El homicidio prenatal, la violación, la prostitución forzosa, el asesinato por dote y la negación del acceso a salud, vivienda y educación son males endémicos que persiguen a las mujeres dalit, de la casta de los “intocables” (esclavos de los esclavos)
Mujeres Dalit ("Intocables"), de la India, en los años 1920
Por: DANIEL MARTÍN, Público, 16 12 14
En la India se mezclan el fundamentalismo religioso y la tradición con la discriminación derivada del sistema de castas, la pobreza y un bajo índice de alfabetización para crear un clima muy hostil hacia las mujeres, especialmente hacia a las pertenecientes a las clases más bajas, que apenas son consideradas como seres humanos.
El feminicidio que tiene lugar en la India encuentra sus formas más frecuentes de expresión en la selección prenatal o el feticidio, el infanticidio, el asesinato por dote y el homicidio 'por honor' (motivado por una deshonra a la familia). La violencia contra las mujeres hindúes está presente también a través los matrimonios concertados, las agresiones sexuales y la prostitución forzosa.
Las mujeres dalit, de la casta de los 'intocables' (parias), sufren lo que se conoce como la 'triple discriminación': de casta, de clase y de género. Estas mujeres son sistemáticamente marginadas. Se les impide el acceso a la salud, la educación, la vivienda, el derecho a tierra, la asistencia al templo y la libertad de tránsito. De los 100 millones de mujeres dalit que viven en la India, menos del 10% están alfabetizadas, lo que genera una situación de exclusión social que atrapa a las mujeres dalit en el círculo de la pobreza y las hace fuertemente dependientes de sus maridos.
La perspectiva del matrimonio marca el destino de las mujeres hindúes antes de ni siquiera haber nacido. Muchas familias mantienen la tradición de pagar una dote cuando su hija contrae matrimonio a pesar de que esta práctica está prohibida desde 1961. Esto propicia que se cometan atroces crímenes contra unas niñas cuyo nacimiento supone una hipoteca para las familias mediante el asesinato prenatal.
Las mujeres hindúes no están protegidas ni en el vientre de sus madres. Aunque está prohibido que los médicos comuniquen a los padres el sexo de los bebés antes de que nazcan, esta información suele ser revelada a base de sobornos. El sexo determina las posibilidades de supervivencia de un no nato. Las niñas son abortadas por el mero hecho de ser niñas. En ocasiones, al no poder saber previamente el sexo del bebé, las familias queman a las niñas recién nacidas. Un estudio publicado por la revista The Lancet estima que hasta 12 millones de niñas podrían haber sido abortadas desde 1984 en la India.
Aquellas niñas que llegan a la edad adulta y se casan se enfrentan a otro peligro: el asesinato por dote. Cuando los maridos consideran que la familia de la mujer no ha pagado una dote lo suficientemente cuantiosa, matan a sus esposas para poder volver a casarse. Una mujer muere en India cada hora en crímenes relacionados con la dote, según el último informe de la Oficina Nacional de Crímenes de ese país.
"Una continua situación de explotación y abuso"
Manjula Pradeep es una ‘intocable' que trabaja desde hace dos décadas como abogada en la lucha por los derechos de las mujeres dalit. Como mujer de esa casta ha sufrido el maltrato en primera persona. Siendo una niña sufrió abusos sexuales por parte de cuatro hombres de su vecindario. Manjula, marcada por ese traumático suceso, convirtió el dolor en motivación y se formó para convertirse en la voz de las intocables y defenderlas.
En 2008 logró que siete profesores que habían violado a una alumna de 17 años fueran condenados. Estos profesores llevaban más de 10 años abusando de sus alumnas, pero esta joven fue la única que se atrevió a denunciar. Manjula se ocupó de ella y la acogió en su casa. Prepararon el juicio juntas y consiguieron hacer justicia. Pero esta es la excepción, no suele haber castigo para los violadores. En la India una mujer es violada cada 21 minutos según datos de la Oficina Nacional de Crímenes de ese país. La mayoría de estas agresiones se producen en la impunidad.
