Los narcos pagan “peajes” para facilitar microtráfico
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Hoy, 23 de Julio 2008
“Si uno tá conectao ellos (miembros de la Dirección Nacional de Control de Drogas) no te apresan. Ya uno ha llamao y se ha legalizao, así que ellos nos avisan cuando se van a tirar y uno va y quita el material”
Escrito por: MINERVA ISA Y ELADIO PICHARDO (m.isa@hoy.com.do)
Muchos ciudadanos no lo saben a ciencia cierta, pero lo sospechan: es imposible que un negocio como el microtráfico de estupefacientes se expanda de la forma tan vertiginosa como ocurre sin agenciarse el favor de algunos de quienes lo vigilan. Pero en las barriadas todos conocen del contubernio, de la connivencia, e incluso hay vecinos que identifican y llaman por su nombre a los agentes de la Policía y de la DNCD que reciben “lo suyo” para que se hagan de la vista gorda o para que protejan determinados puntos y a sus dueños.
Los líderes comunitarios, los sacerdotes católicos y los pastores evangélicos también lo saben y lo han denunciado en múltiples ocasiones. Los bajos salarios de las autoridades facilitan que la connivencia sea posible.
Delincuencia y corrupción se dan la mano, sellan el pacto de connivencia entre agentes policiales y antinarcóticos con los pequeños traficantes, dando licencia al microtráfico de estupefacientes, legitimado con un “peaje” que acredita los puntos de drogas y los expande como la mala yerba.
Un seguro de vida. Una cuota fija o un porcentaje de la venta, cuyo incumplimiento conlleva persecución, cárcel o muerte.
El contubernio, vox populi en las barriadas, lo posibilita la presencia de delincuentes “enganchados” a policías y policías trocados en delincuentes. Se evidencia cuando alguien denuncia en la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) a un microtraficante y de inmediato éste se entera con pelos y señales, cuando poco antes de un operativo los que operan puntos de drogas son avisados, y al llegar no los encuentran. La complicidad se expresa, por igual, en determinados decomisos al reportar menor cantidad de droga o no reportarla, para colocarla en una red con los que estén vinculados.
Una investigación. Agentes de la PN y la DNCD llamados a velar por la seguridad ciudadana y eliminar el tráfico de drogas, han sido responsables de esas y otras prácticas corruptas asociadas al microtráfico, del que se benefician reclamando a los jóvenes legalizar su punto de droga, con la garantía de no ser apresados a cambio de una cuota. Esa confabulación la revela un estudio que para Casa Abierta realizó la antropóloga Tahira Vargas en el barrio Guaricano, de la capital, en el que muchachos y muchachas involucrados en esas y otras actividades delictivas aseguran que les cobran todos los viernes entre RD$10,000 y RD$20,000, según lo que se venda. “Si uno se legaliza con la DNCD no joden a uno, no vienen a quitarte el punto ni a apresarte, te dejan tranquilo”. La conexión o legalización tiene que pasar por el cuartel del barrio, afirman.
“Cuando uno va a vender uno se pone legal primero, uno llama a la DNCD y se conecta”. “Yo le reporto que voy a estar en este lao vendiendo. De lo que uno venda uno le da la mitad a la Policía”. “Si uno tá conectao ellos no te apresan. Ya uno ha llamao y se ha legalizao, así que ellos nos avisan cuando se van a tirar y uno va y quita el material”.
El pago les da estabilidad, permite no estar amenazados por los allanamientos dirigidos a cobrarles a los que no cumplen con la cuota, la que estiman como algo “normal” que hay que hacer para mantener el punto abierto. Su cobro sistemático plantea que la venta de drogas trasciende a los jóvenes en actividades delictivas formando redes con agentes de la PN y la DNCD encargados de erradicar un negocio del que son grandes beneficiarios. Mientras más puntos se formen más cobran.
En represalia, a los que no pagan les desmantelan los puntos de drogas. “Tenía un punto y la Policía lo desmanteló. Yo no quería pagarle, y nos quitaron el punto, no me apresaron porque me fui al campo”.
