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jueves, enero 10, 2008

Noticias del Frente Sensorial 014

La Viejita Belén
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Por: Roman Franco Fondeur (1920-1989)
Miembro de la Real Academia Dominicana de la Historia
Director Archivo Histórico de Santiago (1958-1989)

Archivo Histórico de Santiago. © 2006 All rights reserved. Website cortesía de Livio.com
La Vieja Belén era el pretexto para el padre pobre darse tiempo para buscar algún dinero y regalar algo a su prole

Es una costumbre -fue una costumbre- que apareció arropar al país dominicano entero con su encanto infantil. En Santiago de los Caballeros, por ejemplo, formó trilogía de ensueños infantiles en conjunción con “el niño Jesús” y “los tres Reyes Magos” de Oriente. Eran las oportunidades para que pusieran regalos -juguetes- a los niños. Y, ¡cuánto tardaba de Nochebuena a Nochebuena, de Reyes a Reyes!

Cuando, la conveniencia comercial, Santa Claus desplazó al Niño Jesús en la postura de juguetes a “los niños buenos”, hubo generaciones perplejas que confundieron a Papá Noel o “Santicló” con el Niño-Dios. Vino el árbol de Navidad y reemplazó a los nacimientos “como imagen del pesebre”. Y comenzó a desaparecer, hasta en el recuerdo, la Vieja Belén. Hoy son pocos los que saben quién "fue".

En realidad, nadie sabe el origen de la hermosa tradición. Se hablaba, atávicamente, de la Vieja Belén. Pero cuando se preguntaba quién era, cómo era, de dónde venía: entonces los mayores se miraban perplejos, los unos a los otros y se rascaban la coronilla. Se notaba que “habían venido repitiendo” y sólo eso.

Que la Vieja Belén nació, quizás, como respuesta del bolsillo pobre a los hijos de la gente pobre... cuando no había cuartos para celebrar Nochebuena y Reyes, solía decirse, cuando el Niño Jesús no ponía: “¡No te apures, mijo, que los Reyes te van a traer un cargamento de juguetes y dulces!”

Pero amaneció la noche del 5 de enero, el niño, la niña, buscaban su manojo de yerba de guinea. Colocaban la hierba junto a un jarrón de agua debajo de la cama. Rezaban y a duras penas se dormían. Y al día siguiente: ¡Nada!

El padre y la madre, mirando hacia el suelo, explicaban: “Parece que los Santos Reyes no pudieron venir... tampoco. De seguro tenían mucho trabajo.” O “Ustedes no se portaron lo suficientemente bien”. “¡Pero, ya verán como la Viejita Belén se acuerda de ustedes!”

Unos dicen -lo aseguran- que la Vieja Belén ponía el domingo siguiente al Día de Reyes. Pero, a veces, ese domingo “caía” demasiado cerca de la fecha en que Melchor, Gaspar y Baltasar llegaban con sus camellos cargados de juguetes y golosinas. Ah! entonces la Viejita Belén caía... ¡el otro domingo "de atrás!"

La Vieja Belén era el pretexto para el padre pobre darse tiempo para buscar algún dinero y regalar algo a su prole. Prole que en aquellos días, lejanos sólo unos cuantos decenios, era, generalmente, numerosísimas. Aún así, como espejismo en el desierto, la tradición mantuvo viva su llama de esperanzas infantiles durante mucho, muchísimo tiempo. Desapareció junto con la sociedad romántica y tradicionista que la acunó y mantuvo. Hoy, durante los días incrédulos de la etapa consumista, ¿para qué hablar de Viejitas Belén, de Niño Jesús y de los tres Reyes Magos de Oriente?

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ORIGEN


Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Befana"

La fiesta de la Befana puede derivar de antiguos elementos folclóricos pre-cristianos, adoptados y adaptados por la tradición cristiana.

El origen de esta figura probablemente se puede vincular con tradiciones agrarias paganas relacionadas con el comienzo del año.

