Colonización a la inversa:
¿Conquistó el habla cibaeña a las islas Canarias antes que el Almirante "descubriera" al Nuevo Mundo?
Hace unos meses epistheme publicó unos pocos mensajes electrónicos intercambiados por el arqueólogo y antropólogo estadounidense Dr. Pedro Ferbel-Azcárate, el psiquiatra español Dr. Daniel Mancebo Zorrilla, y el estudioso taíno-kiskeyano Jorge Estévez, de la Smithsonian Institution, NY, donde debatían sobre la similitud de algunos aspectos de las lenguas gallega y taína, y los posibles orígenes de la sustitución de la “r” y la “l” por la “i” en el habla cibaeña. (Ver el siguiente vínculo.)
http://epistheme-tonydemoya.blogspot.com/2006/09/noticias-del-frente-lingstico-001.html
Mientras Pedro y Jorge argüían que este uso de la “i” era originalmente taíno, Daniel sostenía que el “cibaeño” se había nutrido de la presencia del uso de la “i” en la lengua gallega, supuestamente exportada desde España a la población del Cibao en los primeros años de la Colonia.
El día 2 de octubre de 2006 nos sorprendió la insólita – o no demasiado creíble, dirían algunos -- noticia del periodista Rafael Palacios en la revista Año Cero, de Gran Canaria, España, de que Pablo Novoa, un arqueólogo gallego, precisamente, reporta haber descubierto en el museo de esa isla, en 1972, diferentes piezas que habían sido fabricadas con un material inexistente allí, la jadeita, similar a lo encontrado por él previamente en el Caribe. Otros dos medios canarios previamente se habían hecho eco de la noticia, como podrán ver más adelante.
Los reportajes indican que Novoa llega a la conclusión de una posible “colonización a la inversa,” entre los siglos VII y X de nuestra era, y la respalda con 250 fotografías, el análisis de más de 600 topónimos comunes, y la existencia de cerca de 100 palabras aborígenes con un significado parecido a las usadas hoy día por los canarios.
La tecnología indígena de la navegación, incluyendo el probable uso de velas de algodón o fibras vegetales, habría facilitado las largas travesías intercontinentales.
En su Diario, dice la noticia, Cristóbal Colón relata que le habían hablado de una canoa encontrada en las costas canarias con dos tripulantes muertos, de rasgos físicos muy parecidos a los indígenas caribeños.
Acercándonos a la lengua, que parece ser la puerta de la cultura, el autor nos refiere el uso del lenguaje silbado.
Dice la noticia: “Hasta ahora [éste] se consideraba propio de la isla [española] de La Gomera, pero también fue descubierto en zonas de la Sierra Madre Oriental mexicana,” aunque está actualmente en desuso.
¿Podría igualmente encontrarse en esas islas el lenguaje “aspirado’ (cambio de la “h” por “j”), típico de muchas lenguas amerindias? ¿Y qué pasa con la “i”? ¿Usarían la “contracción” y la “reduplicación,” tal como el Taino, nuestra lengua polisintética originaria?
¿Podría ser que los canarios, casi al igual que nosotros hoy y nuestros aborígenes ayer, hablemos y hablasen por “analogía y por oposición, onomatopeyas y gestos de la cara y extremidades superiores,” como nos sugiere sobre la linguistica taina el antropólogo Freddy Barnitcha en 2005?
Probablemente Pablo – ojalá podamos contactarlo -- debería “daise una bueitecita, con la compaña d'un buen lingüi’ta, po’ei sitio dei Sibao a bei si jalla biba una lengua mueita,” compartida en Europa y el Caribe, 25 generaciones después.
Yaguarix
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Gran Canaria:
Un arqueólogo afirma que los guanches proceden de Sudamérica
LA GACETA, 2 de octubre, 2006
Pablo Novoa descubre en 30 años de trabajo las similitudes entre las culturas indígenas caribeñas y las canarias / 250 fotografías reflejan la investigación
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA – Pablo Novoa, arqueólogo gallego y autor del libro Los araguaco-taínos: una cultura precolombina en las Islas Canarias ha pretendido demostrar en su obra el contacto existente entre las culturas indígenas caribeñas y las canarias.
Tal como ha recogido Rafael Palacios en la revista Año Cero en su artículo La insólita conexión entre Canarias y Caribe, Pablo Novoa ha llegado a la conclusión de que las culturas indígenas caribeñas llegaron entre los siglos VII y X a algunos sitios de las islas de La Gomera, Tenerife y Gran Canaria.
Pudieron hacerlo y queda constancia en las crónicas de Cristóbal Colón, donde afirma que los indígenas centroamericanos tenían amplios conocimientos en navegación, lo que les proporcionaba lo necesario para viajar por el Océano Atlántico.
El trabajo de Novoa para respaldar su conclusión queda reflejado en 250 fotografías, el análisis de más de 600 topónimos que se repiten en uno y otro lugar y en la existencia de cerca de 100 palabras aborígenes con un significado parecido a las usadas hoy día por los canarios, entre las que se encuentran por ejemplo araucao que significa pueblo en ambas lenguas o chácara, que corresponde a castañuelas.
