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miércoles, diciembre 16, 2009

Noticias del Frente Sensorial 036

¿CÓMO SE LEGITIMA LA VIOLENCIA DE GÉNERO?
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La cultura patriarcal intenta culpabilizar a las victimas de la violencia

Por: Tahira Vargas

La violencia de género en nuestro país es un hecho permanente y frecuente en las distintas familias y hogares.

La mujer es golpeada, maltratada y muchas veces asesinada por su cónyuge o excónyuge con mucha frecuencia. Siendo una de las principales causas de muerte de las mujeres la que le provocan sus cónyuges o excónyuges.

La legitimación de la violencia de género es una realidad en los discursos de las personas en distintas comunidades que hemos estudiado.

La violencia de género se justifica dentro de la visión de que la mujer cuando “actúa mal” debe ser castigada por el marido, este castigo implica muchas veces golpes y otras la muerte. Expresiones como las siguientes se basan en esta justificación:

- “Si la mujer es infiel se buscó que el marido le pegue.”
- “La mujer que sale a andar y deja al marido sin comida y él llega y no encuentra qué comer se buscó que le den su tablazo.”
- “Imagínate un hombre que sale a trabajar y deja a la mujer en su casa y él llega y encuentra que ella tiene a los hijos sin bañar y que no les ha dado su comida; se lo busca, le tiene que dar su bofetá.”
- “Ella lo dejó y se buscó otro hombre; el pobre hombre se quedó solo y la rabia no lo dejó tranquilo; por eso la mató. Las mujeres se buscan las cosas.”

En todas estas expresiones notamos cómo se justifica la violencia porque se entiende que el hombre tiene suficiente autoridad y poder para maltratar a la mujer, manejar su cuerpo y su vida.

Estos elementos de justificación de la violencia como castigo están vinculados a unas relaciones de amor-violencia que se van tejiendo desde la infancia, donde padres y madres les pegan a sus hijos “porque los quieren”. Así tenemos mujeres que han sido golpeadas por sus cónyuges, y al cuestionarlas se sienten culpables por haber provocado que ellos les peguen, y justifican los golpes porque “él las quiere”.

En la sociedad dominicana a pesar de que hemos logrado avances significativos en la legislación contra la violencia de género, ésta sigue reproduciéndose porque forma parte de una lógica social donde la violencia desde la masculinidad tiene justificación, porque el hombre tiene poder sobre la mujer. Este poder patriarcal no ha cambiado, se ha mantenido en distintas generaciones a través de los años y todavía tiene mucha vigencia en el imaginario masculino y femenino.

La ruptura con la violencia de género sólo será posible cuando se intervenga en las pautas culturales que la sostienen. Tenemos que desmontar el discurso legitimador de la violencia de género presente en hombres y mujeres, y que la mujer victima deje de verse como culpable de las agresiones que recibe y se empodere y demande equidad en las relaciones de pareja y conyugales.

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SAM KEEN: "SER HOMBRE. MITOS Y CLAVES DE LA MASCULINIDAD"

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Portada del libro y retrato de Sam Keen

Gaia Ediciones - 308 páginas - ISBN: 848824259X. 1ª edición (1999).

Hacía poco que me había divorciado después de 17 años de matrimonio, mis hijos vivían a seiscientos kilómetros de distancia y estaba locamente enamorado de una hermosa joven. Ella se estaba distanciando de mí rápidamente y yo sentía la presencia de otro hombre que la rondaba.

No había un solo momento en el que no estuviera tramando la forma de reconquistarla, de lograr que me amara. Soñaba despierto que era irresistible, alegre y potente, que la apoyaba, la estimulaba, que me complacía su crecimiento y que me dedicaba generosamente a satisfacer sus necesidades y deseos. En la vida real ella no contestaba mis llamadas y nuestras noches juntos eran raras y terribles.

A fin de protegerme de su pérdida inminente, ya me había procurado otra amante que llenara mis horas vacías y mis noches solitarias, la dulce lujuria que curara la herida de un matrimonio y un amor fracasados. Mi vida se descosía como un traje viejo.

Cierto día fui a ver a un amigo y le conté mi situación. Yo estaba hecho polvo y entonces él me dio el consejo más importante que he recibido sobre qué significa ser hombre. Dijo:

“Hay dos preguntas que un hombre debe hacerse para crecer.

