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viernes, enero 20, 2012

Noticias del Frente Historiografico 110

La gran regresión



Por Ignacio Ramonet, Monde diplomatique, en español, Nº: 194, Diciembre 2011

Está claro que no existe, en el seno de la Unión Europea (UE), ninguna voluntad política de plantarle cara a los mercados y resolver la crisis. Hasta ahora se había atribuido la lamentable actuación de los dirigentes europeos a su desmesurada incompetencia. Pero esta explicación (justa) no basta, sobre todo después de los recientes “golpes de Estado financieros” que han puesto fin, en Grecia y en Italia, a cierta concepción de la democracia. Es obvio que no se trata sólo de mediocridad y de incompetencia, sino de complicidad activa con los mercados.

¿A qué llamamos “mercados”? A ese conjunto de bancos de inversión, compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (hedge funds) que compran y venden esencialmente cuatro tipos de activos: divisas, acciones, bonos de los Estados y productos derivados.


Para tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada año, la economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo el mundo, una riqueza (PIB) estimada en unos 45 billones (1) de euros. Mientras que, en el mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera financiera, los “mercados” mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros. O sea, setenta y cinco veces lo que produce la economía real...

Consecuencia: ninguna economía nacional, por poderosa que sea (Italia es la octava economía mundial), puede resistir los asaltos de los mercados cuando éstos deciden atacarla de forma coordinada, como lo están haciendo desde hace más de un año contra los países europeos despectivamente calificados de PIIGS (cerdos, en inglés): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.

Lo peor es que, contrariamente a lo que podría pensarse, esos “mercados” no son únicamente fuerzas exóticas venidas de algún horizonte lejano a agredir nuestras gentiles economías locales. No. En su mayoría, los “atacantes” son nuestros propios bancos europeos (esos mismos que, con nuestro dinero, los Estados de la UE salvaron en 2008). Para decirlo de otra manera, no son sólo fondos estadounidenses, chinos, japoneses o árabes los que están atacando masivamente a algunos países de la zona euro.


Se trata, esencialmente, de una agresión desde dentro, venida del interior. Dirigida por los propios bancos europeos, las compañías europeas de seguros, los fondos especulativos europeos, los fondos europeos de pensiones, los establecimientos financieros europeos que administran los ahorros de los europeos. Ellos son quienes poseen la parte principal de la deuda soberana europea (2). Y quienes, para defender –en teoría– los intereses de sus clientes, especulan y hacen aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse, hasta llevar a varios de éstos (Irlanda, Portugal, Grecia) al borde de la quiebra. Con el consiguiente castigo para los ciudadanos que deben soportar las medidas de austeridad y los brutales ajustes decididos por los gobiernos europeos para calmar a los “mercados” buitres, o sea a sus propios bancos...

Estos establecimientos, por lo demás, consiguen fácilmente dinero del Banco Central Europeo al 1,25% de interés, y se lo prestan a países como, por ejemplo, España o Italia, al 6,5%... De ahí la importancia desmesurada y escandalosa de las tres grandes agencias de calificación (Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s) pues de la nota de confianza que atribuyen a un país (3) depende el tipo de interés que pagará éste por obtener un crédito de los mercados. Cuanto más baja la nota, más alto el tipo de interés.

Estas agencias no sólo suelen equivocarse, en particular en su opinión sobre las subprimes que dieron origen a la crisis actual, sino que, en un contexto como el de hoy, representan un papel execrable y perverso. Como es obvio que todo plan de austeridad, de recortes y ajustes en el seno de la zona euro se traducirá en una caída del índice de crecimiento, las agencias de calificación se basan en ello para degradar la nota del país. Consecuencia: éste deberá dedicar más dinero al pago de su deuda. Dinero que tendrá que obtener recortando aún más sus presupuestos. Con lo cual la actividad económica se reducirá inevitablemente así como las perspectivas de crecimiento. Y entonces, de nuevo, las agencias degradarán su nota...

Este infernal ciclo de “economía de guerra” explica por qué la situación de Grecia se ha ido degradando tan drásticamente a medida que su gobierno multiplicaba los recortes e imponía una férrea austeridad. De nada ha servido el sacrificio de los ciudadanos. La deuda de Grecia ha bajado al nivel de los bonos basura.

