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miércoles, enero 28, 2009

Noticias del Frente Poetico 022

Alcántara Almánzar, Premio Nacional de Literatura 2009

Literato dijo que recibió la noticia con profunda emoción. “Es un regalo de la vida”, agregó.

 

José Alcántara Almánzar

Escrito por: UBALDO GUZMAN MOLINA (u.guzman@hoy.com.do)

hoydigital, 26 Enero 2009

José Alcántara Almánzar es un escritor de ficción, ensayista, profesor universitario y sociólogo cuyos libros de cuentos, de crítica literaria y sus antologías constituyen obras básicas en la literatura dominicana de los últimos 35 años.

El cuentista y ensayista José Alcántara Almánzar fue galardonado ayer con el Premio Nacional de Literatura 2009, otorgado por la Fundación Corripio y la Secretaría de Cultura.

El anuncio fue hecho por José Rafael Lantigua, secretario de Cultura y presidente del jurado, en presencia del presidente de la Fundación Corripio, José Luis Corripio Estrada. El premio está dotado de un millón de pesos.

El jurado tomó en cuenta la sólida obra literaria de Alcántara Almánzar, “sus valiosos aportes a la bibliografía narrativa y su trascendente estilo que ha establecido nuevos enfoques en el manejo de la narrativa literaria”. La decisión fue tomada a unanimidad.

Alcántara Almánzar, nacido en Santo Domingo el 2 de mayo de 1946, es sociólogo, escritor y profesor universitario.

El Premio Nacional de Literatura se otorga desde 1990. El primer año fue compartido por Juan Bosch y Joaquín Balaguer.

La ceremonia de entrega del premio será realizada el 25 de febrero en el Teatro Nacional.

Alcántara Almánzar ha publicado cinco libros de cuentos: “Viaje al otro mundo” (1973), “Callejón sin salida” (1975), “Testimonios y profanaciones” (1978), “Las Máscaras de la seducción” (1983, Premio Anual de Cuento) y “La carne estremecida” (1989, Premio Anual de Cuento).

Entre sus ensayos figuran “Panorama sociocultural de la República Dominicana”, “Estudios de poesía dominicana”, “Narrativa y sociedad en Hispanoamérica”, “Los escritores dominicanos y la cultura”, y “Huella y memoria. E. León Jiménez: un siglo en el camino nacional (1903-2003)”, en colaboración con su compañera la poeta Ida Hernández Caamaño.

Sus obras más recientes obras son “La aventura interior”, recopilación de artículos publicados en la prensa, y “Presagios de la noche” (segunda antología personal de cuentos). Su cuento “Mi singular Irene” fue publicado en el libro Making Callaloo, 25 Years of Black Literature, en Estados Unidos.

El jurado del premio estuvo conformado, además de Lantigua, por los rectores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Franklin García Fermín; Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), Agripino Núñez Collado; Católica Santo Domingo (UCSD), Ramón Alonso; Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), Miguel Escala; Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), Miguel Fiallo, así como el director ejecutivo de la Fundación Corripio, Jacinto Gimbernard. En representación del rector de la Universidad Central del Este (UCE), José Hazim, asistió Miguel Phipps Cueto. Cada integrante tiene derecho a un voto.

Por la Fundación Corripio asistieron Jorge Tena Reyes, asesor, y Pilar Albiac, administradora.

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Compromiso

1. El premio es un compromiso “a continuar trabajando con seriedad y honestidad por la literatura dominicana”, dijo.

2. “Yo creo que un premio es un regalo de la vida que uno debe recibir con humildad”, señaló.

3. A su juicio, el cuento es un reto contra el tiempo y contra las palabras.

4. “El escritor dominicano tiene un reto: luchar contra la cultura de una lengua que se ha ido empobreciendo y se ha ido llenando de hojarascas”, plantea.

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epistheme felicita efusivamente a José, Ida, Ernesto y toda la prole y celebra este merecido premio como un reconocimiento a una vida ejemplar.

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Por: José Rodríguez

 

Chamán

http://vidaconvida.blogspot.com/2008/10/chamanismo-desconstruccion-y-sanacion.html

La experiencia chamánica adentra al ser humano en su revolución espiritual. Eso significa un gran desafío porque puede encaminarnos hacia un proceso de desconstrucción psicosocial, generando una afirmación que no surge del ego, sino del autoconocimiento como acto de empoderamiento y encuentro de la condición multidimensional del ser humano, a cielo abierto, libre hasta de la propia libertad. A partir de aquí no buscamos en el exterior de nuestra conciencia ninguna guía, representación o aprobación de líderes religiosos o políticos.

