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martes, noviembre 03, 2009

Noticias del Frente Ecologico 050

El informe sobre la cementera en Gonzalo será presentado en noviembre

Se encuentran en revisión por la misión de expertos de Naciones Unidas más de 70 documentos y 150 referencias bibliográficas
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Nunca el repudio hacia una extractora habia sido tan consciente, unanime y decisivo

(Santo Domingo, 3 de noviembre de 2009) El Informe de la misión de expertos de las Naciones Unidas que evalúa el proceso de otorgamiento de la licencia ambiental al Consorcio Minero Dominicano para instalar una fábrica de cemento en el Distrito Municipal de Gonzalo, así como la viabilidad y pertinencia de la industria en la zona, será presentado a finales del mes de noviembre.
El período de elaboración del informe ha tenido que ampliarse debido a la complejidad que supone la realización de un enfoque multidisciplinario integrado por cinco agencias de Naciones Unidas y la responsabilidad que implica la revisión y análisis del gran volumen de información suministrada durante el proceso de consultas.

En las primeras fases de la evaluación se definió una metodología incluyente que permitiera una amplia participación de los actores involucrados. Se tomaron en cuenta las opiniones de los interesados que contribuyeron con exposiciones en las jornadas informativas, consultas públicas, reuniones técnicas de trabajo, entrevistas y visitas de campo. Participaron más de 150 instituciones y organizaciones del sector público, privado y de la sociedad civil.

Durante el periodo de consultas representantes de diferentes agrupaciones e instituciones entregaron 73 documentos a la misión de expertos quienes además revisaron más de 150 referencias bibliográficas. En total, más de 550 dominicanos y dominicanas, adultos, jóvenes, niñas y niños tomaron parte de este proceso. Éstos incluían a tomadores de decisiones de las organizaciones que representaban, personal de nivel técnico, así como público en general.

En el último mes se ha concluido el trabajo relacionado con los informes técnicos y la misión de expertos se encuentra ultimando el informe final de la evaluación. La totalidad de la información generada en el proceso será de acceso público al concluir la evaluación.

Las Naciones Unidas agradecen a todas y todos los que han colaborado en este proceso para poder ofrecer una evaluación objetiva, ajustada a los mejores estándares internacionales y con el máximo rigor científico y técnico, que recoge la opinión de todos los grupos interesados. De esta manera se espera contribuir a enriquecer el debate y a facilitar el diálogo entre todas las partes implicadas. Las Naciones Unidas reiteran que corresponde al país tomar la decisión final que se traduzca en el mayor beneficio para toda la sociedad dominicana.


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El significado de la Paz y la No Violencia en el momento actual. La Marcha Mundial.
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Silo, fundador del Humanismo Universalista, hablara de la Paz ante los Premios Nobel de la Paz

Fuente: www.silo.net

Berlín 11 de noviembre, 2009.

Una marcha recorre el mundo. Es la Marcha por la Paz y la No Violencia.

Por: Silo

Sobre esto hablaré brevemente ante el presente foro en mi carácter de fundador del Humanismo Universalista e inspirador de la mencionada Marcha. Ésta, a su vez, va dinamizando variadas iniciativas y actividades, como el recorrido simbólico de un equipo de entusiastas que se desplazará durante tres meses a través de varios países, habiendo comenzando el 2 de Octubre próximo pasado en Wellington, Nueva Zelanda para terminar el 2 de Enero de 2010 al pie del monte Aconcagua en Punta de Vacas, entre Argentina y Chile.

La Marcha fue lanzada durante el Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas, en el Parque de Estudio y Reflexión de Punta de Vacas el 15 de Noviembre de 2008 es decir, hace un año, con la clara intención de crear conciencia ante la peligrosa situación mundial que atravesamos, marcada por la elevada probabilidad de conflicto nuclear, por el armamentismo y por la violenta ocupación militar de territorios.

Esta propuesta de movilización social, es impulsada por el Movimiento Humanista y sus organismos. En pocos meses, La Marcha Mundial ha suscitado la adhesión de miles de personas; de agrupaciones pacifistas y no violentas; de diversas instituciones que trabajan a favor de los Derechos Humanos; de personalidades del mundo de la ciencia, de la cultura y de la política, sensibles a la urgencia del momento. También ha inspirado una enorme cantidad de iniciativas en más de cien países, configurando un fenómeno de diversidad cultural en veloz crecimiento. En este orden de ideas, debo comunicar que al equipo base inicial se ha agregado otro que está recorriendo varios países de Oriente Medio y un tercero que lo está haciendo en Centroamérica...

