Por SERGIO RAMÍREZ, EL PAIS, TRIBUNA, 23/01/2011
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Sancho Panza en la Insula Barataria
Seguimos avanzando en la conmemoración de los bicentenarios de las independencias latinoamericanas. Este 2011, Venezuela y Paraguay.Las independencias significaron el intento de implantación de un modelo que tomaba sus elementos principales de dos hechos que eran recientes: el nacimiento de Estados Unidos, que dio como fruto la proclama de una Constitución democrática, de equilibrios institucionales y separación de poderes; y la Revolución Francesa, que trajo la Declaración de los Derechos del Hombre.
Era el siglo XVIII que entraba con retraso en tierras hispanoamericanas, o eran, más bien, las ideas reprimidas del iluminismo las que por fin tomaban cuerpo.
'El Quijote' inspiró tanto como Rousseau y Jefferson las constituciones de América Latina
Ambos procesos, además, tenían el prestigio de haber probado la eficacia del proyecto liberal en contra de la monarquía derrotada, para dar paso a gobiernos republicanos de carácter representativo: repúblicas independientes y democráticas, al amparo de constituciones que, sin embargo, debían surgir de la nada. O de algo peor que la nada.
Es cuando empezamos a sufrir esa gran contradicción permanente, que se resuelve en un espejismo repetido: la nación ideal que describe la Constitución es tomada por real. Pero lo real se resiste a acercarse a lo ideal. El empecinamiento, lúcido e ilusorio a la vez, comienza por tratar de someter a los rigores de un modelo político una realidad múltiple, contradictoria y dispersa, compuesta por capas geológicas sociales, que a la vez son capas culturales, y que se superponen pero conviven en un extraño anacronismo contemporáneo. Convivían entonces, y siguen conviviendo, sólo que dos siglos después se han agregado más capas a las antiguas.
Si nos acordamos bien, es lo que quería Don Quijote, que las ilusiones de los libros entraran en la realidad y fueran la realidad. Solo que los próceres querían que la realidad entrara dócilmente en los códigos, que el bien jurídico fuera el bien social. Y es lo que también quería Sancho cuando va a gobernar su ínsula Barataria, promover el bien común bajo leyes justas, y por eso promulga las Constituciones del gran Sancho Panza, aunque luego escriba a su mujer que ha llegado a su gobierno de la ínsula para enriquecerse. No sabíamos cuánto el ejercicio del nuevo poder bajo la independencia, que rompía un molde y creaba al mismo tiempo otro, le debería a las filosofías cervantinas, tanto como a Jefferson y a Rousseau.
El poder justo, basado en las leyes, es aquel que tiene por fin, según el discurso de don Quijote sobre las Armas y las Letras, "poner en su punto la justicia distributiva, y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden". Pudo haberlas pronunciado Bolívar o el cura Morelos. Igual que para Don Quijote, delante de los próceres de la independencia se abría el abismo entre lo real y lo imaginario, lo posible y lo imposible, lo verosímil y lo inverosímil; toda esa distancia insalvable que hay siempre entre la proclamación legal del orden justo, y las pobres posibilidades de realizarlo, y que termina en la locura de las simulaciones, como lo había entendido Erasmo.
Es un modelo ideal que se plasma en las constituciones, pero la realidad no se deja atrapar tan mansamente bajo sus ataduras. Huye hacia delante, escapando a los apremios del ideal, una persecución que hoy aún no termina. Las palabras que componen el credo político se vacían de contenido y suenan huecas. Son palabras con autonomía, en burla constante de lo que quieren decir.
A la palabra democracia, por ejemplo, se agregan otras: democracia popular, democracia ciudadana, democracia participativa; o se ha creado el término poder popular, que no es sino la traducción libre de democracia. Pero la redundancia no es sino el resultado de la insuficiencia, y de la frustración. O de la demagogia.
A la hora de la independencia, Sancho se montó en el caballo, y don Quijote se montó en el burro. La propuesta, como quimera, es del loco; la prueba de poder, por el contrario, es para el rústico analfabeto. Los caudillos de la independencia devendrán en ambas cosas a la vez, Don Quijote y Sancho. Los letrados, encumbrados en el poder, se hacen cargo del discurso de las letras, y también del discurso de las armas. No en balde son letrados a caballo.