La primera pregunta es: ¿Cuál es mi camino y hacia donde voy?

La segunda pregunta es: ¿Quién vendrá conmigo en este viaje?

Si alteras el orden de las preguntas te verás en graves problemas y no crecerás como hombre.”

Fue entonces cuando comencé a darme cuenta de la abrumadora influencia que LA MUJER tenía sobre mi vida y la de todos los hombres.

No estoy hablando de las mujeres reales de carne y hueso, sino de LA MUJER, esa que está conformada por las figuras femeninas arquetípicas que viven en nuestro inconsciente. ELLA, esa que activa en nosotros emociones que nos sorprenden y dirige muchos de nuestros actos sin que nos demos cuenta.

(A partir de ahora cuando me refiera a LA MUJER como diosa, bruja, arquetipo o fantasma de mi interior, lo haré en mayúsculas. Y cuando me refiera a la mujer mortal de carne y hueso lo haré en minúsculas).

Aparentemente yo era un hombre exitoso. Había acabado una carrera universitaria siendo muy joven y, a mis 35 años, llevaba una vigorosa vida de profesor y escritor. Como la mayoría de los hombres entregaba la mayor parte de mi energía y de mi atención al trabajo.

Pero mi segundo nombre era “Hombre devorado por LA MUJER”.

Todo el tiempo, mientras avanzaba en mi profesión, estuve comprometido en una ansiosa e interminable lucha por encontrar a la “mujer adecuada”, por lograr que mi relación “funcionase”, por crear un buen matrimonio.

También me preocupaba el sexo ¿Soy lo suficientemente bueno? ¿Habrá llegado ella al orgasmo? ¿Por qué no soy potente todo el tiempo? ¿Qué hago con mi deseo por otras mujeres? Cuanto más complicado era mi matrimonio, más me empeñaba en arreglarlo. Trabajé obsesivamente en la comunicación con mi pareja, el sexo y todo lo demás durante mucho tiempo.

El divorcio, finalmente, rompió el modelo simbiótico padre-madre de mi primer matrimonio. Con muchas ilusiones de libertad y éxtasis comencé a “explorar mi sexualidad” y a buscar nuevamente a la “mujer adecuada”. Como mi obsesión por LA MUJER crecía, se me ocurrió que si conocía mis aspectos femeninos no dependería tanto de las mujeres para obtener motivación, placer y ayuda. Durante muchos años de introspección y trabajo personal me pregunté constantemente “¿Soy lo suficientemente receptivo, entregado, intuitivo, sensual, flexible, “femenino”? ¿Soy lo suficientemente activo, decidido, racional, agresivo, “masculino”?”. Pero todos mis esfuerzos parecían arrojarme aún más profundamente en brazos de LA MUJER.

EL VÍNCULO INCONSCIENTE DEL HOMBRE CON LA MUJER
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"La mujer en su cueva" – Paul Devaux

La realidad es que los hombres no tenemos conciencia del poder que LA MUJER ARQUETÍPICA tiene sobre nosotros. Y como no nos damos cuenta de las cadenas que nos atan a ELLA, estas cadenas son aún más fuertes.

Los hombres permanecemos desconectados de nuestra experiencia masculina y de nuestros sentimientos profundos porque nos pasamos la vida negando, defendiéndonos, tratando de controlar y reaccionando ante el poder que LA MUJER tiene sobre nosotros.

Sólo aprenderemos a conocer los misterios propios de la masculinidad separándonos del mundo de LA MUJER. Pero antes de esa separación debemos darnos cuenta de las formas en que LA MUJER ARQUETÍPICA nos atrapa, incorpora, define y devora; porque si no estaremos siempre proyectándola y seremos controlados por aspectos que nos pertenecen aunque nos neguemos a verlos.

Los hombres frecuentemente ignoramos hasta que punto nuestras vidas giran alrededor de la relación que mantenemos con LA MUJER ARQUETÍPICA.

