Documental ''Sugar Babies'' causa polémica en Miami
Por RUI FERREIRA
rferreira@herald.com
El Nuevo Herald, Miami
28 de junio, 2007
La proyección de un documental sobre las condiciones de vida de niños haitianos, hijos de cortadores de caña en los campos de República Dominicana, se convirtió ayer en escenario de un intenso y acalorado debate al punto que el cónsul dominicano en Miami abandonó intempestivamente la sala.
Sugar Babies o ''Los bebés del azúcar'', de la realizadora Amy Serrano, fue proyectado ayer en la Universidad Internacional de la Florida, en una sala abarrotada de público, la mayoría miembros de la comunidad dominicana de Miami que se indignaron con el contenido de la película, pues, en su opinión, desvirtúa la realidad de los campos dominicanos y las interioridades de su industria azucarera, en particular en los terrenos del Central La Romana, propiedad de los magnates azucareros, los hermanos Fanjul.
El documental, que fue apoyado por la neoyorquina Fundación de Derechos Humanos, describe el ambiente de miseria en que viven los trabajadores haitianos, y en particular el impacto en la calidad de vida de sus hijos, incluso los nacidos en República Dominicana a quienes les niegan la nacionalidad.
Serrano explicó que su idea de hacer el documental surgió a raíz de la lectura de un artículo sobre el tema publicado en El Nuevo Herald en enero del 2005 bajo el título ``Esclavos en el paraíso''.
Precisamente una de las preocupaciones de los dominicanos sobre el documental es que acusa al gobierno de su país de permitir que los haitianos vivan allí en una situación prácticamente de esclavitud.
Para Serrano, la acusación se justifica en términos de conceptos modernos. ''Los haitianos no entran a República Dominicana con grilletes ni contra su voluntad, sino como resultado de un tráfico humano que los mantiene allí sin documentos ni posibilidad de mejorar sus vidas. Eso es esclavitud'', dijo.
Obviamente, el cónsul Manuel Almánzar no está de acuerdo. En una conversación con El Nuevo Herald, después que abandonó el recinto indignado con el documental y quejándose de que no le dieron derecho a réplica, Almánzar acusó a la documentalista de ''mala fe'', de ''mentir'' y ''mostrar deliberadamente una mala imagen de República Dominicana'', posiblemente con la intención de favorecer a ''adversarios del país'', los cuales no especificó.
''Ningún haitiano es esclavo en República Dominicana. Eso lo sabe todo el mundo y es una infamia siquiera insinuarlo'', aseguró el cónsul, para quien el documental provoca daños ''irreparables'' a su país, no sólo en la industria azucarera o la turística, sino también en su imagen.
Almánzar afirmó que el documental es una sucesión de ''escenas montadas'' porque ''la realidad es que los bateyes [poblado donde viven los cortadores de caña] están abandonados'' y ''la situación de hoy no es la misma de hace 35 años''. El documental fue filmado en el 2005 y el 2006.
Almánzar dijo, además, que el documental ''es sospechoso'' porque ''ataca los valores fundamentales de la sociedad estadounidense'' al referirse en términos menos respetuosos tanto a la familia Fanjul como a otros inversionistas en el país, porque ``ataca el capitalismo''.
El filme contó con el apoyo y la participación del ex embajador de Estados Unidos en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, el cubanoamericano Armando Valladares, quien durante el debate con los asistentes recordó que la cuestión de los derechos humanos no debe ser ambivalente.
''La violación de los derechos humanos se condena dondequiera que suceda. Cuando un gobierno estadounidense confinó en la base de Guantánamo a miles de cubanos, siendo yo embajador, fui a Ginebra a denunciar la situación'', dijo Valladares.
''Deben entender que esto no es un problema contra los dominicanos, sino que es un problema con el gobierno de República Dominicana. Yo vi allí a los trabajadores haitianos encerrados en casas con candados a la hora de dormir'', aseveró Valladares.
Para la portavoz de la FIU, Maydel Santana, la sesión fue ''una prueba de que aquí se defiende la libertad de expresión''. ``Esta sesión fue parte de una serie del programa académico en un lugar que se presta para ejercer la libertad de expresión''.
El cónsul abandonó el recinto tras pedir la palabra e intentar leer una declaración que describió como ''exponer nuestro punto de vista''. Tras informársele que sólo podía hacer preguntas, vociferando abandonó la sala.
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Azúcar Ético – La tragedia de los niños del azúcar
El Nuevo Herald - Martes 5 de junio de 2007
http://www.sucre-ethique.org/La-tragedia-de-los-ninos-del
Desde sus orígenes la producción azucarera ha estado rodeada de iniquidad y barbarie, como una metafórica ecuación que equiparara la ignominia como un valor directamente proporcional a la intensidad del dulzor. En el docudrama Sugar Babies (que se presentará el 27 de junio en el Grahan Center, FIU, de 2 a 5 p.m.) de la cineasta y antropóloga cubanoamericana Amy Serrano, apreciamos el relato documentado hasta el detalle de un caso insólito de esclavitud moderna a la que están sometidos los braceros haitianos indocumentados que trabajan en la zafra azucarera dominicana.
Los haitianos son reclutados por una red de traficantes activos a lo largo de la geografía haitiana y luego introducidos en RD ''ilegalmente'', pero con la complicidad de las más altas autoridades migratorias y de otras instancias del gobierno, como puede verse en los testimonios que van desde traficantes, soldados, oficiales y guardias fronterizos, hasta altos funcionarios de inmigración del país. Luego, a escondidas, son distribuidos en los bateyes, de acuerdo a necesidades previamente establecidas por los ingenios azucareros pertenecientes a la familia Vicini y a los Fanjul, sí, nuestros compatriotas y millonarios vecinos del sur de la Florida, según narra el documental.
