¿Qué pasa en Suecia?
Integración laboral de la mujer; integración hogareña del hombre
Por: Vicenç Navarro (vnavarro.org)
– Consejo Científico de ATTAC España, Attac España, 11 junio 2013, artículo
publicado en elplural.com
Creo conocer bien Suecia.
Cuando a principios de los años sesenta me fui de España por razones políticas,
escogí irme a aquel país, donde los partidos socialdemócrata y comunista habían
ayudado mucho a las fuerzas democráticas que luchaban contra la dictadura fascista
(la historia de la resistencia
antifascista catalana y española no se ha escrito todavía).
Tales partidos nos habían dicho que si algún día tuviéramos que irnos de
nuestro país, consideráramos Suecia como nuestra casa. Y así fue. En un día
lluvioso de agosto (que siempre recordaré) inicié el camino hacia Suecia.
Yo era médico en aquel entonces
y estaba en el Karolinska Hospital. Pero recibí la instrucción por parte de mis
compañeros de la resistencia
antifascista de que me formara y aprendiera del Estado del
Bienestar sueco. Me dijeron que Franco iba a caer en cualquier momento –el
optimismo de la resistencia era necesario para continuar la lucha contra uno de
los regímenes más represivos que hayan existido en Europa (por cada asesinato
político que cometió Mussolini, Franco cometió diez mil, según el estudioso más
conocido del fascismo en Europa, el profesor Malekafis, de la Universidad de Columbia).
No tenía ni idea de cómo
realizar ese aprendizaje y se lo dije al gobierno sueco, que me derivó al
economista más influyente de la socialdemocracia escandinava, el Sr. Gunnar
Myrdal (que recibió más tarde el Premio Nobel de Economía), y a su esposa Alva Myrdal,
una de las mentes más claras que yo haya conocido. Más tarde también conocí a
Walter Korpi, el analista más conocedor de la realidad económica y social de
Suecia, y a Carl-Henrik Hermansson, que había escrito el libro más crítico de
la estructura de poder económico en Suecia (mi esposa, sueca, tradujo parte del
libro al inglés), y que fue el Secretario General del Partido Comunista en el
periodo 1964-1975, precursor del eurocomunismo.
Fue así como cambié de
profesión y comencé a estudiar economía política y economía social, habiendo
tenido todas las personas citadas una gran influencia en mi trabajo. Y tuve la
gran suerte de presenciar en primera fila uno de los debates más interesantes
que yo haya visto jamás en las áreas de política económica y economía social.
El debate sobre como
resolver la falta de trabajadores: inmigración versus integración de la mujer
Mírese como se mire, Suecia
es un país poco poblado. Es enorme, casi tan grande como España (la superficie
de Suecia es aproximadamente la
de España sin Aragón) pero tenía entonces solo 7 millones y
medio de habitantes. Y las autoridades del país eran conscientes de que iban a
necesitar muchos más trabajadores de los que tenían. La pregunta era ¿de dónde
obtendremos los nuevos trabajadores? Una respuesta, procedente de los
conservadores y liberales, era que vendrían de la inmigración y, muy en
especial, de los otros países escandinavos, principalmente Finlandia y Noruega,
y de los países eslavos.
Las izquierdas gobernantes
entonces -el Partido Socialdemócrata y el Partido Comunista- priorizaban, en
cambio, facilitar la integración de la mujer al mercado de trabajo. Lideradas por
Alva Myrdal, propusieron y desarrollaron la infraestructura de servicios –como
escuelas de infancia y servicios domiciliarios- que ayudaran a las familias y
facilitaran la integración de la mujer al mercado de trabajo.
También, por cierto, se
enfatizó la necesidad de la corresponsabilidad en las tareas familiares,
educando y socializando al hombre para que compartiera las tareas domésticas que
hasta entonces asumía la mujer (hoy la mujer sueca pasa 28 horas a la semana
realizando tareas familiares, y el hombre 22. En España son 42 y 9 horas
respectivamente). Era, además, parte de la ideología de las izquierdas que la
igualdad de género exigía la integración de la mujer al mercado de trabajo.
Y lo consiguieron. El 72% de
las mujeres están integradas en el mercado de trabajo (En España es el 51%).
Esta integración ha sido clave para explicar la riqueza del país (trabajo
quiere decir riqueza) y su elevado nivel de ingreso de fondos (a través de
impuestos) al Estado. El elevado nivel que los impuestos representan sobre el
PIB se basa en el alto porcentaje de la población adulta que trabaja y en el
elevado gravamen que sostiene el Estado del Bienestar más desarrollado que
todavía hoy existe en Europa.
