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martes, marzo 15, 2011

Noticias del Frente Poetico 047

La mujer en los barrios marginados


Mujeres embarazadas se preparan a recibir a la próxima generación en un barrio marginado

Por: Tahira Vargas García Tahiravargas@yahoo.es

La vida urbana en la ciudad de Santo Domingo tiene distintos planos sociales. La ciudad presenta una gran escisión social marcada por la estratificación social existente en la sociedad dominicana, en un plano tenemos los barrios marginados y en el otro la ciudad del gran consumo y de residenciales de estratos medios.

En los barrios urbano-marginales las mujeres son las principales protagonistas de la vida cotidiana. Mujeres que preparan café, té y chocolate para el desayuno son las que le dan vida a las esquinas de los barrios desde la madrugada así como las que venden frituras y yaniqueques.

Las redes de solidaridad y apoyo que se tejen en los barrios y en las comunidades urbanas tienen como sostén principal a la mujer. Las mujeres reúnen el dinero para el pago de la caja cuando muere alguien, organizan la comida y la bebida que se va a brindar en el velorio-nueve días, organizan el ritual religioso y el duelo.

Otras actividades de solidaridad y apoyo que tejen las mujeres son: apoyo en caso de enfermedad, cuidado de envejecientes, atención a personas discapacitadas, cuidado de niños y niñas, alimentación en caso de necesidad y atención en casos de emergencia.

Las mujeres son el eje principal de cohesión social en las comunidades urbanas y barrios urbano-marginales. Son ellas las que unen a la comunidad frente a las necesidades y emergencias y las que asumen las principales reivindicaciones sociales.

Las principales reivindicaciones sociales y la construcción de capital social en las distintas comunidades se generan con la acción de las mujeres. Ellas movilizan las comunidades para la reparación de escuelas, abastecimiento de agua potable, abastecimiento de energía eléctrica, reparación de calles y en la lucha contra la delincuencia.

Las mujeres tienen un gran peso en la construcción de capital social, cohesión social y en las redes sociales que cubren las ausencias de políticas sociales efectivas dirigidas hacia la población vulnerable. Sin embargo, las mujeres no reciben el reconocimiento que se merecen en la sociedad y no viven en igualdad de condiciones y oportunidades frente a la población masculina. En los barrios no hay espacios de recreación y ocio para las mujeres, no tienen acceso a oportunidades de empleo, capacitación técnica ni políticas de acceso a crédito desde sus organizaciones, no se desarrollan políticas sociales que fortalezcan las redes sociales que ellas tejen.

Las mujeres son las grandes invisibles de la ciudad y de los barrios marginados. Son las que más sufren la inseguridad y la violencia que se vive en estos espacios y ellas mismas no tienen conciencia de sus derechos ni su rol protagónico en la vida social.

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Homenaje a las bellezas


Miguel Hernández: “Un manotazo duro, un golpe helado,/ un hachazo invisible y homicida,/ un empujón brutal te ha derribado”.

Por: Mon González, Londres, Reino Unido

Para alguien que como yo ama profunda y sentidamente esa venerada Isla del Amor; ese lugar donde existe el paraíso tanto en sus paisajes como en sus gentes; esa bendita Isla que comparten República Dominicana y Haití… Para alguien que como yo la ama, saber que en cuestión de días se han ido de esa Tierra dos seres tan, tan especiales, es, cuanto menos, un golpe helado.

Como decía el que quizás haya sido El Mejor Poeta del Pueblo del Mundo, Miguel Hernández, y que murió de muerte mucho menos digna y en un lugar mucho más solitario y triste: murió de una tuberculosis en una prisión española al inicio de la infame dictadura franquista… Como decía Miguel Hernández: “Un manotazo duro, un golpe helado,/ un hachazo invisible y homicida,/ un empujón brutal te ha derribado”.

Un empujón brutal os ha derribado, a vosotros dos, a ti, María Ugarte, y a ti, Cándido Bidó. Dos seres que si algo teníais en común, por encima de vuestro sentido y sincero amor al Mundo, Mundo con mayúsculas y sin fronteras… si algo teníais en común era vuestra Eterna Búsqueda de la Belleza. De ahí que haya querido que este humilde homenaje a vosotros dos y a los Seres que os trajeron a este mundo y a los Seres que dejasteis en este mundo… que este pequeño homenaje se llame “Homenaje a las Bellezas”, pues fuisteis dos seres infinitamente bellos, Bellos por Dentro y por Fuera… y ese es el tipo de belleza que vale, que deja honda huella, que marca para la posteridad y la eternidad.

