¿Mano dura contra los menores?
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El trato como animales de los menores excluidos en El Salvador solo ha servido para sublevarlos y fortalecerlos mas
Por: Tahira Vargas, antropóloga social
Como si fuera una ola cíclica de intenciones e intereses sumergidos encontramos en cada año un momento donde se desatan las bandas de menores contra la población con robos, atracos y asesinatos. Este tiende a ser el prefacio de una escalada de demandas de la modificación del código del menor porque estos necesitan “penas más duras”.
La sociedad dominicana aborda el tema de la delincuencia juvenil e infantil con mucho sensacionalismo y dramatismo. Parece que no existe la problemática de la delincuencia y sorprende de repente con acontecimientos trágicos que demandan la inmediata acción contra los menores.
El involucramiento de la población infantil y juvenil en redes delictivas es parte de la cotidianidad en nuestra sociedad. Tanto niños, niñas como adolescentes son involucrados por personas adultas en las redes delictivas desempeñando diversos roles.
Las condiciones de vulnerabilidad y desprotección que vive la infancia y la adolescencia empuja a esta población a dedicarse a las actividades delictivas .Hay que entender las condiciones en que vive la gran mayoría de la población infantil y adolescente de nuestros barrios y campos.
Los niños tienen que salir a la calle a buscársela desde edades muy tempranas ( 6-7 años), hacer cualquier oficio desde vender huevos, dulces, limpiar zapatos, ser buzos en vertederos, hasta lo que “aparezca” para conseguir algo “con que comer”. Entre las alternativas que tiene la población infantil y adolescente para conseguir una fuente de ingresos se encuentran las actividades delictivas que están presentes en los barrios.
La población infantil y adolescente vive en un contexto de permanente violencia en el hogar, en las calles y en la vida diaria. ¿Son los menores los principales protagonistas de los crímenes más horrendos en nuestra sociedad?
Por el contrario, la población infantil y adolescente diariamente es testigo de los crímenes más horrendos que comete la policía contra los jóvenes, contra sus propios padres y hermanos. Recientemente en un barrio de Valverde Mao una niña estaba en los brazos de su padre cuando la policía fue a su casa y lo asesinó. Muchos niños y niñas en grupos focales nos cuentan con detalle los crímenes cometidos por la policía en sus barrios. Estas escenas impregnadas de violencia afectan notablemente a la población infantil que aprende que todo el que quiere imponer su autoridad (padres, madres, maestros y policías) lo hace con violencia.
Otro factor importante en la inserción en redes delictivas es la desprotección en que vive la infancia y la adolescencia de un sistema educativo deficiente en calidad, cobertura, infraestructura y recursos de aprendizaje.
¿Quiénes son los culpables de la delincuencia en nuestra sociedad? ¿Los menores?
Todo este panorama nos muestra que la delincuencia juvenil no es el producto de una población infantil y adolescente que se ha vuelto criminal de la noche a la mañana.
Si estamos buscando culpables para someterlos a las duras penas en la cárcel deberíamos empezar por nuestros gobiernos que no invierten en políticas sociales eficientes dedicadas a esta población ni efectivas en la erradicación de la pobreza y la marginalidad. Igualmente a esos mismos gobiernos que no invierten lo mínimo requerido en el sistema educativo para que sea eficiente, ni en sistemas de protección de la infancia y la adolescencia con una oferta recreativa, artística y deportiva amplia que llegue a todos los barrios y campos.
Otro elemento a analizar es la acción violenta de la policía. La violencia se aprende, no es una facultad nata de las personas. La policía sirve como modelaje social de la violencia y la delincuencia por su complicidad con las redes de narcotráfico, de robo y atraco presentes en nuestra sociedad. En una sociedad donde un gran narcotraficante internacional tiene un carnet de policía honorífico no puede sorprenderse de que su población más vulnerable esté involucrada en el delito.