Estamos hechizados por ELLA. LA MUJER es el misterioso fundamento de nuestra existencia. ELLA es el auditorio delante del cual se representa el drama de nuestra vida. ELLA es el juez que nos declara culpable o inocente. ELLA es el Paraíso del que nos expulsaron y que nuestros cuerpos añoran. ELLA es la Diosa que garantiza nuestra salvación y, también, la MADRE CASTRADORA que nos la niega. ELLA tiene sobre nosotros un poder mitológico que nos aterra y fascina al mismo tiempo.

Los hombres nos creemos muy independientes, pero la realidad es que somos muy vulnerables al poder que LA MUJER ARQUETÍPICA tiene sobre nosotros. Por eso comprometemos tanta energía y malgastamos tanto poder tratando de controlar, evitar, conquistar o degradar a las mujeres con las que nos relacionamos.

Cuando un hombre se permite sentir la gran influencia que LA MUJER ARQUETIPICA tiene en su vida es más fuerte que cuando se cree autosuficiente y libre. Sin embargo es imprescindible saber que esta vulnerabilidad no es un síntoma de neurosis ni de anormalidad sino que es un hecho que forma parte del ser masculino en evolución.

Hemos nacido de LA MUJER y nos ha costado mucho trabajo llegar a ser el ser individual que somos. La lucha por conseguir una identidad propia nos lleva la mitad de la vida (como mínimo), por eso es normal que temamos que ELLA (el gran océano arquetípico de lo femenino que nos dio la vida y nos nutrió cuando éramos bebé) nos inunde y nos trague como el mar que devora una isla.

Aprender a diferenciar con claridad entre LA MUJER y las mujeres humanas es el trofeo que se gana al final del viaje heroico del hombre, jamás al principio ni en la mitad del recorrido. Y para que un hombre pueda hacerse consciente de la naturaleza de su virilidad debe saber que LO ESENCIAL DEL MIEDO QUE SENTIMOS ANTE LA MUJER NO TIENE UNA EXPLICACIÓN LÓGICA porque LA MUJER es una figura escurridiza que no está fuera sino que es parte de nosotros; pero vive en nuestro inconsciente y JAMÁS sale de allí para permitirnos verla frente a frente.

Para poder aprender a respetar y amar lo femenino una de las tareas fundamentales de la masculinidad es investigar los sentimientos inconscientes que nos produce esa MUJER ARQUETÍPICA, porque sólo así podremos disolver el miedo irracional que nos ELLA nos provoca.
Podemos pensar en el viaje del hombre hacia la individuación como el proceso que nos permitirá cambiar a LA MUJER por la mujer. Esto nos ayudará a ver a las mujeres humanas no como arquetipos, sino como seres individuales, cada una con sus propias y particulares características. La mayor parte de nuestros problemas no los tenemos con la mujer que está en nuestra cama o en nuestra sala, sino con LA MUJER que vive en nuestro inconsciente.

Para que podamos aprender a amar a las mujeres y a relacionarnos realmente con ellas debemos exorcizar todos los aspectos que surgen de la MUJER ARQUETÍPICA: diosa, prostituta, virgen, ángel, castradora, madre, bruja, teta llena de leche, madre-tierra. Mientras nuestra casa esté habitada por estos fantasmas permaneceremos exiliados del verdadero misterio y poder de la masculinidad y nunca podremos vivir armoniosamente con una mujer real.

No podemos estar cómodos en la intimidad con las mujeres porque nunca nos hemos sentido cómodos lejos de ellas. La mayor parte de los hombres modernos no ha conocido el placer de la soledad y la independencia sostenidas en el tiempo. Nos hemos hecho las preguntas en el orden equivocado. Antes de preguntarnos “¿Cuál es mi camino y hacia donde voy?” nos hemos preguntado si ella vendrá con nosotros o adonde querrá ella ir. Así, hemos sujetado nuestras almas a su aprobación quedando paralizados y gestando hacia ellas un gran resentimiento por esta dependencia.

Para transformarse en hombre, primero hay que “convertirse en hijo pródigo, marchar del hogar y trabajar solo en un país lejano”. Este es, ineludiblemente, el paso previo que el hombre debe realizar para llegar a reconciliarse con las mujeres. Para poder amar a una mujer real, debemos antes dejar atrás a la MUJER ARQUETÍPICA y completar SIN ELLA nuestro proceso de individuación.

