El Taíno y su uso de las cuevas
Por: Lynne Guitar, Ph.D.; traducción del inglés: EA de Moya, MPH.
Versión original en inglés: http://www.centrelink.org/TainoCaves.html
Cuando termine de leer este ensayo, si está conectado a Internet, presione en el siguiente vínculo para ver el ensayo fotográfico. http://www.centrelink.org/TainoCavePhotos.html
El siguiente ensayo ilustrado fue escrito por la doctora Guitar (historia y antropología), editora del Caribbean Amerindian Centrelink, miembro del Consejo de Ancianos de Guabancex Viento y Agua, y Directora Residente del Consejo de Intercambio Educativo Internacional (CIEE), programa de “Lengua Española y Estudios Caribeños” en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), Santiago de los Caballeros, República Dominicana. El programa ofrece cursos de inmersión en historia y cultura hispanoamericana y dominicana a estudiantes universitarios de los Estados Unidos, quienes conviven con familias anfitrionas y participan en proyectos de servicio comunitario y actividades extracurriculares durante su permanencia en el país.
Este ensayo fue escrito en septiembre de 2004 a petición de una amiga de Lynne, profesora de sexto curso en una pequeña escuela cristiana de Jarabakoa. [i]
Los ancestros de los tainos comenzaron a poblar la isla alrededor de los años 6,000 a 4,000 antes de nuestra era–¡hace ocho mil años!–navegando en kanoas desde lo que hoy es la península de Yukatán y la república de Belice en América Central, llegando primero a Kuba, luego al sudeste de la isla llamada Hispaniola por los españoles, a la que los pobladores originales llamaron Kiskeya, Jaiti o Bojio. Más tarde llegaron grupos desde el norte de Sur América, principalmente de los valles de los ríos Orinoko y Amazonas y de la costa caribeña de la nación conocida hoy como Venezuela. Estos bordeaban una tras otra las islas en kanoas hacia el noroeste desde Trinidad y Tobago, a través del archipiélago, hasta Boriken--llamada Puerto Rico por los españoles--y la Hispaniola.
Para entonces habrían llegado a nuestra isla por lo menos cuatro diferentes “oleadas” de pobladores originarios, los cuales se mezclaron hasta llegar a ser taínos. Con ese nombre llamamos a los pobladores que vivían aquí cuando llegaron los españoles en 1492. Hablaban un idioma basado en la lengua arawaka de Sur América. Los taínos se establecieron además en poblados en Jamaika, en el este de Kuba, y en las islas Bahamas. Sabemos más de la cultura taína que de la cultura de sus ancestros, pero obviamente, las ideas espirituales de los taínos se desarrollaron a partir de las de sus antecesores–una mezcla de ideas de varias regiones de América. Las cuevas o cavernas desempeñaron un papel importante en sus creencias y costumbres espirituales, en parte, tal vez, porque esta isla está llena de cuevas subterráneas. [ii] [Foto: La foto "Entre Dos Mundos," que aprece en el extremo superior derecho de este articulo, la cual representa la forma en que las cavernas eran consideradas como puertas dimensionales entre los mundos físico y espiritual, fue tomada por mi amigo Nick Higgins.]
