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lunes, octubre 10, 2011

Noticias del Frente Historiografico 102



Construyendo la historia desde la Alteridad


Sol Taino


Manifiesto del 11 de octubre, último día en que reinó la libertad en Abya Yala

Fundación Guabancex Viento y Agua, Santo Domingo, República Dominicana, 2011

Los pueblos originarios de Abya Yala nunca imaginaron que la llegada de los europeos a sus tierras podría provocar tantas pérdidas humanas, culturales y de la biodiversidad del planeta.
No hay palabras ni silencios que expresen el dolor y la impotencia de tantas culturas humilladas y aniquiladas por ese modelo civilizatorio que pregonaba la justicia, la paz y la obediencia.
Ya hace 519 años que se universalizó este modelo creando un sistema económico mundial indignante, mientras difunde que no hay alternativas que pueda responder a las necesidades humanas del buen vivir.


Apuestan por la desmemoria y sostienen una propaganda continua de que el Estado y las élites empresariales quieren el progreso para los pueblos. No obstante su práctica cotidiana se sostiene en una lógica de acumulación extrema mediante la apropiación de rentas y del capital financiero. Promueven la megaindustria, la extracción de minerales, las hidroeléctricas, la privatización de las aguas y playas; la expansión del monocultivo y las semillas transgénicas, entre otros.

Hoy no hablan sólo de hispanidad, o de hidalgos caballeros. La criminalización de todo y la paranoia terrorista se venden como letanías. Aterrorizan con sus discursos fundamentalistas sobre otras culturas que no quieren someterse a la occidentalización, o porque simplemente se oponen a sus planes de acumulación. Las élites no han cambiado, ni los generosos incentivos al sector privado (zonas francas y turismo). Los discursos siguen induciendo a la conformidad y a los supuestos éxitos de la economía del mercado.


Sin embargo, nuestros bosques desaparecen, y con ellos, una variedad de especies que han poblado el planeta desde hace millones de años. Hoy nos hablan, al igual que ayer, de progreso, de salvar juntos el planeta, mientras se cargan y roban los metales y empeora la pobreza.
Es la misma élite colonial que en complicidad con los grandes bancos generan desempleo, deforestan los bosques, nos endeudan y empobrecen.


Somos sus “esclavos modernos”. Asumen los mismos métodos, parten de la desinformación, la desmemoria y la violencia. Hoy nos imponen formas de organización social, económica y política que destruyen el planeta y la diversidad cultural.

No obstante, la inconformidad, la indignación, la resistencia y la resiliencia se manifiestan por todos los rincones de la tierra. Hoy una confluencia sin precedentes de movimientos de afrodescendientes, pueblos originarios, ecologistas, campesinos/as, obreros/as, supuestas minorías sexuales, indignados y excluidos, reclaman la descolonización, el derecho a la soberanía alimentaria, al territorio, la libertad y la defensa del planeta.


Hoy dejamos de creer que el sufrimiento, la pobreza y la explotación sean fenómenos naturales o producto de la intención divina. Hoy hablamos de libertad, de derechos y de una vida plena basada en una ética del Buen Vivir. Hoy construimos historias desde los discursos de la alteridad, marcando una ruptura con el patrón de civilización y reclamando la solidaridad, la reciprocidad, el guaitiao, el convite y otras formas comunales.

Hoy un 11 de octubre defendemos el derecho a decidir sobre un orden social, económico y cultural deseable, sin estigmatizaciones racistas, clasistas, sexistas o excluyentes.
Hoy celebramos que los pueblos originarios de estas tierras de Quisqueya no han desaparecido, que viven y defienden su cultura.


Hoy somos un pueblo que construye sus propios caminos y apuesta por la vida en una comunidad sin violencia, ni sobornos, ni tortura, ni amenazas, ni corrupción. Hoy estamos felices de ser lo que somos: afrocaribeños, indígenas, hispanoafricanos. Y que con dignidad exigimos y reclamamos porque no somos indiferentes, y estamos comprometidos con la vida.

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15 de octubre – Unidos por un cambio global





15 de octubre 2011, tomaremos todas las calles del mundo



El 15 de octubre personas de todo el mundo tomaremos las calles y las plazas. Desde América a Asia, desde África a Europa, la gente se está levantando para reclamar sus derechos y pedir una auténtica democracia. Ahora ha llegado el momento de unirnos todos en una protesta no violenta a escala global.


Los poderes establecidos actúan en beneficio de unos pocos, desoyendo la voluntad de la gran mayoría, sin importarles los costes humanos o ecológicos que tengamos que pagar. Hay que poner fin a esta intolerable situación.

