Por: Millizen Uribe
Comunicadora Social UASD
Movimiento Forjando Patria
¿Dónde estamos?
Actualmente la República Dominicana presenta una situación económica, política y social muy difícil. En el aspecto económico el nivel de vida de la gran mayoría se ha ido deteriorando, mientras que la calidad de vida se hace más y más cara. Esto es fácilmente observable en los precios de los productos de la canasta familiar, que en el 1980 costaba alrededor de RD$500 y que actualmente ronda los RD$18, 000, y de los servicios como transporte, teléfono, internet, luz, cable, etc.
En el plano social es observable el deterioro de servicios como la educación, la salud, la alimentación la vivienda, ya que los servicios públicos son extremadamente deficientes, en tanto que los privados son sumamente caros.
¿Y qué decir a nivel político? Hoy día observamos un deterioro de los partidos políticos, los cuales producto de la corrupción, el clientelismo y la falta de la filosofía que los caracterizó en años anteriores, década de los 60 y 70, se han ganado la desconfianza de la población, que, con razones demás, no cree en ninguno de ellos.
Así de manera general la población dominicana enfrenta una difícil situación producto del abandono y total descuido de las políticas públicas destinadas a velar por el bienestar social de todos y todas sus ciudadanos y ciudadanas, esto sumado a la promoción de prácticas reñidas con la ética, donde el ser humano es removido de su valor principal a un carácter utilitario.
La juventud dominicana no es ajena a esta realidad. Adolecemos, incluso en mayores proporciones, de los mismos problemas que enfrenta la población adulta. Podemos constatar esto analizando datos que revelan organismos internacionales, como son el Banco Mundial, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, entre otros. Estos señalan que cerca de la tercera parte de los jóvenes entre 15-24 años está desempleada, cifra que duplica la tasa de desempleo de adultos en el país.
Asimismo tenemos que alrededor del 8 por ciento de los jóvenes en este mismo rango de edad, 18-24 años, son analfabetos. Los datos del Censo de 2002 indican que 762,000 jóvenes entre 15 y 29 años, lo que equivale a un 33 % de la población, no han completado la educación primaria, en tanto que 62 por ciento de los jóvenes entre 20 y 29 años, no han terminado la educación secundaria, debido a que much@s abandonan la escuela por la necesidad de ganar dinero para mantener sus familias.
Ante este panorama venir a este debate a hablar de “Políticas de Juventud” es algo hasta absurdo, ya que lo ideal sería hablar de la falta de políticas de juventud, tanto en el orden económico donde a la población joven no se le garantiza el acceso al mercado laboral; podemos durar 5, 10 años estudiando y al final es muy difícil o imposible conseguir empleo, a menos que no se tenga muy buenas relaciones (tráfico de influencias). En el plano educativo no se cuenta con facilidades de estudio, en los centros públicos, tanto escuelas como universidad, es sumamente tedioso hacer una carrera, y en los privados es excesivamente costoso. Algunos dirán de las becas que otorga la Secretaría de Estado de la Juventud (SEJ) o los gobiernos de turno, pero la realidad es que son insuficientes en cantidad y, además, éstas se concentran solamente en la juventud del partido de gobierno.
En el plano político, la juventud no tiene incidencia ni dentro de los partidos tradicionales, ni de los “alternativos”. En los espacios de participación política partidista y no partidista, la voz cantante la llevan los adultos, quienes nos utilizan para hacer mucha bulla pero en última instancia las decisiones las toman ellos (ver ejemplo de grupos estudiantiles de la UASD). Tenemos una SEJ, ¿y qué?, ésta en vez de dedicarse a defender los intereses de toda la juventud dominicana, lo que hace es defender sólo los de su compañeritos y compañeritas de partido. Tenemos una “Ley General de la Juventud”, a saber la 49-00, pero ésta entra dentro de la categoría de leyes que no se cumplen por falta de voluntad política.
Ahora bien, en el plano social, sucede algo interesante y es que aquí sí hay una política hacia la juventud, pero una política de persecución y represión, ya que aquí los gobiernos sí han legislado pensando en la población joven, pero pensando en métodos de represión, ver “Decreto Cenicienta,” las redadas, la Otra Feria, donde las actitudes vinculadas a “lo joven” se criminalizan.
Sin embargo, de este panorama lo más preocupante es la respuesta que como jóvenes le damos a estas situaciones, debido a que por un lado la gran mayoría de la juventud dominicana no está organizada y a primera vista no le interesa eso porque sus prioridades son terminar una carrera, conseguir un trabajo, irse del país, o casarse.