El mito taíno del origen de la humanidad nace en una caverna ubicada en la isla de Kiskeya. Ellos creían que los antepasados de los espíritus vivían en esas cuevas, saliendo sólo de noche para comer jobos, una frutilla parecida a la ciruela. Una noche parece que los jobos estaban tan sabrosos, que algunos espíritus de los ancestros se quedaron fuera de la cueva comiéndolos, cuando salió el sol y los convirtió en seres humanos. ¿Creían los taínos realmente que no existían personas hasta que eso ocurrió? Yo creo que no. Los mitos como éste son leyendas ejemplarizantes. Este parece haberse creado para mantener a la gente tranquila en sus hogares de noche, excepto en las noches especiales en que el kacike daba permiso para salir a cazar jutías, un pequeño mamífero roedor nocturno. No es que los taínos realmente le tuvieran miedo a la oscuridad, pero les enseñaban a los niños que las noches pertenecían a los opia, espíritus de los ancestros, quienes deambulaban tratando de encantar a cualquier persona que anduviera en la intemperie, en vez de quedarse segura en su casa con su familia. (Los opia actuaban y lucían como seres humanos, sólo que no tenían ombligo. [iii])
Aunque los taínos vivían en la llamada “edad de piedra”, aún sus primeros ancestros estaban suficientemente avanzados como para no vivir en cavernas. (Se les considera pertenecientes a la edad de piedra porque no conocían el arte de fundir metales, de manera que sus herramientas eran de piedra, hueso o madera. No obstante, hacían bellos adornos cubiertos de latón --guanin-- oro de poca monta que ellos aplanaban y se adherían a sus cuerpos con un pegamento natural.) Los taínos eran agricultores. Sembraban pequeños jardines fértiles llamados konukos. Sus principales sembradíos eran de yuka, mají (maíz), auyama, maní, y ajíes–y tenían métodos avanzados de irrigación. Ellos también se alimentaban de frutas que crecían de manera abundante en los bosques, tenían bancos de peces en los ríos y técnicas ingeniosas para atrapar grandes peces [iv] y reptiles marinos, aves acuáticas, la jutía, único mamífero de la isla, y el solenodonte, un roedor insectívoro comestible.
Los taínos construían grandes y cómodas casas de tejamanil llamadas bojios, con techos de palma que mantenían fuera la lluvia y el calor. Dentro decoraban las paredes con lo que los españoles llamaron "tapices," tejidos con las fibras que recogían y coloreaban, y tejían jamakas para dormir, amarradas desde el poste central hasta los postes laterales donde se apoyaban las paredes. Ellos encendían pequeñas fogatas dentro de los bojios [v] de noche, espantando los moskitos [vi] con el humo. Los kacikes y sus familias vivían en un tipo de casa circular más grande, con techo cónico, llamada kaney, donde también guardaban diversos objetos que representaban a los guías espirituales de los kacikes, sus zemes o cemíes, que protegían a su yukayeke (aldea, comunidad) y ayudaba a el kacike a tomar decisiones sabias para el bienestar de su gente. (Los taínos no veneraban a los cemíes, como tampoco los cristianos veneran a la cruz, sino lo que ésta y aquellos representan.)
Los kaneyes tenían taparetes techados, donde el kacike y las demás personas ancianas del yukayeke podían sentarse cómodamente, resguardados de los rayos del sol durante el día. El taparete del kaney quedaba frente al batey, plazoleta central donde se escenificaban sus juegos de pelota (también llamados batey) y sus areytos, festivales musicales comunitarios, cantados y bailados. Los taínos sólo usaban las cuevas como refugios en momentos de emergencia, tales como los jurakanes, o para esconderse de las patrullas militares españolas. En cambio, las usaban principalmente con propósitos religiosos o espirituales.
Cada yucayeke tenía dos líderes complementarios, como el día y la noche, o el yin y el yang. Uno era el kacike, [vii] quien consultaba a sus zemes para tomar decisiones a favor de su gente sobre cuándo sembrar, cosechar, cazar o pescar, y cómo dividir no sólo el trabajo sino la comida que obtenían. El otro era el bejike, que combinaba los roles de médico y líder espiritual. [viii] El bejike era responsable de adiestrar a los niños que un día heredarían el papel de kacike. Es interesante que éstos eran los hijos de la hermana mayor del kacike [ix], no los suyos propios, ya que la herencia se transfería a través del linaje materno. [x] El bejike también era responsable de curar a los enfermos, de actuar como árbitro en el juego de la pelota--que no era sólo un deporte y una forma de ejercitarse, sino un ritual religioso–y de todo lo que tuviera que ver con los funerales y con el culto a los espíritus de los ancestros.