Algunos jóvenes se niegan a pagar y se mantienen “clandestinos”, en zozobra permanente, corriendo el riesgo de ser apresados o que los maten.
Muertes. No sólo cobran por los puntos de drogas, también en las redadas policiales. Según relatan los entrevistados, cuando la DNCD hace “allanamientos” paran a los jóvenes pidiéndoles dinero, muchas muertes ocurren porque no les pagan. “La DNCD te para y te pone drogas para hacerte la maldad y le pagues”. “A un amiguito mío la DNCD lo paró y como él estaba fumao y muerto de risa le pidieron 20,000 pesos y le dijeron ta preso, se fue y no le dio ná, lo persiguieron y lo mataron, le pusieron una bolsita”. “La DNCD te agarra para pedirte dinero y si tú no le das está preso y te dan muchísimos golpes, si te va, te matan”.
Establecer un punto de droga supone disponer de un capital que suelen conseguir con atracos y robos. “Yo para poner el punto necesitaba 21,000. Conseguí 10,000 en un atraco en el campo y los otros con los amigos que iban a poner el punto conmigo. La mitad del dinero la compré de drogas, cadenas de 12 gramos (cocaína)”. “Uno tiene que hacer otras cosas para ganar, la Policía tiene a uno ‘ajito’ y te sacan y te sacan, así que tengo que buscármela por otro lao, hacer lío, meterme en lo que sea”.
La combinación entre la venta de drogas con robos y atracos es frecuente, aparecen como acciones ocasionales tanto en jóvenes de sexo femenino como masculino. Los más practicados son:
--Robos de cables y artículos de hierro, cuya incrementada demanda los convierte en una de las actividades delictivas principales. Venden el hierro fácil y rápido en el barrio, donde los compran para revenderlos.
--Atracos de camiones y patanas, un delito rentable. “A mí me llamaron para un negocio con una patana de arroz, no se si me meta en eso, es delicado, porque no quiero matar a nadie”.
Un “tumbe”. Los enfrentamientos violentos por puntos de drogas son frecuentes, los genera un “tumbe” de un grupo a otro. Los vendedores se atracan entre sí y se roban la droga o se enfrentan por competencia en la venta. En cambio, otros mantienen relaciones de complicidad y de apoyo.
“Si uno vende más que el otro comienzan a tirarte fuego para desbaratarlo”.
“Nosotros asaltamos un punto de droga, le quitamos la droga y el dinero y ellos nos tiraron, se armó el tiroteo”.
“Ese ojo yo lo perdí porque me fueron a quitar una mercancía, yo estaba vendiendo y vinieron tres y me cayeron encima y a un amigo, nos quitaron la mercancía y me puyaron en el ojo”.
Zoom
“Indelicadezas”
Así califica el titular de la DNCD, mayor general Rafael Radhamés Ramírez Ferreira, las causas por las que canceló más del 15% de los bachilleres seleccionados para entrenarlos como antinarcóticos. Esos muchachos vinieron de la sociedad civil, expresa, al señalar que se tiende a estigmatizar con la corrupción a miembros de las FA incorporados a la DNCD.
La complicidad en agentes ha sido alta, aunque precisa que con la mejoría en salarios y condiciones de trabajo ha mermado la corrupción. “Cada vez vemos cómo va en ascenso la eficiencia, el concepto de la labor que desempeña un agente de la DNCD, con más responsabilidad, menos tendencia al microtráfico”.
Mientras, persisten las denuncias de venalidad de fiscales, jueces, militares y políticos, la complicidad de miembros de la PN y de la dotación de la DNCD que extorsionaban a personas con parientes en casos de drogas.
Las frases
Radhamés de la Rosa
“El desmantelamiento de los puntos lo que genera es relevo, apresan al traficante y ese punto se traslada a otro sitio”.
Tahira Vargas
Los barrios no son impenetrables, aunque hay sitios donde no puede entrar la Policía, que tiene culpa porque ha incentivado eso con el cobro de cuotas y su actitud de maltratar, de reprimir, de matar.
