Teoría de muertes en masa agita a Méjico
Por MARK STEVENSON
CIUDAD DE MÉJICO (AP), 7 de enero, 2007 – Por mucho tiempo los mejicanos han aprendido a echarle la culpa a las enfermedades importadas por los españoles por el exterminio de la mayoría de sus ancestros indígenas. Pero investigaciones recientes sugieren cosas que pueden no ser tan simples.
Aunque las masacres iniciales aún son atribuidas a los Conquistadores que empezaron a llegar en 1519, epidemias aún más virulentas en 1545 y 1576 pueden haber sido causadas por una fiebre hemorrágica nativa diseminada por ratas, dijeron ayer investigadores mejicanos.
La idea ha encendido un candente debate en los círculos académicos mejicanos. Una facción sostiene que las epidemias pueden haber sido difundidas por ratas que migraban durante un ciclo de sequía; otros dicen que los mineros españoles recién llegados pueden haber irrumpido en el hábitat donde habitaban los roedores portadores del virus mientras buscaban oro y plata.
Los que buscan revisar la historia extraen apoyo de una de las únicas fuentes primarias autorizadas sobre las epidemias, un texto perdido durante años hasta que fue encontrado, mal clasificado, en un archivo español.
El Dr. Francisco Hernández, médico del rey de España que presenció la epidemia en 1576 y condujo autopsias, describe una fiebre que causó fuertes hemorragias, similares a las causadas por el virus hemorrágico del Ebola. Este se extendió entre la población indígena, matando a cuatro de cada cinco personas infectadas, a menudo en el lapso de uno o dos días.
"La sangre brotaba por sus oídos y en muchos casos verdaderamente inundaba sus narices," escribió. "Entre quienes tuvieron la enfermedad de manera recurrente, casi ninguno se salvó."
El epidemiólogo Dr. Rodolfo Acuña-Soto, profesor de microbiología en la Universidad Nacional Autónoma de Méjico (UNAM), formado en la Universidad de Harvard, hizo traducir el trabajo de Hernández del original en latín en el año 2000. Continuó su investigación de brotes en las aisladas mesetas centrales de Méjico, donde ratas endógenas pueden haber diseminado la enfermedad a través de la orina y los excrementos.
La teoría de Acuña-Soto – que ha sido publicada en varias revistas científicas, incluyendo Emerging Infectious Diseases y el American Journal of Tropical Medicine and Hygiene – argumenta contra la creencia de que la mayoría de la población indígena mejicana murió por enfermedades importadas por los españoles, tal como la viruela, para la cual sus cuerpos no tenían inmunidad.
"Esto no fue viruela," dice Acuña-Soto. "La patología no cuadra." Dice que algunos historiadores en Méjico se sienten ofendidos por su teoría.
"Buena parte de la razón por la cual estas epidemias no fueron estudiadas es que era más fácil, política e institucionalmente, culpar a los españoles por todas las cosas horribles que pudieron haber pasado," dijo. "Esta era la versión histórica oficial."
Ciertamente, enfermedades importadas tales como la viruela, el sarampión y la fiebre tifoidea sí causaron cantidades enormes de muertes, comenzando en 1521. Pero las epidemias de 1545 y 1576 impactaron a los sobrevivientes de las primeras matanzas y a sus hijos, quienes presuntamente habrían desarrollado alguna inmunidad.
Aunque no existe una cifra confiable sobre la población mejicana en los años 1500 – los estimados oscilan de 6 a 25 millones – está claro que para 1600 sólo quedaban unos 2 millones.
La epidemia fue "tan fuerte que arruinó y destruyó casi toda la tierra," escribió Fray Juan de Torquemada, un historiador franciscano que presenció la epidemia de 1576, añadiendo que Méjico "había quedado casi desierto."
"Muchos estaban muertos o casi muertos, y nadie tenía la salud o la fuerza para ayudar a los enfermos o para enterrar a los muertos."
Otros recuentos hablan de una invasión de roedores. Acuña-Soto formó un equipo con investigadores de los Estados Unidos para estudiar si una sequía excepcionalmente severa puede haber impulsado a las ratas hacia los establecimientos humanos o viceversa.
Pero otro experto mejicano en el área insiste que los roedores mencionados en los textos de entonces probablemente vinieron de Europa o Asia portando la peste bubónica, que a veces hacía que sus víctimas vomitaran sangre.
Elsa Malvido, demógrafa, historiadora y experta en epidemias antiguas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dice que la peste pudo haber causado los síntomas hemorrágicos más severos registrados por Hernández, porque ésta estaba atacando a una población que carecía de inmunidad.
Pero el Dr. Carlos Viesca, profesor de historia de la medicina en la UNAM, dice estar cerca de la convicción de que las epidemias eran nativas.
"El problema no comenzó en Acapulco o Veracruz," los dos principales puertos maritimos donde las ratas habrían llegado desde otras tierras, dijo. Más bien, la enfermedad parece haber comenzado en las mesetas centrales en el momento en que los españoles enviaron expediciones de mineros a partes deshabitadas de Méjico, aumentando la posibilidad de que los humanos invadieran los hábitats de los roedores, dijo.
Relativamente pocos españoles fueron afectados por el brote, posiblemente porque para ambas eventualidades estaban protegidos: Si la causa era la peste bubónica o la viruela, sus cuerpos tenían mayor inmunidad para ella; y si era causada por ratones, ellos tenían menor probabilidad de entrar en contacto con los animales.
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