Las condiciones de vida en los bateyes son espeluznantes, comparables a barracones o chozas inmundas del siglo XIX. El pago, más que salario, una estafa que no alcanza para garantizar una comida digna al día, y donde los niños muchas veces desayunan con la caña que sus padres cortan en los campos. La condición de indocumentados impide a los trabajadores salir del territorio del batey, el único lugar donde —sospechosamente— las autoridades dominicanas no van a chequear su status migratorio ni a amenazarlos con la deportación.
La satisfacción de sus necesidades se da en las tiendas del batey, donde todo es más caro; allí los indocumentados se endeudan y permanecen atrapados en ese círculo vicioso. El batey es un territorio físico y legal alternativo bajo la jurisdicción de los ingenios, diseñado o conformado en la práctica sólo para los haitianos. Desde el siglo XX conocemos el nombre de semejante sistema, el apartheid.
El filme nos muestra estampas goyescas: niños y ancianos hambrientos, viviendo en pocilgas, cundidos de enfermedades en su mayoría de fácil tratamiento, sarna, tuberculosis, parásitos; pero lo peor —y es el superobjetivo que Amy Serrano se propone en su trabajo— es la condición de vida y el futuro de los niños, muchos de los cuales trabajan en la siembra y otros en el corte de caña desde los ocho años de edad.
De acuerdo con la Constitución dominicana, toda persona nacida en el país tiene derecho a la ciudadanía. Sin embargo, los hijos de los haitianos indocumentados nacidos en RD carecen de ella. La ausencia de documentos de identidad les confisca para siempre de los instrumentos de movilidad social que portan, incluso, los dominicanos de la condición económica más baja; no acceden completamente al sistema de educación, precariamente a las escuelas de los bateyes —cuando las hay— donde no pueden estudiar más allá del cuarto grado. El futuro de esos niños se circunscribe a la ''ciudadanía'' del batey, asegurando el futuro de la fuerza de trabajo de los ingenios azucareros. Crecen así como ilegales en el país que por derecho y naturaleza les es propio, como ''niños del azúcar'', ciudadanos de ningún país.
Sería muy fácil para el gobierno dominicano reclutar a los trabajadores haitianos con visas de trabajo temporal y hacerlos entrar legalmente. Al parecer, lo mismo a la industria azucarera como al gobierno les interesa que entren como indocumentados (a un promedio de 30,000 anuales según algunos estimados), algo que le permite a la industria azucarera someterlos a una extrema explotación sin que puedan reclamar nada, precisamente por su condición de ilegales que tienen sobre sus cabezas la espada de Damocles de la deportación.
Ahora, que hay un Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la República Dominicana, es el momento de poner la lupa de la legislación y de nuestros valores democráticos al hecho de que estamos endulzando nuestros alimentos (de cada tres cucharadas de azúcar que consumimos dos son producidas por los Fanjul) con el producto del trabajo infantil y una esclavitud cuyo disfraz de trabajo bajo contrato no convence.
La industria azucarera se beneficia de subsidios que provienen de nuestros impuestos y, con el advenimiento del etanol, algo que considero positivo lo mismo para la economía dominicana como para la haitiana, no es permisible que también comencemos a usar combustible producto del trabajo infantil y esclavo. El trabajo de Amy Serrano me hace sentir orgulloso de una generación de jóvenes cubanoamericanos que han comprendido que el problema cubano —la generalizada esclavitud— tiene sus orígenes en la práctica y la ideología esclavista de la plantación que, como una hidra, saca sus cabezas en cualquiera de nuestros países ayudada por la desidia y miopía de muchas de nuestras elites económicas y políticas, ayudando con ello a legitimar los falsos discursos de soberanía y justicia de los dictadores populistas de turno.
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Blog – Saludos desde España 2007. Programa de Jóvenes Líderes Hispanos.
Amy Serrano. El pasado 28 de marzo se estrenó en Loyola University de Nueva Orleáns el documental sobre derechos humanos producido, escrito y dirigido por Amy Serrano (de la promoción de 2005). The Sugar Babies examina el precio moral del azúcar (presente y pasado) desde el punto de vista de las condiciones que rodean a los hijos de los cortadores de caña de origen haitiano en la República Dominicana, y la continua violación de sus derechos humanos básicos.
El documental será difundido a través de festivales de cine, televisión, universidades y como forma de concienciación sobre los derechos humanos por las organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Para mayor información:
TheSugarBabies@aol.com
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Para meditar profunda y sinceramente...
¿Por qué será que los/as dominicanos/as vemos al diablo y nos ponemos tan a la defensiva cuando nos acusan de legitimar socialmente la neo-esclavización de seres humanos haitianos, cuando tambien legitimamos, inconscientemente, por supuesto, la neo-esclavización de nuestros/as propios/as conciudadanos/as, los/as "alquilados/as"--policías, militares, trabajadores/as domésticos/as, trabajadores/as sexuales, etc., quienes saben y expresan (sin que nunca los oigamos), que "no se pertenecen"--en la mal llamada "democracia", como le decimos a la dictadura de clases sociales que históricamente nos gastamos? ¡La cuestión de la esclavización no es un asunto de todo o nada; no es si nos esclavizamos o no, sino cuánto lo hacemos! Sentémonos esta noche en torno a la mesa familiar a conversar junto a nuestros/as empleados/as del servicio doméstico o cualquier otro miembro de los demas grupos, si los/as tenemos, para que "respetuosamente, señor/a," nos den un poco de luz al respecto.
Yaguarix Contrito
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