Se cree que las cuevas eran usadas por los bejikes como "aulas" para los futuros kacikes, o donde se ofrecían las lecciones previas a la graduación y/o donde ésta se celebraba. Algunos de los cronistas españoles mencionan esto, y los dibujos de los kacikes en las cavernas, vestidos con trajes ceremoniales, y de la ceremonia de la kojoba, parecen confirmar esto, aunque los adiestramientos y las ceremonias se celebraban en secreto, por lo que no sabemos mucho de ellas. El rito de la kojoba, por cierto, era una ceremonia muy sagrada conducida por los kacikes y los behikes. Todos ellos inhalaban un polvo alucinógeno llamado kojoba, hecho de la semilla macerada de un árbol sagrado, probablemente mezclado con tabako verde en polvo, para entrar en estado de trance y comunicarse más fácilmente con sus zemes. Muchos dibujos en las cavernas, que los especialistas llaman pictografías, celebran el trance sagrado de la kojoba–se pueden ver claramente los tronos o dujos, asientos cercanos al suelo donde se reclinaban el kacike y el behike mientras ingerían la droga de la kojoba, y los largos tubos llamados tabakos que ellos usaban para inhalar la kojoba. Muchas cuevas también tienen pilas de conchas de caracoles en varios lugares. El bejike convertía las conchas maceradas en un polvo que mezclaba con la kojoba, para que el calcio sirviera como un catalizador que indujera el trance más rápidamente.
Algunos taínos tenían sus tumbas en cavernas, junto a sus posesiones: vasijas de cerámica bellamente decoradas con murciélagos en sus asas, potizas de barro para guardar agua, collares de caracoles, hueso, semillas, dientes y piedras, elaborados pilones de piedra y utensilios. Ellos deben haber sido personas especiales, ya que la mayoría de los taínos ni siquiera eran enterrados, y los kacikes han sido encontrados enterrados en cementerios. Los taínos que eran enterrados eran ahumados primeramente, para secar sus cuerpos, y luego eran envueltos en mantas de algodón. Los enterraban sentados en sus dujos, rodeados de sus posesiones–los hombres a veces estaban acompañados por el cadáver de una de sus esposas, que debió haber sido enterrada viva! [xi] ¿Pero quiénes eran esos taínos selectos que no eran enterrados sino puestos a descansar en recipientes naturales dentro de las cuevas? Probablemente eran los bejikes, quienes deben haber sido los artistas que pintaron las pictografías dentro de las cuevas. La mayoría de las pictografías eran pintadas en las paredes con estiletes untados con una mezcla de carbón en polvo, con grasa animal o murcielaguina, aunque en algunas cuevas usaron tiza blanca natural y arcilla roja.
El artista pintó los alimentos que daban sustento a la población taína. Hay dibujos de maíz, aves, peces, ranas, tortugas, insectos, iguanas y mamíferos marinos, así como perros, mascotas de los taínos y compañeros en la caza nocturna de las jutías. Hay dibujos de guayos, o rayadores de piedra, y del cibukan, el tubo de tejido que usaban las mujeres para exprimir el líquido venenoso de la yuka amarga para hacer el pan kasabe. Ellos pintaron escenas de caza y pesca, representaciones del parto y la reproducción, retratos de sus kacikes, de las fieras máscaras rituales de los bejikes, de gente enferma, de chichis (bebés), y de sus espíritus creadores así como de los espíritus del viento, de la lluvia y del sol.
Sin dudas estos dibujos fueron pintados mientras el bejike conducía los ritos especiales y pedía que la cosecha fuera abundante, que los bancos de peces aumentaran, que los enfermos sanaran, que los bebés nacieran saludables, que la cálida brisa no se convirtiera en jurakan. Ellos pintaron muchos rostros porque aparentemente los taínos creían que el alma o esencia de una persona residía dentro de su cabeza. En efecto, muchos taínos importantes eran enterrados sin cabeza, ya que ésta era guardada en un makuto u otro contenedor decorado en la casa familiar. ¿Están listos para otra sorpresa? ¡Los taínos parecen haber sido quienes inventaron la "carita feliz!”–uno puede ver los dibujos de estos rostros sonrientes, con muchos cientos de años, en las cuevas de toda la isla.