En este sentido la característica de anciana tendría relación con el año que termina, ya preparado para ser quemado para "renacer" como año nuevo. En muchos países europeos, de hecho, existía la tradición de quemar muñecos, vestidos con ropas raídas, en el comienzo del año (ver por ejemplo la Giubiana).

Desde este punto de vista el uso de los regalos asumiría el valor de propiciar el año nuevo.

Una hipótesis sugerente es la que vincula la Befana con una fiesta romana, que se desarrollaba al comienzo del año en honor de Jano (dios de las puertas) y de Strenia (de la que deriva el término "estreno"), durante la cual se intercambiaban regalos.

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Las tradiciones navideñas


Por Pedro Canó – [A]hora.com.do; 24 de diciembre del 2001

La Vieja Belén

Los padres de los niños pobres deben esperar más tiempo para dejar algo a sus pequeños

En los países mediterráneos existe la costumbre de los regalos que trae un personaje que, en Hispanoamérica y la Península Ibérica se conoce como la Vieja Belén, y que se identifica con la Befana italiana.

Estudiosos de las costumbres tradicionales piensan que la tradición de la Vieja Belén guarda relación con los mitos de la Diosa Madre generadora de la vida.

El padre Acevedo explica que su aparición tardía, luego de la Epifanía, cuando dejan los Reyes Magos, se debe a que es la que deja a los niños pobres, cuyos padres deben esperar más tiempo para dejar algo a sus pequeños.

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Papa Noel y la Befana
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26 de diciembre, 2006, 8:02 am

Está claro que a pesar de que la cultura italiana y la española son parecidas, no son iguales. Esto es así hasta el punto que a veces puede llegar a ser traumática.

En el caso que nos ocupa, el trauma apareció a la hora de comer en el pub donde lo hago casi a diario. Un grupo de sólo cuatro personas, algo insólito. Fuera un frío gélido. Algo en el aire me avisaba de que en breve mi infancia seria destrozada en mil pedazos. Pero en vez de huir despavorido, me aventure valiente y me senté en la mesa para comer.

No recuerdo bien como apareció el tema, pero si cada una de las palabras de las frases que me truncaron los recuerdos de mi infancia:

- … pues la Befana te va a traer carbón…
- ¿Quien es la Befana?
- Una bruja. La mujer de Papá Noel.
- ¿Cómo? ¿Papá Noel está casado?
- Si, con la Befana. De toda la vida.

Aún sin reponerme del shock, con las manos tembrorosas y la voz entrecortada, pedí que me lo explicaran de nuevo. En mi cabeza Papá Noel era soltero. Si acaso tenía una necesidad de esas que se tienen, suponía que haría algún apaño con los duendes. Pero casado con una señora, que es muy fea y que además es una bruja. ¡Jamás! Eso son ideas paganas antinavideñas.

Me dispuse a comprobarlo, preguntando a otras personas de la oficina. Todos corroboraron la lamentable información: Babbo Natale (así se llama en Italia a Papá Noel) está casado con la Befana.

Investigando un poco descubro que la Befana era una señora que albergó en su casa a los Reyes Magos de Oriente, por que se habían perdido. (¡Otro trauma!) ¡Pensaba que la estrella de belén era como un GPS!). Los Reyes le pidieron encarecidamente que se uniera a ellos en la búsqueda. Pero ella se negó porque estaba muy ocupada con sus quehaceres domésticos.

Luego se arrepintió e intentó hacer buscar al niño ella misma. Como no podía distinguirlo, le hizo regalos a todos y cada uno de los niños que encontró por el camino.