La alta protección social es
consecuencia y también causa del elevado nivel de desarrollo económico. Suecia
ha mostrado durante muchas décadas que, en contra de lo que los conservadores y
liberales asumen, el Estado del Bienestar es una necesaria inversión para
lograr un elevado nivel de desarrollo económico, social y humano. Ni que decir tiene
que persistían muchos problemas todavía en este modelo social. Pero sí que se
había alcanzado un nivel de bienestar que se había convertido en un punto de
referencia internacional.
La integración de la inmigración
El gobierno sueco permitió,
naturalmente, la inmigración, pero no fue la prioridad para resolver el
problema de escasez de mano de obra. Ahora bien, lo que sí se enfatizó fue que,
si bien la integración de la mujer al mercado de trabajo era el tema
prioritario, no podía descuidarse la inmigración. El inmigrante tenía que ser
considerado como un ciudadano más con los mismos derechos que el ciudadano sueco.
Aunque nunca formulado en estos términos, el eslogan de los sindicatos podría
haber sido: “No damos prioridad a la inmigración pero sí al inmigrante”.
La política gubernamental de
las izquierdas estaba claramente orientada a la integración del inmigrante, lo
cual requería su plena integración en el amplio esquema de protección social
del país que se caracterizaba por su universalidad, es decir, por ser un
derecho de toda la ciudadanía, sin dividirla por raza u origen étnico o
cultural, división que siempre favorece al mundo empresarial.
El cambio de gobierno, con
una coalición de partidos conservadores y liberales, ha cambiado esta
situación. Esta universalidad se ha cuestionado y la protección social se ha
diluido, el abanico salarial ha aumentado y el paro ha crecido. Todo ello
ingredientes del estallido social. Sería injusto atribuir estos cambios
exclusivamente a los gobiernos de derechas. Varios de ellos se iniciaron por el
gobierno socialdemócrata. El compromiso con el pleno empleo, por ejemplo, se diluyó
algo en los años ochenta, bajo la dirección de un Ministro de Finanzas que
priorizó el control de la
inflación. Y como ya había escrito Hermansson, el modelo
social sueco estaba todavía lejos del proyecto socialista al cual las
izquierdas aspiraban.
Pero creo justo afirmar que
la gran mayoría de cambios en camino regresivo han alcanzado su máximo
desarrollo ahora en la época conservadora-liberal que ha seguido políticas
públicas responsables del mayor crecimiento de las desigualdades que cualquier
país de la OCDE (el club de países más ricos del mundo) haya experimentado.
Tal crecimiento ha
alimentado el descontento entre los sectores más vulnerables, con menos
recursos. No hay plena conciencia de que es muy fácil desmontar el Estado del
Bienestar de un país (como se está viendo en España). Y los estallidos sociales
se han dado con mayor intensidad en las ciudades gobernadas por las fuerzas
conservadoras y liberales. La comercialización de los servicios públicos, la introducción
de los mal llamados mercados (como mecanismo de descohesión social), la
desuniversalización de los Estados del Bienestar, tienen un coste: la
descohesión social, que crea un estallido social.
Vicenç Navarro es
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
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El desastre cultural de Malí
El fanatismo contra los manuscritos de Tombuctú
“Hemos perdido el color y la lengua, pero nos queda
la memoria”.
Memoricidio
Por: Fernando Báez, Rebelión
11-06-2013
El anuncio del equipo de la
Unesco que ha visitado Malí tras la intervención francesa ha advertido con
pesar que como resultado de una investigación sistemática entre el 28 de mayo y
el 3 de junio se ha podido determinar que hay 4,200 manuscritos antiguos
destruidos contra la creencia optimista de que no superaban el centenar. Y lo
que es peor: se confirma que los grupos Ansar al Din y MYAO que proclaman la
Yihad radical, no se contentaron con capturar Tombuctú, Gao y Kidal sino que a
sus masacres hay que añadirle el delito de memoricidio contra sepulcros y
monumentos.
Hace 4 meses, mientras
visitaba Mali en una investigación sobre la ruta transahariana de los libros medievales,
advertí en la prensa internacional que esto sucedería con esa melancolía que
tiene todo escritor al tener la razón en un hecho trágico. Y, por desgracia, lo
irremediable ha devastado un país donde todavía viven en el miedo y en la
incertidumbre bibliotecarios y custodios de los bienes culturales porque las
amenazas en sus contra son inevitables. Miles salieron de Tombuctú a Bamako y
se espera otra diáspora en los días por venir, dado que la guerra civil impide
formular juicios prudentes sobre los que pasa. Ni los intervencionistas
franceses ni la Junta
Militar que gobierna Malí ni los radicales musulmanes dicen
toda la verdad y la propaganda ha intoxicado de miedo el cálido ambiente.