Pero no solo gobernaron los próceres que hemos aprendido a idealizar, en armadura de Don Quijote, y son personajes de novela. No hay personaje más atractivo para un novelista que Sancho mandando, como en tantas ocasiones en América Latina. Leguleyos y tinterillos. Pero sobre todo, sargentos y coroneles. Los mecanismos imprevistos que tiene el poder, desde el azar, la osadía y la ignorancia, están llenos siempre de misterio y de interés, y de risa, y de drama, en la literatura y en la vida.
Porque aún no se logra del todo el gran milagro decimonónico de que las leyes estén por encima de los individuos que tienen poder. Es decir, aún no se logra el ideal forjado con la independencia: que cuando surja un caudillo, lo metan en cintura las instituciones. Las instituciones soberanas, por encima de los señores de horca y cuchillo, intolerantes de la ley y burladores de las constituciones, amamantados por la propia independencia, madre pródiga y tuerta. Los que ensillaron desde entonces el caballo, y se montaron en el burro.
Sergio Ramírez fue vicepresidente de Nicaragua y es escritor.
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Libertad interna como indicador de Centro de Gravedad.
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Por SILO (Mario Rodríguez Cobos), 1993. Madrid
Las referencias para dar una dirección mental, y hay quienes pueden seguir esa dirección con facilidad, mientras que otros lo hacen con dificultad, dándose encontronazos a cada paso. También proponemos el tema del centro de gravedad interno o, presentado con otro lenguaje, hablamos de sentido de la vida, de humanizar. Esto aparentemente no tiene mucha gracia, no aparece chispeante ni atractivo y la gente tiende a lanzarse a otras cosas más llamativas, dejándose atrapar sicológicamente.
El problema es que al des-centrarse, al salirse de enmarque, se produce sufrimiento en uno y en los demás.
Cuando vemos (cada vez menos) a la gente encantada con cosas del sistema, están fuera de sí, alteradas y no pueden oír, de modo que no nos queda otra posibilidad que esperar que se des-encanten, se des-ilusionen para poder escuchar nuestro punto de vista.
Contar con centro de gravedad propio, no parece tener atractivo y es algo que se aprende y se construye, no es algo que se da por sí sólo.
En efecto, al estar descentrado se produce sufrimiento y uno siente que “todo le pasa” y no sabe bien por qué. En cambio, cuando se cuenta con centro de gravedad uno está libre y eso es extraordinario. Esa libertad interna es lo importante aunque no tenga tanto atractivo en apariencia. Este centro de gravedad y esa libertad interna no acarrean sufrimiento ni a uno mismo ni a los demás. La libertad interna es el indicador del centro de gravedad y la conducta válida hacia los demás es su correlato humano.
Esto nos lleva a ver el concepto de la existencia “en sí” y la existencia “para otros”. Hay quienes, al no disponer de centro de gravedad, siempre están dependiendo de los demás, de los valores externos, resultando huecos por dentro, llevados por el oleaje externo permanentemente, siendo arrastrados como hojas por el viento y moviéndose siempre con una mirada externa en donde todo se ve plano, movido por hilos externos y sin profundidad.
Con la mirada interna todo se dimensiona.
Es importante comprender los mecanismos de la fascinación que producen la pérdida del centro de gravedad.
Uno puede fascinarse por poca cosa, por una hormiga, una piedra, y mucho más por las personas, equivocándose y produciendo sufrimiento.
Así llegamos a ver que el problema es que el ser humano sufre por pequeñeces, no por grandes acciones, y se frena todo. Además, al no poder sustentarse ese sufrimiento por nimiedades, mecánicamente de inventan “grandes problemas”, “enormes sacrificios”, “tremendos inconvenientes”, etc. Todo inconsistente. No es poca cosa el poder superar las fascinaciones y ver claro. Este sufrimiento por pequeñeces confunde mucho a la gente a la hora de hacer lo que realmente quiere y todo se frustra.
