martes, junio 26, 2007

Noticias del Frente Cibernetico 005

La ficción on line: un espectáculo en directo [1]

Hernán Casciari

Nació en Mercedes, Buenos Aires, en marzo de 1971. Es hincha de Racing, además de escritor y periodista. Su blogonovela "Más respeto que soy tu madre" ha sido leída por miles de internautas. En febrero de 2004 comienza a escribir artículos, ensayos y piezas cortas de ficción en Orsai. En 2005 le pone voz en Internet al protagonista de la serie de TV "Mi querido Klikowsky" y publica la novela "Más respeto que soy tu madre" (Plaza & Janés), recopilación del "Weblog de una mujer gorda" bitácora elegida como la mejor del mundo por la cadena alemana Deutsche Welle.

NO PIERDA LA OPORTUNIDAD DE ECHARLE UN VISTAZO A "LA MUJER GORDA" PULSANDO ESTE ENLACE:
http://mujergorda.bitacoras.com/2/

1. Introducción

Hay dos elementos que se echarán en falta en este capítulo: rigor científico y discurso académico. Del tema sobre el que he elegido escribir sólo conozco mi propia experiencia, que para peor es reciente, fragmentaria y autodidacta; jamás he utilizado bibliografía complementaria ni he incursionado en detalle sobre lo que suele llamarse 'literatura no lineal'. Nunca, siquiera, me he propuesto ser un experto en contar historias utilizando formatos tecnológicos. Por lo que se me deberá perdonar la ausencia de un edificante pantallazo sobre los inicios de la ficción en Internet. Tampoco mencionaré al weblog como un medio sencillo, novedoso y utilitario; ni citaré aquí enlaces a páginas web pioneras en la ficción, porque las desconozco; ni he de utilizar notas al pie para certificar mis argumentos, que son pobres pero honrados. La verdad es que no soy mecánico de coches ni gran amante de la velocidad: soy, si se me permite la metáfora, taxista. Por tanto no disertaré aquí ni sobre coches, ni sobre la expansión del mercado automotriz, sino sobre de qué manera podemos transportar a las personas a través de historias de ficción.

Actualmente hay cientos de miles de ojos en todo el mundo que están mirando un monitor día y noche; no sé por qué ocurre semejante despropósito, pero es así como están dadas las cosas. Se trata de personas deseosas de que algo les provoque emoción o entretenimiento (de que algo las 'transporte'). Hablaré en este capítulo de cómo transportar a esas personas a través de una novela, de cómo hacer que se sientan cómodas en este coche moderno y vertiginoso que tenemos entre las manos y se dirige quién sabe a dónde. La mecánica del 'vehículo blog', su historia y su fenómeno, su potencialidad y su pretendida revolución social, me tendrán, de momento, sin cuidado.


Existen muchas maneras de exponer o publicar historias de ficción a través de Internet, y la mayoría de ellas me importan un rábano, por lo tanto nada puedo decir de interesante sobre ellas. No me interesa ni la obra literaria en .pdf. ni los libros electrónicos, ni la literatura no lineal que nadie lee, ni los weblogs donde se publica, en trozos, una historia que ya ha sido escrita previamente en papel. Todo esto es válido y existe, pero no hablaré de ello porque son proyectos literarios que se nos presentan 'en diferido', y a mí lo que me interesa de la fusión entre literatura y tecnología es la concepción de una obra en directo, leída y escrita en tiempo real, a la que he llamado blogonovela.

He explicado ya en otras ocasiones cuál es la estructura argumental de la blogonovela, y no pretende este trabajo centrarse en este punto; pero sintetizaré brevemente, antes de continuar, sus reglas básicas: se trata de una obra escrita en primera persona, donde la trama ocurre siempre en tiempo real. Por tanto, no son válidas las extrapolaciones, ni un transcurso del devenir diferente al de la fecha de publicación.

El protagonista se reconoce como gestor del formato (el weblog), la realidad afecta al devenir de la trama, el protagonista "existe" fuera de la historia (lo que indica que los lectores tienen el derecho de interactuar con el personaje principal desde un sistema de comentarios) y, finalmente, el autor no aparece nunca mencionado dentro del territorio de la ficción.

