Por: José Antinoe Fiallo Billini, Profesor de la UASD e INTEC
1. Agradecimiento
En primer lugar un doble agradecimiento. Primero, por la invitación a participar en este Foro; segundo, a todos y todas los teatreros y teatreras por sostener una lucha justa en un contexto y situaciones difíciles para quienes están o emprenden estas iniciativas de demandas y propuestas desde perspectivas alternativas. En segundo lugar, cuando se nos dice que no se puede, que es inexorable, que el palo está dado y que hay que aguantarlo, cuando se pretende imponer conformismo, clientela y subordinación, es importante el ejemplo y la persistencia, como la de ustedes. Eso debe ser agradecido y reconocido en un momento como el actual.
2. Una propuesta de reflexión
Anoche, sumido en un clásico apagón, tomé unas pocas notas en un sobre blanco pequeño y más o menos pensé y escribí lo siguiente:
2.1 La revolución industrial colocó la máquina frente al músculo. Es cierto que para ello se dio inicio a procesos masivos de alienación, de separación y de dominio de los seres humanos. Allá surge el trabajo como mercancía y aquí se cosifica con el esclavo y la esclava, mientras la burguesía inicia su reinado de vocación planetaria.
2.2 Vamos para la tercera o cuarta revolución científico-tecnológica, ahora se trata de sustituir el cerebro por la telemática y la informática, allá los hacedores de paquetes programados, aquí los usuarios de las creaciones de una elite que produce y controla esos paquetes y saberes en circulación.
2.3 Esta implícita programación en gran escala, pretende programar lo básico del planeta, para ello uno y unas administradores/as mundiales y locales, y todos y todas los y las demás, consumidores y ejecutores de esa programación; se trata de controlar radicalmente el conjunto, lo global, y para eso se desarrollan nuevos mecanismos, nuevas mediaciones, nuevos modos de existencia y dominación.
2.4 De ellos surgen unos códigos, unos lenguajes, unas imágenes, unas comunicaciones, de vocación hegemónica universal, mundializantes, con su particular parafernalia epocal, unos espectáculos verticales imperiales noticiosos, palabras de una vía, un solo hablante universal, unos receptores masivos que no pueden ejercer la palabra, y si acaso ejercen la condición de hablantes es para asentir y ejecutar: en este espectáculo de lo que se trata es de reducir o eliminar sujetos, reducir o eliminar actores/as.
2.5 Sin embargo, se siente un clamor (como en el Éxodo contra el Faraón) que surge desde el fondo, como el del trabajador frente a la máquina como relación social, en la medida en que los símbolos universalizantes desbordan en banalidad, aristocratismo y descaro del despilfarro, expresándose en imágenes sociales de una elite burguesa decadente y rapaz. Ese clamor es la búsqueda de un modo de vida nuevo, de otro tipo, de la modernidad modesta por igualitaria y radical. Todo para todos y todas, todos y todas sujetos/as, todos y todas actores/as, todos y todas pronunciadores y hablantes, dialogantes, interactuantes. Es el espectáculo horizontal, desde el fondo del clamor, desde la cañada y sus aguas negras, desde la loma por donde desciende el hombre, desde la calle irregular y polvorienta del barrio cotidiano.
Mientras el espectáculo vertical de la elite burguesa es una mercancía transnacional donde pocos actores nos salvan del peligro planetario externo (Independence Day) o nos ayudan a paliar problemas políticos y estructurales (Diana Spencer); o donde un súper hombre vuela por los aires (Michael Jordan) el espectáculo horizontal surge como un grotesco universal (a lo Ravelais) con nuevas imágenes de actores/as: putas, migrantes, hombres y mujeres del pasamontañas, encapuchadas, marchantes de la exclusión, indígenas, niños/as callejeros, palomos y palomas y ahora, además teatreros y teatreras fuera de un espectáculo vertical de un teatro monumental.
El espectáculo vertical local en el Teatro Nacional, decidido por una que otra pareja, oficializado por otros y otras y varios y varias, alcahuetado por la clientela de las palabras de concesión, mentira y tolerancia. El espectáculo horizontal, teatreros y teatreras, de frente al local oficial, peticionando, proponiendo, protestando, ejerciendo como hablantes de la palabra, como imagen, como situación de conflicto.
3. Punto de encuentro
Debemos hacer un esfuerzo por construir un punto de encuentro. ¿Para qué ese punto de encuentro?
3.1 Pues para esforzarnos en hacer coincidir todo lo grotesco, todo el clamor en relación a lo oficial, como un gran espectáculo horizontal que asocie todo lo cotidiano y sus expresiones a los nuevos y urgentes textos y al nuevo ejercicio profesional teatral. Dar renovada existencia a lo que se niega como bueno y válido, pero ahora más definido en cuanto a su sentido sociocultural y clasista. El espectáculo horizontal se concibe, entre otros, en escenarios naturales, articulados al crecimiento popular, es una intención de contribuir a generar contra hegemonía, es decir ascendencia política, moral, estética, desde todos y todas las y los excluidos/as para obligar a obedecer, es decir, hacer el buen gobierno o la buena gestión pero por lo que todos y todas queremos y decidimos. En el Teatro Nacional hay que mandar, pero mandar obedeciendo.
3.2 En ese sentido, podría resultar interesante una breve reflexión en el sentido de:
3.2.1 Elaborar una cierta estrategia básica entendida como una manera, forma, vía o camino de definir una propuesta sociocultural entendida como decir y hacer. Quizás esta estrategia podría centrarse en una propuesta de animación sociocultural que articule la actividad teatral profesional, la definición concreta del área estética del nuevo currículo de la educación nacional, la formación de maestros y maestras del área estética y la incorporación progresiva de los demás componentes (baile-danza, plástica, etc.) o sujetos para poder hacer un esfuerzo más global.
El espectáculo vertical piensa y actúa globalmente, el espectáculo horizontal debe aprender a pensar y actuar global en todo (sin dejar de pensar y actuar local) y ello es válido en todos los planos.
3.2.2 En ese aspecto es de particular importancia el que toda acción sea una iniciativa dinámica articuladora. Esa dinámica articuladora debe expresar, en primer lugar, la voluntad de abrir espacios, lugares, situaciones, acontecimientos para el florecimiento de espectáculos horizontales, creativos, participativos. Es una exigencia autogestionaria que no espera la concesión, el dar, el otorgar, sino que se sostiene en el hacer, el apropiarse, el construir. Definir, pues, a mi juicio, algunos espacios de espectáculos horizontales.
En segundo lugar, creo que podría ser interesante incorporar a los espectáculos horizontales teatrales, otras dimensiones de las artes escénicas, para potenciar la expresividad, lo que implicaría la construcción de nuevos textos o guiones, no solo por la nueva diversidad de estas dimensiones, sino para incorporar la palabra y la imagen de los nuevos actores y actoras sociales. Se fundirían en nuevos/as sujetos/as, teatreros y teatreras y los excluidos sociales, como personajes únicos de una coalición cultural que recupera la vida cotidiana y la nueva función profesional y sociocultural del teatro y las artes escénicas. Este punto de encuentro funde caminos y sujetos, creando una identidad discursiva, del escenario social y profesional y de un diálogo que incorpora a ese escenario a los que siempre han sido “espectadores”. Nuevos/as personajes con las máscaras de los nuevos sujetos y situaciones, nueva situación, nuevo teatro.
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[1] Trabajo presentado en el Foro sobre Política Cultural, auspiciado por CODEARTE, Teatro en Construcción de Villa Juana, Santo Domingo, 18 de Octubre, 1997. Re-publicado con permiso del autor como aporte a un debate ineludible.
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