MODELO TRIANGULAR DEL DESARROLLO
Por Juan Burgos-Soto, MD
Especial para epistheme
El análisis del concepto Ser Humano ha sido algo clave para el desarrollo de las sociedades, donde se han propuesto varios modelos. El concepto de ser humano y desarrollo analizado de forma triangular en sus tres dimensiones: Longitud, Latitud y Altura; es quizás una de las formas mas graficas de representar cómo el conocimiento actúa como pivote de cambio en las sociedades en pos del desarrollo.
La Longitud, es el primer parámetro que debe explicarse para comprender todo este embrollo, que en términos llanos no es más que la dimensión egoísta de la vida de todo ser humano. La Longitud en la vida o lo que es lo mismo, la preocupación individual por desarrollar las potencias internas, afirma que todos poseemos talentos internos dormidos que debemos aprender a descubrir y a desarrollar, y no sucumbir frente a las ofertas fútiles que nos hacen perder el tiempo. En nuestro interior existen poderes creativos en potencia, y tenemos que trabajar asiduamente para descubrirlos.
Por esto cada individuo en su recorrido vital por las aguas de este ancho y caudaloso cauce llamado vida, debe identificar esos poderes creativos que habitan dentro de él y aprender a usarlos en el mejoramiento de su propia historia. Tendría que hacerlo como si la Divinidad le convocara precisamente a él, en ese preciso momento, hic et nunc, como parte importante del cambio, pues nadie hace una gran aportación a la humanidad sin este amplio sentido de la Finalidad y esta terca determinación. Nadie aporta nunca una gran contribución a la humanidad sin este poderoso impulso interno. [1]
Lanzarnos afanosamente a descubrir para qué habemos nacido, y entonces aplicarnos con pasión a realizarnos, es la primera acción que encamina al ser humano a la plena realización de sí mismo, y esto es la longitud en la vida de ese ser. [2]
Entendiendo este concepto es donde podemos explicar de forma más clara a qué se refiere la Latitud en la vida de un ser humano. Innumerables seres humanos han explotado al máximo estos poderes creativos internos, y han llegado al máximo grado de desarrollo de capacidades, pero están sujetos a las cadenas de una limitación paralizadora. Viven encerrados en los límites estrechos de sus ambiciones y deseos personales. [3]
Una vida completa debe comprender el parámetro de la Latitud, que es donde el individuo, en la medida que desarrolla la dimensión longitudinal, se interesa por el bienestar de los demás, por compartir con los demás esa sensación de bienestar que provee paulatinamente su desarrollo longitudinal ayudando a otros individuos a desarrollar este mismo ángulo en sus vidas, enseñándoles que la mejor forma de cristalizar estos conocimientos y mejorarlos a través del tiempo es compartiéndolos.
Una vida sin latitud es como un río tributario de sí mismo, que no tiene salida al mar. Estancado, maloliente, le falta vida y no tiene frescor. Para vivir creativa y significativamente, nuestro interés personal debe hermanarse con el interés por los demás. [4]
La validación tentativa de nuestras acciones es cada día, es hoy; y es por esto que sobre nosotros pesa la responsabilidad de hacer crecer lo nuestro haciendo crecer a los demás.
Y es así como vemos que la mayoría de los trágicos problemas del hombre que nos plantea el mundo hoy reflejan la incapacidad voluntaria del hombre para añadir la Latitud a su Longitud.
La tercera dimensión del hombre como ente activo en el marco del desarrollo de su sociedad es la Altura o tendencia ascendente hacia algo diferencialmente mayor por encima de la humanidad: La Espiritualidad. Todos los seres humanos tenemos el deber y la necesidad de elevarnos por encima de la tierra, jurando fidelidad a la Divinidad en que creemos, fuente de toda realidad. Los humanos que no logran desarrollar este ángulo, están tan atados a la tierra, que llegan a la conclusión de que la humanidad es la Divinidad. Pretenden vivir sin Firmamento. [5]
Y es de esta manera como se conforma geométricamente el triángulo sobre el cual están alineados los pilares del desarrollo de toda sociedad humana. Partiendo de lo individual a lo sublime, de lo particular muy personal a lo colectivo compartido. Viéndolo de esta manera y teniendo un poco de sentido práctico, entonces entenderemos que el perfecto balance de este estado y donde se potencian al máximo las fuerzas que impulsan el desarrollo es cuando este triangulo tiene todos sus lados iguales, todos sus ángulos iguales, cuando entendemos este modelo matemático como una triangulación equilátera.