Bien sabemos que la situación actual es crítica en todas las latitudes y está caracterizada por la pobreza de vastas regiones, por el enfrentamiento entre culturas y por la violencia y la discriminación que contaminan la vida cotidiana de amplios sectores de la población. Al día de hoy existen conflictos armados en numerosos puntos y simultáneamente una profunda crisis del sistema financiero internacional. A todo esto se suma la creciente amenaza nuclear que es, en definitiva, la máxima urgencia del momento actual. Esta es una situación de suma complejidad. A los intereses irresponsables de las potencias nucleares y a la locura de grupos violentos con posible acceso a material nuclear de reducidas dimensiones, debemos agregar el riesgo de accidente que pudiera detonar un conflicto devastador.

Todo lo anterior no es una suma de crisis particulares, sino el cuadro que evidencia el fracaso global de un sistema cuya metodología de acción es la violencia y cuyo valor central es el dinero.
Para evitar la catástrofe atómica que parece amenazar el mundo del futuro más o menos inmediato, debemos trabajar hoy mismo superando la violencia social y personal al tiempo que exigimos:

1- el desarme nuclear mundial;
2- el retiro inmediato de las tropas invasoras de los territorios ocupados;
3- la reducción progresiva y proporcional de los armamentos de destrucción masiva;
4- la firma de tratados de no agresión entre países y
5- la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.

Lo urgente es crear conciencia por la Paz y el desarme. Pero también es necesario despertar la conciencia de la No Violencia Activa que nos permita rechazar no sólo la violencia física, sino también toda forma de violencia económica, racial, psicológica, religiosa y de género. Desde luego, aspiramos a que esta nueva sensibilidad pueda instalarse y conmover las estructuras sociales, abriendo el camino para la futura Nación Humana Universal.

La Marcha Mundial hace un llamamiento a todas las personas a sumar esfuerzos y tomar en sus manos la responsabilidad de cambiar nuestro mundo, superando la violencia personal y apoyando en su ámbito más próximo, el crecimiento de esta influencia positiva.

En todo este tiempo, en muchas ciudades y pueblos, se están realizando marchas, festivales, foros, conferencias y otros eventos para crear conciencia de la urgencia de la Paz y la No Violencia. Y en todo el mundo las campañas de adhesión a la Marcha multiplican esta señal más allá de lo hasta ahora imaginado.

Por primera vez en la historia un evento de esta magnitud se pone en marcha por iniciativa de los mismos partícipes. La verdadera fuerza de este impulso nace del acto sencillo de quien por conciencia adhiere a una causa digna y la comparte con otros.

Se ha designado por este período de la Marcha y hasta Enero de 2010 - fecha en que se producirá la reestructuración del Movimiento Humanista - a Rafael de la Rubia como representante del organismo humanista “Mundo sin Guerras” y a los portavoces continentales: Michel Ussene, por África; Sudhir Gandotra, por Asia; Giorgio Schultze, por Europa; Tomás Hirsch, por Latinoamérica y Chris Wells, por Norteamérica. A todos ellos se ha dado la misión de recibir de manos de los premios Nobel de la Paz - durante la octava edición del Summit de Berlín - la “Carta para un mundo no violento”, con el compromiso de difundirla en todos los países por donde pase la Marcha Mundial.

Precisamente, es en esta “Carta” en donde se plasman los Principios que pueden ser suscriptos por las personas de buena voluntad en todas las latitudes.

Para no detenerme exhaustivamente, quisiera destacar el principio noveno de la Carta que dice: “Llamamos a las Naciones Unidas y a sus Estados miembros para que tomen en consideración medios y métodos para promover un reconocimiento significativo de las diversidades étnicas, culturales y religiosas en los estados nacionales multi- étnicos. El principio moral de un mundo no violento es: “Trata a los demás como quisieras que los otros te trataran a ti”.

Este principio moral va más allá de toda norma y de toda juridicidad para asentar su dominio en el terreno humano por el registro del reconocimiento común que supera a todo cálculo y a toda especulación.