La clave
Principales riesgos
1- Riesgo de muerte. La muerte de amigos y novios por policías y en enfrentamientos por puntos de drogas es recurrente.
2- Acoso de la PN y la DNCD en el barrio. Los jóvenes se sienten amenazados permanentemente. “La DNCD se tira por ahí y cuando los veo me quito los pantalones para que no me pongan drogas, me maten o apresen”. “Matan por cualquier cosa, uno está en peligro”.
3- Riesgo de caer en un círculo de violencia y venganza. “Uno termina hasta matando, la primera vez que maté a un hombre me dio mucho miedo y me puse muy nervioso. Ya las otras veces lo vi como normal”.
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Magnates de la droga manejan distribución
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Hoy, 22 Julio 2008
El mayor Aquino Rodríguez afirma que los narcotraficantes se han estado retirando de los barrios de Santiago debido al trabajo de la DNCD
Escrito por: JOSE ALFREDO ESPINAL (j.espinal@hoy.com.do)
Las drogas que se venden a través del denominado microtráfico son distribuidas principalmente en barriadas populares, en sitios que no llaman mucho la atención o que se escudan en negocios normales, pero se trata de una “mercancía” propiedad de grandes narcotraficantes que las almacenan en urbanizaciones y sectores residenciales.
El mayor Juan Ramón Aquino Rodríguez, responsable de la oficina de la Dirección Nacional de Control de Drogas en Santiago, refirió a periodistas de este diario que en el país se consume mucha marihuana debido a que es fácil pasarla por la frontera. Pero la droga que más se incauta es la cocaína, que tiene una gran demanda.
SANTIAGO. El jefe de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) en la Regional Norte, Juan Ramón Aquino Rodríguez, afirmó ayer que el microtráfico de drogas que se moviliza en los barrios es dirigido por magnates narcotraficantes que tienen lugares de acopios en residenciales y urbanizaciones.
Tras reconocer que el microtráfico se registra tanto en un ventorrillo como en una construcción abandonada o en un chimichurri, aseguró que en los barrios sólo están los vendedores que dependen de grandes promotores de estupefacientes que se esconden en lugares de clase alta.
"Los narcotraficantes operan sus centros de acopio en los residenciales y urbanizaciones porque son lugares donde supuestamente no hay corrupción ni tigueraje, y ellos se van allí, pero los estamos vigilando", advirtió el mayor Juan Ramón Aquino Rodríguez, entrevistado por reporteros de HOY.
El oficial dijo sin embargo que los narcotraficantes se han alejado últimamente de los distintos barrios de la ciudad Corazón y la región Norte, por el trabajo ejecutado del organismo anti-narcóticos para combatir el tráfico y consumo de drogas.
Manifestó que en el país se consume mucha marihuana porque debido a la debilidad de las fronteras su importación es muy fácil.
Explicó que la droga que se incauta con más frecuencia en el país es la cocaína, lo que atribuyó a que es la más demandada por los narcotraficantes, debido a que al parecer le hace mayor efecto a los consumidores.
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El microtráfico “trabaja” con jóvenes y adolescentes
Hoy, 22 Julio 2008
Antes el consumo de estupefacientes era propio de los sectores sociales altos, pero ahora llega a todos los grupos sociales, sobre todo por las facilidades que ofrece el microtráfico
Escrito por: MINERVA ISA Y ELADIO PICHARDO (m.isa@hoy.com.do)
Quienes sostienen el negocio de distribución de drogas denominado “microtráfico” se aprovechan de adolescentes y jóvenes, en algunos casos niños de 12 años y hasta de menos edad. Cuando la Policía los detiene o caen en enfrentamientos, su juventud es obvia.