Dicen que en la eternidad todos nos reencontraremos. Pues, bien, que sepáis los dos que a partir de hoy tengo un motivo más de alegría, de inmensa alegría, por saber que el día que entre en la eternidad, ese día habrá ahí dos seres maravillosos, a quienes venero, respeto y adoro, y con los que me reencontraré.

Podrán decir que Cándido pintaba y María escribía y que no tenían nada en común. Dimes y diretes. Ambos han sido Seres Inmensos por Derecho Propio… y es muy poca la gente que puede jactarse de ingresar en categoría humana tan, tan selecta.

Cándido, permíteme que empiece glosando las loas a María y luego me dirijo a ti, ¿vale?

María, Doña María Ugarte… ¿Por dónde empezar? María fue, es y será una mujer, como decimos en la patria chica que nos vio nacer a ambas, España, “una mujer de armas tomar”. Una mujer que fue rompiendo los moldes que han oprimido al sexo débil, al género femenino, desde que el horroroso patriarcado puso su impronta en este bello planeta. María estudió en la Universidad madrileña en los años previos a la guerra civil, cuando era aún “coto privado de la caza masculina”. María fue pura aventura en vida y vida en aventura. Se embarcó hacia poniente casada con un ruso y en esta isla, en esta isla bendita, siguió rompiendo moldes. Fue la primera mujer periodista en este país. Y al principio sólo la enviaban a cubrir “sucesos” y no fue porque nadie le regalara nada, sino por su constancia, su esfuerzo y su mérito propio, que con el tiempo logró escalar y escalar y escalar hasta llegar a ser la mujer española que más y mejor ha hecho en República Dominicana por preservar y honrar la historia, la arquitectura y las gentes, en suma, por Honrar la Cultura, de ese país.

Doña Maria Ugarte

Ella, con la inmensa modestia que la caracterizaba y que la honra, “sabía paleografía” y dedicó horas impagadas de esfuerzo invisible a “traducir” los textos que tenía el archivo y que era ilegibles para todos aquellos que no teníamos la formación que tenía ella.

Y con los años y el tiempo –y su segundo matrimonio y sus azares propios de cualquier destino- dejó el periodismo y se volcó en investigar y poner su excelsa pluma al servicio del Arte (nuevamente Arte con mayúsculas) dominicano… y con especial mimo y ternura del Arte hecho por Mujeres Dominicanas. María fue de principio a fin, una mujer hecha a sí misma, luchando por y para la mujer. Y qué mejor semana para honrarla que esta en que celebramos “El Día Internacional de la Mujer Trabajadora”. Y ella que murió con 97 años recién cumplidos y “con las botas puestas” fue trabajadora incansable y lúcida hasta el último día.

Por último, quiero destacar una faceta quizás menos conocida de ella, nuevamente en su modestia. Generalmente suelen alabarle sus conocimientos de la época colonial y lo que aportó a su rescate. Bien, lo comparto y lo he dicho arriba. Pero quizás lo que poca gente sepa es que esta gran mujer que fue y es María Ugarte tenía una de las mejores colecciones privadas sobre literatura taína que hay en esa Isla y no sólo la tenia, sino que nos la abría de corazón a todos cuantos con verdadero deseo de saber buscábamos nutrirnos de las fuentes primigenias. Y es importante que no se olvide que María fue una de las personas que más apoyó en vida a otro Gigante de la Cultura taína, el profesor hispanocubano Juan José Arrom, ese hombre fantástico y humilde que rescató para la humanidad el libro más valioso que ha dado nunca, en mi modesta opinión, la Isla de la Española y que es aquel opúsculo en que fray Ramón Pané recogía de primera mano las maravillas del mundo taíno (“Acerca de las Antigüedades de los Indios”). Arrom murió hace cinco años a los 95 años. Otra alegría para el reencuentro de la eternidad.

Y si María fue el prototipo de Mujer Luchadora, Cándido fue el prototipo de Hombre Luchador.

¿Por dónde empezar, Cándido? ¿Por dónde? Creo que contigo lo mejor que puede uno hacer, después de hacerte una sentida reverencia de respeto, es decirle al mundo que has sido El Mejor Pintor del Pueblo del Mundo.

