jueves, octubre 19, 2006

Noticias del Frente VIH-1 010

Globalización, la Industria del Sexo, y la Salud

Resumen de resultados de estudios publicados en la edición especial de la revista cientifica Sexually Transmitted Infections (Oct 2006). Selección y traducción: EA de Moya, MPH [COPRESIDA]

El trabajo sexual en Tallinn, Estonia: La penetración socioespacial del trabajo sexual en la sociedad

SO Aral, JS St Lawrence y A Uusküla; saral@cdc.gov

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pp: 348-353.

El trabajo sexual tiene lugar en una jerarquía de localizaciones en Tallinn, que van de burdeles de lujo a "cabañas de sexo" a paradas de camiones. Estos lugares varían en términos de su importancia para la salud pública y la organización social. Hay mujeres y hombres trabajadores sexuales a tiempo complete, a tiempo parcial, e intermitentes. Entre otros, el chofer de taxi, la “madama” y el cantinero son roles centrales en la organización de; trabajo sexual en Tallinn. Los teléfonos celulares y la tecnología del Internet permiten que el trabajo sexual esté altamente disperso y sea espacialmente móvil.

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Prevalencia y correlatos del intercambio de sexo por drogas o dinero entre adolescentes en los Estados Unidos

JM Edwards, BJ Iritani y DD Hallfors; jedwards@pire.org

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pp: 354-358.

3.5% de los adolescentes habían intercambiado sexo por drogas o dinero. Dos tercios de estos jóvenes eran varones. La probabilidad de haber intercambiado sexo fue mayor para los jóvenes que habían usado drogas, que habían huido de sus hogares, que estaban deprimidos, y que se habían involucrado en varias conductas sexuales de riesgo. 15% de los varones y 20% de las muchachas que habían intercambiado sexo reportaron que en alguna ocasión los clientes les habían dicho que tenían VIH u otra ITS.

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VIH, ITS, y conductas de riesgo en hombres trabajadores sexuales en Londres en un período de 10 años

G Sethi, BM Holden, J Gaffney, L Greene, AC Ghani y H Ward; cindy.sethi@gstt.nhs.uk

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pp: 359-363.

Hombres reclutados entre 1994-1996 tenían mayor probabilidad que otros reclutados entre 2000-2003 de haber nacido en el Reino Unido y definirse como homosexuales. Los reclutados en el segundo período tenían mayor probabilidad de ser sur o centroamericanos o de Europa oriental y una mayor proporción reportaron tener parejas fijas femeninas. La prevalencia inicial de VIH era de 9% (59/636), y el análisis multivariado mostró una asociación con el uso de drogas inyectables y el coito sin protección con parejas casuales. Durante el seguimiento se produjeron 49 nuevos casos de VIH. El análisis de la supervivencia mostró que el reclutamiento de 1994 a 1996 estuvo asociado a una mayor incidencia de VIH. La prevalencia de gonorrea aumentó con el tiempo de reclutamiento.

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Características de los hombres que pagan por sexo: Una encuesta británica en clínicas de salud sexual

TM Groom y R Nandwani; tmgroom@doctors.org.uk

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pp: 364-367.

De 2,665 hombres que completaron un cuestionario estándar de tamizaje en salud, 10% (267) reportaron haber pagado por sexo. Revisamos las notas de los casos de 258 hombres. La edad promedio fue de 34.7 años. La mayoría había pagado a mujeres, y 4.3% a hombres. Los hombres reportaron haber pagado por sexo en el exterior (51%), en el lugar donde vivían (40%), o en cualquier otro lugar en el Reino Unido (11%), con sólo 1.7% pagando por sexo tanto dentro como fuera del país. La mayoría (66%) había pagado por sexo en los 12 meses anteriores, y 27% eran usuarios repetidos de prostitutas/os. Casi la mitad de los hombres (43%) pagaron por sexo aun estando en otra relación. El coito vaginal sin protección fue más común en los hombres que habían pagado por sexo en el exterior. Ninguno de los hombres tenía a infección VIH, pero 20% tenían una ITS (8% clamidia, 1.3% gonorrea, 7% uretritis no-gonocóccica, y 1.1% sífilis).

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Sexo anal y sexo seco en trabajadoras sexuales comerciales, y su relación con el riesgo de ITS y VIH en Meru, Kenya

M Schwandt, C Morris, A Ferguson, E Ngugi y S Moses; michael_schwandt@umanitoba.ca

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pages: 392-396.