Este principio, conocido desde antiguo como la “Regla de Oro” de la convivencia, es uno de los dieciocho que se tienen en cuanta en este magnífico documento que es necesario difundir ampliamente.

Por otra parte, no debemos dejar pasar algunos tópicos que hacen a la comprensión de nuestras actividades en el campo de la No Violencia, porque es evidente que la prevención negativa hacia nosotros ha nacido y se ha desarrollado en Sudamérica durante las luchas no violentas sostenidas contra las dictaduras militares. Es muy claro que la discriminación que sufrimos en diversos campos arranca de la desinformación y la difamación sistemática sufrida durante décadas en nuestros países de origen, como la Argentina y Chile. Las dictaduras y sus órganos de “desinformación” fueron tejiendo su red ya desde la época en que se prohibía, encarcelaba, deportaba y asesinaba a nuestros militantes. Aún hoy y en distintas latitudes, se puede pesquisar la persecución que sufrimos no solamente a manos de los fascistas sino también a manos de algunos sectores “bienpensantes”. Y es de observar que a medida que progresan nuestras actividades muchos declamadores de la Paz, rasgan sus vestiduras exigiendo nuestro silencio o apostrofando a todo grupo o individuo que nos mencione públicamente.

Si bien esos dicterios quedan en el pasado hoy se sigue denigrando la acción no violenta argumentando que nada podrá hacerse, más allá de la declamación, frente a los poderes “reales” que deciden las situaciones del mundo. Y, para ejemplificar, veamos algunos casos.

El primero se refiere a las campañas en contra del Servicio Militar efectuadas por los humanistas en Argentina hace pocos años.

En esa época se sostenía que era imposible modificar esa ley de obligatoriedad. Sobre todo, después de haber logrado durante un año de actividad, un millón y medio de firmas que fueron rechazadas sin justificación. Entonces, el Poder Ejecutivo publicitó la inconveniencia del intento que dejaba “en estado de indefensión a la Nación frente a las posibles agresiones de países limítrofes”. Sin embargo, la opinión pública estaba sensibilizada de tal manera que el debate (sin mencionar a los autores del proyecto) salió a la luz mientras los medios informativos se fueron haciendo eco. Y en un momento, la Presidencia de la República firmó el “decreto de anulación del Servicio Militar obligatorio” reemplazándolo por el Servicio Militar optativo. Pero se argumentó, en esa ocasión, que se tomaba tal medida porque un soldado había muerto en un cuartel debido a los malos tratos recibidos. Así las cosas, quedó claro que no fue inútil la larga campaña y movilización de los humanistas porque la arbitraria ley quedó sepultada.

El otro caso, más reciente, se produjo en la República Checa.

El llamado “escudo estelar” se estaba proyectando desde 2002 sin que la población en Chequia y en la Unión Europea se enteraran. En Junio de 2006, el Movimiento Humanista se hizo promotor de una alianza de organizaciones de base sociales y políticas, haciendo saber que el 70% de la población estaba en contra. Y se pidió que no se realizara el proyecto dada su peligrosidad al tiempo que se exigía un referéndum. Dos humanistas iniciaron una huelga de hambre y la protesta empezó a contar con el apoyo de organizaciones pacifistas y no violentas. Este tipo de protesta se mantuvo durante un año, involucrándose artistas, académicos, científicos y alcaldes. Finalmente, la protesta se desarrolló también en el Parlamento Europeo. En Marzo de 2009, el gobierno se desplomó por confluencia de diversos factores, pero la protesta popular y la oposición parlamentaria postergaron la ratificación del tratado entre la República Checa y U.S.A. En Septiembre de 2009, Obama renunció al proyecto del escudo estelar en Chequia y Polonia.
Debemos considerar ahora dos temas todavía no comprendidos en su alcance social.

Como todos hemos captado se ha instalado en nuestras sociedades la temática ecológica y la defensa medioambiental. Aunque algunos gobiernos y ciertos sectores interesados nieguen el peligro que entraña la desatención al ecosistema, todos se están viendo obligados a tomar medidas progresivas por la presión de las poblaciones cada día más preocupadas por el deterioro de nuestra casa común. Hasta nuestros niños son cada día más sensibles a los peligros del caso. En los centros de enseñanza más elementales y a través de los medios informativos, se pone cuidado en el tema de la prevención del deterioro y nadie puede escapar a estas preocupaciones.