Uno ha de aclararse respecto de lo que realmente quiere y hacerlo coherentemente, sólo hay una condición: no perjudicar a nadie. Por eso distinguimos entre un sufrimiento padecido por las contradicciones internas y aquél provocado por quienes siguen los valores del sistema y quieren hacer sus caprichos a toda costa, sin tener en cuenta a los demás, sufriendo y haciendo sufrir por eso. A escala social, los trepadores del sistema hacen eso: sufren y hacen sufrir a todos con sus “tropismos”.
Unas de las pequeñeces frecuentes son los temores infundados, siendo el temor a la muerte el mayor, el mayor de ellos junto con el temor a la enfermedad y a la vejez. Sucede que, de todos modos, se envejece y se muere, para qué desaprovechar el corto período vital con fantasmas, si por el contrario, se debería aprovechar al máximo. Es curioso cómo los temores oscurecen y alteran con ilusiones, con algo que no pasa en realidad.
La soltura interna, sicológica, se logra aprendiendo a circular por los tiempos de conciencia sin cargas, sin pesos ni zonas oscuras, es decir con libertad y sin sufrimiento y, también, con el diálogo a cierto nivel con otros que pueden ayudar a despejar problemas e ir aprendiendo respecto de aciertos y errores. No hay que temerle a los cientos de errores que se pueden cometer porque son errores pequeños y, si están en buena dirección, son “inversión de aprendizaje”. Ojalá uno pudiera cometer un error tremendo y aprender de golpe, pero, en general, se comenten errores pequeños, subsanables. El punto está en la carga mental que se le ponga a todo, en donde oscila entre el dramatismo gravísimo a la sin importancia cínica.
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espacios de inspiración
Silo en el Parque Punta de Vacas, Argentina Por Pía Figueroa, Pressenza Internacional, 24 de enero 2011
"hay lugares en los que a veces el tiempo se detiene, no alcanzado por las agitaciones de la vida en el ambiente urbano, no tocado por el registro del propio transcurrir. Lugares en los que la atmósfera es eterna y en los paisajes no se distingue lo ancestral de lo moderno. Está el tiempo memorial presente, pero también el futuro que se asoma. Está el tiempo eterno..."
Son lugares con cielos especiales, noches en las que las constelaciones son un tema a conversar, vientos arremolinados y también livianos, que rugen y se van, atardeceres que parecen tener música. Cielos amplios tan transparentes como el propio corazón.
Por cierto no se trata de playas con aspiraciones de farándula ni de esos resorts que actualmente están de moda. No son los paraísos del turismo, los destinos de los paquetes ofertados en temporadas de vacaciones, ni mucho menos los exclusivos parajes en los que unos pocos descansan gracias al trabajo de muchos otros.
Tampoco son las nuevas rutas del vino, del chocolate o de los gourmet que caminan un rato para poder seguir paladeando; ni hablar de lo que se vende como “turismo de aventura” o como parajes ecológicos.... todos siempre funcionales a los negocios.
Estos son lugares simples, como pueden ser las piedras, el sol, el agua que baja de las montañas.
Espacios apropiados para preguntarse “¿Quién soy?”... saber de uno mismo, conocerse y profundizar en la meditación interna. Preguntarse “¿A dónde voy?” y levantar los ojos contemplando el horizonte con resolución.
No puedes sino caer en cuenta que los demás están en la misma condición humana en que uno debate la propia existencia, entre el temor, el dolor, los anhelos y la finitud que nos pone la muerte; esa irremediable compañera que puede transformar su rostro dándole sentido a los propios pasos, viene a acompañar las alegrías de los pequeños gestos en los que somos todos pares, en los que nos abrazamos celebrando los encuentros y tomamos juntos un sendero ascendente. La presencia de los demás resulta siempre en esos lugares tremendamente significativa. El trato cambia, quizá porque el otro adquiere volumen y uno toma perspectiva, el asunto es que el afecto no necesita de palabras y en los silencios van anidando las comprensiones.
Uno de ellos es el Parque de Estudio y Reflexión de Punta de Vacas, desde donde el 4 de mayo de 1969 Silo exhortara al rechazo de toda forma de violencia a fin de superar el sufrimiento humano. Viviendo recluido en su ermita de piedra, dio forma a las propuestas que hoy conocemos como el Mensaje de Silo, una nueva espiritualidad que apela a esa dimensión sagrada de la mente humana para encontrar libertad y sentido. Desde allí, desde su precario refugio en la montaña, se dirigió a quienes concurrieron para escucharlo sorteando no sólo las dificultades de la nieve sino también las amenazantes metralletas de los gendarmes de entonces.