El intento continuo cada cierto tiempo de revisar el código del menor y de aumentar la pena contra los menores que delinquen es una buena excusa para desconocer los derechos que tiene esta población en su condición de “menor” y de una personalidad en proceso de formación. También se pretende con ello ignorar la gran responsabilidad que tiene el estado y los organismos de seguridad en que estos menores cometan delitos. Es más fácil buscar opciones de “mano dura” que no han funcionado en ningún país donde se han establecido (ver experiencias de Guatemala, El Salvador, entre otras) que dedicarse a indagar en las causas de la delincuencia y erradicarlas.
La eliminación de los delincuentes no elimina la delincuencia, por el contrario, aumenta, se reproduce y se multiplica mientras más duras son las condenas. Las cárceles en vez de rehabilitar son lugares de abuso y de reinserción en actividades delictivas hacia la población infantil y adolescente. ¿Si no hemos sido duros con los narcotraficantes y los grandes criminales vinculados a las grandes redes del delito (por el contrario se les entrega carnets del DNI entre otros…) porque queremos serlo con los más pequeños?
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Perspectiva Ciudadana
Delincuencia Juvenil
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Como si fuera una ola cíclica de intenciones e intereses sumergidos encontramos en cada año un momento donde se desatan las bandas de menores contra la población con robos, atracos y asesinatos. Este tiende a ser el prefacio de una escalada de demandas de la modificación del código del menor porque estos necesitan “penas más duras”.
La sociedad dominicana aborda el tema de la delincuencia juvenil e infantil con mucho sensacionalismo y dramatismo. Parece que no existe la problemática de la delincuencia y sorprende de repente con acontecimientos trágicos que demandan la inmediata acción contra los menores.
El involucramiento de la población infantil y juvenil en redes delictivas es parte de la cotidianidad en nuestra sociedad. Tanto niños, niñas como adolescentes son involucrados por personas adultas en las redes delictivas desempeñando diversos roles.
Las condiciones de vulnerabilidad y desprotección que vive la infancia y la adolescencia empuja a esta población a dedicarse a las actividades delictivas .Hay que entender las condiciones en que vive la gran mayoría de la población infantil y adolescente de nuestros barrios y campos.
Los niños tienen que salir a la calle a buscársela desde edades muy tempranas ( 6-7 años), hacer cualquier oficio desde vender huevos, dulces, limpiar zapatos, ser buzos en vertederos, hasta lo que “aparezca” para conseguir algo “con que comer”. Entre las alternativas que tiene la población infantil y adolescente para conseguir una fuente de ingresos se encuentran las actividades delictivas que están presentes en los barrios.
La población infantil y adolescente vive en un contexto de permanente violencia en el hogar, en las calles y en la vida diaria. ¿Son los menores los principales protagonistas de los crímenes más horrendos en nuestra sociedad?
Por el contrario, la población infantil y adolescente diariamente es testigo de los crímenes más horrendos que comete la policía contra los jóvenes, contra sus propios padres y hermanos. Recientemente en un barrio de Valverde Mao una niña estaba en los brazos de su padre cuando la policía fue a su casa y lo asesinó. Muchos niños y niñas en grupos focales nos cuentan con detalle los crímenes cometidos por la policía en sus barrios. Estas escenas impregnadas de violencia afectan notablemente a la población infantil que aprende que todo el que quiere imponer su autoridad (padres, madres, maestros y policías) lo hace con violencia.
Otro factor importante en la inserción en redes delictivas es la desprotección en que vive la infancia y la adolescencia de un sistema educativo deficiente en calidad, cobertura, infraestructura y recursos de aprendizaje.
¿Quiénes son los culpables de la delincuencia en nuestra sociedad? ¿Los menores?
Todo este panorama nos muestra que la delincuencia juvenil no es el producto de una población infantil y adolescente que se ha vuelto criminal de la noche a la mañana.