Poner en cuestionamiento creencias, valores y conceptos que reinan como verdades únicas en la conducción de nuestras vidas, no es fácil. La personalidad que hemos forjado a través de esa conformación social es la primera que comienza a hacernos internamente resistencia.

La física cuántica nos aclara esto al explicarnos que cada electrón puede acceder a un número ilimitado de posibles nuevos estados energéticos, pero resulta muy poco probable que lo haga, ya que tiende a mantenerse dentro del estado en el cual realiza el mínimo esfuerzo. Del mismo modo, cada ser humano tiene ante sí numerosas posibilidades que puede elegir libremente, pero resulta muy improbable que consiga modificar los patrones de comportamiento heredados o aprendidos. Es mucho más cómodo continuar engañándonos y vivir mecánicamente, siguiendo el sentido de afiliación de los demás.

Esta tendencia humana a actuar de formas predecibles hace que la gama de nuestras posibilidades factibles se reduzca y así, cualquier visión precognitiva que surja de un posible futuro, tienda a hacerse probable.

En el enfoque de la teoría de la relatividad todos los acontecimientos futuros coexisten en un espacio-tiempo continuo con los pasados y los presentes. A través de la interpretación estática del tiempo, la precognición sería la percepción de un suceso que está ocurriendo en el futuro.

Para los modelos cuánticos es tan sólo una de las posibles percepciones futuras de quien la recibe. Los sucesos por llegar son completamente indeterminados hasta que se materializan. Ante cada situación habría numerosas posibilidades teóricas de elección.

Frente a la abrumadora presencia de tantos desafíos y amenazas, se hace urgente llenarnos de actos que despierten nuestro ser interno, para que podamos sobreponernos a las circunstancias y cambiar el rumbo de los acontecimientos. Porque si no cambiamos el concepto del ser humano como una realidad tan parcial, tan material y económica, seguiremos sobreviviendo bajo el signo de la enfermedad y, obviamente, si seguimos así terminaremos por desaparecer como especie. La disminución de la capacidad reproductora, el aumento de las enfermedades autoinmunes, autoagresivas, congénitas y degenerativas, entre otras, marcan claramente los signos típicos de una especie enferma que va camino a la desaparición.

 

Cambiar el rumbo...

Ahora mismo estamos frente a un gran rompecabezas. Es evidente que no queremos ver el desafío. Entonces, ¿qué hacer? Por un lado, como que no podemos retroceder, pero por el otro, no sabemos avanzar. Estamos intervenidos y estructurados por un sistema de información y de construcción del conocimiento que nos fragmenta a través de realidades particulares, nos divorcia de nuestra dimensión psicoespiritual y de la vida como un todo.

Si observamos nuestro comportamiento encontraremos que todavía seguimos implicados en una serie de separaciones y grados de aislamiento entre el individuo y su medio ambiente.

Es manifiesta la carencia de un sentido de unidad total con todo lo viviente, en el mismo instante en que usamos el poder de nuestra mente sólo para satisfacer los intereses parciales o acorde con nuestra limitada visión de la realidad.

Con la victoria de la razón, racionalismo y teología occidental han coincidido en querer aislar lo humano de la matriz natural. Evolucionar, para los racionalistas a ultranza, consiste en separarse paulatinamente o por saltos, de la animalidad primigenia y de la naturaleza.

Las tradiciones chamánicas sostienen que el cosmos ha surgido de una matriz virtual, inmaterial que contiene todas las posibilidades a desarrollar: las estrellas, las plantas y todos los seres. En el juego de los ciclos cósmicos la energía se contrae, se convierte en yin, en otro se vuelve expansión (yang) pero sin abandonar el retorno a su unidad esencial. Más allá de lo tangible y no tangible y de los seres transitorios que encarne, es uno y una es también la fuente de la vida.

 

Yin-yang

Lo queramos o no, vivimos rodeados de misterios que, lógica y existencialmente, nos convocan hacia la trascendencia. Lo absurdo del cientificismo es la contradicción entre lo finito y lo infinito, es decir, la imposibilidad de reducir lo segundo a lo primero, y la capacidad de integrar lo primero en lo segundo; y de comprender que un saber que se separa de la unidad inicial no puede conducir más que a lo innumerable, luego a lo indefinido, a la fragmentación y a la nada.