Maestro Candido Bido

En los cuatro años que pasé en República Dominicana (2003-2007) trabajando como Consejera Cultural y de Cooperación de la Embajada de España oí a mucho “entendido de arte” decir “barbaridades” de tu obra, que si demasiado simple, que si la paleta poco variada, que si, que si, que si. Dimes y diretes.

Seguro que todos ellos son “más entendidos que yo”. No lo dudo. Pero a quien quiera oírme, le diré bien alto que tú supiste como nadie plasmar el espíritu dominicano en un lienzo. ¿Por qué? Por que todas tus obras tienen tres cualidades que tienen todos los dominicanitos de a pie y que les hace Seres Humanos tan, tan Grandes. Tus cuadros –y tu gente- tienen Alegría, Sencillez y Armonía. Que tu paleta es restringida, tú te la autoimpusiste como un rasgo distintivo, perfecto, esa Sencillez fue tu “marca”. Que tus motivos son cotidianos, perfecto, plasman la Armoniosa Alegría de tu tierra, ese país en el que naciste y por el que lo diste todo, y donde los milagros ocurren a diario en lo cotidiano… y es en esa exaltación del valor de lo cotidiano que tu gente es maestra por derecho propio.

Y esto hay que decirlo bien alto, no por ti, que sé que de tan modesto te vendría grande, sino que lo digo por tus hijos y esposa, a los que privaste de una cuantiosa herencia tras tu muerte, sólo y sólo para dar en vida tanto, tanto, tanto a tanta gente humilde de tu país, para los que deseabas un futuro mejor y menos durezas de las que tú pasaste. Yo que te he visto construir tu Museo de Bonao, desde la primera piedra hasta que ya era realidad, puedo decirle al Mundo que has hecho con tu fortuna personal lo que yo no había visto hacer a nadie en este mundo. Tú querías crear un centro que enseñara oficios a los más desposeídos para que pudieran ganarse la vida de una manera digna. Me quito el sombrero. Pues lograste tu sueño… y un sueño tan impregnado de humanidad, amor a la humanidad y buena fe, que aunque sólo fuera por eso, hacen ya de ti un ser humano excepcional.

Por todo ello me reafirmo en mi convencimiento de que eras y eres el Mejor Pintor del Pueblo del Mundo… Y si este mundo tuviera más gente como tú, capaz de trabajar denodadamente por el interés ajeno, capaz de ser altruista de corazón, capaz de dar lo mejor de sí misma no sólo en su arte, sino en su vida y con ese fastuoso ejemplo vital que tú, Cándido, nos diste a todos,… pues si hubiera más gente como tú, este hermoso planeta en el que vivimos, ¡sería tan, tan distinto! Ojalá el materialismo no venza al alma humana y tu ejemplo insufle altruismo en muchos, muchos corazones humanos.

Y hace un rato, cuando me enteré de tu muerte, Cándido, en esta mi casa londinense donde vivo desde que dejé Dominicana, se lo comenté apenada a mi bella hija, una hermosa muchacha de 13 años que lleva en su Ser la paz de esa Isla. Y ella me dijo: “Quizás la misión de Cándido Bidó, que era que los pobres pudieran ver que pueden hacer una vida sin gastarse mucho dinero, ya la ha completado y por eso se ha ido”.

Sean como fueren los motivos de las partidas, sabed que allende los mares se os admira, respeta y quiere. Y procedo a despediros con los versos finales de aquel poema de Miguel Hernández que parafraseé al principio y que se llama “Elegía”: “A las aladas almas de las rosas/ del almendro de nata os requiero,/ que tenemos que hablar de muchas cosas,/ compañeros del alma, compañeros.”

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"La Cultura Cimarrona"


Esclavos en la preparación del azúcar en Santo Domingo/historiadominicana.com.do

Por: Frank Moya Pons

Publicado por José Enrique Méndez, en el blog identidadsanjuanera, viernes, 04 de marzo de 2011

La sociedad dominicana, al igual que las demás sociedades caribeñas, es portadora de una cultura criolla, esto es, de una síntesis de contenidos culturales procedentes de Europa y África combinados con rasgos culturales aborígenes. Esta síntesis no se produjo en forma espontánea ni pacífica pues fue el resultado de una invasión europea y de un proceso de dominación que suplantó la cultura taína con una nueva cultura colonial formada a partir de las culturas castellana, extremeña y andaluza mezcladas con elementos de varias culturas africanas.