Tal como expone Rafael Palacios en el artículo acerca del descubrimiento del arqueólogo gallego, viajar a países como Cuba o Venezuela no hace difícil la tarea de encontrar a numerosos canarios y descendientes de los mismos que hayan llegado al Caribe en sucesivas migraciones, pero el contacto entre ambas culturas parece venir desde mucho antes.
El trabajo de Novoa se remonta al año 1972, fecha en la que el autor se encuentra viviendo en Venezuela y realiza un viaje a las Islas Canarias. Es en ese momento donde comienza a estudiar todo lo relevante a lo que expone en su libro.
Durante la visita que el autor realizó al Museo Gran Canaria, quedó sorprendido al ver diferentes piezas que habían sido fabricadas con materiales inexistentes en Canarias.
Este acontecimiento despertó la curiosidad del arqueólogo gallego y le impulsó a investigar sobre ello, trabajo en el que ha invertido más de 30 años de su vida.
La teoría de Novoa se basa en el encuentro de semejanzas entre ambas culturas.
Primero hace referencia a la tecnología conocida por las culturas indígenas centroamericanas.
Queda comprobado por los conocimientos en barcos de vela con los que pudieron llegar a las Islas Canarias.
El autor encuentra otro punto de referencia de su estudio en lo que respecta al lenguaje silbado. Hasta ahora se consideraba propio de la isla de La Gomera, pero en las investigaciones del arqueólogo consta que también fue descubierto en zonas de la Sierra Madre Oriental mexicana, aunque hoy tal y como afirma Novoa, está prácticamente en desuso.
Rafael Palacios a través de la obra del arqueólogo gallego expone en el texto la posibilidad de la colonización a la inversa, del Caribe a Canarias. Todo queda reflejado en los viajes inter-oceánicos que fueron hechos en el pasado y que probablemente suponían el traslado entre ambos márgenes del Atlántico.
Tal como afirma el autor, los aborígenes americanos eran grandes navegantes, prueba de ello son los dificultosos viajes que realizaban inclusive a algunas islas del continente australiano.
Palacios afirma que construían grandes embarcaciones y conocían el uso de la vela, que fabricaban en algodón o fibras vegetales.
Toda esta información está reflejada en crónicas de Colón en las que narra diferentes experiencias sucedidas en sus viajes por las Islas.
En algunos textos deja constancia de la similitud entre las embarcaciones de Canarias, que en un principio habían sido descubiertas y fabricadas por las culturas indígenas caribeñas.
Un dato relevante es la situación con la que Cristóbal Colón se encuentra cuando en la llegada a las Islas, le hablan de una canoa que encontraron en las costas canarias con dos tripulantes muertos de rasgos físicos muy parecidos a los indígenas caribeños.
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Novoa: "Los indios araguacos influyeron de forma crucial en la cultura guanche"
Un arqueólogo gallego abre una insospechada puerta a la reflexión sobre el pasado de los aborígenes de las Islas con una obra en la que refleja algo más que similitudes entre los rasgos físicos, lingüísticos y folclóricos de los indígenas canarios y los de estos habitantes de las Antillas Mayores.
D. FUENTEFRÍA, Santa Cruz
El arqueólogo gallego Pablo Novoa, autor del libro aún inédito "Los araguaco-taínos: una cultura precolombina en las Islas Canarias", manifestó, en una entrevista concedida a este periódico, que estos indígenas de las Antillas Mayores llegaron, e incluso colonizaron, entre los siglos VII y X, algunos lugares de La Gomera, Tenerife y Gran Canaria.
La obra es el resultado de más de 20 años de labor investigadora comparativa de ambas culturas en aspectos como el lenguaje, la toponimia, los restos arqueológicos, las costumbres, los ritos fúnebres e, incluso, los rasgos consanguíneos de sus miembros, con la que el experto, que asegura huir de la polémica, pretende tan sólo "abrir una nueva puerta a la investigación del pasado canario".
El libro reúne en 20 capítulos más de 250 fotografías que apoyan los argumentos del investigador, e incluye un diccionario con más de 600 topónimos indígenas que aparecen en el Archipiélago, Sudamérica y el Caribe, más un resumen de casi 100 palabras aborígenes con un mismo o muy similar significado.
Las fuentes para elaborar tan vasto trabajo, indicó, se basaron "en la consulta de mapas antiguos, referencias de trabajos elaborados por los cronistas de las Islas y más de veinte años de vida en Venezuela", aseguró.
Novoa reforzó sus tesis señalando, primero, que todas las denominaciones de los dioses de los aborígenes canarios terminan en "-an", igual que las de los dioses araguacos (respectivamente Yorocán y Atamán, por ejemplo). y segundo, que "la cultura taína desarrolló una navegación muy importante, como refleja Colón en sus crónicas, en las que menciona embarcaciones de 30 metros de largo, con capacidad para 150 pasajeros", indica Novoa.
