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Elaborado por: Dra. Tahira Vargas, Antropóloga Social
Introducción
Felicito a Ruth Nina y a todos(as) los(as) autores(as) que trabajaron en este esfuerzo de presentar una mirada a la adolescencia en el Caribe desde distintos enfoques y disciplinas. El hecho mismo de dedicar una publicación al tema es un motivo de felicitación, pues en la región hay una gran necesidad de referentes teóricos y análisis de la temática que tiene tantos vacíos y brechas en la intervención social en nuestro contexto.
La juventud y la adolescencia presentan en estos momentos uno de esos temas trascendentales en los que no hay mucha información ni estudios a profundidad en nuestro país. En la presentación del libro que hace Ruth Nina destaca esta ausencia de investigaciones sobre la temática que fue la razón de ser de la celebración del seminario.
La necesidad de una lectura de la realidad de la Juventud tanto en nuestro país como en la región del Caribe se abre a aún más con esta publicación que sirve como provocación para la realización de estudios sobre distintos temas que tocan la adolescencia o las adolescencias, como bien plantea Ruth Nina.
Suscribo los planteamientos de Ruth Nina de que la adolescencia no se puede plantear en singular sino en plural, las adolescencias. Creo como ella que hay muchas adolescencias.
Tomando como punto de partida la realidad dominicana, que es la que he podido estudiar, la adolescencia como etapa tiene carácter distinto en cada estrato social e incluso en términos territoriales.
Cada estrato social aborda culturalmente de forma distinta la adolescencia e incluso la edad en que se circunscribe se marca de forma diferente. Así tenemos que en la cultura popular la adolescencia termina mucho antes que en los estratos medios, pues la inserción laboral desde la niñez genera en la población de estos estratos una relación distinta con su contexto social y le demanda destrezas y capacidades que se desarrollan más temprano que en los estratos medios.
Los niños en los estratos pobres no dejan de ser niños, sino que combinan el juego y el trabajo, el juego y la escuela en una mezcla permanente entre espacios que es típica de la cultura popular. Esta combinación entre juego-trabajo que se da en la niñez luego la encontramos en la combinación trabajo-fiesta que se produce en la etapa adulta, donde la fiesta siempre está presente aun en los trabajos rutinarios del hogar para las mujeres y en el trabajo informal como ser chofer de un carro público o una guagua y andar con una música alta. Así que las diferencias entre espacios y ámbitos de la vida no son posibles en forma dicotómica en la cultura popular, por tanto en la adolescencia esta condición se extiende.
La adolescencia en la cultura popular es una etapa más reducida que en los estratos medios, ya que como se trabaja desde pequeño, se continúa en el ámbito laboral en toda la adolescencia y por eso la inserción en la educación media se realiza desde las tandas nocturnas preferiblemente. Los(as) jóvenes que inician su actividad sexual en edades tempranas cuando asumen una relación sexual más estructurada con un novio, sólo en el caso de las jóvenes, se supone que “vive con el novio”, por tanto las familias asumen que deben salir de la casa y “se van” “o la botan”. Esta “salida” de la casa porque “se van” es un antiguo ritual presente en los estratos pobres desde generaciones anteriores. De ahí que este ritual marca en el caso de las mujeres, su ruptura con la adolescencia y su inserción en la vida adulta.
En el artículo de Antonio de Moya, Lino Castro y Víctor Peña se hace un recorrido teórico de los distintos abordajes de la adolescencia en el contexto europeo y centroamericano. Sería bueno ampliar este abordaje hacia el contexto dominicano y detenerse en la mirada a este ritual de la cultura popular que tiene un contenido sexista y que sólo es valido para las jóvenes.
Pongo como ejemplo un estudio que hice para CONAPOFA en el 2007 (aún no publicado) sobre maternidad y paternidad adolescente en una comparación entre estratos medios y estratos pobres. En este estudio las madres adolescentes de edades entre 17-20 años no se consideran adolescentes. Ellas plantean que las jóvenes que quedan embarazadas con edades menores de 16 años son las madres adolescentes. Al cuestionárseles sobre lo que significaba para ellas ser madres adolescentes, esta cuestionante no tiene respuesta porque ellas no son adolescentes, desde su percepción, por tanto esta categoría no entra en sus representaciones.