Y en este punto llegamos a la encrucijada del camino que separa a aquellos que eligen permanecer inconscientes de las fuentes de su identidad de hombres, de los que optan por iniciar su peregrinaje al interior de la masculinidad lúcida.

Para los que elijan el camino del peregrino el primer paso será olvidar por un tiempo sus problemas de relación con las mujeres y concentrarse en analizar la primera pregunta:

“¿Cuál es mi camino y hacia donde voy?”

Sólo después de que sepamos a ciencia cierta la respuesta y hayamos emprendido nuestro camino podremos plantearnos la segunda pregunta:

“¿Quién vendrá conmigo en este viaje?”

La urgencia que los hombres tenemos por el sexo, la intimidad y la pareja y por poner en orden nuestras relaciones con las mujeres es precisamente la causa de la ansiedad que nos fuerza a establecer relaciones en las que traicionamos nuestra masculinidad.
Como un buen cuento de misterio, el viaje hacia la masculinidad íntegra está lleno de sorpresas que sólo podrán experimentar quienes decidan avanzar poco a poco. Os invito a acompañarme en este viaje.
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El autor es licenciado en Teología, Universidad de Harvard, y doctor en filosofía de la religión, Universidad de Princeton.

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Marcha por la Paz en la Feria del Chicharrón en Villa Mella
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Reinas y princesas dijeron presente en la marcha por la Paz en la clausura de la Feria del Chicharrón, en Villa Mella

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El Camino (fragmento)
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Silo se dirige a sus seguidores

Por: SILO (Mario Luis Rodríguez Cobos)

Si crees que tu vida termina con la muerte lo que piensas, sientes y haces, no tiene sentido. Todo concluye en la incoherencia, en la desintegración.

Si crees que tu vida no termina con la muerte, debe coincidir lo que piensas con lo que sientes y con lo que haces. Todo debe avanzar hacia la coherencia, hacia la unidad.

Si eres indiferente al dolor y el sufrimiento de los demás, toda ayuda que pidas no encontrará justificación.

Si no eres indiferente al dolor y sufrimiento de los demás, debes hacer que coincida lo que sientes con lo que pienses y hagas para ayudar a otros.

Aprende a tratar a los demás del modo en que quieres ser tratado.

Aprende a superar el dolor y el sufrimiento en ti, en tu prójimo y en la sociedad humana.

Aprende a resistir la violencia que hay en ti y fuera de ti.

Aprende a reconocer los signos de lo sagrado en ti y fuera de ti.

No dejes pasar tu vida sin preguntarte: “¿quién soy?”

No dejes pasar tu vida sin preguntarte: “¿hacia dónde voy?”

No dejes pasar un día sin responderte quién eres.

No dejes pasar un día sin responderte hacia dónde vas.

No dejes pasar una gran alegría sin agradecer en tu interior.

No dejes pasar una gran tristeza sin reclamar en tu interior aquella alegría que quedó guardada.

No imagines que estás solo en tu pueblo, en tu ciudad, en la Tierra y en los infinitos mundos.

No imagines que estás encadenado a este tiempo y a este espacio.

No imagines que en tu muerte se eterniza la soledad.

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NUESTROS DIOSES VIENEN CON LA REVOLUCIÓN

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Changó, Deidad del Trueno

La época colonial fue el inició de la persecución e intento por destruir todas las deidades amerindias y africanas.

Manuel Mosquera Mugarra http://cronistascontraelimperio.ning.com

La época colonial fue el inició de la persecución e intento por destruir todas las deidades amerindias y africanas. El celo del oro y la posesión de tierras por parte de curas doctrineros y autoridades coloniales, fue el motivo central para empezar una de las más brutales carnicerías que conoce la historia de la humanidad.

Los dioses, visionarios y sabios ancestrales, fueron totalmente demonizados. Las crónicas y especialmente los procesos de extirpación de idolatrías, muestran como se erigieron los distintos sistemas de control social. Desde la construcción del pánico, producto de las ejecuciones más inhumanas hasta la elaboración simbólica del pecado para acelerar los mecanismos de aniquilamiento étnico, que ya había empezado con las grandes mortalidades producidas por las pestes , las guerras contra los invasores y el trabajo en las minas entre los siglos XV y XVI.

