a la pluralidad. Hoy abrazamos la gestión movilizadora por la justicia y negamos las mentiras manifiestas en los balcones de un Estado autoritario y embaucador. Hoy resistimos a la dictadura propuesta por los tres partidos coloniales.

Hoy somos responsables de una apuesta a la descolonización al oprobioso modelo civilizatorio que atiborrado de mentiras y brutalidad quiso suprimir nuestra memoria intentando destruir y arrancar las culturas que encontraron a su paso. El etnocidio, genocidio y ecocidio no será una apuesta del presente. Ya no creemos en promesas de eternidad, en una religión que se ampara en actos que parecen desprovistos de sentido, pero que realmente la desnudan con el bienestar de los poderosos. A 517 años de ese oprobioso acto, los verdaderos cristianos del pueblo de Dios, no de su reverendísima jerarquía, propugnan por una fe solidaria y una espiritualidad descolonizada y mestiza.

Hoy 12 de octubre postulamos la libertad de creer, de darle sentido a la existencia, y de reflexionar conscientemente con la fuerza de la historia. Manifestamos el sentido de la auto- identidad y de la autoconciencia de nuestro propio poder, esa fuerza contradictoria, pero actuante contra la no-verdad y contra la no –libertad.

Hoy estamos aquí para decirle no a la privatización de las playas y a no darle la espalda al mar, así como lo instituyó la Corona Española a finales del siglo XVI, con las devastaciones de Osorio. Ya que se les prohibió vivir y frecuentar las orillas de las playas de la costa norte para evitar el contacto con los otros.

Hoy estamos indignando con la repetición que favorece proyectos de desarrollo orientados al turismo y que requieren de la privatización de nuestras playas. El modelo civilizatorio es el mismo, devastar nuestros recursos en aras del progreso, no obstante, hundimos nuestras raíces en el poder de nuestra memoria, e impulsamos nuestra fuerza, como antítesis radical para surgir libremente y convertir la infinita posibilidad del poder en la esencia que fecunde lo real.

Hoy Guabancex Viento y Agua se manifiesta en el agónico espacio de lo visible y postula como principio la descolonización y el rechazo a la continuidad de los poderes que se concentran en los tres oprobiosos partidos colonialistas que avalan una Constitución que niega la singularidad, los derechos civiles y reproductivos de los hombres y mujeres de este país.

Hoy más que nunca rechazamos la ilegitimidad de esa Constitución que se ampara todavía en principios coloniales y en el poder bochornoso de los que se creen vencedores. Hoy 12 de octubre del 2009 apostamos a la libertad radical, la que nos pone en contacto con la alteridad, lugar donde se afirma y se recrea nuestra identidad. Hoy no hacemos concesiones, declaramos en ruina los significantes que no reconocen las promesas de la diversidad, de nuestra memoria, de la libertad, de la democracia participativa y del abrazo a la elección de decidir como acto que se sobrepone a sí mismo y al itinerario de construir lo nuevo.

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“Somos nuestros ancestros”

Por: Tahira Vargas

12 de octubre, 2009
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Ancestros

Hablar de nuestros ancestros parece cosa del pasado, pero no es así, hoy vivimos en la cotidianidad la cultura, el estilo de vida y las condiciones sociales que de alguna forma heredamos de nuestros ancestros.

Somos hoy una mezcla de la cultura taina, africana, española y las distintas etnias que estuvieron presentes en nuestra isla. Todavía hoy nuestra identidad y nuestra cultura se encuentran en permanente mezcla con el contacto con los migrantes haitianos y otros migrantes de otros lugares del continente y de otros continentes.

Nuestro ritmo de vida en la zona rural se mantiene vinculado a los ciclos de la naturaleza como los tainos, el agua sigue siendo un elemento sagrado que no aparece casi nunca y que las fuentes de agua son motivos de rituales a “los indios que viven en ella” haciendo viva la presencia de nuestros antepasados.