La publicación presenta artículos sobre distintos temas vinculados a la adolescencia en diferentes países. Tenemos entre los países de la región la presentación de realidades vinculadas al tema los siguientes: México, República Dominicana, Puerto Rico, Cuba y Surinam.
El libro muestra una gran diversidad de temas vinculados a la adolescencia como son: sexualidad, conductas de adolescentes, los vínculos generacionales, medios de comunicación-prensa, organizaciones de la calle, opciones sexuales, violencia, familia-adolescencia, arte y danza, criminalidad y relaciones de pareja.
Elementos críticos en el abordaje de la adolescencia
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Los Simpson, caricatura de la "familia disfuncional"
Debido a la diversidad de temas que aborda el libro y quizás a la estructura de seminario encontramos que entre los artículos, hay diferencias en el abordaje epistemológico de la adolescencia. Así tenemos, por ejemplo, que hay artículos donde se plantean análisis de la adolescencia desde una perspectiva adultocéntrica. Esta tiene el sesgo de la mirada al adolescente desde los patrones sociales y culturales de otra generación, que hace una lectura prejuiciosa del adolescente y sin tomar en cuenta su propia perspectiva. Tal es el caso de los trabajos de México, sobre conductas “problemáticas” de los adolescentes y relaciones familiares productoras de conductas de riesgo.
El trabajo sobre conductas problemáticas es presentado por Patricia Andrade Palos, Diana Betancourt Ocampo y Miriam Camacho Valladares, y el de relaciones familiares por María Montero, María Monroy Tello y Gina Montero.
Desde mi visión como antropóloga sobre la temática de la adolescencia pienso que el uso de ciertos conceptos en el análisis de la adolescencia tiende a ser sesgado por modelos sociales de conductas que no permiten una interpretación de la realidad desde la realidad misma. Hablar de conductas problemáticas con respecto a conductas de adolescentes nos plantea la pregunta, ¿Conductas problemáticas comparadas con qué? ¿Por qué se consideran problemáticas las conductas de los adolescentes?
Igual ocurre con el concepto de “conducta en riesgo”; me pregunto “conducta en riesgo” ¿con relación a qué?
¿Cuál es el punto de partida que tenemos cuando analizamos la conducta de los adolescentes? ¿Es un modelo societal que esperamos de conducta? El análisis de la realidad partiendo de modelos entra en conflicto con la realidad misma y por tanto está traspasada por el filtro de modelos. Estos son simples modelos que suponen una realidad homogénea o intentan homogeneizar la realidad, dejando de lado una búsqueda de interpretaciones desde los significados de los sujetos y de sus interacciones como grupo social y con el contexto.
Así podemos caer en miradas a la adolescencia desde “brechas” o “conflictos” generacionales que no se acercan al sujeto.
Otro concepto que sufre el mismo sesgo del prejuicio es el de familia disfuncional. Cuando hablamos de familia disfuncional, ¿de qué estamos hablando???
Este concepto de familia disfuncional es acuñado partiendo de un modelo de familia (familia nuclear), como la familia funcional, mientras se deja de lado la realidad de distintas estructuras familiares en Latinoamérica que históricamente, sobre todo en el Caribe, están vinculadas a nuestros aborígenes y nuestras raíces afro caribeñas. Estas son las familias extensas y las familias monoparentales matrifocales. Estas estructuras familiares tienden a ser consideradas por algunos analistas de la conducta como familias disfuncionales. Desde una perspectiva antropológica este concepto está totalmente sesgado y excluye estas estructuras familiares como patrones familiares que son parte de la norma social, y de la realidad.
Observaciones-Comentarios específicos a dos artículos
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En específico quiero hacer algunos comentarios a dos trabajos con los cuales coincido en muchos de los enfoques y líneas de análisis que se desarrollan. Estos son el de Daniel Nina Estrella sobre “Jóvenes – Sin Vida – Muertos – A plomo”, y el de Antonio de Moya, Lino Castro y Víctor Peña sobre “Animación sociocultural y prevención del VIH/SIDA en jóvenes integrantes de organizaciones de la calle en Santo Domingo”.
El artículo de Daniel Nina muestra una perspectiva interesante de la problemática de la violencia en Puerto Rico y que tiene muchos elementos encontrados con nuestra realidad dominicana y caribeña.