Tombuctú, como Bagdad o El
Cairo, es más un recuerdo colectivo de diversas generaciones que un lugar y no
es incomprensible el temor que ha renacido por las consecuencias de nuevos
ataques cuando se marchen las tropas francesas sobre la antigua ciudad, donde
se han construido monumentos culturales que son Patrimonio de la Humanidad
según la declaratoria que hizo la Unesco en 1988 y la inclusión de las
extraordinarias bibliotecas del lugar, que forman parte del Programa Memoria
del Mundo y sobre todo de la historia olvidada de España. Tombuctú, llamada
también El Dorado africano y también la villa de los 333 santos, jamás ha
conocido tiempos de paz, pero nunca antes como ahora ha sido tan evidente su
posible exterminio justo cuando había logrado ser una referencia turística planetaria
con festivales de teatro y música.
El orientalismo ignoró por
siglos –o para ser más exacto, omitió- el mestizaje curioso entre el mundo
musulmán y los cultos antiguos africanos. Con la penetración del Islam
cambiaron incluso las mitologías de pueblos tan independientes como los
mandinga o los dogón. En Tarik al-fattash de Mahmud B. Muttawakkil Ka´ti se lee
que el Caos dominó a sus habitantes, hasta que aceptaron el credo de Alá.
Todavía puede encontrarse entre los ancianos una práctica esotérica animista; y
la práctica exotérica islámica comunitaria.
La ciudad de Tombuctú, hoy
abandonada por habitantes que huyen despavoridos, llegó a tener 200 madrazas
para enseñar teología y no menos de 40,000 estudiantes divulgaron su doctrina.
En Tombuctú funcionó la que se estima primera universidad del mundo de Sankore o
Sankore Masjid; gracias a la erudición de sus creadores, la universidad alcanzó
el número aproximado de 25,000 estudiantes y escolares entre los que se
contaron hombres que llegaron a ser sabios como Abu Al Baraaka o Mohammed bin
Mohammed Kara.
De las mezquitas habría que
mencionar Djinguereiber, hoy con daños en sus sepulcros, erigida hacia 1325 por
Ishaq es-Saheli, el escéptico arquitecto granadino nacido en 1290 que
enriqueció por la millonaria fortuna que le pagó el espléndido emperador Mansa Musa,
quien también se distinguió porque hizo su peregrinación a La Meca con sesenta
mil personas y cien camellos cargados de oro sólo para probar su devoción. El
edificio de la mezquita es extraño y su estilo desconcertante y mimético ante
el paisaje se extendería por la ciudad al combinar el adobe y la palmera, como
puede verse también en la milagrosa Sidi Yahya , que estuvo abandonada
hasta que un iluminado apareció del desierto con las llaves y pudo abrirla
siglos más tarde, o en la gigantesca Mezquita de Djenné.
De las grandes patrimonios
de Tombuctú, sin duda que sus bibliotecas y libros. Una de ellas fue la
biblioteca errante que conformó lo que hoy se llama Fondo Kati, una de las
maravillas más increíbles de Malí. Ni su número es habitual (comenzó por la
cifra de 400 volúmenes y hoy tiene 7,000 volúmenes sagrados); tampoco deja de
sorprender que sus manuscritos híbridos salieron en unas condiciones
clandestinas de España, pasaron de mano en mano de Marruecos a Walata en
Mauritania y estaban en el Níger hacia el siglo XVI hasta 1818, y sus herederos
la escondieron cuando los franceses la buscaban en Malí para llevársela a
París. Volvió a reaparecer la colección en 1990 y para 1999 estaba abierta al
público, con los apuntes que solía hacer Mahmud Kati a sus textos que producen
de fuentes árabes, españolas, hebreas e incluso francesas y que León el Africano
admiró sin medida.
Según la versión de Ismael
Diadiè Haïdara, descendiente autorizado de los Banû l-Qûtî ( de ahí el nombre
Kati), hay más de 300 archivos que permitirían reescribir los lazos entre
Tombuctú y el exilio morisco español, lo que permitiría recuperar una parte
inevitable de la crónica de España. En Malí, aunque su nombre deriva del
bambara y significa àmakɔ̌ o cocodrilo pantanoso, es habitual decir que quien
no ha sido picado por un escorpión es porque no ha pisado la arena.