Cuando se me pregunta si la blogonovela es un formato para escribir novelas o un género literario en sí mismo, suelo decir que es mucho menos que eso: se trata, sencillamente, de un espectáculo en vivo. Si la blogonovela no tuviese espectadores habría que llamarla de otro modo; y si ya ocurrió o aún está por ocurrir, también debería llamarse de otro modo. La blogonovela 'es' mientras ocurre, y en tanto un grupo humano compacto le esté prestando atención. De lo contrario es feto o ya ha muerto.



2. Ventajas de la incomodidad

Siempre me he preguntado por qué cada vez más gente elige el ordenador para consumir ficción literaria. Me sorprendo, a veces, cuando descubro que muchas personas leen mis historias, pudiendo ocupar ese tiempo en leer un libro, que es más cómodo. El monitor cansa la vista, te obliga a mantener una postura física determinada, no te lo puedes llevar al baño ni al camping, ni es aconsejable que lo subrayes.

El libro es mil veces más portátil que un ordenador portátil, el libro es barato, huele muy bien, sus historias te esperan el tiempo que haga falta y, de todas las evoluciones humanas, la editorial ha sido la única que no ha perdido del todo una esencia artesana, íntima, que nos reconforta.

Con el fútbol me invade una duda similar: en ciertas ocasiones elegimos comprar una entrada para concurrir al campo de juego, en vez de quedarnos a ver la retransmisión del partido desde el sofá. Además de más barata, la emisión del fútbol en casa nos permite ver las repeticiones de las mejores jugadas, ir al baño muchas veces, no pasar frío y buscar cervezas en la nevera. En el estadio, en cambio, la visión es fragmentaria, si estás distraído puedes perderte el gol y a veces te toca sentarte al Iado de un pesado que no para de hablar o te hace preguntas. La cerveza hay que pagarla y el baño queda muy lejos.

Entonces, ¿por qué en ciertas ocasiones elegimos la incomodidad? La respuesta a ambas preguntas, sospecho, tiene un origen común. Cuando pagamos una entrada para ir al campo de juego, no estamos pagando para 'ver' el partido, sino (acaso fundamentalmente) para 'presenciarlo'. Todo lo que ocurre en el campo nos tiene como protagonistas y nos involucra. Tanto, que si ese partido se convierte más tarde en histórico, podremos decir con orgullo en las mesas del bar: "yo estuve allí", que es una frase mucho más contundente que "yo lo he visto".

Hemos estado, lo hemos vivido, no hemos sido ojos muertos en un sofá. Sino grito y calor y aliento. Tú has gritado el gol en tu casa, no está mal. tú has vibrado con comodidad, pero cuando yo grité ese gol mi voz le llegó a nuestros gladiadores, les dio energía y coraje y, posiblemente, quién te dice, mis vibraciones hayan generado la fuerza del triunfo final. Tú 'nos' mirabas por la tele, me alegro mucho por ti.

He notado muchas veces este sentimiento de pertenencia hacia algunas de mis historias on-line. "Hemos estado allí" dicen hoy muchos lectores de la primera época, refiriéndose a las sucesivas noches en que esperaban la actualización de una blogonovela, cuando ésta no había acabado aún. Y se lo dicen a los lectores nuevos, a aquellos que han llegado tarde y que están leyendo los viejos capítulos en diferido como si se tratase de un libro. También éstos, los nuevos, suelen dejar comentarios tristes, lamentándose de "no haber estado" cuando todo ocurría, cuando el espectáculo de la ficción en directo "era", y cuando la continuidad de esa ficción se mezclaba con el calor de un grupo común de espectadores fervorosos.


3. El argumento es marketing


Suele decirse que lo imprescindible para que una historia funcione depende del formato en que se desarrolle. En el cine, un argumento mediocre y un mal actor pueden salvarse gracias a un director genial; en la tele, si hay un excelente guión, la dirección y las actuaciones pueden fallar sin que nada se resienta; mientras que en el teatro nada será creíble sin un buen actor capaz de llevar adelante incluso obras mediocres con una pésima dirección de escena. Internet posee todas las características para convertirse en un nuevo formato en el que desarrollar ficción (entendiéndose como espectáculo), y su estructura no se escapa de estos parámetros, pero ¿qué es más importante cuando se narra a través de la Red?