Pradeep relata que la vida diaria de una mujer dalit es muy dura ya que "a cada paso se encuentra nuevos desafíos y dificultades" y denuncia que las mujeres de su casta viven "en una continua situación de explotación y abuso".
"La mujer dalit no es vista como un ser humano, es una intocable", asegura. Por ello, en muchas comunidades se les obliga a barrer las calles de la aldea, a limpiar las letrinas de los hombres o a recoger animales muertos de las calles. A cambio de todo ese arduo trabajo solo reciben unos míseros granos de arroz. El desempeño de estas tareas hace que las mujeres dalit estén siempre sucias.
Cuando caminan por la calle, las mujeres de las castas superiores las increpan para que no se acerquen a ellas. Las obligan a transitar un sendero lo más posible alejado del resto para que no ensucien a otras personas con su ‘impureza'. Si no lo hacen son increpadas y golpeadas. Manjula Pradeep constata que "una mujer Dalit, no puede ir una mañana a por agua para su familia sin ser maltratada". Además de los trabajos comunitarios a los que están obligadas, también deben ocuparse de la casa, de los niños y de trabajar en las granjas. "Las mujeres dalit están solas, tienen que hacerlo todo y nadie les ayuda", sentencia Manjula Pradeep.
Prostitutas de propiedad pública
En el estado indio de Karnataka pervive una tradición ancestral (llamada Devadasi), por la que algunas mujeres, niños y niñas de la casta más baja, se ofrecen a las diosas Yallamma o Hulgamma para ayudar al sacerdote en las ofrendas a las diosas. De nuevo la tradición religiosa y la ignorancia generada por la falta de alfabetización aparecen para empeorar la situación de estas personas al propiciar que muchas familias crean que esta ofrenda les ayudará a librarse de los males que les afectan.
Estas personas, en su mayoría mujeres, viven en los templos hasta que alcanzan la pubertad y pasan a convertirse en propiedad pública. Desde ese momento, complacer a sexualmente los hombres, especialmente a los jefes de los pueblos y aldeas que habitan, se convierte en el único propósito de su vida.
En la India se mezclan el fundamentalismo religioso y la tradición con la discriminación derivada del sistema de castas, la pobreza y un bajo índice de alfabetización para crear un clima muy hostil hacia las mujeres, especialmente hacia a las pertenecientes a las clases más bajas, que apenas son consideradas como seres humanos.
El feminicidio que tiene lugar en la India encuentra sus formas más frecuentes de expresión en la selección prenatal o el feticidio, el infanticidio, el asesinato por dote y el homicidio 'por honor' (motivado por una deshonra a la familia). La violencia contra las mujeres hindúes está presente también a través los matrimonios concertados, las agresiones sexuales y la prostitución forzosa.
Las mujeres dalit, de la casta de los 'intocables' (parias), sufren lo que se conoce como la 'triple discriminación': de casta, de clase y de género. Estas mujeres son sistemáticamente marginadas. Se les impide el acceso a la salud, la educación, la vivienda, el derecho a tierra, la asistencia al templo y la libertad de tránsito. De los 100 millones de mujeres dalit que viven en la India, menos del 10% están alfabetizadas, lo que genera una situación de exclusión social que atrapa a las mujeres dalit en el círculo de la pobreza y las hace fuertemente dependientes de sus maridos.
La perspectiva del matrimonio marca el destino de las mujeres hindúes antes de ni siquiera haber nacido. Muchas familias mantienen la tradición de pagar una dote cuando su hija contrae matrimonio a pesar de que esta práctica está prohibida desde 1961. Esto propicia que se cometan atroces crímenes contra unas niñas cuyo nacimiento supone una hipoteca para las familias mediante el asesinato prenatal.
