Por: Luis Alberto Rodríguez
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Conferencia de Alma-Ata, 1978
Todos y todas sabemos lo importante que es la salud, ¿cierto? Pero, ¿cómo es que siendo la salud tan importante no tenemos un sistema que verdaderamente satisfaga las necesidades de todos y todas? ¿Será que a nuestro gobierno no le importa? ¿O es que no estamos haciendo lo necesario para mejorar nuestra salud y la de los nuestros?... Creo que lo primero sería entender qué es la salud y cómo se consigue la salud, si es que queremos una respuesta sincera para estas preguntas.
A través de la historia la definición de salud, como tal, ha ido evolucionando de muchas maneras; esto porque nunca nos interesó la salud, más bien lo que siempre nos ha preocupado es enfermarnos y, dicho avance en esta temática, trajo respuestas a esa despreocupada actitud de las personas en pensar en la salud NO como un concepto integral sino ligero. En una época la enfermedad no era más que el castigo de los dioses para aquellos que rompían las reglas. Luego nos dimos cuenta que la enfermedad era un proceso biológico en el que existe un agente nocivo que tiene la capacidad de enfermarnos. Sin embargo, hoy en día sabemos que estar en salud no es "no enfermar", la Salud es una condición de bienestar físico, mental y social en todas las etapas de la vida. Creo que todos sabemos a lo que se refiere en lo físico y mental, de manera que nos centraremos en esos aspectos sociales que tanto tienen que ver con nuestra salud.
En diferentes escenarios hemos podido identificar algunos elementos que no sólo resultan vitales para el entendimiento de la salud y todo lo que la misma envuelve, pero que además plasman las voluntades de los países comprometidos con mejorar nuestra calidad de vida. En el 1978 la Declaración de Alma-Ata "valoriza la salud como componente central del desarrollo humano, resaltando los factores necesarios para asegurar la calidad de vida y el derecho al bienestar"; luego en 1986, en la Carta de Ottawa, encontramos los puntos más importantes en los que deberíamos trabajar para conseguir el objetivo Salud, entre ellos:
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La Carta de Ottawa, 1986
- Construcción de políticas públicas saludables
- Creación de ambientes favorables a la salud (físico, social, económico, político, cultural)
- Reforzamiento de la acción comunitaria
- Desarrollo de habilidades personales
- Reorientación de los servicios de salud
Si revisamos cada una de esas pautas, veremos que no existe un divorcio entre las acciones que deben tomar los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil organizada, y las iniciativas que la población en general necesita hacer como contraparte de este proceso.
Desde el Estado, tenemos muchas veces una respuesta sectorizada y enfocada a la atención, y ciertamente cuando un individuo necesita atención es porque el sistema de salud ya ha fracasado. Notemos que la salud es entendida como un recurso para la vida. En ese sentido, la salud es un concepto positivo, que enfatiza los potenciales sociales y personales. Podemos entonces considerar que las acciones deben ser diversas.
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Hoy sabemos que el proceso Salud-Enfermedad implica factores genéticos y ambientales, siendo, los últimos, los que podemos influir directa y efectivamente. La promoción de la salud y de ambientes saludables es la puerta a una condición de conciencia individual en busca de la salud colectiva de la que todas y todos somos responsables.
Si tuviéramos un Estado capaz de crear e implementar políticas públicas que sean verdaderamente determinantes en nuestra sociedad, a través de la modificación de las condiciones económicas, culturales, ambientales y sociales que encare los problemas de salud, no de la enfermedad, no en el individuo, sino en la población y el ambiente, ligado a una gestión intersectorial y motivando la participación de los y las ciudadanos y ciudadanas, seremos entonces capaces de mejorar nuestra calidad de vida y elevar nuestro potencial de producción, formación y superación.
No se trata sólo de lo que nuestro gobierno haga; es que si no lo hace reclamemos a nuestro Presidente que actúe como Estadista, que nuestras autoridades usen esa autoridad y, por supuesto seamos actores en lugar de espectadores de nuestras propias vidas, porque es un asunto de todos, no de algunos. Comprometámonos con el futuro de nuestro país y garanticemos el bienestar de una población sin condiciones de salubridad y repleta de dirigentes más políticos que humanos. Podemos aportar más de lo que aportamos y hacer más de lo que hacemos.
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