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Para que rescatemos a la Vieja Belén

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Por: Marcio Veloz Maggiolo

Listín Diario Digital – 10 de enero de 2007

La Vieja Belén trae juguetes a los niños buenos y carbón a los malos; no se le pide nada, ella es quien decide; nunca fue representada en un desfile

Cuando yo era un niño, la esperanza de la Navidad estaba centrada no tanto en los Reyes Magos como en La Vieja Belén. Un barrio de pobres se acomoda a la razón de la miseria. Los Reyes Magos desfilaban montados en sus caballos, y recorrían las calles del sur de Villa Francisca, de la avenida Mella hacia Ciudad Nueva. En vez de ser visitados por ellos, teníamos que hacerlo nosotros, porque estos magos de marras jamás traspasaron la frontera de la avenida Mella norte. Ya, desde entonces, fuimos abandonados por la tradición.

Padres con deseos de que sus hijos llegaran lo más rápido posible al sur de la ciudad, se apresuraban para que sus pequeños presenciaran el extraño mundo inventado por los bomberos de entonces, y todavía vigente. Las imágenes que regalaban de alguna manera eran la de los seres que nos visitarían en la noche del 5 de enero. Cuando el juguete caro del sur de la avenida Mella hacía su aparición, el artefacto pobre, generalmente, estaba presente de manera tímida en las casas de los depauperados. En los países subdesarrollados, la miseria se da a la inversa, mientras que el sur es rico, el norte es pobre.

Los que teníamos la suerte de que uno de los reyes se equivocara y nos negara un par de patines, o una pistola de agua, comprendíamos que los magos no eran tan justos. El argumento era entonces una excusa banal: la Vieja Belén vendría el domingo siguiente con una partida de juguetes para los que se habían quedado sin el gozo de compartir en el momento necesario, preciso, la alegría del Día de Reyes.

En las casas con frente de calle era más común ver a los muchachos con juguetes importados. En las de los patios y en las llamadas “cuarterías”, los simples juguetes de madera, las muñecas del Mercado Modelo, y las pobres colecciones de “jacks”, con pelotitas de goma y fichas erizadas de plomo o de hierro colado, encantaban a las niñas.

Las pelotas con una suerte de goma o elástico montado sobre una raqueta rústica, eran un regalo de pobres, lo mismo que los trompos de madera a los que todos éramos aficionados, porque era posible transformarlos en objetos para el juego bélico de infancia, reforzándolos con puntillas de zapatero que les daban un aspecto metálico, y cambiándoles la punta roma para implantarle una nueva hecha con un clavo a la vez reformado y transformado en el objeto clave para que alcanzara las características de objeto capaz de bailar en la palma de la mano, de quedar “seíta” o sedita, útil en el juego colectivo. La Vieja Belén nunca fue representada en un desfile.

Desde el mismo día de la Navidad el propio Niño Jesús, cooperando con su propio nacimiento, repartía juguetes. En Santiago era tradicional y lo es aún. Pero en Villa Francisca los Reyes y la posterior Vieja Belén llevaban la delantera en eso de presentarse con la carga al hombro. La pobreza de la Vieja era tal que no exigía nada. En esto su humildad era muy superior a la de los Reyes Magos, los cuales pedían o exigían tabaco, algún ron escondido, o quien sabe qué regalo envuelto en las satisfacciones de la dieta navideña. La Vieja Belén venía, silenciosa, y aunque su carga fuera humilde, era un signo de la esperanza anónima. Su llegada era misteriosa, mística, no tenía camellos, ni trineos, ni caballos nocturnos.

Cuando se hablaba de la Vieja Belén se hablaba de la triste condición de la pobreza. Los que no alcanzaron el regalo de los reyes esperaban ansiosos a la Vieja. Era cuestión de honor. “A mí me pone siempre La Vieja Belén”, se escuchaba decir. Mientras tanto los favorecidos por los Reyes Magos hacían gala de sus juguetes, y en ocasiones se oponían a que los menos favorecidos pudieran usarlos. El ego infantil, tan terrible como el adulto, se levantaba dando paso, sin saberlo, a la condición de clase.