Unidos en una sola voz, haremos saber a los políticos, y a las élites financieras a las que sirven, que ahora somos nosotros, la gente, quienes decidiremos nuestro futuro. No somos mercancía en manos de políticos y banqueros que no nos representan.

El 15 de octubre nos encontraremos en las calles para poner en marcha el cambio global que queremos. Nos manifestaremos pacíficamente, debatiremos y nos organizaremos hasta lograrlo.
Es hora de que nos unamos. Es hora de que nos escuchen.

¡Tomemos las calles del mundo el 15 de octubre!

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La pena de muerte: Asesinatos cometidos por el gobierno




Troy Brown, ¿asesinado por la Justicia?


Padre Luis Barrios, 28 de septiembre de 2011
Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria-IFCO:


La ejecución de Troy Davis, un símbolo de la resistencia por la vida, trajo a mi mente una vez más la escritura en la Biblia en donde Pedro nos dice: No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien bendigan pues para esto han sido llamados y de este modo recibirán la bendición (I Pedro 5:9). Por desgracia, el deseo de revancha y la búsqueda de una satisfacción personal, en el contexto de la cultura de la violencia estructural que existe en Estados Unidos, se han ocupado de opacar este bello mensaje de la justicia que se le debe al amor y del amor que se debe tener por la justicia.

Anneliese MacPhail, la madre de Mark MacPhail -el policía que supuestamente fue asesinado, por Troy Davis- esperó con mucho dolor y tribulación desde el año 1989 para poder ver la ejecución de Troy Davis. Alguien le mintió cuando le dijo que esta ejecución traería paz a su vida. Por otro lado, Kimberly Davis, hermana de Troy Davis, asimismo vivió otro Vía Crucis, confiando poder salvar la vida de su hermano. Ni la espera ni la ejecución traerán devuelta a estos dos jóvenes, Mark o Troy, ni mucho menos sanará el dolor de estas personas. Definitivamente, todo esto lo tenemos que cambiar.


No tengo la menor duda cuando digo que la pena de muerte por un lado es otra manera inmoral de asesinar y por otro lado es una traición a la restitución de la paz con justicia. En este proceso las autoridades gubernamentales y todas sus estructuras de la mal llamada justicia son culpables de miles de asesinatos.

Mas allá de tratar de proporcionar una satisfacción psicológica -digo tratar porque las víctimas siguen diariamente viviendo una serenidad artificiosa que caracteriza a las personas desesperadas- la pena de muerte no elimina el crimen, ni mucho menos disminuye su incidencia. De aquí el que este proceso deshumanizante en el contexto de Estados Unidos debe de ser analizado dentro de lo que conocemos como el Complejo Industrial de Prisiones, una nueva modalidad de exteriorizar el racismo y clasismo de la clase dominante a través del uso de instituciones sociales, políticas y gubernamentales. Al mismo tiempo, debemos de evaluarlo dentro del contexto de cómo se buscan respuestas a los problemas sociales, económicos y políticos del país a través de la encarcelación de unos grupos en particulares como medida de buscar la fiebre en la sabana, como si esto pudiese ocultar y/o justificar su odio.


El asesinato de Troy Davis por parte del gobierno tiene que ser evaluado críticamente dentro de este contexto. De lo contrario no podríamos entender el por qué un ser humano sale culpable en un juicio en donde prácticamente no hay evidencia física o material, sino mas bien evidencia indirecta o circunstancial. Este juicio y su ejecución estuvo permeado por un sinnúmero de otras irregularidades jurídicas. Lo único que estaba claro en todo esto es que Troy Davis era negro y además pobre.

No podemos ignorar la realidad racista y etnocentrista que existen en nuestras estructuras gubernamentales. Estas son un reflejo y una construcción social de la realidad de nuestra sociedad excluyente y opresora. De aquí la descomunal estadística de personas negras y/o Latinas ejecutadas o en espera de ser ejecutas. Es también verdadero, que en nuestra sociedad capitalista la gente de clase obrera y/o pobre han sido ejecutadas en números desproporcionados. Esta es otro realidad de quienes esperan para ser ejecutados/as. Es una verdad irrefutable -y vergonzosa porque pone en tela de juicio los procesos democráticos de la dignidad y de los derechos humanos- que en Estados Unidos un veredicto de culpabilidad en los tribunales de justicia, la, raza, la etnicidad y/o la clase social de la persona acusada, son variables determinantes para declararle culpable. Lo mismo sucede con la pena de muerte. No es que las personas negras, Latinas o pobres cometan más crímenes, por el contrario, lo que ocurre es que tenemos un sistema de injusticia que es racista, etnocentrista y clasista. Es mucho más penoso aun porque la realidad de género es otra variable haciendo entrada y de aquí los números tan desproporcionados de encarcelación de mujeres en los últimos años.