Pero en cuanto a la preocupación por el tema de la violencia llevamos un notable retraso. Quiero decir que no está instalada todavía a nivel general y global la defensa de la vida humana y de los más elementales derechos humanos. Aún se hace apología de la violencia cuando se trata de argumentar la defensa y aún la “defensa preventiva” contra posibles agresiones. Y no parece experimentarse horror por la destrucción masiva de poblaciones indefensas. Únicamente cuando la violencia nos roza en nuestra vida civil a través de hechos delictivos de sangre nos alarmamos, pero no dejamos de glorificar los malos ejemplos que envenenan a nuestras sociedades y a los niños ya desde la más tierna infancia.

Es claro que aún no está instalada la idea ni la sensibilidad capaz de provocar un repudio profundo y un asco moral que nos aleje de las monstruosidades de la violencia en sus diferentes rangos.

Por nuestra parte, haremos todo los esfuerzos necesarios para instalar en el medio social la vigencia de los temas de la Paz y la No Violencia y es claro que el tiempo llegará para que se susciten reacciones individuales y también masivas. Ese será el momento de un cambio radical en nuestro mundo.

Para terminar con mi breve intervención quisiera retomar la “Carta para un mundo no violento” propuesta por los Premios Nóbel de la Paz y Organizaciones Nóbel por la Paz, con el objetivo de impulsar sus propuestas a lo largo de esta Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia. Estaremos muy honrados al compartir sus principios en las acciones concretas del quehacer social que con seguridad nos encaminarán hacia ese nuevo mundo que hemos mencionado.
Nada más, muchas gracias.

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“Hay que saber distinguir quién es el verdadero enemigo y no olvidar que el derecho a vivir es universal para individuos y pueblos.” (Juan Bosch, 1943)
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Profesor Don Juan Bosch, maestro de generaciones

La Habana,
14 de junio de 1943.

Mis queridos Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy:
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Rodriguez-Demorizi, Marrero Aristy, Inchaustegui Cabral, tres luminarias de la intelectualidad dominicana del siglo 20
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USTEDES SE VAN MAÑANA, creo, y antes de que vuelvan al país quiero escribirles unas líneas que acaso sean las últimas que produzca sobre el caso dominicano como dominicano. No digo que algún día no vuelva al tema, pero lo haré ya a tanta distancia mental y psicológica de mi patria nativa como pudiera hacerlo un señor de Alaska.

En primer lugar, gracias por la leve compañía con que me han regalado hoy; la agradezco como hombre preocupado por el comercio de las ideas, jamás porque ella me haya producido esa indescriptible emoción que se siente cuando en voz, en el tono, en las palabras de un amigo que ha dejado de verse por mucho tiempo se advierten los recuerdos de un sitio en que uno fue feliz.

Acaso para mi dicha, nunca fui feliz en la República Dominicana, ni como ser humano ni como escritor ni como ciudadano; en cambio sufrí enormemente en todas esas condiciones.
Hoy también he sufrido…


Pues de mi reunión con Uds. he sacado una conclusión dolorosa, y es ésta: la tragedia de mi país ha calado mucho más allá de donde era posible concebir: La dictadura ha llegado a conformar una base ideológica que ya parece natural en el aire dominicano y que costará enormemente vencer; si es que puede vencerse alguna vez. No me refiero a hechos concretos relacionados con determinada persona; no hablo de que los dominicanos se sientan más o menos identificados con Trujillo, que defiendan o ataquen su régimen, que mantengan tal o cual idea sobre el suceso limitado de la situación política actual en Santo Domingo; no, mis amigos queridos: hablo de una transformación de la mentalidad nacional que es en realidad incompatible con aquellos principios de convivencia humana en los cuales los hombres y los pueblos han creído con firme fe durante las épocas mejores del mundo, por los que los guías del género humano han padecido y muerto, han sufrido y se han sacrificado. Me refiero a la actitud mental y moral de Uds. – y por tanto de la mejor parte de mi pueblo – frente a un caso que a todos nos toca: el haitiano.