Si estamos buscando culpables para someterlos a las duras penas en la cárcel deberíamos empezar por nuestros gobiernos que no invierten en políticas sociales eficientes dedicadas a esta población ni efectivas en la erradicación de la pobreza y la marginalidad. Igualmente a esos mismos gobiernos que no invierten lo mínimo requerido en el sistema educativo para que sea eficiente, ni en sistemas de protección de la infancia y la adolescencia con una oferta recreativa, artística y deportiva amplia que llegue a todos los barrios y campos.
Otro elemento a analizar es la acción violenta de la policía. La violencia se aprende, no es una facultad nata de las personas. La policía sirve como modelaje social de la violencia y la delincuencia por su complicidad con las redes de narcotráfico, de robo y atraco presentes en nuestra sociedad. En una sociedad donde un gran narcotraficante internacional tiene un carnet de policía honorífico no puede sorprenderse de que su población más vulnerable esté involucrada en el delito.
El intento continuo cada cierto tiempo de revisar el código del menor y de aumentar la pena contra los menores que delinquen es una buena excusa para desconocer los derechos que tiene esta población en su condición de “menor” y de una personalidad en proceso de formación. También se pretende con ello ignorar la gran responsabilidad que tiene el estado y los organismos de seguridad en que estos menores cometan delitos. Es más fácil buscar opciones de “mano dura” que no han funcionado en ningún país donde se han establecido (ver experiencias de Guatemala, El Salvador, entre otras) que dedicarse a indagar en las causas de la delincuencia y erradicarlas.
La eliminación de los delincuentes no elimina la delincuencia, por el contrario, aumenta, se reproduce y se multiplica mientras más duras son las condenas. Las cárceles en vez de rehabilitar son lugares de abuso y de reinserción en actividades delictivas hacia la población infantil y adolescente. ¿Si no hemos sido duros con los narcotraficantes y los grandes criminales vinculados a las grandes redes del delito (por el contrario se les entrega carnets del DNI entre otros…) porque queremos serlo con los más pequeños?
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Perspectiva Ciudadana
Delincuencia Juvenil
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La exclusion y la miseria son las peores de las penas
Santo Domingo, 15 de abril de 2010
Pocos sectores de la vida nacional la tienen tan difícil, como los jóvenes y adolescentes. Estamos legándole el peor de los ambientes. Y el más frustratorio horizonte para vivir.
En su mayoría, según las estadísticas nacionales, provienen de familias de bajos ingresos, de poca educación, desempleados o de empleos precarios. Son los hijos de la informalidad económica y de las familias rotas, habitualmente sin padres acompañantes, criados a la sombra de una mujer convertida en toro de lidia.
Crecen en el entorno de la pobreza urbana, en la exclusión y el hacinamiento. Sin empleo y con graves dificultades para estudiar. Y en donde el espacio público, calles, callejones o parques, les son ajenos o pertenecen a las pandillas y sus leyes. La vida en ese entorno es narcótica.
El barrio es el territorio de la alianza encubierta de pandillas y autoridades, en una connivencia bien conocida por la comunidad, y sospechada por la opinión pública, a pesar de los grandes esfuerzos gubernamentales por revertir la situación. Es un mundo crecientemente estático y con escasa movilidad social.
Y para más, la televisión, el cine y el Internet llevan a sus hogares imágenes e historias de otros mundos. Ciudades de grandes avenidas, torres inmensas, hombres elegantes y mujeres hermosas y las marcas comerciales de mayor prestigio, en fin, modelos de ensueño del buen vivir, con el aderezo de la violencia.
El mundo, les resulta fácil descubrir, no es uno. Más bien son muchos mundos, cínicos, fríos o lejanos. Sueñan con migrar del suyo a cualquiera de los otros, y en su defecto, crear su propio mundo.
Con motivo de los crímenes contra taxistas, ejecutados por una pandilla de menores de edad, se ha desatado una suerte de pánico, que incita a modificar el código penal para endurecer las penas contra los menores.
Nueva vez debemos hacer memoria, pues antes de las penas contempladas en los códigos ya nuestros jóvenes cumplían la peor de las penas: la de la exclusión.