De ese modo los mercados han obtenido lo que querían: que sus propios representantes accedan directamente al poder sin tener que someterse a elecciones. Tanto Lucas Papademos, primer ministro de Grecia, como Mario Monti, Presidente del Consejo de Italia, son banqueros. Los dos, de una manera u otra, han trabajado para el banco estadounidense Goldman Sachs, especializado en colocar hombres suyos en los puestos de poder (4). Ambos son asimismo miembros de la Comisión Trilateral.

Estos tecnócratas deberán imponer, cueste lo que cueste socialmente, en el marco de una “democracia limitada”, las medidas (más privatizaciones, más recortes, más sacrificios) que los mercados exigen. Y que algunos dirigentes políticos no se han atrevido a tomar por temor a la impopularidad que ello supone.

La Unión Europea es el último territorio en el mundo en el que la brutalidad del capitalismo es ponderada por políticas de protección social. Eso que llamamos Estado de bienestar. Los mercados ya no lo toleran y lo quieren demoler. Esa es la misión estratégica de los tecnócratas que acceden a las riendas del gobierno merced a una nueva forma de toma de poder: el golpe de Estado financiero. Presentado además como compatible con la democracia...

Es poco probable que los tecnócratas de esta “era post-política” consigan resolver la crisis (si su solución fuese técnica, ya se habría resuelto). ¿Qué pasará cuando los ciudadanos europeos constaten que sus sacrificios son vanos y que la recesión se prolonga? ¿Qué niveles de violencia alcanzará la protesta? ¿Cómo se mantendrá el orden en la economía, en las mentes y en las calles? ¿Se establecerá una triple alianza entre el poder económico, el poder mediático y el poder militar? ¿Se convertirán las democracias europeas en “democracias autoritarias”?

Notas


(1) Un billón = un millón de millones.
(2) En España, por ejemplo, el 45% de la deuda soberana lo poseen los propios bancos españoles, y los dos tercios del 55% restante, los detentan establecimientos financieros del resto de la Unión Europea. Lo cual significa que el 77% de la deuda española ha sido adquirida por europeos, y que sólo el 23% restante se halla en manos de establecimientos extranjeros a la UE.
(3) La nota más elevada es AAA, que, a finales de noviembre pasado, sólo poseían en el mundo algunos países: Alemania, Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Francia, Finlandia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza. La nota de Estados Unidos ha sido degradada, en agosto pasado, a AA+. La de España es actualmente AA-, idéntica a la de Japón y China.
(4) En Estados Unidos, Goldman Sachs ya consiguió colocar, por ejemplo, a Robert Rubin como Secretario del Tesoro del Presidente Clinton, y a Henry Paulson en esa misma función en el gabinete de George W. Bush. El nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, fue también vicepresidente de Goldman Sachs para Europa de 2002 a 2005.

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Las izquierdas y el fin del capitalismo




Por RAÚL ZIBECHI, La Jornada, 13 01 12

La actual crisis mundial fragmenta el planeta en regiones de tal modo que el sistema-mundo se aproxima a una creciente desarticulación. Uno de los efectos de esta creciente regionalización del planeta es que los procesos políticos, sociales y económicos ya no se manifiestan del mismo modo en todo el mundo y se producen divergencias –en el futuro tal vez bifurcaciones– entre el centro y la periferia.


Para las fuerzas antisistémicas esta desarticulación global hace imposible el diseño de una sola y única estrategia planetaria y hace inútiles los intentos de establecer tácticas universales. Aunque existen inspiraciones comunes y objetivos generales compartidos, las diferentes velocidades que registra la transición hacia el poscapitalismo, y las notables diferencias entre los sujetos antisistémicos, atentan contra las generalizaciones.

Hay dos cuestiones relevantes que afectan sin embargo las estrategias en todo el mundo. La primera es que el capitalismo no se va a derrumbar ni va a colapsar, sino que debe ser derrotado por las fuerzas antisistémicas, sean éstas movimientos de base horizontales y comunitarios, partidos más o menos jerárquicos e incluso gobiernos con voluntad anticapitalista.