El sentido de la celebración en cada momento de nuestra vida es parte de esta herencia, celebramos cuando sufrimos, cuando lloramos, la alegría, la tristeza, la vida y la muerte.

Así como a los tainos los españoles le llamaban “vagos” así las elites de este país les llaman “vagos” a los sectores populares discriminándolos porque “siempre están bebiendo” en los colmadones, al no entender la lógica de fiesta-trabajo-fiesta-vida que corre por nuestras venas desde nuestra negritud y nuestras raíces indígenas.

La lógica de vida de “vivir el hoy” “el presente” que está de moda como rescate de las culturas orientales, ha existido y existe desde siempre en nuestra cultura popular.

La mezcla de ambas culturas y etnias ha estado invisible en nuestra historia y da razón a lo que somos hoy. Nuestra forma de hablar, la elaboración de nuestras comidas, el peso de lo colectivo y la solidaridad en la cotidianidad son una herencia de nuestros antepasados. No sabemos comer solos y la pobreza tiende a menguarse con el plato de comida que se pasa de una casa a otra tanto en los barrios como en los campos.

A pesar de que las manifestaciones mágico-religiosas y la cultura de nuestros ancestros han sido reprimidas y sancionadas, todavía hoy nuestro pueblo celebra con atabales, percusión y el cuerpo los misterios presentes en el vodú que a su vez integran las divisiones indias. Encontramos en ese universo mágico-religioso la trinidad de las diosas: la reina Anacaona, Anaisa y la virgen de la Altagracia, presentes las tres en el panteón del vodú dominicano. En ella se plasman nuestro sincretismo étnico-cultural. Todo nuestro universo mágico-religioso es sincrético e integra todo lo que somos, nada queda fuera, todo se integra, esa es nuestra cultura sincrética con un “sí” permanente, aunque sea un “no”.

En la actualidad hay un gran afán de nuestros grupos de poder de negarnos nuestra identidad como se la negaron a nuestros antepasados tainos y negros. Ya no son dominicanas personas que hace 65 años lo fueron, y han dado la vida en este país porque son negras, hijas de migrantes. Un país formado por migrantes desde la llegada de los tainos, españoles y africanos hasta hoy, niega sus raíces y pretende hacer una cirugía a la dominicanidad.

Los que somos negros no somos dominicanos, somos haitianos, y estamos expuestos a que nos repatrien a un lugar que no conocemos ni echamos raíces. Así como repatriaron a nuestros antepasados y los desarraigaron de sus tierras o los expulsaron de sus conucos y cacicazgos para convertirlos en esclavos.

Hoy más que nunca tenemos que reconocer que somos nuestros ancestros, que está vivo el sufrimiento, el dolor y la alegría que nos dejaron. Sus vínculos entrañables con la madre tierra, el agua y el fuego se convierten en un canto y una evocación a la lucha incansable por no dejarnos morir como ellos, sin agua, sin tierras, sin playas, lagunas y sin ríos.

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De cómo Caonabó destruyó el Fuerte de La Navidad

Mitopoema
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Representacion de Caonabo enfrentando a los ocupantes militares

Por: José Enrique Méndez

http://identidadsanjuanera.blogspot.com/2009/10/de-como-caonabo-destruyo-el-fuerte-de.html

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxHQBRyOLFFGJ2vfLtEGb3T2mNjVs8f0nuG4U7X9CvfLC_6pJIWfynXusiFU6VcPgRIjnYmenMTRKmmI-aWlh66Nlqogi4KJN2bBML9sgvLiS9dFn5pXlFTPdPjsGtuEbjg_BI/s1600-h/jemendez.jpg

Haciendo acto de depuración de sus sentimientos, Apito (1) descendió bajo tierra, penetró a través de la cúspide de la montaña que acostumbraba echar lenguas de fuego por la boca. Consultaba los misterios que yacen en el ramaje oculto de los huesos, en la penúltima frase del ritual desnudo de los cerros y los sueños; escuchó como alerta, la enormidad de un grito sórdido, un alarido primitivo consagrado al poder lítico.