Los artistas rupestres taínos dibujaron muchas escenas cuyo significado sólo podemos adivinar. Por ejemplo, dos petroglifos en la cueva llamada la Guakara de Sanabé, cerca de Cotui, indican a dos hombres cargando a un tercero inmovilizado y atado fuertemente a un poste–¡pero se decía que los taínos eran pacíficos! Y sabemos que ellos no eran caníbales (de hecho, aunque se decía que sus enemigos, los karibes, eran caníbales, hoy sabemos que esto no era verdad). De manera que, ¿qué representan estas escenas? Nadie está totalmente seguro, pero Domingo Abréu, un espeleólogo dominicano, cree que ellos representan a personas enfermas que son llevadas a la cueva para ser curadas. [xii]
Hay algunos otros dibujos que creemos que hemos podido interpretar, también, y éstos nos dan una pincelada de la complejidad del significado que probablemente está inmerso en todos ellos. Por ejemplo, parece que las aves representaban a humanos en las pictografías–pintada en una pared en la oscura entrada de un túnel, podría ser una pintura de varias aves, con la primera agachada, la segunda volteada hacia la izquierda, la tercera de pie inclinada hacia la derecha, etc., indicando la altura y la dirección del túnel. Algunos expertos creen que un dibujo de cinco aves sentadas en una rama de la cueva llamada El Pommier cerca de San Cristóbal representa los cinco cacicazgos en que estaba dividida la isla en 1492. No todas las aves representaban al ser humano, sin embargo, porque los buhos y murciélagos, “aves” nocturnas, parecen haber representado el mundo de los espíritus y/o de la muerte.
Algunas cavernas, aún cuando están cerca de lugares donde había grandes núcleos poblados taínos, a la vez que tienen paredes idóneas para haber realizado los dibujos fácilmente, carecen totalmente de pictografías. Otras cuevas están llenas de ellos–llenan las paredes, las estalagmitas y estalactitas y los techos. ¿Por qué? Un psicólogo amigo mío que vive fascinado con el mundo subterráneo de los taínos, cree que algunas de esas cuevas les dieron al taíno un sentimiento espiritual especial, mientras otras no lo hicieron. El llama a esto su sentido de "concavidad." [xiii] Explica que las cavernas son puertas dimensionales naturales, entre los dos mundos separados que el taíno sabía que existían–el mundo físico y el mundo espiritual de los zemes. Las cuevas son lugares especiales, que no están ni aquí ni allá, que no están completamente iluminadas ni completamente oscuras. Son un lugar donde los humanos y los zemes podían encontrarse y tratar de llegar a acuerdos sobre cómo beneficiar a ambos mundos.
El taíno que aprendía dentro de las cuevas, que hacía allí sus ceremonias y pictografías, y los cuerpos que están depositados en cavernas, todos eran especiales, sagrados, secretos. Para estar seguros de que nadie interrumpiera una ceremonia o entrara en una cueva importante sin estar primeramente bien preparado, alguien, probablemente un bejike, esculpía en una estalactita o en una estalagmita la figura de un guardián de la cueva ante la entrada–lo que requería muchas más horas de trabajo que pintar una pictografía. Como los taínos sólo tenían herramientas de piedra, tenían que “tallar” las formas del guardián, lenta y cuidadosamente, razón por la cual este tipo de estatuilla es llamada petroglifo. A veces el guardián era pintado en la pared, en vez de esculpido, como la figura del guardián en la cueva conocida como Peñón Gordo en el Parque Nacional del Este, cerca de La Romana. Parece que, sin embargo, un guardián pintado necesitaba algo más convincente que lo ayudara a proteger la cueva–éste no sólo tenía ojos en su cabeza, sino en sus manos.
Si usted tiene la dicha de poder explorar una de las cuevas de Kiskeya que tienen petroglifos o pictografías dentro, no sólo mire a su alrededor. Experimente en su cuerpo la caverna. Penetre la oscuridad con su mente, no sólo con su linterna. ¿Tiene usted un sentido de lo que es la "concavidad"? Imagine cómo se sentiría si fuera un bejike taíno dentro de la cueva en este momento, totalmente solo, únicamente con una antorcha, un recipiente lleno de "pintura" negra que usted ha preparado, y una "brocha” hecha de un palo con una punta cortada en tiras. ¿Qué pintaría usted en la pared que representara su más importante ruego para el bienestar de los suyos?