Estos indios "sí conocían la vela, pese a lo que comúnmente se cree -prosigue-, todo lo cual significa que, efectivamente, pudieron haber cubierto los 5.000 kilómetros que los separaban de Canarias".
El investigador cree que los viajeros podrían haberse alimentado con tortas de cazaba y pescado. "Mi teoría es que llegaron primero a La Gomera, concretamente a la zona de Valle Gran Rey, y, de allí, atraídos por la inmensidad del Teide, se desplazaron a Tenerife".
"El arqueólogo francés Bernau descubrió en esa zona un cierto porcentaje de individuos de baja talla (1,50 metros), con piernas cortas y arqueadas, condiciones que sólo reúne el aborigen americano taíno, y que coinciden con otros exhumados por mí en Venezuela", aseguró.
"Estos restos aparecieron también, en menor medida, en Tenerife y Gran Canaria", añade. Un dato más: "La trepanación también se practicaba en América, y probablemente también fue un rito importado" de esta cultura.
Novoa asegura que sólo se ha limitado "a juntar las piezas de un gran puzzle, en el que también caben cuestiones como la del lenguaje silbado", sobre la que reveló que "existe una zona de Centroamérica en la que todavía algunos grupos arahuacos practican un silbo muy similar al gomero", con lo cual éste "no es único en el mundo", aseveró.
Además, "está escrito sobre este hecho que, en 1947, un misionero protestante dio a conocer a la Sociedad Lingüística de América la existencia de un lenguaje silbado, ya que había sido testigo de una transacción mediante esta forma de comunicación".
Y más coincidencias: "Los análisis del rasgo sanguíneo revelan que hay predominio del mismo tipo entre los restos canarios y los araguacos, y también en el Atlas marroquí", otro punto de influencia en los aborígenes canarios que se pone de manifiesto, por ejemplo, "en los petroglifos grabados por ambas culturas".
El folclore canario guarda también la impronta exterior, según el arqueólogo, en instrumentos como la maraca americana, de uso chamánico, de la que los cronistas mencionan, sobre Canarias, ciertos instrumentos similares.
"La danza de las cintas tampoco vino de España, sino que se trata de una danza relacionada con el culto a la fertilidad, donde el palo simboliza el órgano masculino y las cintas el arco iris", arguyó.
También los ritos adivinatorios con humo eran tradición de los araguacos, afirmó, "y la momificación, que se ha querido comparar con la egipcia, tampoco tiene que ver, ya que en la que se practicaba en las Islas no se extraían las vísceras".
"En la momificación arahuaca la desecación del cadáver se llevaba a cabo por exposición al sol y ahumamiento, igual que en Canarias", concluyó Pablo Novoa.
Punto de inflexión
El germen del libro de Novoa surgió durante una visita, hace 30 años, al Museo de Gran Canaria, "donde se mostraban unas hachas que habían aparecido en La Gomera, con gran parecido a otras de origen cubano (ambas en la imagen de arriba), y cuyo material, la jadeita, no se daba en las Islas".
"De este modo, se especulaba con que las hachas canarias hubieran podido realizarse gracias a la aportación de emigrantes", recuerda el arqueólogo.
Más tarde aparecerían más de estas hachas en otros puntos del Archipiélago como Gran Canaria . Pero el auténtico "gusanillo" por esta investigación, según Pablo Novoa, surgió tras el descubrimiento de objetos similares en excavaciones en Sudamérica.
Recorriendo las calles de Gáldar, también, "descubrí que algunos de sus nombres indígenas los había recopilado en Venezuela, aunque en el Cabildo me dijeron que se trataba exclusivamente de nombres guanches".
Otras coincidencias lingüísticas las ofrecen las palabras "araucao" (que significa pueblo en ambas lenguas), o "chácara", que alude a unas castañuelas.
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Un estudio relaciona a los guanches con los araguacos de América del Sur y Centro
EL DÍA, Santa Cruz de Tenerife, Viernes, 16 junio 2006
El arqueólogo gallego Pablo Novoa Álvarez presentará hoy, a las 20:30 horas, en el Club La Prensa del periódico EL DÍA, su último trabajo titulado "Los araguaco-tainos, una cultura precolombina en Canarias", editado por el sello canario Benchomo. Este trabajo ofrece al lector el resumen y las conclusiones de más de tres décadas de investigaciones sobre los aparentes paralelismos culturales existentes entre la cultura aborigen de las Islas Canarias y la del pueblo araguaco, afincado a lo largo y ancho de América del Sur y Centro. Novoa descubrió los primeros indicios de esta relación a través de unas hachas pulimentadas de piedra conservadas en el Museo Canario y se percató de su parentesco con piezas similares ubicadas en el Caribe. A partir de ese momento analizó los topónimos de ambas regiones y encontró más de medio millar de concordancias, entre otras semejanzas.
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