De lo que se trata es de un fenómeno epidémico. Del crimen vinculado a la exclusión social, la pobreza y al consumo de drogas. Sin las drogas, las características aberrantes de estos crímenes probablemente no existirían. Pero habría crímenes.
Debemos atacar las causas del deterioro de nuestros jóvenes, víctimas propicias de la sociedad que estamos construyendo. La política de matar muchachos, como se ha hecho desde siempre, está claro que no ha resuelto la criminalidad. Y si esa pena capital, ilegal e inhumana, no la ha contenido, mucho menos lo va conseguir el aumento de las penas en los códigos.
Debemos sancionar adecuadamente a los menores, sin dudas. Pero un pensamiento estratégico serio sobre la criminalidad juvenil no puede obviar el horizonte económico, social y narcótico dominicano en su causalidad. La respuesta no se articula desde el miedo y el autoritarismo, sino desde la razón y la ley.
Pocos sectores de la vida nacional la tienen tan difícil, como los jóvenes y adolescentes. Estamos legándole el peor de los ambientes. Y el más frustratorio horizonte para vivir.
En su mayoría, según las estadísticas nacionales, provienen de familias de bajos ingresos, de poca educación, desempleados o de empleos precarios. Son los hijos de la informalidad económica y de las familias rotas, habitualmente sin padres acompañantes, criados a la sombra de una mujer convertida en toro de lidia.
Crecen en el entorno de la pobreza urbana, en la exclusión y el hacinamiento. Sin empleo y con graves dificultades para estudiar. Y en donde el espacio público, calles, callejones o parques, les son ajenos o pertenecen a las pandillas y sus leyes. La vida en ese entorno es narcótica.
El barrio es el territorio de la alianza encubierta de pandillas y autoridades, en una connivencia bien conocida por la comunidad, y sospechada por la opinión pública, a pesar de los grandes esfuerzos gubernamentales por revertir la situación. Es un mundo crecientemente estático y con escasa movilidad social.
Y para más, la televisión, el cine y el Internet llevan a sus hogares imágenes e historias de otros mundos. Ciudades de grandes avenidas, torres inmensas, hombres elegantes y mujeres hermosas y las marcas comerciales de mayor prestigio, en fin, modelos de ensueño del buen vivir, con el aderezo de la violencia.
El mundo, les resulta fácil descubrir, no es uno. Más bien son muchos mundos, cínicos, fríos o lejanos. Sueñan con migrar del suyo a cualquiera de los otros, y en su defecto, crear su propio mundo.
Con motivo de los crímenes contra taxistas, ejecutados por una pandilla de menores de edad, se ha desatado una suerte de pánico, que incita a modificar el código penal para endurecer las penas contra los menores.
Nueva vez debemos hacer memoria, pues antes de las penas contempladas en los códigos ya nuestros jóvenes cumplían la peor de las penas: la de la exclusión.
De lo que se trata es de un fenómeno epidémico. Del crimen vinculado a la exclusión social, la pobreza y al consumo de drogas. Sin las drogas, las características aberrantes de estos crímenes probablemente no existirían. Pero habría crímenes.
Debemos atacar las causas del deterioro de nuestros jóvenes, víctimas propicias de la sociedad que estamos construyendo. La política de matar muchachos, como se ha hecho desde siempre, está claro que no ha resuelto la criminalidad. Y si esa pena capital, ilegal e inhumana, no la ha contenido, mucho menos lo va conseguir el aumento de las penas en los códigos.
Debemos sancionar adecuadamente a los menores, sin dudas. Pero un pensamiento estratégico serio sobre la criminalidad juvenil no puede obviar el horizonte económico, social y narcótico dominicano en su causalidad. La respuesta no se articula desde el miedo y el autoritarismo, sino desde la razón y la ley.