Estos son lugares simples, como pueden ser las piedras, el sol, el agua que baja de las montañas.
Recordemos que la dictadura de Onganía impedía toda forma de reunión, aún cuando se estuviera a miles de kilómetros de las ciudades de los hombres. “Anda a hablarle a las piedras!”, le habían ordenado a Silo, negándole el permiso para cualquier acto público. Y así hizo, arengando a 2.800 metros de altura, a los pies del Monte Aconcagua.
¿Quién diría en esos momentos que su última alocución pública sería también sobre la necesidad de la paz y la no-violencia, pero desde la ciudad de Berlín en noviembre del 2009, respondiendo a la invitación que le hicieran llegar a su Summit los Premios Nóbel de la Paz?
Porque es desde allí, en el entrecruzamiento de tres cadenas montañosas (del Aconcagua, del Tupungato y la del Plata) con los tres caudales de agua que confluyen para dar origen al río Mendoza (el Cuevas, el Tupungato y el río Vacas), que se eleva este mensaje de esperanza.
Es en ese lugar donde se produce “la curva del tiempo”, enclave llamado así por los arrieros y en donde justamente está localizado el Parque en cuestión.
La sola geografía por sí misma es mítica... y todo lo que allí ocurre también.
Esa puerta de entrada al mundo mental más profundo es actualmente un lugar de encuentro e irradiación, donde la comunicación se experimenta en las miradas, en los gestos, en las palabras que ruedan en los distintos idiomas de la Tierra. Porque hasta estas latitudes llegan peregrinos provenientes de Europa y de Asia, de Norteamérica y África, sin contar con la frecuente concurrencia de los latinoamericanos. De hecho, en la Plaza de las Estelas ubicada frente a la Sala del Parque, se puede leer impresa sobre planchas de acero inoxidable la arenga “La curación del sufrimiento” pronunciada por Silo en ese remoto 1969 y traducida al ruso, al hebreo, al árabe, al chino, al inglés y por supuesto en su versión original en español.
En el Parque permanecen estudiosos desarrollando sus investigaciones por temporadas largas, abocados al estudio, trabajando en el Taller, nutriendo su inspiración en estos espacios; se siente entre ellos una sintonía especial, como si las diferencias superficiales que aporta cada cultura quedaran limadas por la convergencia de sus miradas siguiendo los altos vuelos que emprenden los cóndores.
Concurren asímismo diversos grupos para celebrar la llegada de un nuevo año, a pedir bienestar para aquellos que sufren o dejar las cenizas de un ser amado. Muchos llegan solos, por el día, simplemente a experimentar en carne propia lo enunciado en los primeros párrafos del libro “El Mensaje de Silo”:
Aquí se cuenta cómo al sin-sentido de la vida se lo convierte en sentido y plenitud.
Aquí hay alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza, a la humanidad y al espíritu.
Aquí se reniega de los sacrificios, del sentimiento de culpa y de las amenazas de ultratumba.
Aquí no se opone lo terreno a lo eterno.
Aquí se habla de la revelación interior a la que llega todo aquel que cuidadosamente medita en humilde búsqueda.
Parque Punta de Vacas (http://www.parquepuntadevacas.org/)
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¿Qué es hoy el Movimiento Humanista?
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SILO es luz: Despedida en Buenos Aires
Editado de El Mensaje de Silo (1998) por el Comite Gestor del Movimiento Humanista DominicanoEl Movimiento Humanista es un refugio, una crítica, una nueva interpretación, una nueva estética, una nueva espiritualidad, a favor de los excluidos.
Tiene el ideal de Humanizar la Tierra y la aspiración de crear una Nación Humana Universal, con iguales derechos e idénticas oportunidades para todos.
Es la fuerza de lo débil.
Es la semilla del cambio social, que va más allá de la compulsión, de la impaciencia, de la aspiración violenta, y de los sentimientos de culpa y de fracaso.
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1925).
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