El siquiatra Manuel Herrera, coordinador interinstitucional del Consejo Nacional de Drogas, sostiene que se trata de muchachos que provienen de familias que ahora no existen, como en el pasado, porque muchos de estos adolescentes y jóvenes ni siquiera conocen a sus padres. O, añadió, son padres que pasan gran parte del tiempo fuera de la casa, “trabajando”. Otros son hijos cuyos progenitores han emigrado, uno o los dos, hacia otras naciones.
El síndrome del dinero rápido que en los estratos medios y altos motoriza el narcotráfico y el lavado de activos, contagia a jóvenes de barrios, deslumbrados por el consumismo, con expectativas de vida inalcanzables en su entorno familiar y social. Muchachos y muchachas que se involucran en el microtráfico de estupefacientes aguijoneados por las presiones sociales, presas del hedonismo, de un relativismo y materialismo que corroe los valores y, en alquimia mortal, se entremezcla con la extrema pobreza mental y material.
Las diferencias en la forma de operar de unos y otros son evidentes. En el poderoso narcotráfico los beneficios suman millones de dólares, en el bajo mundo de la barriada cientos, miles de pesos. En los primeros, el delito no tiene rostro, encubierto por la complicidad, difuminado por la protección desde las altas instancias del poder, en otros sus caras aparecen en la prensa y la televisión –salvo si son menores- al apresarlos en un allanamiento o redadas policiales.
Predominan entre los 33,039 detenidos en 21,853 operativos realizados por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) de agosto de 2006 a junio de 2008. Son los que pueblan las cárceles y cementerios, los que caen abatidos en los incesantes “intercambios” de disparos de la Policía o en ajustes de cuentas.
Final frecuente en jóvenes subyugados por modelos de enriquecimiento ilícito impune, impelidos por ansias de placer y de poder, las urgencias de posesiones materiales con las que equívocamente pretenden elevar su autoestima, arrebatar un espacio en la sociedad que los margina, aun al alto precio de la cárcel o de la vida, de ensangrentar y enlutar la barriada con las “vendettas” por un “tumbe”, los enfrentamientos por el control de los puntos de drogas o las muertes usualmente no reportadas por sobredosis, mientras los sobrevivientes quedan reducidos a entelequias, sembrados por la depresión en un camastro o lanzados a la calle por la demencia.
Dinero rápido. Fácil. Al instante. Que no aguarda el tiempo que toma cursar una profesión, fructificar una cosecha en la parcela o madurar un negocio. Dinero impaciente para el lento menudeo de un colmado o un ventorrillo. Ese afán de conseguirlo a toda costa, la prisa por un cambio de estatus, se apodera también de muchos jóvenes de las barriadas que trafican con drogas, que atemorizan con su explosiva violencia y marcado sadismo.
Para ser capaz de tales atrocidades parece haber químicos alterando su siquis, cocaína o crack deformando sus mentes, induciéndolos a cometer acciones horrendas que no harían “a sangre fría”. Cierto, pero estudiosos del fenómeno advierten que hay más, mucho más que hace que los efectos de esas sustancias difieran de las reacciones en otros adictos en quienes la agresión recae contra sí mismos, autodestruyéndose.
Toda esa violencia que estremece cuando atracan, roban y matan, al violar a una niña o a una anciana, deja a la población atónita por ser hechos protagonizados a veces por jóvenes involucrados en la delincuencia asociada al microtráfico, en los que droga y alcohol se amalgaman con otros ingredientes corrosivos: la ira acumulada, el resentimiento ante una sociedad indolente que los rechaza y excluye, que a ellos y a sus progenitores les negaron las oportunidades para escapar del círculo de la pobreza.
Nacieron en la ciudad, hijos de emigrantes campesinos. Entre ellos, otros recién llegados del campo que tiraron la azada y optaron por el motoconcho, del que desertan al encontrar un negocio más rentable, el microtráfico de drogas que aporta dinero rápido, mucho más fácil que labrar la tierra o pedalear todo el día un triciclo bajo lluvia y sol, acarrear mercancías en el mercado o pasar doce horas de vigilante entre bostezos y hambre con un mínimo salarial más de siete veces contenido tan sólo en el aumento de RD$58 mil mensuales de los diputados.