Los dioses, a los cuales el catecismo había colocado en el index de lo diabólico, pasaron a la clandestinidad y empezaron a manifestarse de manera subliminal en los pintores de estirpe indígena, como se ve en la Escuela Cusqueña. Incluso, en el caso, de las deidades africanas, estas se reprodujeron al interior del santoral católico, como es el caso de Changó o de grandes Orixas Americanos, que ingresaron al olimpo de esta religión, entre los que podemos citar a San Martín de Porres, nuestro querido santito proletario.

Con el ciclo de rebeliones indígenas del siglo XVIII, las grandes deidades amerindias y africanas salen de los subterráneos de la libertad. La revolución de Tupac Amaru remeció toda la América Andina, pero también abrió las puertas para la expresión real de las deidades, y del canto, el teatro, la poesía y danza.

Porque, la religiosidad amerindia, integraba estas grandes expresiones de la grandeza espiritual del hombre.

Derrotados los movimientos libertarios indígenas y creados los estados nacionales, por los descendientes de los españoles. Las aristocracias coloniales, mediante una estrecha alianza con el imperio británico, derrotarían los proyectos para la construcción de la Gran Patria Latinoamericana, que tuvieron en Bolívar, Artigas y el Doctor Rodríguez de Francia, sus principales representantes, mediante la traición y las guerras, los que les posibilitó construir su propio estado colonial. Esta aristocracia, posteriormente se convirtió en oligarquía y tuvo como uno de sus grandes propósitos, (y sigue siendo) la “desindianización y blanqueamiento del continente”.

Para lograr tal designio, se trajo inmigrantes europeos, se inició un nuevo ciclo de guerra contra los pueblos amerindios, con el fin de consolidar el estado-nación y apoderarse de las tierras de los pueblos originarios. Pero el ciclo de guerra estuvo también articulado, tal como lo hicieron sus abuelos, a la penetración de modernos doctrineros. El Instituto Lingüístico de Verano y la derecha evangélica norteamericana, llegarían a disputarle a la Iglesia Católica, el control de las almas, y los territorios, especialmente el de los indígenas.

Casi todo el siglo que pasó fue una ofensiva feroz contra nuestros pueblos, deidades y héroes culturales, a los que se volvió a tildar, como hijos del demonio.

A partir de la antropología colonial se establecieron una serie de conceptos e imágenes disgregadoras, como aculturados, mestizaje cultural, sincretismo, anómicos. A los sabios y visionarios, se les llamó chamanes. Esta es la razón, por la cual para volver a preservar la sabiduría ancestral, se retornó a gran parte de la memoria colectiva a las catacumbas, con el fin de impedir el saqueo que realizaban programas antropológicos, y de investigación y aplicación lingüística, que estaban financiados por el pentágono, vía el llamado "Plan Camelot", que administraban universidades, como la de Cornell.

Hay que recordar que muchas de las lenguas amerindias fueron empleadas por las fuerzas armadas imperiales, para enviar mensajes codificados, tanto en la invasión que realizaron a Corea, así como la que efectuaron en Vietnam y gran parte del sudeste asiático.
Debemos, a los grandes maestros de la cultura y la historia, como José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Darcy Ribeiro, Theotonio dos Santos, Celso Lara y Alfredo Torero, entre otros, el poder comprender los fundamentos de la construcción del estado oligárquico, en los campos de la economía, la política y la elaboración simbólica y con ello desenmascarar a una antropología sustentada en teorías neopositivistas, e instrumento y objeto del poder colonial, en sus intentos por destruir tanto las culturas e ideologías afroamerindias, con la finalidad de apoderarse de sus territorios y convertirlos en parias sociales, para así aniquilarlos, cultural y biológicamente.

Hoy Quetzalcoatl, los Apus y Changó han vuelto, dando un nuevo brillo a la Revolución Americana.

- Manuel Mosquera Mugarra es periodista de Cronistas contra las actitudes del Imperio

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Dos vídeobombas recientes de Rita Indiana Hernández

http://www.youtube.com/watch?v=lVtPfhyjE8A&feature=player_embedded

http://www.youtube.com/watch?v=YC2PRHWloyo&NR=1

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