Antes de seguir desearía recordar a Uds. que hay una obra mía, diseminada por todo nuestro ámbito, que ha sido escrita, forjada al solo estimulo de mi amor por el pueblo dominicano. Me refiero a mis cuentos. Ni el deseo de ganar dinero ni el de obtener con ellos un renombre que me permitiera ganar algún día una posición política o económica ni propósito bastardo alguno dio origen a esos cuentos. Uds. son escritores y saben que cuando uno empieza a escribir, cuando lo hace como nosotros, sincera, lealmente, no lleva otro fin que el de expresar una inquietud interior angustiosa y agobiadora. Así, ahí está mi obra para defenderme si alguien dice actualmente o en el porvenir que soy un mal dominicano. Hablo, pues, con derecho a reclamar que se me oiga como al menos malo de los hijos de mi tierra.

Los he oído a Uds. expresarse, especialmente a Emilio y Marrero, casi con odio hacia los haitianos, y me he preguntado cómo es posible amar al propio pueblo y despreciar al ajeno; cómo es posible querer a los hijos de uno al tiempo que se odia a los hijos del vecino, así, sólo porque son hijos de otros. Creo que Uds. no han meditado sobre el derecho de un ser humano, sea haitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de bienestar indispensable para que la vida no sea una carga insoportable; que Uds. consideran a los haitianos punto menos que animales, porque a los cerdos, a las vacas, a los perros no les negarían Uds. el derecho de vivir…

Pero creo también – y espero no equivocarme – que Uds. sufren una confusión; que Uds. han dejado que el juicio les haya sido desviado por aquéllos que en Haití y en la República Dominicana utilizan a ambos pueblos para sus ventajas personales. Porque eso es lo que ocurre, amigos míos. Si me permiten he de explicárselo:

El pueblo dominicano y el pueblo haitiano han vivido desde el Descubrimiento hasta hoy – o desde que se formaron hasta la fecha – igualmente sometidos en términos generales. Para el caso no importa que Santo Domingo tenga una masa menos pobre y menos ignorante. No hay diferencia fundamental entre el estado de miseria e ignorancia de un haitiano y el de un dominicano, si ambos se miden, no por lo que han adquirido en bienes y conocimientos, sino por lo que les falta adquirir todavía para llamarse con justo título, seres humanos satisfechos y orgullosos de serlo. El pueblo haitiano es un poco más pobre, y debido a esa circunstancia, luchando con el hambre, que es algo más serio de lo que puede imaginarse quien no la haya padecido en sí, en sus hijos y en sus antepasados, procura burlar la vigilancia dominicana y cruza la frontera; si el caso fuera al revés, sería el dominicano el que emigraría ilegalmente a Haití. El haitiano es, pues, más digno de compasión que el dominicano; en orden de su miseria merece más que luchemos por él, que tratemos de sacarlo de su condición de bestia. Ninguno de Uds. sería capaz de pegar con el pie a quien llegara a sus puertas en busca de abrigo o de pan: y si no lo hacen como hombres, no pueden hacerlo como ciudadanos.

Ahora bien, así como el estado de ambos pueblos se relaciona, porque los dos padecen, así también se relacionan aquéllos que en Santo Domingo igual que en Haití explotan al pueblo, acumulan millones, privan a los demás del derecho de hablar para que no denuncien sus tropelías, del derecho de asociarse políticamente, para que no combatan sus privilegios, del derecho de ser dignos para que no echen por el suelo sus monumentos de indignidad. No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la masa; No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la clase dominante.

Pero así como en los hombres del pueblo en ambos países hay un interés común – el de lograr sus libertades para tener acceso al bienestar que todo hijo de mujer merece y necesita -, en las clases dominantes de Haití y Santo Domingo hay choques de intereses, porque ambas quieren para sí la mayor riqueza. Los pueblos están igualmente sometidos; las clases dominantes son competidoras. Trujillo y todo lo que él representa como minoría explotadora desean la riqueza de la isla para sí; Lescot y todo lo que él representa como minoría explotadora, también. Entonces, uno y otro – unos y otros, mejor dicho – utilizan a sus pueblos respectivos para que les sirvan de tropa de choque: esta tropa que batalle para que el vencedor acreciente su poder. Engañan ambos a los pueblos con el espejismo de un nacionalismo intransigente que no es amor a la propia tierra sino odio a la extraña, y sobre todo, apetencia del poder total. Y si los más puros y los mejores entre aquéllos que por ser intelectuales, personas que han aprendido a distinguir la verdad en el fango de la mentira se dejan embaucar y acaban enamorándose de esa mentira, acabaremos olvidando que el deber de los más altos por más cultos no es ponerse al servicio consciente o inconsciente de una minoría explotadora, rapaz y sin escrúpulos, sino al servicio del hombre del pueblo, sea haitiano, boliviano o dominicano.