Para empezar, es fundamental que el eje narrativo del relato se entienda rapidísimo, a un golpe de vista, y que resulte mínimamente atractivo. "Una vieja de pueblo cuenta intimidades sobre su familia". "Un tipo predice desgracias y se alegra cuando ocurren". "Una princesa periodista escribe a espaldas de la Monarquía".

(Ésas han sido algunas de mis cartas, pero está claro que hay miles.) La complejidad del plot aburre mucho, lo torna confuso y, sobre todo, es difícil de recomendar en el boca a boca de un foro, o un chat, o un listado de correo. La simplicidad del argumento no sólo debe generarse para potenciar la trama, sino, específicamente, como recurso eficaz de marketing.


Siguiendo un orden argumental, la 'suspensión de realidad' mejora ostensiblemente si aquello que se narra es dable de ocurrir. No importa que sea probable, pero sí que resulte posible. Por esto, en ningún caso es recomendable poner por delante el carné de la literatura, ni hacer bandera de ficción, ni explicar que estamos frente a una creación literaria, porque esto espanta mucho al espectador, que sólo quiere divertirse sin pedagogía. Cuanto menos se vean los hilos de la marioneta (en un principio) mucho mejor. Más tarde, cuando el lector ya esté habituado y no le importe -cuando hayamos conseguido 'transportarlo'- podremos quitar algunos velos sin peligro. Y es que generar interacción, y que ésta semeje realidad, es casi tan importante como narrar. Escribir ficción on line no significa hacer copy-paste de cuentos o novelas y publicarlos en una bitácora. Muchos optan por ello creyendo que escriben en Internet, y lo que hacen es radio en la televisión.

La ficción on line es otra cosa, incluso mucho más desafiante que escribir: se trata de utilizar recursos nuevos para hacer rodar una historia a través de códigos que no se han utilizado aún. La relación entre el personaje y sus lectores debe estar viva, presente y resultar atractiva y veloz. En mi experiencia, resulta vital elegir un target antes de volcarse al desarrollo de una trama. Un grupo humano, unas edades estimadas, una determinada forma de pensar. Dentro de lo posible, no abarcar demasiado ni resultar excesivamente explícito en la búsqueda, pero tener siempre presente a quién se le está contando la historia.

4. La gramática visual


Es adaptable a este formato flamante un consejo que ofrecía el escritor uruguayo Horacio Quiroga a los jóvenes cuentistas tradicionales: no se debe dar jamás la impresión de que nos importa la presencia del lector. Quien sea que escriba –es decir, el personaje elegido como motor- lo hará por motivos distintos, personales, secretos, e incluso debe dar la impresión de que es mejor si no llega nadie a la página.

El personaje principal debe sospechar que Internet es una caja vacía. Que el lector se sienta inicialmente un voyeur o un espía morboso es, siempre, la primera artimaña de seducción. Para esto, es fundamental tener (o formar un equipo idóneo que los tenga) conocimientos fuertes en diseño y programación, pero no para alardear de ello, sino para ponerlo al servicio de la navegabilidad y la interactividad que necesite la historia. Y, en lo posible, que estos recursos se noten poco.

Por supuesto que escribir correctamente (no necesariamente con talento) es fundamental a la hora de desarrollar una obra literaria de largo aliento en la Red; pero no es lo único que debemos tener en cuenta cuando emprendemos la redacción de una blogonovela. A veces buenos escritores en papel fracasan en la escritura on line. Y es que las reglas aquí son sutilmente distintas.

La incomodidad del monitor nos precede, como también la situación física del lector o cuando escribimos un libro, sabemos que seremos leídos desde la comodidad de un sillón. Cuando narramos para una pantalla de ordenador, nuestros lectores suelen seguimos desde la oficina, a escondidas de un jefe, o si lo hacen con tranquilidad y tiempo, somos sólo una opción entre millones de páginas. Debemos salvar esa incomodidad y esa frenética competencia con un recurso al que llamo 'gramática visual'.