En la investigación científica podemos encontrar autores que han sabido sintonizarse con todo esto, como el psiquiatra jungiano Edward C. Whitmont, que ha propuesto que la sanación personal y social requiere, contra todo lo previsto, no un énfasis en un avance racional mayor, sino en un retroceso hacia las estructuras profundas de la psique, sin la cual todo avance racional no será más que una nueva apuesta a la injusticia y a la guerra.

Las zonas profundas de la mente, como las etapas más antiguas de la humanidad, son axiológicamente femeninas y el retorno al arquetipo de lo femenino, de más fuerza, el de la diosa madre adorada en la prehistoria, es, según Whitmont, un paso crucial de la sanación.

 

Dr. Edward Whitmont

Para Whitmont es necesaria una recuperación de aquellas formas de actuación y de percepción antiguas, propias de la etapa matriarcal, formas mágicas y mitológicas que todos llevamos dentro, pero las callamos, porque las reprimen las ideologías occidentales.

En tal sentido, podrían dar origen a la reconexión con nuestros impulsos instintivos y emotivos y poder así recuperar el hemisferio cerebral derecho.

La actual forma de relacionarnos con la dimensión psíquica arcaica es muy pobre. Freud nunca imaginó otro estilo posible. Estas fuerzas profundas son parte de nuestras raíces más íntimas. Antes que reprimir es mejor transmutar. Lo adecuado, cuando hierve el agua en la olla de presión, no es taponar con insistencia la válvula, sino mantener bien abiertos los orificios por los que se libera el vapor. La olla taponada termina necesariamente estallando, como lo hace la agresividad acumulada en la violencia de nuestros propios hogares y en las guerras locales y mundiales.

La visión mística del chamán es humilde y, a la vez, grandiosa. Nos devuelve a la fuente de la naturaleza y nos reunifica con lo sagrado. Eso descongestiona y da paz porque nos libera de la fragmentación y de la contradicción como forma de vivir y de ser.

Bibliografía

Whitmont E. Retorno de la Diosa. Ed. Argos Vergara (Barcelona, España, 1984).

Quspenski PD. Fragmentos de una enseñanza desconocida. Ed. RCR y Hachette.

Drosnin M. El código secreto de la Biblia. Ed. Planeta.

Braden G. El poder de la profecía. Ed. Urano.

Kant H. El tiempo del hombre: de la evolución a la revolución. Ponencia presentada en el VI Congreso de la Asociación Hispanoamericana de Acupuntura.

Sinn R. Del chamanismo a la física cuántica. Encuentro (Caracas, Venezuela. Noviembre 1996).

Davy MM. El hombre interior y sus metamorfosis. Ed. Integral (Barcelona, 1985).

Sams J. La medicina de la tierra. Ed. Integral (Barcelona).

"La ciencia es una ficción que se autosustenta". Entrevista a Jhon Gribbin, astrofísico. Revista Integral (España, julio 1994).

Levy N. La sabiduría de las emociones. Ed. Plaza & Janes (Barcelona).

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Epopeya de Aumatex - Leyenda


Aumatex, dibujo de Cristian Martinez (Coleccion Banco Central. 2007)

Por: Orlando Suriel (Sueko)

De como Yaya subió al Turei

Del turei bajó la noche y se durmió en los hombros fornidos de un nativo piel cobriza y formó su hogar en el umbroso bosque de su pelo tieso. La luna se aposentó en sus ojos y le dio a sus pupilas el brillo de hombre sabio y gran señor. Aumatex era cacique del lugar de origen del poderoso Güey; dueño del gran yucubia [1], de maizal y sarovei. Guabancex, diosa huracán, era la cemí de sus dominios; pero Yocahu, receloso de la amistad que ambos se profesaban, lo despojó de su protección.

Aumatex, de ancha frente y altiva mirada, era subalterno de Higuanamá [2], su consejero y fiel ministro. Pero la gracia ausente de vista, se alejaba de sus dominios y la dicha, siempre huidiza e inconstante, de su lado marchaba de prisa. Guabancex, diosa menor, ama de los vientos, de las aguas y la destrucción, era voluble y bella. Tenía bajo su control a dos ayudantes, mensajeros de pesadumbre: uno era anunciador, el otro, recogedor y gobernador de las aguas. Aumatex se protegía, pero Guabancex soltaba los vientos y arrancaba los buhíos y el guayabal.

Guatauba el anunciador, alegre daba la orden: “que la desgracia deje el Averno”. Coatrisquie, el recogedor, ya tenía el gustoso encargo de recoger las aguas de los valles y del peñascal, para unirlas en un gran torrente sobre los predios de Aumatex, inundando el noval, la yucubia y el maizal.