Cuando los diplomáticos haitianos hacen aquí o allá una labor que Uds. estiman perjudicial para la República Dominicana, ¿saben lo que están haciendo ellos, aunque crean de buena fe que están procediendo como patriotas? Pues están simplemente sirviendo a los intereses de esa minoría que ahora está presidida por Lescot como ayer lo estaba por Vincent. Y cuando los intelectuales escriben – como lo ha hecho Marrero, de total motu proprio según él dijo olvidando que no hay ya lugar para el libre albedrío en el mundo – artículos contrarios a Haití están sirviendo inconscientemente – pero sirviendo – a los que explotan al pueblo dominicano y lo tratan como enemigo militarmente conquistado. No, amigos míos…Salgan de su ofuscación.

Nuestro deber como dominicanos que formamos parte de la humanidad es defender al pueblo haitiano de sus explotadores, con igual ardor que al pueblo dominicano de los suyos. No hay que confundir a Trujillo con la República Dominicana ni a Lescot con Haití. Uds. mismos lo afirman, cuando dicen que Lescot subió al poder ayudado por Trujillo y ahora lo combate. También Trujillo llevó al poder a Lescot y ahora lo ataca. Es que ambos tienen intereses opuestos, como opuestos son los de cada uno de los de sus pueblos respectivos y los del género humano.

Nuestro deber es, ahora, luchar por la libertad de nuestro pueblo y luchar por la libertad del pueblo haitiano. Cuando de aquél y de este lado de la frontera, los hombres tengan casa, libros, medicinas, ropa, alimentos en abundancia; cuando seamos todos, haitianos y dominicanos, ricos y cultos y sanos, no habrá pugnas entre los hijos de Duarte y de Toussaint, porque ni estos irán a buscar, acosados por el hambre, tierras dominicanas en qué cosechar un mísero plátano necesario a su sustento, ni aquéllos tendrán que volver los ojos a un país de origen, idioma y cultura diferentes, a menos que lo hagan con ánimo de aumentar sus conocimientos de la tierra y los hombres que la viven.

Ese sentimiento de indignación viril que los anima ahora con respeto a Haití, volvámoslo contra el que esclaviza y explota a los dominicanos; contra el que, con la presión de su poder casi total, cambia los sentimientos de todos los dominicanos, los mejores sentimientos nuestros, forzándonos a abandonar el don de la amistad, el de la discreción, el de la correcta valoración de todo lo que alienta en el mundo. Y después, convoquemos en son de hermanos a los haitianos y ayudémosles a ser ellos libres también de sus explotadores; a que, lo mismo que nosotros, puedan levantar una patria próspera, culta, feliz, en la que sus mejores virtudes, sus mejores tradiciones florezcan con la misma espontaneidad que todos deseamos para las nuestras.
Hay que saber distinguir quién es el verdadero enemigo y no olvidar que el derecho a vivir es universal para individuos y pueblos. Yo sé que Uds. saben esto, que Uds., como yo, aspiran a una patria mejor, a una patria que pueda codearse con las más avanzadas del globo. Y no la lograremos por otro camino que por el del respeto a todos los derechos, que si están hoy violados en Santo Domingo no deben ofuscarnos hasta llevarnos a desear que sean violados por nosotros en lugares distintos.

Yo creo en Uds. Por eso he sufrido. Creo en Uds. hasta el hecho de no dolerme que Marrero mostrara a Emilio el papelito que le escribí con ánimo de beneficiarlo y sin ánimo de molestar ni por acción ni por omisión a Emilio. En todos creo, a todos los quiero y en su claro juicio tengo fe. Por eso me han hecho sufrir esta tarde.

Pero el porvenir ha de vernos un día abrazados, en medio de un mundo libre de opresores y de prejuicios, un mundo en que quepan los haitianos y los dominicanos, y en el que todos los que tenemos el deber de ser mejores estaremos luchando juntos contra la miseria y la ignorancia de todos los hombres de la tierra.

Mándenme como hermano y ténganme por tal.

Juan Bosch

“En Para la historia, dos cartas, Santiago, R.D. Editorial el Diario, 1943, pp. 3-8

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