Por fin, el domingo siguiente a la llegada de los Reyes Magos, hacía presencia la invisible Vieja Belén, sin imagen, sin que nadie supiera en realidad cómo era, aunque sin dudas, adoraba de algún modo al niño, castigaba en ocasiones sin dejar regalos a nadie, y lo más triste, a pesar de su gran sentido de la justicia, era ella sola contra los Reyes Magos, los que poseían recursos enormes, mientras que la Vieja apenas podía traer regalitos simples.

Cuando en casa hubo una crisis económica sin igual, allá por los años cuarenta, mi padre me avisó que ese año me pondría la Vieja Belén. Salí a la calle el Día de Reyes, y pude compartir con algunos de los muchachos del barrio. Por suerte a algunos les regalaron bates, pelotas, guantes, y eso permitía que pudiéramos participar colectivamente aunque no tuviéramos juguetes.

A la Vieja Belén no se le pide nada, ella es quien decide. No se le escriben cartas, pues no sabe leer. No se le coloca hierba debajo de la cama, pues no hay rumiantes en su visita. Ese domingo del año 1943 encontré debajo de mi cama un Nuevo Testamento, y una pistola de madera, mal hecha, pintada con pintura Sapolín, y entendí que la Vieja Belén estuvo en la avenida Mella, en casa de Chicho el carpintero, quien fabricaba estos juguetes y los vendía en un zaguán de una vivienda cercana a la calle José Trujillo Valdez de entonces. El Nuevo Testamento había sido propiedad de mi abuela, y no podía esconder su procedencia.

Rompí en lágrimas. Mi padre tuvo que explicarme que a mi edad no existían ya ni reyes ni viejas. La inocencia rota asomaba en sonidos de llanto angustioso. “No puedes decirle a tus amigos que esas cosas son de la imaginación, son bonitas pero terminan un día”. Mi ingenuidad había llegado lejos en una sociedad casi precapitalista en la que todavía existían los duendes, las hadas, y los gnomos, y las sombras de los muertos trasegando carcajadas en los callejones del barrio.

Largos años luego, viviendo en Italia, conocí a la Vieja Belén. Me di cuenta de que la tradición italiana del siglo XIX la había traído a nuestro país y de que aquello era uno de los aportes más bellos de Italia a Santo Domingo. Investigué el fenómeno leyendo y mirando. Escribí sobre el origen de esta bella leyenda. Tuve la dicha de que uno de mis trabajos sobre La Vieja Belén fuera reproducido por monseñor Rafael Bello Peguero y repartido entre sus feligreses en épocas navideñas.

Mis deseos, dada la extinción o casi extinción de esta tradición, son los que podamos declarar el domingo siguiente a cada seis de enero, como “el Día de la Vieja Belén”; que los ayuntamientos y comerciantes que viven del juguete, lo rescaten, y que cada domingo posterior a Reyes, la Vieja vuelva, y que podamos un día contemplar su estatua, representada por aquella bruja medieval italiana que todavía recorre los pueblos de la península con un saco al hombro en el que lleva juguetes y carbón.

Juguetes para los buenos, y carbón para aquellos niños que no pasaron el examen porque olvidaron que el bien y el mal, muchas veces andan de manos y que se necesita del buen comportamiento, para desechar lo que en la vida es negativo para la sociedad.

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Si no los Reyes, la Vieja Belén

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Por: Juan Bolívar Díaz - Periódico HOY - 3 de enero, 2008

La Vieja Belén, de extracción cocola, denuncia la “discriminación” de clase que hacen los Reyes Magos

Dagoberto Tejeda aprecia tanto a la Vieja Belén que en una ocasión se dirigió al Ayuntamiento de San Pedro de Macorís solicitando un monumento conmemorativo de este mítico personaje confeccionado para paliar las penas de los niños pobres casi siempre defraudados por los Reyes Magos.

El destacado sociólogo e investigador comparte con el desaparecido folklorista Fradique Lizardo la convicción de que la tradición en extinción de la Vieja Belén se la debemos a la cultura cocola, aporte de los nativos de las islas menores caribeñas que llegaron al país tras la danza del azúcar de caña a finales del siglo 19 y principios del 20.