Sin embargo, en las sociedades en vías de desarrollo observamos un menú muy variado de modelos triangulares que no corresponden justamente con este modelo. En ocasiones estos modelos pueden eventualmente ser equilibrados, pero la falta de armonía en sus componentes no los hace compatibles con un desarrollo óptimo de potenciales.
Pueden existir modelos triangulares en que el pilar Longitud esté bien desarrollado, y tengamos individuos altamente desarrollados pero escasos en número, y entonces tenemos montañas de conocimientos imposibles de cruzar contenidas en individuos que han alcanzado el grado máximo de desarrollo longitudinal. La contraparte de estas montañas son: masas itinerantes de individuos escasamente informados y con pocas perspectivas de crecimiento, haciendo más difícil para estos encontrar esos poderes creativos dormidos dentro de sí, y posteriormente aplicarse de una forma efectiva.
Este modelo lo observamos con frecuencia en muchos de los grandes científicos y filósofos, que estudian a fondo las interrogantes naturales del ser humano, haciéndose expertos en ellas, no queriendo compartirlas por temor a despertar dudas sobre su supuesto conocimiento, o bien en individuos que se hacen sorprendentemente hábiles en ciertos oficios, mas no comparten su saber por temor a ser destituidos. Esto es compatible con el patrón hegemónico de muchas sociedades donde se rinde culto a la antigüedad, en momentos rayando en el colmo de la idolatría a la senectud demencial de algunos patriarcas.
El conocimiento es una variable categórica sujeta a cambios. Respecto al conocimiento no existe nada absoluto, es algo que es siempre cambiante, que se enriquece en sí mismo y en los que los cultivan. El único dueño del conocimiento es aquel que se preocupa por adquirirlo; compartirlo lo convierte en un fruto dulce y jugoso, guardarlo de forma egoísta lo torna en semilla estéril que no puede plantarse ni germinar.
Otros modelos están representados por triangulaciones donde individuos con un concepto muy desarrollado de la Latitud, longitudinalmente deficientes que comparten conocimientos incompletos o malformaciones cognitivas derivadas de abstracciones personales de la realidad, sustentadas sobre el necesariamente trunco empirismo de la formación humana, forman entonces contingentes que creen fielmente en sus posiciones pero que son incapaces de analizarlas críticamente, valiéndose sólo de su modelo empírico, crean un circulo vicioso de desinformación. Generalmente este modelo es particularmente utilizado por los políticos apasionados que venden a medias la verdad, muchas veces no por que no deseen compartirla, sino porque ellos mismos no la conocen
Y quizás uno de los modelos más peligrosos es el modelo en el que la Altura, se constituye en sí misma en el único pilar que vale la pena desarrollar. Este modelo es popularmente profesado por los creyentes fanáticos de algún dogma religioso, donde ellos mismos descartan la ciencia como fuente válida de conocimiento y el hecho de “creer” para estos no necesita explicaciones más allá de la fe ciega. El peligro de este modelo está en que en muchas ocasiones estos individuos tienden a esperar pacientemente que la Divinidad venga y resuelva la situación, o simplemente creen que ésta es algo que “merecemos” por nuestras “culpas,” y hasta que la rueda cósmica del karma no se cumpla nunca se romperá este ciclo.
La conclusión de este análisis de un modelo geométrico del desarrollo es que todas las bases triangulares que sostienen estos tres pilares del desarrollo pueden ser equilibradas y eventualmente sostenibles, pero la falta de armonía de las no equiláteras las descarta como modelos viables y factibles de sistemas de desarrollo humano sostenible. Por esto no sólo debemos hacer por el desarrollo sino, velar porque éste cuente con la armonía necesaria para mantener el inestable equilibrio a lo largo del tiempo.
Por esto retomo el párrafo inicial completando: el paradigma del desarrollo humano hoy en día trasciende el simple hecho de pasar a las masas por el fuego académico purificador de las aulas, sino que deposita sobre nosotros la responsabilidad de impulsar modelos sostenibles y armónicos de desarrollo para generaciones venideras, que ya nos pisan los talones.
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Notas
[1] Luther King, Martin. La Fuerza de Amar. Las tres dimensiones de una vida completa. Pág.81.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd., Pág. 84
[5] Ibíd.
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