Las mujeres hindúes no están protegidas ni en el vientre de sus madres. Aunque está prohibido que los médicos comuniquen a los padres el sexo de los bebés antes de que nazcan, esta información suele ser revelada a base de sobornos. El sexo determina las posibilidades de supervivencia de un no nato. Las niñas son abortadas por el mero hecho de ser niñas. En ocasiones, al no poder saber previamente el sexo del bebé, las familias queman a las niñas recién nacidas. Un estudio publicado por la revista The Lancet estima que hasta 12 millones de niñas podrían haber sido abortadas desde 1984 en la India.
Aquellas niñas que llegan a la edad adulta y se casan se enfrentan a otro peligro: el asesinato por dote. Cuando los maridos consideran que la familia de la mujer no ha pagado una dote lo suficientemente cuantiosa, matan a sus esposas para poder volver a casarse. Una mujer muere en India cada hora en crímenes relacionados con la dote, según el último informe de la Oficina Nacional de Crímenes de ese país.
"Una continua situación de explotación y abuso"
Manjula Pradeep es una ‘intocable' que trabaja desde hace dos décadas como abogada en la lucha por los derechos de las mujeres dalit. Como mujer de esa casta ha sufrido el maltrato en primera persona. Siendo una niña sufrió abusos sexuales por parte de cuatro hombres de su vecindario. Manjula, marcada por ese traumático suceso, convirtió el dolor en motivación y se formó para convertirse en la voz de las intocables y defenderlas.
En 2008 logró que siete profesores que habían violado a una alumna de 17 años fueran condenados. Estos profesores llevaban más de 10 años abusando de sus alumnas, pero esta joven fue la única que se atrevió a denunciar. Manjula se ocupó de ella y la acogió en su casa. Prepararon el juicio juntas y consiguieron hacer justicia. Pero esta es la excepción, no suele haber castigo para los violadores. En la India una mujer es violada cada 21 minutos según datos de la Oficina Nacional de Crímenes de ese país. La mayoría de estas agresiones se producen en la impunidad.
Pradeep relata que la vida diaria de una mujer dalit es muy dura ya que "a cada paso se encuentra nuevos desafíos y dificultades" y denuncia que las mujeres de su casta viven "en una continua situación de explotación y abuso".
"La mujer dalit no es vista como un ser humano, es una intocable", asegura. Por ello, en muchas comunidades se les obliga a barrer las calles de la aldea, a limpiar las letrinas de los hombres o a recoger animales muertos de las calles. A cambio de todo ese arduo trabajo solo reciben unos míseros granos de arroz. El desempeño de estas tareas hace que las mujeres dalit estén siempre sucias.
Cuando caminan por la calle, las mujeres de las castas superiores las increpan para que no se acerquen a ellas. Las obligan a transitar un sendero lo más posible alejado del resto para que no ensucien a otras personas con su ‘impureza'. Si no lo hacen son increpadas y golpeadas. Manjula Pradeep constata que "una mujer Dalit, no puede ir una mañana a por agua para su familia sin ser maltratada". Además de los trabajos comunitarios a los que están obligadas, también deben ocuparse de la casa, de los niños y de trabajar en las granjas. "Las mujeres dalit están solas, tienen que hacerlo todo y nadie les ayuda", sentencia Manjula Pradeep.
Prostitutas de propiedad pública
En el estado indio de Karnataka pervive una tradición ancestral (llamada Devadasi), por la que algunas mujeres, niños y niñas de la casta más baja, se ofrecen a las diosas Yallamma o Hulgamma para ayudar al sacerdote en las ofrendas a las diosas. De nuevo la tradición religiosa y la ignorancia generada por la falta de alfabetización aparecen para empeorar la situación de estas personas al propiciar que muchas familias crean que esta ofrenda les ayudará a librarse de los males que les afectan.