Por desgracia, para el presupuesto del año fiscal 2012 el presidente Barack Obama está solicitando que le otorguen al Departamento de Justicia unos $28.2 billones de dólares. Por supuesto, esto dentro de la filosofía de mano dura o cero tolerancias contra el crimen: más cárceles, más policías y sentencias más largas.

Nuestra posición humanitaria como Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria por un lado es la de buscar alternativas a la encarcelación porque la misma no deja de ser un trauma psicosocial y en nuestro contexto sigue siendo una medida racista y clasista de exclusión y opresión. Por otro lado, promovemos la eliminación de la pena de muerte por ser una estrategia inhumana que retrocede nuestros cimientos democráticos. Esta campaña la podemos cimentar dentro de la realidad de que la pena de muerte como medida de ojo por ojo es errada. Asimismo el reconocer que la pena de muerte prolonga el dolor y sufrimiento físico, emocional y espiritual de las víctimas y victimarios. Además que la gente pobre, negra y Latina producen los números desproporcionados en las ejecuciones.


Y por supuesto, entendemos que se hace necesaria una verdadera inversión social en el pueblo. De aquí la necesidad de un desarrollo socio-económico de políticas y programas en seguridad ciudadana que sean relevantes. Por esto hablamos de democracia social, política, económica, racial, sexual, espiritual, etc. Hemos comenzado por condenar las medidas y estrategias erradas neoliberales del capitalismo.

Nuestra oraciones con acciones van para el descanso eterno de Mark y de Troy y de cada una/o de sus familiares. Seguiremos bendiciendo al pueblo caminado a su lado.


En el amor solidario, el sacramento más importante.

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Para curar la economía




Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economia


Por Joseph E. Stiglitz, Al-Jazeera

Mientras persiste la crisis económica que comenzó en 2007, la pregunta en la mente de todo el mundo es obvia: ¿Por qué? Si no comprendemos bien las causas de la crisis, no podemos implementar una estrategia efectiva de recuperación. Y, hasta ahora, no tienen lugar ni lo uno ni lo otro.

Nos dicen que fue una crisis financiera, de modo que los gobiernos a ambos lados del Atlántico se concentraron en los bancos. Se presentaron programas de estímulo como si fueran un paliativo temporario, necesario para cerrar la brecha hasta que se recuperara el sector financiero y se reanudaran los préstamos privados. Pero, aunque la rentabilidad y las bonificaciones de los bancos han vuelto, los préstamos no se han recuperado, a pesar de tasas de interés récord a largo y corto plazo.


Los bancos afirman que los préstamos siguen limitados por una falta de prestatarios dignos de crédito, debido a la economía enferma. Y datos clave indican que tienen razón aunque sea solo en parte. Después de todo, las grandes empresas poseen unos pocos billones (millones de millones) de dólares en efectivo, de modo que lo que les impide invertir y contratar no es el dinero. Algunas, tal vez muchas, pequeñas empresas están, sin embargo, en una posición muy diferente: faltas de fondos no pueden crecer, y muchas se ven obligadas a contraerse.

A pesar de todo, la inversión general en los negocios –excluyendo la construcción– ha vuelto a un 10% del PIB (de un 10,6% antes de la crisis). Con tanto exceso de capacidad en el sector inmobiliario, la confianza no se recuperará en un futuro previsible al nivel previo a la crisis, no importa lo que se haga en el sector bancario.


La inexcusable temeridad del sector financiero, que obtuvo rienda suelta gracias a una desregulación insensata, fue el factor obvio que precipitó la crisis. El legado de capacidad inmobiliaria excesiva y de grupos familiares sobre-endeudados dificulta aún más la recuperación.
La paja que rompió la espalda del camello

Pero la economía estaba muy enferma antes de la crisis; la burbuja de la vivienda simplemente ocultó sus debilidades.


Sin un consumo apoyado por la burbuja, habría habido una falta masiva de demanda agregada. En su lugar, la tasa de ahorro personal cayó a 1%, y el 80% inferior de los estadounidenses estaba gastando, cada año, aproximadamente un 110% de sus ingresos.