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El principio gana-gana
El principio gana-gana
La ley básica del universo es la cooperación, que suma e incluye
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Jugar a ganar-ganar, donde todos somos vencedores
Por: Leonardo Boff, 9 de abril, 2010
Si miramos el mundo como un todo, nos damos cuenta de que casi nada funciona como es debido. La Tierra está enferma. Y como, por ser humanos, también somos Tierra —hombre viene de humus—, nos sentimos asimismo en cierta manera enfermos.
Parece evidente que no podemos proseguir en ese rumbo, pues nos llevaría a un abismo. Hemos sido tan insensatos en las últimas generaciones que hemos construido el principio de autodestrucción, al que hay que sumar el calentamiento global irreversible. Esto no es una fantasía de Hollywood. Entre aterrados y perplejos, nos preguntamos: ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Cómo vamos a escapar de esta situación global sin salida? ¿Qué colaboración puede aportar cada persona?
En primer lugar, hay que entender cuál es el eje estructurador de la sociedad-mundo, principal responsable de este peligroso itinerario. Es el tipo de economía que hemos inventado, con la cultura que la acompaña, que es de acumulación privada, de consumismo no solidario al precio de saquear la naturaleza. Todo se ha hecho mercancía para el intercambio competitivo. Dentro de esta dinámica sólo el más fuerte gana. Los otros pierden, o se agregan como socios subalternos o desaparecen. El resultado de esta lógica de competición de todos contra todos y de la falta de cooperación es la transferencia fantástica de riqueza para unos pocos fuertes, los grandes consorcios, al precio del empobrecimiento general.
Hay que reconocer que durante siglos, este intercambio competitivo ha conseguido abrigar a todos, mal que bien, bajo su paraguas. Creó mil facilidades para la existencia humana. Pero hoy, las posibilidades de este tipo de economía están agotándose como lo ha puesto en evidencia la crisis económico-financiera de 2008. La gran mayoría de los países y de las personas se encuentran excluidas. Brasil mismo no pasa de ser un socio subalterno de los grandes, para el cual se reserva la función de ser un exportador de materias primas y no un productor de innovaciones tecnológicas que le darían los medios de moldear su propio futuro. Todavía no nos hemos descolonizado totalmente.
O cambiamos o la Tierra corre peligro. ¿Dónde buscar el principio articulador de otra forma de vivir juntos, de un sueño nuevo hacia delante? En momentos de crisis total y estructural debemos consultar la fuente originaria de todo: la naturaleza. Ella nos enseña lo que las ciencias de la Tierra y de la vida hace mucho nos están diciendo: la ley básica del universo no es la competición, que divide y excluye, sino la cooperación, que suma e incluye. Todas las energías, todos los elementos, todos los seres vivos, desde las bacterias a los seres más complejos son interdependientes. Una urdimbre de conexiones los envuelve por todas partes, haciéndolos seres cooperativos y solidarios, contenido mayor del proyecto socialista. Gracias a esta urdimbre hemos llegado hasta aquí y podemos tener futuro por delante.
Aceptado este dato, estamos en condición de formular una salida para nuestras sociedades. Hay que hacer de la cooperación, conscientemente, un proyecto personal y colectivo, cosa que no se vio en Copenhague en la COP-15 sobre el clima. En vez del intercambio competitivo donde sólo uno gana y los demás pierden, debemos fortalecer el intercambio complementario y cooperativo, el gran ideal del “bien vivir” (sumak kawsay) de los andinos, mediante el cual todos ganan porque todos participan. Hay que asumir lo que la mente brillante del Nóbel de matemáticas John Nesh formuló: el principio gana-gana, por el cual todos, dialogando y cediendo, salen beneficiados sin que haya perdedores.
Para convivir humanamente inventamos la economía, la política, la cultura, la ética y la religión. Pero hemos desnaturalizado estas realidades “sagradas” envenenándolas con la competición y el individualismo, desgarrando así el tejido social.