Estas personas, en su mayoría mujeres, viven en los templos hasta que alcanzan la pubertad y pasan a convertirse en propiedad pública. Desde ese momento, complacer a sexualmente los hombres, especialmente a los jefes de los pueblos y aldeas que habitan, se convierte en el único propósito de su vida.
Una mujer devadasi nunca puede negarse a los favores sexuales. Tampoco puede casarse. Las creencias aseguran que, si lo hace, la diosa llevará la desgracia a sus parientes cercanos. También tienen prohibido mendigar. Al menos hasta que cumplen cierta edad y ya no resultan atractivas para los hombres.
La liberación de las mujeres pasa por la educación
La liberación de las mujeres pasa por la educación
Las mujeres Dalit, de la India, se organizan para hacer valer sus derechos
La organización Manos Unidas, liderada por Pradeep, lleva desde el año 2005 trabajando para que las mujeres devadasi sepan que existen alternativas a la prostitución. Las mujeres reciben asistencia y formación para que puedan abandonar el círculo de la pobreza y no inculquen a sus hijos los mismos valores que sus familias les trasmitieron a ellas. Así, Manos Unidas pretende acabar con la espiral de un negocio basado en la supremacía natural de las castas superiores sobre los dalit.
La mayoría de mujeres devadasi desconocen que la ley impide que las obliguen a prostituirse
La falta de formación de estas mujeres propicia un desconocimiento de la ley. La norma las apoya para negarse a una práctica que perpetúa la opresión de las castas. Pero, lo cierto es, que aunque en el año 1982 el Gobierno de Karnataka abolió esta práctica, no ofreció programas de rehabilitación y reinserción para las víctimas de esos abusos cometidos en nombre de la tradición y la costumbre.
Manjula Pradeep asegura que solo mejorará la situación de las mujeres en la India cuando la mentalidad de la sociedad cambie y se pueda dejar atrás el fundamentalismo. A pesar de que existen leyes que protegen a la mujer, su implementación no se hace efectiva por una falta de sensibilización del resto de la población. “La mujer no se siente segura en su propia casa, la mujer debe desarrollarse en un ambiente de igualdad y ser tratada igual que sus hermanos en el hogar”.
El análisis de Pradeep incide en que, aunque las leyes existentes son insuficientes y necesitan más enfoque de género, lo primordial es que se empiece por respetar a las mujeres en el ámbito privado. Cuando eso suceda, asegura, se podrá proceder a la plena implantación de las medidas políticas y legales que ya existen. Mientras tanto, las mujeres de la India, sobre todo las dalit, seguirán sufriendo unos constantes abusos que atentan contra los derechos humanos.
******
La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
La mayoría de mujeres devadasi desconocen que la ley impide que las obliguen a prostituirse
La falta de formación de estas mujeres propicia un desconocimiento de la ley. La norma las apoya para negarse a una práctica que perpetúa la opresión de las castas. Pero, lo cierto es, que aunque en el año 1982 el Gobierno de Karnataka abolió esta práctica, no ofreció programas de rehabilitación y reinserción para las víctimas de esos abusos cometidos en nombre de la tradición y la costumbre.
Manjula Pradeep asegura que solo mejorará la situación de las mujeres en la India cuando la mentalidad de la sociedad cambie y se pueda dejar atrás el fundamentalismo. A pesar de que existen leyes que protegen a la mujer, su implementación no se hace efectiva por una falta de sensibilización del resto de la población. “La mujer no se siente segura en su propia casa, la mujer debe desarrollarse en un ambiente de igualdad y ser tratada igual que sus hermanos en el hogar”.
El análisis de Pradeep incide en que, aunque las leyes existentes son insuficientes y necesitan más enfoque de género, lo primordial es que se empiece por respetar a las mujeres en el ámbito privado. Cuando eso suceda, asegura, se podrá proceder a la plena implantación de las medidas políticas y legales que ya existen. Mientras tanto, las mujeres de la India, sobre todo las dalit, seguirán sufriendo unos constantes abusos que atentan contra los derechos humanos.
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
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