Uno de los errores más comunes donde suele trastabillar el narrador on line es en la desmedida extensión de los párrafos. Es tan sencillo el error, y tan notorio, que podemos usarlo como ejemplo clásico. Los párrafos largos, en Internet, se convierten en bloques cerrados de hormigón, sin aire, sin blancos, y esto asusta a quien lee frente a una pantalla. El escritor tradicional conserva (por entendible costumbre o deformación) las reglas literarias del 'punto y seguido' y el 'punto y aparte'. En la Red esta regla deja de ser sintáctica y comienza a ser visual. Es decir: un párrafo ya no acaba donde lo indica el argumento, sino donde lo imploran los ojos. En nuestro formato, un párrafo que supere las diez o quince líneas no es error sino pedantería, porque el autor presupone que ha escrito algo tan bueno que logrará que alguien desee leerlo a pesar de la incomodidad y el cansancio visual que presupone hacerlo.

Idénticos problemas generan el tipo y el tamaño de las letras, el color del background (fondo de pantalla) y otros elementos que, al usarse de modo incorrecto, provocan baches de distracción peligrosos y, a veces, fatales. Una línea de texto con menos de veinticinco caracteres, o con más de setenta, produce que el lector pierda el tope y pase de la primera a la tercera línea, distrayéndose de la trama. Las letras con serif (como la Times o la Georgia) se 'aferran' mejor al ojo que las sans.serif (como la Arial o la Verdana, que sin embargo son mejores para titular). Y las letras negras sobre un fondo blanco son, desde el principio de los tiempos, mejores que cualquier vanguardismo contemporáneo o que cualquier experimento de diseño postmoderno.

Menciono sólo estos datos clásicos a modo de ejemplo y a sabiendas de su escasa novedad, con el único objeto de mostrar que la 'gramática visual' es tan importante, y a veces más, que el talento narrativo. Cada uno de estos errores (en su conjunto o de modo individual) son capaces de conseguir que un lector se nos escape, que se vaya con un sentimiento de frustración a cuestas, que no llegue a la última palabra de un capítulo; y, lo que es todavía peor, que ya no regrese.

El anfitrionazgo


Hay únicamente dos objetivos indispensables cuando se escribe ficción en la Red, dos consignas en las que no podemos permitirnos fracasar: uno, que cualquier espectador (habitual o casual) llegue al final del capítulo que hemos publicado, y dos, que el espectador casual regrese mañana en busca de más y acabe convirtiéndose en habitual. Como si se tratase de una fiesta que hemos organizado, debemos convertirnos, entonces, en dueños de casa, omnipresentes, considerados y eficaces, tanto de nuestros amigos de siempre, como de los invitados ocasionales.

El anfitrionazgo es un término que no existe en los diccionarios de la lengua, pero que suelo utilizar para definir las cualidades de aquel que recibe visitas. La palabra 'visita', en castellano, sirve tanto para describir a nuestros huéspedes como a nuestra audiencia en la Red. Del mismo modo que en casa, entonces, debemos actuar como anfitriones en nuestra obra on line. La pregunta incesante debe ser: ¿estoy seguro que 'todos' se hallan a gusto, se sienten cómodos y se divierten?

Quizá el más grave error de la ficción de largo aliento que se desarrolla en el formato weblog sea que, después de un cierto tiempo, comenzamos a escribir sólo para el lector habitual. Esta práctica (que es normal y agradecida en los libros, pues el lector tradicional nunca comenzará una novela por la mitad) en Internet se nos vuelve en contra. Un enorme caudal de lectores potenciales llega de manera indirecta, a través de buscadores, de enlaces externos o por pura casualidad, y nunca porque el lector comienza a leer desde el capítulo primero, sino desde un punto arbitrario de la trama, como lo puede ser el capítulo treinta y seis, o el ochenta, o el cuatro. Un buen anfitrionazgo reside en saber captar a ese espectador rápidamente, en hacerla partícipe desde el principio, utilizando recursos que únicamente nos permite la tecnología: el hipervínculo en el nombre de cada personaje, que nos lleva a un "pop up" con una ficha-síntesis, es, de todos, el recurso más eficaz.