El recorrido histórico de la violencia y el enfoque de la violencia como una problemática social presente en la historia y en la cultura social es una tesis que comparto desde los análisis que he hecho sobre el tema. Es importante resaltar este recorrido histórico porque en la actualidad se tiende a resaltar la violencia como un elemento “nuevo” de las “nuevas generaciones” y reducido a la juventud, cuando la violencia está presente en nuestra historia desde la primera pisada de los españoles a nuestras islas, en la conquista y colonización del Caribe y América y en la esclavitud.
Un elemento con el que difiero con Daniel Nina es con la rivalización que plantea entre la atención al fenómeno de la violencia de género y las otras violencias, sobre todo en el caso de los homicidios. Creo que no es necesario entrar en esta rivalización ya que todas las violencias deben ser trabajadas desde sus distintos contextos y realidades. En el caso de nuestro país la violencia de género cobra una víctima cada tres días y resulta ser la principal causa de homicidio en las mujeres.
Sí creo que en el caso de los jóvenes de sexo masculino que caen en manos de la policía hay que destacar que en la realidad dominicana esto se ha convertido en la principal causa de muerte de esta población, y ha generado en los jóvenes un sentimiento de “vida-muerte” y “sin futuro” que bien plantea Daniel Nina.
El trabajo elaborado por De Moya, Castro y Peña, me parece muy novedoso en el abordaje de la problemática de las organizaciones de la calle en República Dominicana. Es un trabajo que combina la investigación con la intervención social a través de la animación sociocultural, modelo que toma COPRESIDA de los trabajos de Ezequiel Ander-Egg.
En el trabajo sobre las organizaciones de la calle (naciones o pandillas juveniles) se hace un recorrido teórico sobre los modelos de adolescencia. Sin embargo, al entrar en las “trayectorias” adolescentes en la clase popular sólo se plantea la inserción laboral en los oficios que se aprenden en edades tempranas, pero no se hace una mirada a otros ámbitos de los patrones de la adolescencia en la cultura popular, como son los patrones sexuales ya mencionados, el tránsito entre niñez y adolescencia, los ritos para los jóvenes de sexo masculino y femenino , así como el tema de la alta deserción escolar de jóvenes de sexo masculino en la educación media y al final del ciclo de educación básica.
Otro recorrido interesante que hacen los autores en el texto es el análisis de las respuestas represivas de la clase dominante en Centroamérica (“Operación Súper Mano Dura”) y en Santo Domingo (“Barrio Seguro”). Es importante destacar que el plan Barrio Seguro, que se mercadeó como supuestamente un plan comunitario, terminó siendo un plan de represión y muerte para los jóvenes de nuestros barrios marginados.
El tema de la muerte en los jóvenes de los barrios de Santo Domingo se ha convertido en un tema cotidiano a partir de la ejecución del plan y la mirada a su futuro está mediada por la muerte. De ahí que hay cada vez mas desesperación por “vivir ahora” “porque mañana no sé si estaré vivo”, que influye en la cultura de la adolescencia en los sectores populares sobre todo de los barrios marginados.
El trabajo me parece bastante interesante porque plantea el análisis de las organizaciones de la calle como entidades que crean y recrean un espacio de identidad y cultura para los jóvenes de sectores marginales. A mí me queda la duda de que sólo sean un espacio de resistencia para los grupos más pobres y marginales, ya que he encontrado la presencia de bandas juveniles u organizaciones de la calle en adolescentes de estratos medios, y éstos ¿a qué se resisten???
En los estratos medios los jóvenes se insertan de distinta forma a las bandas juveniles pero en ellas pesa el territorio así como otros espacios como: centros educativos y lugares de recreación.
Pienso que sería bueno ampliar la mirada a las organizaciones de la calle como expresión de contracultura (que bien lo plantea el artículo) y sobre todo en sentido generacional, porque permitiría integrar en este análisis lo que ocurre en los adolescentes de estratos medios que forman bandas y que actúan con patrones muy semejantes a los de estratos pobres.
La estrategia de inserción de los jóvenes de organizaciones de la calle a través del programa de prevención de VIH/SIDA se muestra como una estrategia novedosa e interesante. Una estrategia parecida observé en una evaluación que hice para PROFAMILIA del programa de Los Alcarrizos con “jóvenes en riesgo”, donde estos jóvenes que pertenecían a bandas como los Ñetas y otras, se formaron como multiplicadores(as) de salud produciéndose cambios importantes en su estilo de vida y en su condición de exclusión dentro del barrio.