Entrenamiento. Mientras, una nueva generación se entrena en la delincuencia desde infantes, niños y niñas que al ser utilizados en el microtráfico incurren en delitos insospechados. Crónicas periodísticas reportan la detención de menores de 12 años armados, que agredieron o mataron a alguien. Niños sin capacidad ni experiencia para reaccionar frente al peligro, muchachitos de la calle en completo desamparo, sin afectos ni controles, cientos duermen en cuevas, en aceras.
Los manejan adultos que también se criaron deambulando, inhalando cemento, cometiendo raterías para comer, y que hoy cayeron en la poliadicción que exacerba la violencia intrafamiliar, el uso de drogas ilegales, de alcohol y sustancias adictivas legales usadas en sicopatologías.
Es grande la complejidad del fenómeno. Lo grave es cómo darle la respuesta, porque habría que crear cárceles enormes para todos estos jóvenes, expresa el siquiatra Manuel Herrera, coordinador interinstitucional del Consejo Nacional de Drogas, y agrega:
--Hay que buscar una respuesta social organizada con la participación del Estado y la sociedad civil. Se habla ahora de la familia, pero de cuál familia, pensamos en la de 40 años atrás, que ya no existe, con el papá y l a mamá todos los días en el hogar, ahora ambos están todo el tiempo en la calle trabajando, se va el padre o la madre a Nueva York, a Holanda, y los muchachos quedan con otros. Pero los que vienen de los pueblos a la capital, los padres están dispersos y los niños andan sueltos.
--Quisiera que los que vengan a mí con un problema de droga sean de familias estructuradas, es más fácil manejarlo. Pero imaginen alguien que nunca ha ido a la escuela, no sabe quién es su padre, que es violado y abusado, niños que se ejercitan en la prostitución para vivir, son cosas espantosas, dolorosas, y el gran crimen es que nadie se imagina su dolor, no justifico nada de eso pero al verlo pienso que hay que hurgar en la vida de ese individuo. De ese niño mendigando, pidiendo de lo que estás comiendo, sin que le duela a nadie. Y se van cargando de ese rechazo.
--Analizarlo fríamente da miedo, porque ya son millares de indigentes, y al que no les espanta le son indiferentes, todavía peor. Por eso el crecimiento de muchas religiones, por la desesperanza de esa gente, la misma desesperanza hace que vayan a las drogas, piensan que no tienen de qué vivir, y si les dicen que vendiendo droga van a comer, aceptan”.
Las frases
Leopoldo Díaz
Si tenemos un narcotráfico caracterizado por su bestialidad, falta de escrúpulos, capaz de cobrarse con vidas humanas la deuda de drogas, es por el traficante, no por el consumidor”.
Radhamés de la Rosa
En los barrios se usa cocaína adulterada, un gramo lo convierten en diez, le echan cal, leche, piedras rayadas, y es más dañina. Eso va a los pulmones, incluso sustancias cancerígenas“.
Víctor L. Burgos
Hay microtráfico en todos los estratos, gente adinerada cree que no llegará a su hogar, pero nadie está exento, es un problema de valores”.
Zoom
Soterrada
La droga forma parte de una economía subterránea en el país y el mundo, se ve la punta del iceberg, alguien de la comunidad que maneja recursos y no trabaja, y se sabe que vende drogas. Pero casi nunca se sabe quiénes son los grandes traficantes, siempre tienen cómo resguardarse. Los microtraficantes poseen menos protección.
No es igual atender a un adicto que tiene su familia, una red de apoyo, que a uno que no tiene a nadie, únicamente su hambre y su desamparo, que resuelven con el microtráfico, evadiendo su realidad con el consumo.
Para llegar a los pobres, los que dirigen el negocio han hecho drogas más baratas, el crack y otras que califican de “basura”. Los muchachos de clase media alta y alta tendrán acceso a drogas de más pureza, más calidad. No es igual una cocaína diez cortes que darle 25 cortes.
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