Incluso si se reparase totalmente el sector financiero, e incluso si esos despilfarradores estadounidenses no hubieran aprendido una lección sobre la importancia del ahorro, su consumo se limitaría al 100% de sus ingresos. Por lo tanto cualquiera que hable del “retorno” del consumidor, incluso después del desapalancamiento, vive en un mundo de fantasía.


El arreglo del sector financiero fue necesario para la recuperación económica, pero lejos de ser suficiente. Para comprender lo que hay que hacer, tenemos que comprender los problemas de la economía antes del inicio de la crisis.

Primero, EE.UU. y el mundo fueron víctimas de su propio éxito. Los rápidos aumentos de la productividad en la manufactura habían superado el crecimiento en la demanda, lo que significó la disminución del empleo en la manufactura. La mano de obra tuvo que pasar a los servicios.


El problema es análogo a lo que se produjo al principio del Siglo XX, cuando el rápido crecimiento de la productividad en la agricultura obligó a la mano de obra a irse de las áreas rurales a centros urbanos de manufactura. Con una disminución de los ingresos de las granjas en exceso de un 50% de 1929 a 1932, se podría haber previsto una migración masiva. Pero los trabajadores estaban “atrapados” en el sector rural: No tenían los recursos para desplazarse, y la disminución de sus ingresos debilitó tanto la demanda agregada que el desempleo urbano en la manufactura aumentó considerablemente.

Para EE.UU. y Europa, la necesidad de que la mano de obra abandonara la manufactura se complicó con el cambio en la ventaja comparativa: no solo la cantidad de puestos de trabajo en la manufactura es limitada globalmente, sino una parte más pequeña de esos puestos serán locales.
La globalización ha sido uno, pero solo uno, de los factores que han contribuido al segundo problema clave, la creciente desigualdad. La transferencia del ingreso de los que lo gastarían a los que no lo harán disminuye la demanda agregada. Al mismo tiempo, el aumento de los precios de la energía transfirió poder de compra de EE.UU. y Europa a los exportadores de petróleo, quienes, reconociendo la volatilidad de los precios de la energía, ahorraron correctamente gran parte de esos ingresos.


El problema final que contribuyó a la debilidad en la demanda agregada global fue la masiva acumulación de reservas en divisas extranjeras de los mercados emergentes, motivada en parte por la mala administración de la crisis del Este de Asia de 1997-1998 por el Fondo Monetario Internacional y el Tesoro de EE.UU.

Los países reconocieron que, sin reservas, se arriesgaban perder su soberanía económica. Muchos dijeron: “Nunca más”. Pero, mientras la acumulación de reservas, actualmente unos 7,6 billones de dólares, en las economías emergentes y en desarrollo las protegió, el dinero depositado en reservas no se gastó.


¿Dónde estamos actualmente en la tarea de encarar esos problemas subyacentes? Para comenzar por el último, esos países que acumularon grandes reservas fueron capaces de capear mejor la crisis económica, de modo que el incentivo de acumular reservas es aún más fuerte.

De la misma manera, mientras los banqueros han recuperados sus bonificaciones, los trabajadores ven que sus salarios se erosionan y sus horas de trabajo disminuyen, ampliando aún más la brecha en los ingresos. Además, EE.UU. no se ha liberado de su dependencia del petróleo. Con precios del petróleo que han vuelto a sobrepasar los 100 dólares por barril este verano –y siguen altos– el dinero se transfiere otra vez a los países exportadores de petróleo. Y la transformación estructural de las economías avanzadas, implicada por la necesidad de sacar a la mano de obra de las ramas manufactureras tradicionales, ocurre con mucha lentitud.


El gobierno juega un papel central en el financiamiento de los servicios que la gente necesita, como la educación y la atención sanitaria. Y la educación y capacitación financiadas por el gobierno, serán particularmente críticas en la restauración de la competitividad en Europa y EE.UU. Pero ambos han elegido la austeridad fiscal, asegurando prácticamente que las transiciones de sus economías serán lentas.

La prescripción para lo que sufre la economía global proviene directamente del diagnóstico: Fuertes gastos gubernamentales, que apunten a facilitar la reestructuración, la promoción de la conservación de energía, y la reducción de la desigualdad, y una reforma del sistema financiero global que cree una alternativa a la acumulación de reservas.


En última instancia, los dirigentes del mundo –y los votantes que los eligen– llegarán a reconocerlo. A medida que las perspectivas de crecimiento se sigan debilitando, no tendrán otra alternativa. ¿Pero cuánto dolor tendremos que soportar hasta entonces?

Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía, y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy.


Este artículo fue publicado primero en Project Syndicate.

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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1925).


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