La nueva centralidad social y la nueva racionalidad necesaria y salvadora están fundadas en la cooperación, en el pathos, en el sentimiento profundo de pertenencia, de familiaridad, de hospitalidad y de hermandad con todos los seres. Si no realizamos esta conversión, preparémonos para lo peor.
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Domitila Barrios: El dia que la ayuna del pueblo boliviano tumbó una dictadura
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Domitila Barrios: El dia que la ayuna del pueblo boliviano tumbó una dictadura
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Domitila Barrios: "Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro."
Por: Eduardo Galeano, Solidaridad.net, 21 de abril, 2010
Bolivia en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.
Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.
-Quiero decirles estito –había dicho-. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía, ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.
Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:
Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:
-No sean bobos –les decía-. Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos.
Y cuánta razón tenía. Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?
Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza, y su arrogancia come miedo.
Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales. Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo.
Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América Latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear.[…]
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Recomendaciones de la Asociación Panamericana de Infectología para la vacunación contra la Influenza Pandémica AH1N1
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Recomendaciones de la Asociación Panamericana de Infectología para la vacunación contra la Influenza Pandémica AH1N1
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Niños mientras son vacunados contra la influenza H1N1
Introducción
Debido a que el virus de influenza pandémico AH1N1 2009 es una nueva cepa y porende la mayoría de la población es susceptible de adquirir la infección y al riesgo potencial de complicaciones y mortalidad, y que la vacunación es la forma mas efectiva de prevenir el contagio, se recomienda inmunizar a la población en riesgo.
Estudios han demostrado que el virus AH1N1 es transmisible previo al desarrollo de sintomatología, por lo que el aislamiento tiene eficacia limitada para contener la enfermedad.
Existen en el mercado varias presentaciones de vacunas monovalentes, algunas con coadyuvantes, las cuales han demostrado suficiente eficacia y seguridad.
Artículo completo: http://www.api2009.com.br/newsletter/recomendaciones_api_vacuna_h1n1.pdf
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A los Cuatro Vientos
Tainos en Preparación para Corrida Sagrada
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Estudios han demostrado que el virus AH1N1 es transmisible previo al desarrollo de sintomatología, por lo que el aislamiento tiene eficacia limitada para contener la enfermedad.
Existen en el mercado varias presentaciones de vacunas monovalentes, algunas con coadyuvantes, las cuales han demostrado suficiente eficacia y seguridad.
Artículo completo: http://www.api2009.com.br/newsletter/recomendaciones_api_vacuna_h1n1.pdf
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A los Cuatro Vientos
Tainos en Preparación para Corrida Sagrada
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Escultura: A los Cuatro Vientos, de Abel Vasquez
Publicado originalmente por: ">oirrc@uctp.org> oirrc@uctp.org> '>?Subject= Re:Tainos En Preparacion Para Corrida Sagrada" href="mailto:oirrc@uctp.org%3e?Subject=%20Re%3ATainos%20En%20Preparacion%20Para%20Corrida%20Sagrada">oirrc@uctp.org> la_voz_taino
Martes 20 de abril, 2010
Boriken (CUPT Noticias Taino) - Para muchas culturas Indígenas los corredores eran de gran importancia por que era el modo en que se enviaban mensajes entre las comunidades. El pueblo Taino Boricua pronto han de enfatizar esta tradición al organizar la corrida ”A Cuatro Direcciones" este Julio en la isla de Boriken (Puerto Rico). Boriken 2010 Corrida Por La Paz y Dignidad está conectado a "La Jornada por La Paz y Dignidad" corridas espirituales que encarna la profecía Indígena de El Águila Y El Cóndor. Dicha profecía hace un llamado a la reunificación de todos Pueblos Indígenas que cubren todas Las Americas.
Vea el artículo completo en CUPT Noticias Taina: http://www.uctp.org
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¿Pues cómo habría de servir para educar a alguien aquel en quien alienta de un modo innato una tendencia natural e incorregible hacia el abismo? (Thomas Mann, Muerte en Venecia).
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