Desde el principio, indios y africanos se resistieron a la hispanización que implicaba esa dominación. Muchos esclavos se hicieron cimarrones o se rebelaron abiertamente contra el orden colonial y la nueva cultura dominante. Los modos de resistencia variaron con los años y con las circunstancias. Cuando las formas de rebelión abierta fracasaron, los grupos dominados ejercieron su resistencia cultural por medios más sutiles, pero no menos poderosos. Ante la imposición del lenguaje europeo, los grupos dominados opusieron sus propias formas de decir las cosas, y modificaron consecuentemente el habla cotidiana “criollizando” la lengua castellana.

A la rígida disciplina laboral de las plantaciones e ingenios azucareros, los esclavos y otros grupos trabajadores opusieron estrategias de “brazos caídos”, sabotearon las máquinas, envenenaron a sus amos, se mutilaron a sí mismos o abortaron sus hijos sin renunciar definitivamente a la opción de huir de las plantaciones y hacerse cimarrones, o rebelarse abiertamente y luchar violentamente por su liberación.

El cimarronaje se convirtió en un rasgo dominante de la cultura colonial dominicana. La despoblación de la isla y su virtual abandono por España dejó amplios espacios para la multiplicación del ganado que era explotado por vaqueros blancos, negros y mulatos, o por bucaneros franceses, cuya vida cotidiana era casi tan cimarrona como el mismo ganado vagabundo.

El Estado colonial apenas lograba hacerse sentir en esos espacios del mundo cimarrón. En realidad, este mundo era la antitesis del Estado colonial pues surgió de la desobediencia civil ante el sistema del monopolio español.

El contrabando fue una de las expresiones económicas de la desobediencia civil y de la resistencia a la dominación colonial, y como tal debe ser entendido para que pueda ser explicado como fenómeno cultural. Durante más de 200 años, las islas españolas en el Caribe fueron portadoras de varias sociedades de contrabandistas para quienes el comercio ilegal con extranjeros no era ilegitimo ni inmoral pues era la única garantía de su supervivencia.

Así como para los esclavos la clave de la supervivencia estaba en huir de los ingenios y hacerse cimarrones, para la población “libre” el contrabando significaba la liberación del monopolio comercial que constituía una de las instituciones más odiosas de la dominación colonial.

El contrabando era, pues, una expresión del cimarronaje de gente libre que no estaba dispuesta a ceñirse al dictado de las autoridades y prefería alejarse de las ciudades residiendo durante largos períodos en ranchos y refugios cercanos a las costas que frecuentaban los navíos extranjeros.

Muchos contrabandistas eran hateros y monteros, y de ellos puede decirse que constituían dos grupos importantes de “cimarrones libres” durante la época colonial. Los hateros y los monteros llevaban una vida de trashumancia que los llevaba a moverse tras sus animales, mansos o salvajes, día y noche alejados del contacto cotidiano de los habitantes de las aldeas y ciudades.

De estos “cimarrones libres”, así como de muchos esclavos con vocación para el cimarronaje, surgió eventualmente el grueso del pueblo dominicano. Muchos se sedentarizaron y se hicieron campesinos en una isla poco poblada que contenía grandes espacios vacíos que favorecían el desarrollo de una conciencia libertaria.

Esa conciencia adquirió nuevas formas políticas al concluir la era colonial, y por ello no fue difícil para los dominicanos convertirse en guerrilleros permanentes para defender su independencia de los invasores haitianos durante la Primera República o de los ocupantes españoles durante la anexión.

Las guerrillas de los años posteriores a la Guerra de la Restauración se nutrieron de estos “cimarrones libres” que todos los días inventaban formas de resistencia nuevas para oponerse al orden establecido y escapar al control del Estado.

"Los primeros cimarrones":

A los esclavos fugitivos que huían de sus amos se les conoce como cimarrones. Su historia comienza en el mismo siglo XVI con los primeros esclavos africanos importados por el gobernador Nicolás de Ovando para ponerlos a trabajar en las minas de oro del Rey Fernando. Estos esclavos huyeron prontamente de las minas y nunca más nadie volvió a saber de ellos, de la misma manera que ocurrió con otros importados en años posteriores.

Siendo tan corta población española de Santo Domingo a mediados del siglo XVI, era muy difícil mantener un control estricto sobre los trabajadores de los ingenios que aprovechaban al menor descuido de sus amos para huir hacia los montes.