Creo que este análisis de la exclusión de los jóvenes de las organizaciones de la calle que hace el trabajo es interesante y me gustaría que se pudiese profundizar en ello, dejando una serie de cuestionantes al respecto como son:
¿Se convierten en ghettos estas organizaciones de la calle o hay un cierto flujo entre otros grupos del barrio y estas organizaciones?
¿Qué tipo de vínculos tienen estos jóvenes con los otros jóvenes del barrio?
¿Cómo se extienden estas organizaciones en el barrio y en otros barrios?
¿Cómo se produce la inserción en estas organizaciones, a través de redes o hay otro tipo de articulaciones?
Siento que la interpretación etnográfica de las organizaciones de la calle y de la inserción de los jóvenes en ella necesita ser descrita a profundidad para entender y comparar esta realidad con otras con características semejantes.
El trabajo de intervención que describe el artículo es sumamente interesante y muestra cómo el desarrollo de estrategias de empoderamiento hacia los(as) jóvenes funciona como proceso de cambio en estos(as) y como bien dice el artículo, si este proceso se acompaña con espacios que rompan la exclusión laboral, educativa y social, otra situación fuera la de esta población.
Conclusiones
El libro resulta un gran aporte en la lectura de la realidad de las adolescencias en el Caribe. Los temas que plantea y los distintos contextos dentro de la región que se abordan, ofrecen una gran diversidad para la aproximación a esta realidad.
Ofrece una puerta de entrada al tema y una provocación a estudiar esta realidad que es muy compleja y tiene muchas aristas para su abordaje. El enfoque interdisciplinario debe ser reforzado en estudios posteriores sobre las adolescencias en el Caribe. Igualmente creo que una perspectiva interesante sería el uso del estudio comparado entre realidades caribeñas sobre temas transversales como son: patrones de sexualidad, violencia, la masculinidad y la feminidad en la adolescencia, relaciones intrafamiliares, deserción escolar, entre otros.
Un elemento común en los trabajos del libro es la demanda de políticas públicas dirigidas a la población joven y adolescente que tome como punto de partida el estudio de esta realidad. Esta demanda hacia los gobiernos de la región debe ser cada vez más enfática e incisiva, ya que se muestra que gran parte de los conflictos sociales existentes con relación a esta población tienen que ver con este gran vacío de la intervención hacia esta población.
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JUEVES 29 DE MAYO: COMPLEJIDAD RD
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La Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), junto a la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE) y la Academia de Ciencias de República Dominicana se complacen en invitar a profesores, estudiantes y todo el público interesado a la primera Tertulia sobre Complejidad, a celebrarse el jueves 29 de mayo a las 7 de la noche, en la sala A en la cuarta planta de la Biblioteca Pedro Mir de la UASD.
Esta tertulia marca el inicio de las Tertulias sobre Complejidad que serán efectuadas con la coordinación de las tres instituciones convocantes, en sus diferentes recintos.
Tanto la Escuela de Filosofía de la UASD, como FUNGLODE y la Academia de Ciencias entienden que en esta era de la sociedad de la información y del ciberespacio en la Internet es indispensable el surgimiento de un pensamiento complejo caracterizado por la convergencia de la parte y el todo, de lo específico y lo general, del orden y el caos, de lo simple y lo complejo.
Consideran que es necesario un pensamiento complejo sin exclusiones, más con interacciones, pues no hay una instancia que predomine, sino interrelaciones económicas, culturales, tecnológicas, educativas, políticas y sociales.
En la Tertulia que tendrá lugar el jueves 29 de mayo, el profesor Lorenzo Jorge Gómez compartirá con todos los asistentes sus reflexiones en torno a “Principios fundamentales de las teorías de la complejidad”.
En la Tertulia que tendrá lugar el jueves 29 de mayo, el profesor Lorenzo Jorge Gómez compartirá con todos los asistentes sus reflexiones en torno a “Principios fundamentales de las teorías de la complejidad”.
Inspiradas en el reciente “Seminario Bienal Internacional acerca de las Implicaciones Filosóficas, Epistemológicas y Metodológicas de la Teoría de la Complejidad”, que tuvo efecto en La Habana, en enero, y en la búsqueda de explicaciones flexibles para una realidad que cada vez escapa más de las explicaciones tradicionales, las instituciones convocantes se proponen desarrollar actividades para inspirar y provocar debates alrededor de las nuevas ideas del Pensamiento Complejo y las Ciencias de la Complejidad.
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