Y la otra parte, que es aquella juventud que pertenece a partidos u organizaciones, que se caracteriza por una gran dispersión y segmentación temática --cada quien anda por su lado y luchando por cosas diferentes, pero con un mismo objetivo (inicialmente). Aquí hay muchas organizaciones juveniles pero no están articuladas ni se comunican las unas a las otras. ¡Y peor aún! Muchos jóvenes, que estarían interesados en integrarse, ignoran su existencia.
Otro problema reside en la falta de independencia y de un relevo generacional, cuyo caso expliqué anteriormente.
Estas debilidades ocasionan que en vez de existir un movimiento juvenil como tal, haya, más bien, organizaciones juveniles.
En la respuesta a la primera pregunta predominan los elementos negativos, pero les tengo una buena noticia: la de la segunda no tiene por qué ser igual de tétrica.
Las cosas están mal, hay que reconocerlo, hay que desprenderse de las pasiones políticas, los intereses partidarios y personales y reconocer que la situación de la juventud dominicana es muy difícil, pero si aplicamos el método dialéctico, tenemos que nada está terminado, ni acabado, sino que todo es construible, y por tanto modificable en tiempo y espacio.
Y la mayor garantía de modificar esta situación es nuestra misma condición de jóvenes, ya lo decía el ex presidente chileno Salvador Allende, “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
De hecho, históricamente la juventud ha sido la responsable de los cambios sociales y políticos en la historia de la humanidad, ver la Revolución Francesa, la Independencia estadounidense, la Revolución Cubana, el Mayo Francés de 1968 y, en el caso nuestro, la Independencia Nacional, que el promedio de edad de los Trinitarios era de 25 años.
Por eso hoy día, una vez más, tenemos la responsabilidad histórica de no perder la capacidad de asombro, de no quedarnos de brazos cruzados o de encajar en el modelo de joven perfecto que promueve este sistema que es estudiar, trabajar, tener familia y punto… y las luchas sociales, al carajo; no, no debemos conformarnos con la situación del país, sino que son necesarias muchas pilas para lograr un cambio, y ustedes se preguntarán ¿Cómo lo podemos hacer? , no existe una respuesta absoluta a esta pregunta, pero en el Movimiento Forjando Patria hemos reflexionado mucho sobre esto, y después de discutir y rediscutir, parte de las conclusiones es que ese cambio es posible en dos planos: uno micro y otro macro:
En el micro, primero tenemos que cambiar nosotros y nosotras mismas, ser diferentes en la casa, en la universidad, en el trabajo, en los grupos, en el partido, con nuestras parejas, con nuestros amigos y amigas, porque esta es la forma de no reproducir los esquemas y antivalores de los que hablamos al principio.
Y en el plano macro tenemos que superar la inamovilidad, la dispersión, los afanes de principalía y la intolerancia. El reto de la generación de los 60 fue la represión y un conservadurismo extremo, en el caso de esta generación nuestros retos son estos. Tenemos que aprender a respetar la diversidad y a tolerar las opiniones diferentes, porque sólo así podremos sentarnos en una misma mesa a discutir un tema o pararnos en una calle a protestar por algo. Pero también hay que romper con el egoísmo generacional de sólo sumarse a la lucha por las cosas de la juventud y desdeñar las luchas generales, esto porque tanto los males de la juventud, como los de los adultos tienen una misma raíz. Por eso en el Movimiento Forjando Patria rechazamos la sectorización y creemos en soluciones integrales.
Como juventud dominicana, hoy día tenemos una gran oportunidad, y es la de llenar ese vacío generacional que posee nuestro país, el cual amerita de voces nuevas, rostros frescos, pero sobre todo de nuevas ideas, nuevos planteamientos que realmente vayan encaminados a forjar una mejor República Dominicana, y con esto lograr ese cambio que es posible y necesario en la medida que nosotros y nosotras hagamos posible la tarea de forjar una mejor nación, una mejor patria.
Nota
[*] Trabajo presentado por la autora en el encuentro "Juventud Dominicana ¿Dónde estamos? ¿Para dónde vamos? Biblioteca Pedro Mir, Universidad Autónoma de Santo Domingo, miércoles 11 de Julio, 5:30 pm, junto a los panelistas Emerson Vegazo, Sub-Secretario de Estado de la Juventud; Juan Carlos Guerra, Juventud del PRD; Juan Miguel Pérez, Movimiento Nueva Mayoría.
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