Parafraseando a Walter Benjamin, habría que decir que nada hizo más daño al movimiento revolucionario que la creencia de que el capitalismo caerá bajo el peso de sus propias leyes internas, sobre todo de carácter económico. El capital llegó al mundo envuelto en sangre y lodo, como decía Marx, y tuvo que mediar una catástrofe demográfica como la producida por la peste negra para que las gentes, paralizadas por el miedo, se sometieran no sin resistencias a la lógica de la acumulación de capital. Depende de la gente perder el miedo, como hacen los zapatistas, para comenzar a re-apropiarse de los medios de producción y de cambio, y construir algo diferente.

La segunda es que nada indica que la transición a una sociedad nueva será breve o se producirá en unas pocas décadas. Hasta ahora todas las transiciones requirieron siglos de enormes sufrimientos, en sociedades donde las regulaciones comunitarias ponían límites a las ambiciones, cuando la presión demográfica era mucho menor y el poder de los de arriba no se parecía en absoluto al que hoy acumula el uno por ciento de los más ricos.

En América Latina, en las tres últimas décadas los movimientos antisistémicos inventaron nuevas estrategias para cambiar las sociedades y construir un mundo nuevo. Existen también reflexiones y pensamientos sobre la acción colectiva que por la vía de los hechos divergen de las viejas teorías revolucionarias, aunque es evidente que no niegan los conceptos acuñados por el movimiento revolucionario a lo largo de dos siglos. En la coyuntura actual podemos registrar tres hechos que nos imponen reflexiones diferentes a las que se vienen procesando por parte de las fuerzas antisistémicas en otras regiones.

En primer lugar, la unidad de las izquierdas ha avanzado de forma notable y en no pocos casos éstas han llegado al gobierno. Por lo menos en Uruguay, en Bolivia y en Brasil la unidad de las izquierdas ha ido tan lejos como era posible. Es cierto que por fuera de esas fuerzas hay partidos de izquierda (sobre todo en Brasil), pero eso no cambia el hecho central de que la unidad ha sido consumada. En otros países, como Argentina, hablar de unidad de la izquierda es decir muy poco.

El hecho central es que las izquierdas, más o menos unidas, han dado casi todo lo que podían dar más allá de la evaluación que se haga de su desempeño. Los ocho gobiernos sudamericanos que podemos calificar de izquierda han mejorado la vida de las personas y disminuido sus sufrimientos, pero no han avanzado en la construcción de sociedades nuevas. Se trata de constatar hechos y límites estructurales que indican que por ese camino no se puede obtener más de lo logrado.

En segundo lugar, en América Latina existen gérmenes, cimientos o semillas de las relaciones sociales que pueden sustituir al capitalismo: millones de personas viven y trabajan en comunidades indígenas en rebeldía, en asentamientos de campesinos sin tierra, en fábricas recuperadas por sus obreros, en periferias urbanas autorganizadas, y participan en miles de emprendimientos que nacieron en la resistencia al neoliberalismo y se han convertido en espacios alternativos al modo de producción dominante.

Lo tercero es que los sufrimientos generados por la crisis social provocada por el neoliberalismo en la región fueron contenidos por iniciativas para sobrevivir creadas por los movimientos (desde comedores hasta panaderías populares), antes que los gobiernos que salieron de las urnas se inspiraran en esos mismos emprendimientos para promover programas sociales. Estas iniciativas han sido, y son aún, claves para resistir y crear a la vez alternativas al sistema, ya que no sólo reducen los sufrimientos, sino generan prácticas autónomas de los estados, las iglesias y los partidos.

Es cierto, como señala Immanuel Wallerstein en La izquierda mundial luego de 2011, que la unidad de las izquierdas puede contribuir a alumbrar un mundo nuevo y, a la vez, reducir los dolores del parto. Pero en esta región del mundo buena parte de esos dolores no han menguado con los triunfos electorales de la izquierda. Hay casi 200 encauzados por terrorismo y sabotaje en Ecuador por oponerse a la minería a cielo abierto. Tres militantes del Frente Darío Santillán fueron asesinados hace días por mafias en Rosario, en lo que puede ser el inicio de una escalada contra los movimientos. Cientos de miles son desplazados de sus viviendas en Brasil por la especulación de cara a la Copa del Mundo de 2014. La lista es larga y no deja de crecer.