Más allá de la soledad, halla el lamento asilo y recorriendo pedregales en el canei [3] hace su morada. Aumatex, embestido por la desdicha y olvidado de la Gracia, se evapora entre los mortales, como la lluvia en el suelo. Sólo le consuelan sus dos hijos; un doncel proclive a la ira y una beldad indescriptible que la diosa de las Bondades, enfogonada, le concedió en venganza de lo que su hija Antilex sufrió con Yocahu, dios de la yuca (Yocahu no resistía la belleza de Antilex; pero ésta, muy altiva, no quería ser doncella; ser diosa era su meta, sin tener el don supremo. Entre danza celestial Yocahu tramó el engaño; se convirtió en casabí [4] y poseyó a la zagala. Esta posesión dio por fruto el nacimiento de la discordia; y la hija de las Bondades se transformó en la Ciguapa [5], habitando en los bosquecillos y en las fuentes cristalinas, apartada de los dioses y de la mirada de las gentes”).

Entre cirros pasea en silencio, de dos en dos, la queja y el llanto. Llegan preces de dos en dos, pero en el turei no encontró eco. Los anhelos de Aumatex son humo y nieblas, y sus ansias sólo reciben el divino olvido. Así se desmoronan uno tras otro los días, se desvanecen meses y meses, y los años inmutables también pasaban sin que los dioses escuchen sus lamentos.

Aumatex confundido, posa la vista en el techo, y a la caverna Jouanaboina van sus pensamientos y sus pasos. Al hacer las ofrendas vuelan sus ruegos. Al zemes [6] Bhithaitel le pide interceder por su dicha en el Edén.

El eco de su plañir retumba en el coaibaí [7] y desde la fúnebre morada de su padre emana del cemí su colera audible. A Yocahu Yaya reprocha:

-Tú, poderoso Louquo [8], amo de truenos y lluvias y fuego y vientos, rompe la suerte adversa; pon a los vientos cerco y, a la desgracia, muralla.

La furia de Yaya encontró albergue en la mansión de los altos dioses.

-¡Si! -exclamó Yocahu con su grande voz de trueno-. Sí, muchas lunas han pasado después de la luz de mi sentencia, y fue borrada tu presencia de la corte celestial.

El dios mira con sus ojos de lumbre, al través de la distancia el reino tenebroso de Yaya. El padre de Aumatex fue castigado por haber hecho el gran lago [9], un trabajo reservado a los dioses, vedado a los subalternos. Por tal hazaña fue desterrado a coaibai, un lugar allá en Soraya [10], residencia de operitos [11], entre quejas, llanto y humo. También, castigaron a su consorte y a su hijo lo enviaron a Bouhí.

-¡Si! -prosiguió Louquo-, has pagado ya tu afrenta, al turei puedes volver; pero tu hijo, por haber morado en la tierra y procreado con una mortal, ha borrado ya su estirpe, su linaje y don divino.

Un grito desgarrador estremece la mansión de los que gimen. Yocahu se da vueltas y dando una palmada, ensordece los sonidos y ante él aparece Yucahuguamá, el cemí de los destinos. Mirando la región atroz, el dios dice a Yaya

-Yo pondré sobre tu hijo el sello del turei si logra cumplir mi mandato: superar a los mortales.

Ordena la voz de trueno, al cemí ante su trono bajar hasta el Paraíso, hallar al hijo de Yaya e informarle de la empresa:

-Anda, lleva la nueva, Aumatex no es inmortal, puede retornar al turei; pero, si antes del tiempo prescrito, él fuese muerto por las manos de otros mortales, los verdugos de su cuerpo extinguirán a los taínos. Ellos que tengan de ser muy cortos de ventura, los que no mueran de hambre serán presa de lebreles.

Yaya respira hondo, le complace la sentencia. Más calmado el Señor de los cielos le dice al destino:

-Tú podrás llevar vasallos; pero bien debes saber que de allí no partirás cuando logres lo propuesto. Este viaje es sin retorno, a un lugar fuera de turei; la distancia, allí existe; lo real, puede no serlo. Su belleza es sin igual, deslumbrantes sus paisajes. Mas la dicha que allí impera es pasajera.

Yocahu volvió a su trono a ejercer el gran dominio sobre todo lo creado. El destino enfiló al Edén, hacia la choza de Aumatex.

Notas

[1] Yucal

[2] Muy vieja

[3] Choza

[4] Casabe

[5] Hermosa Taína con los pies hacia atrás

[6] Cemi

[7] Averno

[8] Gran Ser, Dios

[9] Mar

[10] Región lúgubre.

[11] Muertos

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