Aunque algunos llegaron hasta Puerto Plata, la gran mayoría sentó reales en la región oriental, sobre todo en San Pedro de Macorís. Fue a ellos que Norberto James Rawlyns con devoción filial dedicó su magistral poema Los Inmigrantes, rescatando la memoria del cochero Willy, del predicador Thomas, de Brodie el maestro, del trompetista Prudy Ferdinand, la soprano Violeta Stephen, y el pelotero Chico Compton, entre otros.

Otro investigador, Marcio Veloz Maggiolo, cree haber encontrado los orígenes de la Vieja Belén en una tradición italiana del siglo19, aunque los inmigrantes de la península itálica no han tenido significativos influjos culturales en nuestro país.

De cualquier forma, la Vieja Belén cobró notoriedad en el Este y en otras regiones del país a principios del siglo pasado, convirtiéndose en un amoroso y consolador personaje cuya sola mención podía enjugar las lágrimas de los niños que no entendían las razones por las que los Reyes Magos los discriminaban.

Si no los Reyes, la Vieja Belén, ya advertían los padres conscientes de sus precariedades, como forma de amortiguar el golpe, hasta que los hijos entendían la magia de Melchor, Gaspar y Baltasar y ya podían auto defenderse, incluso ufanándose de que lo mío viene con la Viejita Belén.

Ella no era pretensiosa ni viajaba en camellos ricamente ataviados, se le configuraba caminando o sobre el lomo de un humilde burrito haciendo presencia el domingo siguiente a Reyes, llenando sus árganas con los juguetes, rebajados de precios, que habían quedado en las tiendas, o con otros reciclados.

Claro que tampoco ella podía satisfacer a la mayoría de los niños pobres pero diluía las lágrimas del 6 de enero y unos días después compensaba una parte de los defraudados.

La educación preescolar y los medios de comunicación han reducido el papel de los Reyes Magos y puesto en extinción a la Vieja Belén. Pero nos queda su recuerdo consolador.

Este domingo 5 de enero, cuando una inmensa legión de niños ha quedado una vez más insatisfecha con los Reyes, hay que reivindicar a la Vieja Belén y pedirle que supla injusticias y precariedades.

Desde el niño que todavía queda en mi, quiero rogarle que este año nos insufle un poco de esperanza y energías para que los dominicanos y dominicanas renovemos la brega por construir una sociedad más justa y mejor organizada.

Apelo a la Viejita Belén para que aliente a aquella señora que hace poco me dijo en un supermercado que no valía la pena seguir luchando por este país, aunque sus hijos y nietos siguen y seguirán viviendo aquí.

Por los que tras muchos años de acariciar sueños se han cansado y sentado a orillas del camino para pasar el tiempo maldiciendo la oscuridad. Y por los que creyeron que la construcción de una nueva sociedad, era tan rápida como la edificación de una torre multifamiliar y se han cansado tras los primeros choques con la realidad.

Que si no los Reyes, la Vieja Belén nos traiga nuevas fuerzas para combatir el pesimismo, el abatimiento y la resignación insistiendo en que esta nación merece una mejor posición en el ranking internacional del desarrollo.

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Comentario a entrada de ayer, XXXVI Aniversario del Martirologio de Los Palmeros, 12 de enero, 1972

Tony:

Sería recomendable refrescarnos el caso de Los Palmeros.

Yo tenía solo 10 años y recuerdo que murieron a manos del Gobierno de Los Doce Años, sé que fueron acribillados en una cueva, pero no sé más.

Por favor alguien que se anime a contar o recontar la Historia como fue.

Eduardo Gautreau de Windt


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Respuesta

En el portal de Los Palmeros (obrAmaury Digital) la informacion es prolifica. Consultala. Estamos trabajando una historieta ilustrada (tipo comix o paquito) para niños y niñas con su biografia heroica como modelo de roles para jovenes y buscando pequeñas contribuciones financieras para publicarla a color.

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