La unidad de la izquierda puede ser positiva. Pero la batalla por un mundo nuevo será mucho más larga que la duración de los gobiernos progresistas latinoamericanos y, sobre todo, se dirimirá en espacios manchados de sangre y barro.


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Rumania despierta



Por Corina Tulbure, Rebelión 18-01-2012

Rumanía ha vivido un fin de semana de protestas consecutivas en las calles de las distintas ciudades del país. El detonante de esta indignación popular ha sido un Proyecto de Ley de Salud Pública que proponía reformar el antiguo sistema de salud heredado de la época comunista con una privatización masiva. Si bien el antiguo sistema se basaba en la redistribución, el nuevo Proyecto de Ley relaciona las prestaciones médicas con las aportaciones de los ciudadanos, incluyendo un seguro mínimo por parte del Estado. Es decir, la esperanza de vida sería directamente proporcional al alcance del bolsillo de cada ciudadano.

La película, marcha atrás

La dimisión de Raed Arafat, figura capital en la gestión actual del sistema sanitario rumano, como signo de protesta ante la nueva ley, ha sido únicamente la gota que colma el vaso.
Los ciudadanos de Rumania llevan décadas sometidos a experimentos económicos o sociales que forman parte de la llamada “transición”. Desde las privatizaciones masivas de la década de los 90 hasta las actuales imposiciones del FMI, la emigración se ha consolidado como la solución para un elevado número de personas ante el creciente empobrecimiento del país.

Las políticas de austeridad adoptadas en el año 2011 asentaron la precariedad y la pobreza. La nueva reforma de la Ley Laboral, que pretendía flexibilizar el mercado laboral sacrificando los derechos laborales para crear nuevas plazas de empleo, no ha obtenido resultado alguno. A lo largo del mes de septiembre de 2011 el número total de personas contratadas ascendía a 4.200.000 en comparación con las 4.194.000 anteriores. Una mejoría insignificante.

Por otro lado, Rumania dio muestras de un paro mitigado con el 4,9% en octubre 2010. Cabe decir que esta diferencia no se refleja en la creación de empleo, sino en cómo se maquillan las estadísticas: una vez agotada la prestación, la persona ya no figura en las estadísticas. Los parados quedan fuera de cualquier estadística oficial y del sistema mismo, abocados a la economía sumergida o a la pobreza crónica. Al mismo tiempo, la emigración ha salvado las cifras del paro: aproximadamente dos millones de rumanos han abandonado el país en los últimos diez años. En los pueblos de Rumania, el paisaje es a veces desolador: en las calles se ven a niños y abuelos, dado que para las personas en edad laboral la emigración se concibe como la única solución. Con la crisis económica global, los emigrantes encarnan el papel de no deseados en ninguna parte: en los países de destino se prefieren a los parados autóctonos, y en Rumania no son bienvenidos porque aumentarían la demanda de prestaciones sociales.

En 2011 se anunciaron cambios en la normativa que regularizarían los servicios sociales, cambios basados en la táctica de apretarse el cinturón. El pobre es culpable de su situación de pobreza, hay pues que presionarle para que cambie su situación. El discurso oficial ve a los que acuden a las prestaciones sociales como “perezosos” o “mendigos”. Se persiguió reducir los gastos para los servicios sociales con el 0,8 del PIB cuando alcanzaban un modesto 2,8 del PIB.


Al mismo tiempo, el Estado ha delegado en las familias el cuidado de las personas mayores en situación de dependencia; los llamados “asistentes sociales informales”. Con las medidas de “modernización” de la sociedad rumana para su adaptación a los estándares de la UE, Rumania ha dado un salto al siglo XIX. A pesar del crecimiento del PIB, la desigualdad ha aumentado de manera considerable. En 2007 era el país con los mayores índices de desigualdad de la UE. Conforme al índice Eurostat, el coeficiente de desigualdad Gini en 2010 fue del 33,3, con tres puntos porcentuales sobre la media de la UE.

A todo esto, cabe añadir el despido de 10.000 funcionarios en 2011 y una bajada del estipendio de los mismos de un 25%.