40.8% de las participantes reportaron haber practicado el coito anal alguna vez y 36.1% reportaron haber practicado el sexo seco [NT: con sustancias astringentes, como el alumbre o el ácido bórico]. Aunque la mayoría de las mujeres encuestadas creían que el coito anal y el sexo seco eran prácticas de alto riesgo para la infección VIH en comparación con el sexo vaginal [NT: “húmedo”], alrededor de un tercio de las mujeres reportaron nunca o raramente usar condones durante el sexo anal, y cerca de 20% nunca o raramente usaron condones durante el sexo seco. El uso consistente del condón reportado fue menor en estas prácticas que con el coito [NT: exclusivo] pene-vagina. El coito anal estuvo asociado con la experiencia reciente de relación sexual por la fuerza, pero el sexo seco no. El coito anal casi siempre era iniciado por los clientes, mientras el sexo seco era iniciado por las mismas mujeres. Las trabajadoras sexuales reportaron cobrar tarifas mayores por ambas prácticas que por sexo vaginal. Ambas prácticas estuvieron asociadas con síntomas y diagnósticos de ITS.

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Un estudio prospectivo que mide los efectos de la introducción del condón femenino en una población de trabajadoras sexuales en Mombasa, Kenya

SC Thomsen, W Ombidi, C Toroitich-Ruto, EL Wong, HO Tucker, R Homan, N Kingola y S Luchters; sthomsen@fhi.org

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pp. 397-402.

La introducción del condón femenino en un proyecto preventivo de VIH y SIDA enfocado en trabajadoras sexuales llevó a aumentos pequeños, pero significativos, en el uso consistente del condón con todas las parejas sexuales. Sin embargo, hubo un alto grado de sustitución del condón femenino por el masculino. El costo unitario de usuarias consistentes de los condones femeninos es estimado en 2,160 dólares (1,169-1,711 libras esterlinas) (IC 95%: $1,338 a $11,179).

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¿Qué ocurre a las mujeres que venden sexo? Informe de una cohorte ocupacional única

H Ward y S Day; h.ward@imperial.ac.uk

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pp: 413-417.

La mayoría (73/124, 59%) permanecían en la industria del sexo y habían vendido sexo por una media de 13.6 años. Habían ocurrido seis muertes, con una mortalidad de 4.8 por 1,000 años-persona. Las mujeres sobrevivientes tenían un alto riesgo acumulado (110 de 118, 93%) de ITS. Episodios pasados de gonorrea estuvieron asociados con la enfermedad pélvica inflamatoria (riesgo relativo -- RR 2.28, IC 95% 1.12 a 4.66) e infertilidad (RR 10.9, IC 95% 1.5 a 77.3). Otras consecuencias incluyeron problemas de salud mental (38 de 97, 40%) y abuso de sustancias (46 de 72, 64%). No hubo diferencias significativas en los resultados de salud entre mujeres que permanecían activas en la industria del sexo y las que se habían retirado. Hubo un alto nivel de movilidad ocupacional, y 31 de las mujeres (de 84, 37%) habían completado la educación vocacional o superior, incluyendo ocho a nivel de postgrado.

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La salud de las trabajadoras sexuales: El estilo de San Francisco, California

D Cohan, A Lutnick, P Davidson, C Cloniger, A Herlyn, J Breyer, C Cobaugh, D Wilson y J Klausner; cohand@obgyn.ucsf.edu

Sexually Transmittted Infections, Oct. 2006, Vol. 82, 5, pp: 418-422.

Vimos 783 trabajadores/as sexuales que se identificaban como mujeres (53.6%), hombres (23.9%), transgéneros de hombre a mujer (16.1%), y otros (6.5%). 70% nunca había revelado su trabajo sexual a un médico. Los/as participantes representaban una amplia gama de grupos étnicos, trasfondos educativos, y tipos de trabajo sexual. La sustancia usada más comúnmente fue el tabaco (45.8%). Casi 40% reportó estar usando drogas ilícitas. Más de la mitad reportó violencia doméstica, y 36.0% reportó violencia relacionada con el trabajo sexual. De las personas tamizadas, 12.4% tenían gonorrea, 6.8% clamidia (6.8%), 1.8% sífilis, y 34.3% el virus 2 del herpes simple. Los predictores de ITS incluyeron etnia Afro-Americana (razón cruzada (OR) 3.3), género masculino (OR 1.9), y violencia relacionada con el trabajo sexual (OR 1.9). En contraste, los/as participantes que sólo se habían involucrado en trabajo sexual colectivo tenían menor probabilidad de tener una ITS (OR 0.4).

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El texto completo del artículo introductorio general de Ward & Aral (Oct. 2006) de esta revista puede accesarse libremente en inglés en:

http://sti.bmjjournals.com/cgi/reprint/82/5/345 para la versión en formato pdf,

o en:
http://sti.bmjjournals.com/cgi/content/full/82/5/345 para el texto en Word.

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