Los esclavos fugitivos se juntaban con aquellos que hablaban su misma lengua o procedían de tribus cercanas a África. Una vez huidos, los cimarrones constituían verdaderas comunidades en las que trataban de reconstruir sus modos de vida según sus zonas de origen.

La historia de las rebeliones y las cimarronadas africanas en el Caribe es muy larga. La resistencia a la esclavitud es un hecho permanente en la vida de todas las islas hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Entre 1515 y 1518, cuando se discutió en la Española acerca de la necesidad de importar negros esclavos para los ingenios azucareros, hubo vecinos que aconsejaron que los esclavos se adquirieran directamente de África y no en España.

La convicción era que los que ya vivían en la Península conocían el castellano y podían comunicarse entre sí para urdir tramas y levantarse contra los españoles.

A pesar de esas precauciones, muchos de los primeros esclavos importados para trabajar en los ingenios azucareros se rebelaron en masa en diciembre de 1522, y huyeron hacia los montes. Este levantamiento fue prontamente controlado, pero la represión no logró detener los alzamientos individuales en años posteriores.

El número de negros alzados aumentó gradualmente hasta convertirse en un verdadero dolor de cabeza para los dueños de ingenios. En 1542 el Arcediano de la Catedral, Álvaro de Castro escribió al Consejo de Indias calculando que había de 2,000 a 3,000 negros alzados en toda la isla. La cifra sorprende por lo alta, pero el viajero italiano Girolamo Benzoni, que pasó varios meses en Santo Domingo en ese mismo año, escribió que entonces debía haber unos 7,000 negros cimarrones en la isla.

Los españoles creían que este número era muy alto, pero a medida que pasaba el tiempo su inseguridad crecía ante la certeza de que toda la isla sucumbiría ante la superioridad numérica de los rebeldes negros.

El temor entre los españoles era tal que muy pocos se atrevían a salir a los campos si no era en partidas de 15 o 20 personas armadas pues los rebeldes negros andaban armados con lanzas.

Cuando el nuevo Gobernador Alonso de Cerrato llegó a la Española en 1543, encontró a la población blanca llena de miedo. En ese año, los españoles calculaban que en el Baoruco había unos 300 hombres y mujeres alzados, y que en los alrededores del antiguo centro minero de la Concepción merodeaba un grupo de 40 a 50 negros cimarrones que seguían a su cabecilla Diego del Campo.

En 1544 surgió un grupo alzado en San Juan de la Maguana bajo el liderazgo de un jefe llamado Diego de Guzmán. Estos cimarrones asaltaron y quemaron la casa de purga de un ingenio y mataron un español. Ante este hecho, la reacción del gobernador Cerrato y los demás españoles fue bastante rápida.

Las autoridades enviaron varias cuadrillas de hombres armados al Baoruco, donde entablaron combate y mataron a Guzmán con 18 cimarrones más. El resto de los rebeldes huyó por las montañas siendo perseguidos por tropas españolas de a pie y a caballo con órdenes de no regresar hasta no haber terminado con ellos.

En la Concepción, el gobernador Cerrato también lanzó una ofensiva contra los cimarrones. Tan efectiva resultó esa batida que su jefe Diego del Campo aceptó someterse después de ver a sus seguidores atrapados, ahorcados, asaeteados, quemados o con los pies cercenados por sus captores. A cambio de su vida, Diego del Campo se ofreció a perseguir a sus antiguos compañeros.

En junio de 1546 Cerrato pudo escribir a la Corona diciendo que en veinte años la isla nunca había estado tan controlada. Dos años más tarde, en 1548, los españoles dieron la batida final contra un jefe cimarrón llamado Lemba, alzado por más de quince años en la región de Higüey, en la parte oriental de la isla.

Lemba murió en esta campaña y los sobrevivientes de su palenque lograron escapar hacia el centro de la isla en donde se unieron a un nuevo grupo de 15 a 20 cimarrones que había vuelto a aparecer por los alrededores de la Concepción.

Abatidos y perseguidos, los cimarrones dejaron de ser un peligro para los españoles, pero nunca desaparecieron del todo.

(Tanto el ensayo "La Cultura Cimarrona", como el titulado "Los Primeros Cimarrones" fueron tomados de "La Otra Historia", libro publicado por Frank Moya Pons en la Republica Dominicana, el 2008).


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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1925).

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