En un manifiesto público
fechado el 25 de Febrero de 2000 autores como el fallecido Premio Nobel de
Literatura José Saramago y autores de enorme importancia como Juan Goytisolo, Antonio Muñoz Molina, José
Da Silva Horta y Ousmane Diadié Haidara, entre muchos otros, se alertaba sobre
el estado del Fondo Kati: "Hoy tres mil manuscritos de una familia
exiliada de Toledo, la Familia
Kati están en peligro de destrucción en Tombuctú. El diario ABC
de España, News and Events de la Northwestern Uiniversity
de EEUU, el Boletín de la Saharan Studies
Association de EEUU, y el 26 Mars de Mali llevan meses
señalándolo en vano” .
Lamentablemente, para 2012
el Fondo Kati todavía esperaba buena parte de la ayuda de la Junta de
Andalucía, dispersada –como sabemos-- por demagogos y políticos irresponsables.
Los 7,000 libros que ha cuidado Haïdara, estaban ya en peligro antes de que la
ciudad fuera capturada por rebeldes Tuaregs, pese a que el tatarabuelo del intelectual
escribió: “Hemos perdido el color y
la lengua, pero nos queda la memoria”.
Bastó un golpe de estado en
Malí el 22 de marzo de 2012 para que fuera más evidente la precariedad de este
legado. En un sublime texto, un poeta se atrevía a expresar un tema que se
volvería nostálgico y popular: “La sal
viene del Norte, el oro viene del sur, la plata viene de los blancos, pero la
palabra de Dios, los cuentos hermosos y las posturas santas sólo los hallarás
en Tombuctú”.
El amor por los libros en
Malí no era inusual y se citan anécdotas que tal vez exageran, pero definen un
contexto. Se dice, por ejemplo, que Al Uaqidi al morir dejó 823 baúles de
libros y que el erudito Al Jahiz fue uno de los primeros hombres víctimas de su
biblioteca porque al caerle un armario con libros lo aplastó y murió. Son
curiosidades, pero asombrosas porque en la misma fecha una biblioteca en Europa
apenas llegaba a 2000 títulos en un monasterio. Sobre todo a partir de la batalla
de las Navas de Tolosa en 1212 el exilio de familias moriscas al África
estableció distintas rutas de libros que fueron sacados para ser salvados de la hoguera. Y entre
algunos de los que huyeron estaban Al Fazzazi el Qurtubi (1229), Alí ben Ziyad (1468),
el arquitecto y poeta Es Saheli (1290), el “último visigodo”, Yuder Pachá y el
mitológico Azzan el Wazani mejor conocido como “León el africano”.
El 50% de 500.000 libros y
archivos ha desaparecido hasta el día de hoy, y la comisión de la UNESCO ha
encontrado daños irreparables que sobrepasan los 10 millones de dólares, esto,
es el presupuesto de alimentación de todo el norte en ruinas... Todo el norte
de Malí es una región sitiada, donde el Programa Mundial de Alimentos (PMA)
calcula que los refugiados siguen en Mauritania, Níger, Burkina Faso y Argelia
sin esperanzas de volver; y este miedo lo manifiestan los valientes
bibliotecarios que resisten justo a esta misma hora el desafío de la violencia
y el odio que han puesto una emboscada a Tombuctú. El 2 de abril la Directora Irina Bokova
de la UNESCO publicó una nota de prensa manifestando su preocupación por el
futuro de la cultura de Malí y dejó claro que la comunidad internacional debía
reaccionar sin demora, pero el desastre ha llegado para tristeza del mundo.
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Post Scriptum
“¿Primavera africana?”, preguntó no sin cierta sorna
el guía que me despidió en el Aeropuerto de Bamako después de pasar un mes en Malí
en enero de 2013.
¿Me pregunta por una posible
primavera africana?”, volvió a interrogar con ese tono de los hombres que ya lo
han visto todo o están por verlo y luego respondió de modo definitivo y
suficiente cuando alguien advirtió en voz alta que el vuelo tendría un retraso de
24 horas más: “Sangre, dictaduras, corrupción, masacres, todo eso forma parte
de la imagen de África, pero ustedes los extranjeros sólo ven la fachada,
vienen y se marchan pronto, y no entienden que la verdad del continente está en
sitios sagrados como Tombuctú, un símbolo de la resistencia cultural y de la
diversidad de nuestros pueblos”. Cuando el hombre se alejó, pensé en sus
palabras y me dije a mí mismo que algo más grave estaba por venir porque el paradigma
de tenacidad estaba en peligro. Esto mismo que pensé debió sentirlo ahora
Lazare Eloundou Assomo al contemplar cientos de reliquias convertidas en ceniza
por un sectarismo condenable que viola el derecho
humano a la memoria e identidad que tienen todos los pueblos.
Fernando Báez es autor de
"Las maravillas perdidas del mundo" (Oceáno, 2012)
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
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