El Seboruco fue el parto originario de ese grito que ordenaba la guerra.

El alarido quedó grabado en la memoria primordial límpida, lascada en Silex.

La boca eterna de los Dioses dijeron que para seguir viviendo tenían que esconderse en la zona marrón cruda del tiempo, ocultos, camuflados de cima, de caverna.

Aun no existía la distancia lúdica, el recuerdo, ni el pensamiento.

La memoria no regresaba cargada; venían de la paciencia de ver la vida como un todo indivisible, lo demuestran las huellas encontradas en el polen fósil de sensaciones que construyeron posterior sus sentimientos.

En las escarpadas cimas quedaron, casi invisibles, las crónicas de cimarrón, ocultas en la memoria de Guayacán en Seboruco.

Las lenguas de fuego, incitaron la niebla, asustaron la madrugada, ocultaron el poderoso Guey (2); el humo mensajero galopó como estandarte llevando un alerta al Atabey (3), transportaba un Osama (4), la ordenanza de organizar a los Carib, la de participar con urgencias de un cambio, uniendo sus conocimientos deberían asistir a enfrentar el mal de mentiras que desde la sombra visitaban estas tierras.

Entonces obscureció el Turei, el valle Niti se estremeció por las señales emitidas de los dioses ígneos.

Fue entonces cuando desde el Centro de la isla, Cahonaboa, Caonabó, el Cacique de razonamiento sabio y el honor, desató la visión, despertó su Ri y con atrevimiento desbordante se rebeló.

Cubrió su desnudez natural con tintes rojo de la bija y el mangle, negro de la jagua, atravesó la yucabia la maraña, el bejucal, la tierra de piedras y montañas, los samanes y yabacoa, puso en pie de guerra a los suyos y marchó hacia el noroeste, en dirección de los venidos de tierra extraña, borrando así la última humillación de la primera avanzada europea en tierras de América.

Caonabó desentrañó el tiempo, hizo temblar la creación. Había dejado degollada, ultrajada de muerte la conquista en el texto.

Como ángel triunfador recogió sus retoños, cargó en su odre caminos de luz entre siluetas repartidas.

Regresó juntando la victoria en una sola voz, la victoria de su pueblo contra el conjuro de los salvajes vestidos.

Herida de hoz estaba su manto de piel, en sus pellejos llevaba aceite del ungido.

A cada lado de la vida del río curando estaba la imagen reducida renovando su concha primitiva de cristal de vidrio pulido. Desde entonces no fue más principio el tiempo, fueron memorias del mañana, hojas de un ángel que resistió a ser vencido.

Notas:

1. La diosa Apito es madre. Apito se deriva de una combinación de la onomatopeya: AP = HA = HAI = AI = ITI =AITI = HAITI = AITO = Apito: la madre antigua, la madre más duradera, la madre de la Piedra: La Maguana
2. Sol indígena
3. Nombre de una divinidad femenina de los taínos
4. Atención

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Puestos vacantes en COPRESIDA
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Oficial de Seguimiento Estratégico a Indicadores de Proyectos

Analista de Licitaciones y Adquisiciones

Encargado Senior Sistema de Información, Datos Estadísticos y Cuentas Nacionales VIH/ SIDA

Encargado Senior de Formulación de Proyectos y Presupuestos

Analista de Evaluación

Las personas interesadas pueden obtener mayor información o enviar sus hojas de vida, al departamento de Licitaciones y Adquisiciones de COPRESIDA, ubicado en: Avenida Ortega y Gasset, Plaza de la Salud 2º. Piso, Edificio CEDHERSA, Distrito Nacional, Teléfono: (809) 732-7772 ext 234, Fax No. (809) 732-1533, e.mail: T-adquisiciones@copresida.gob.do. Santo Domingo, República Dominicana.

http://www.copresida.gob.do/sitioweb/Llamado_concurso.php

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