¿Qué es lo que sigue?

Las protestas del fin de semana marcan el despertar de una "nación política", afirma el antropólogo francés afincado en Rumania, Claude Karnoouh. Tras veinte años de anemia colectiva, la gente vuelve a tomar conciencia de su poder para incidir en lo político. Significativa ha sido la inexistencia en las protestas de los líderes políticos. Se respira el desapego de la ciudadanía en relación con sus gobernantes. No sabemos lo que seguirá a las protestas, de momento se ha retirado el Proyecto de Ley, pero lo que ha quedado patente es la falta de confianza generalizada en el actual rumbo del país.


Muchos son los que opinan que en 1989 se quiso un cambio, pero la realidad que ahora se vive queda muy lejos de aquel "mundo mejor" que imaginaban. Los manifestantes, de todas las edades, son conscientes de que las políticas de los últimos años han minado el frágil tejido de protección y cohesión social del régimen anterior. El presente muestra el fracaso de la «transición». En un sondeo realizado en 2010, el 61% de las personas contestaron que sentían una cierta nostalgia por el régimen comunista de antaño, que les ofrecía una vivienda y un trabajo, a pesar de que el 69% reconocía que entonces estaban privados de libertad. Actualmente, el precio de la "libertad" ha resultado muy caro.

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Las 5 ciudades más violentas del mundo.




De las 50 jurisdicciones más violentas del mundo, 45 de ellas están en América Latina.

México, 12 ene (EFE).

Cinco de las diez ciudades más violentas del mundo en 2011 se encuentran en México, aunque la urbe hondureña de San Pedro Sula ocupa la primera posición del listado, reveló hoy el no gubernamental Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.

San Pedro Sula fue la urbe más violenta del mundo, con una tasa de 159 homicidios dolosos por cada 100.000 habitantes y arrebató así la primera posición a la mexicana Ciudad Juárez, que ocupó dicho lugar durante tres años consecutivos.

La tasa de Ciudad Juárez este año fue de 148 asesinatos, mientras que las otras urbes mexicanas más peligrosas son Acapulco, con 128 homicidios por cada 100 mil habitantes, Torreón (88), Chihuahua (83) y Durango (80).

El informe de esta ONG mexicana considera a todas las urbes del mundo de más de 300,000 habitantes y de las cuales exista información estadística sobre homicidios asequible por Internet, y elabora una lista con las 50 más violentas.

Del medio centenar, 14 están en Brasil, 12 en México y 5 en Colombia y es precisamente Latinoamérica en donde se ubica la mayoría, 40 de las 50.

Entre las nuevas ciudades que entraron al ranking, dos son de México -Monterrey y Veracruz-, mientras que Tijuana, Reynosa y Matamoros, que aparecían en 2010, salieron del listado.

El estudio también incluye una lista de las 50 regiones (de 500,000 habitantes en adelante) más violentas del mundo y destaca que el departamento hondureño de Cortés, del cual San Pedro Sula es la capital, fue el más violento, con una tasa de 122 homicidios por cada 100,000 habitantes.

El estado mexicano de Chihuahua, que con una tasa de 200 homicidios, tuvo el primer lugar mundial en 2010, pero en 2011 pasó al quinto lugar mundial, con 94 homicidios por cada 100,000 habitantes.

De las 50 jurisdicciones más violentas del mundo, 45 de ellas están en América Latina.

En opinión de la ONG, algunas de las cifras correspondientes a ciudades y estados mexicanos podrían ser más elevadas que las que se consignan en el estudio.

La conducta de diversas autoridades de México "no inspira confianza en las cifras oficiales, pues hay evidencia de falsificación o 'rasurado', para aparentar que la magnitud de la violencia es menor a la real", advierte el informe.

El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal es una ONG surgida en México en julio de 2002 que promueve la denuncia del crimen y la corrupción, así como propuestas para terminar con el problema de la inseguridad.

México está sumida en una ola de violencia que ha cobrado la vida de más de 47,000 personas desde diciembre de 2006, cuando el presidente Felipe Calderón lanzó una lucha frontal contra el crimen organizado con la participación de miles de militares.

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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).

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