Notas del traductor
[i] A través de este trabajo las sílabas latinas ca, que, qui, co y cu en palabras de origen amerindio o taíno han sido sustituidas por ka, ke, ki, ko y ku, atendiendo a las reglas ortográficas de estas lenguas. La h aspirada del español ha sido sustituida por la j, más ilustrativa de la fonética taína. Asimismo, prescindimos de la tilde en la redacción de las palabras amerindias. Pedimos perdón a los/as puristas de “El Lenguaje” por esto y paciencia a los/as lectores/as por la disonancia.
[ii] En la cosmovisión taína, las cavernas o cuevas subterráneas constituían el entramado por donde se ventilaba o “respiraba” la isla, la cual era considerada como una tortuga gigante viva que flotaba en el mar. Guakayarima era la caverna “ano” de la isla, situada hoy en Grand’ Anse du Sud, el lugar más extremo en el suroeste de Jaiti--donde las personas desahuciadas iban a curarse o morir. E. Tejera. Indigenismos. Tomos I y II. 1977. Santo Domingo: Sociedad de Dominicana de Bibliófilos.
[iii] Es decir, no tenían continuidad biológica, no eran nacidos de humanos. El compositor Luis Días, behike de Bonao, en una canción popular dice: “las vampiras de mi tierra… no tienen ombligo,” refiriéndose al mismo mito.
[iv] Se ha escrito que los taínos podían atrapar al manati, al karey y al tiburon, entre otros, con un pez “domesticado”, del tamaño del arenque, al que criaban, hablaban y parecían mimar, el guaikan (“peje reveiso,” en el español de entonces), que atado a un arnés con una cuerda de bejuko, los perseguía y al alcanzarlos se aferraba a ellos con unas ventosas hasta cansarlos y obligarlos a ir a la playa para no ahogarse, donde eran esperados por los pescadores, quienes los sacrificaban con un golpe de makana en sus cráneos. E. Tejera. Obra citada.
[v] Los bojios y kaneyes aparentemente tenían una hendidura en el centro del techo--llamada “compluvio” por los españoles--por donde salía el humo. E. Tejera. Obra citada.
[vi] Y probablemente a insectos que pican y producen reacciones alérgicas, como los mayis, o enfermedades severas, como los jejenes (leishmaniasis), así como las niguas, que se "enconan" en los dedos de los pies, los mimes, que revolotean con insistencia sobre las frutas muy maduras, y los kokuyos, luciérnagas que iluminan las noches.
[vii] La mera existencia de Anacaona muestra que las mujeres podían ser kacikas, aunque probablemente este papel se delegaba a los hombres en una sociedad fundamentalmente matrista.
[viii] El bejike era criado como una persona andrógina ritual, o de espíritu dual–hombre-mujer–asumía roles sagrados de mediador entre las poblaciones de uno y otro sexo. Esta institución, generalizada en toda América, se conoce como “tradición bardaje,” y está documentada en Kiskeya desde 1537 por el gobernador Oviedo en sus crónicas. Ver E. Tejera. Obra citada.
[ix] Y probablemente el primogénito de la kacika.
[x] La paternidad del niño no era directamente comprobable--no había pruebas de ADN--y sólo el embarazo y la maternidad eran evidencia de la transmisión sanguínea de la estirpe familiar.
[xi] Este rito se llamaba athebeane neken, en taíno, para referirse a la esposa que era enterrada viva junto al cadáver de un kacike–el mismo era practicado ampliamente en la época en muchas sociedades de América como una forma de prevenir que esta mujer, quien lo alimentaba, se aventurara a envenenarlo. En algunos casos la palabra taina guanaja, usada aún hoy, antecede a esta expresión. E. Tejera. Obra citada.
[xii] ¿O morir?
[xiii] Esto parece ser afín al concepto freudiano de “sentimiento oceánico” o de eternidad, presunta experiencia de seguridad del feto dentro del útero materno.
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