En la mayoría de los casos los sistemas estándares de gestión de weblogs (desde MovableType y WordPress hasta los sistemas gratuitos) no poseen herramientas para gestionar fichas de personaje dinámicas, por lo que generalmente un buen anfitrionazgo requiere de ciertos conocimientos de programación, como incluir estos listados en tablas de SQL anexadas, que ayudan al ordenamiento de estos datos y su manipulación cronológica.

En mi experiencia como narrador on line de obras largas, este elemento ha resultado esencial, diría imprescindible, como recurso de captación de nuevos lectores o lectores involuntarios. En las fichas individuales suelo incluir cuatro datos: una breve síntesis del personaje, una fotografía o dibujo que lo represente, un enlace directo al capítulo en que este personaje ha hecho su primera aparición, y un listado de todos los capítulos en que aparece mencionado. De este modo no molestamos con obviedades al espectador antiguo (que sólo ve un nombre subrayado por un link), mientras que le proporcionamos al lector esporádico una información necesaria para que no se sienta sapo de otro pozo. Para que disfrute con la mayor cantidad de conocimientos y regrese mañana, ya convertido en habitué.


6. Conclusión

Uno. Un asesino serial detalla, diariamente, sus crímenes en un blog. El público puede leer en los periódicos la frase "se ha hallado otro cuerpo en Madrid con la inequívoca señal de una baraja; la policía dice tener algunas pistas", o puede leer, en el Weblog del Asesino del Naipe, el inicio del post de hoy: "La vi a las dos de la madrugada, esperando el autobús. La maté sin mirarla, casi sin ganas. Dejé un tres de copas en el suelo. Me fui a pie. Me masturbé cuando amanecía. Ahora espero el periódico con aburrimiento". El público no sabe si creer o no, pero lee: porque es posible.

Dos. Un matrimonio joven, recién divorciado, lleva, cada uno, una bitácora. Paulatinamente, comienzan a sacar los trapitos al sol de su antigua vida de pareja. Se entrecruzan los posts, se enlazan con odio, se desafían; los lectores de una y otra bitácora toman partido. Los bloggers cuentan las intimidades del juicio de separación de bienes. Él detalla sus nuevos romances para que ella lo lea y sufra. Ella se acuesta con cualquiera para contarlo; publica conversaciones por Messenger con desconocidos para que él arda de celos. Él comienza a publicar antiguas fotos de ella desnuda, que guardaba en el disco duro. Ella lo denuncia. Él pierde la custodia del niño. El público no sabe si creer o no, pero lee: porque es posible.

Tres. Un blogger muy conocido en la orbitácora muere, a los treinta y un años. Durante dos semanas, nadie sabe por qué ha dejado de publicar. Pasado un tiempo, su esposa encuentra la contraseña del MovableType y explica el porqué del silencio. Los comentarios arrecian. La esposa, en forma de homenaje o para paliar su dolor, comienza a escribir para mantener vivo ese espacio. Y lo hace bien, con espontaneidad y buen ritmo. Una tarde, el blogger muerto regresa y explica -con su viejo estilo de siempre- que no existía ni la esposa ni la muerte. Que todo era un experimento. (Sigue siendo la mujer quien escribe, pero nunca lo dice.) El público no sabe si creer o no, pero lee: porque es posible.

Las posibilidades literarias en una bitácora son infinitas. Sólo cito estos tres ejemplos (documental, epistolar, biográfico), pero está claro que tirando del ovillo de la creatividad aparecerán miles, como hormigas en la tierra roja. Todavía los escritores tradicionales tienen reticencias con el formato, posiblemente debido a que, en general, quien vive de contar historias no se dedica ni al diseño ni a la programación (y escribir ficción on line no es lo mismo que escribir libros, ya lo hemos dicho).

Pero no falta mucho. Los narradores han comenzado ya, tímidamente, a descubrir un sistema cuya potencialidad está en pañales. Más temprano que tarde se sumarán otros, y lo harán porque los límites son infinitos. porque los lectores están ávidos de una nueva forma de ficción y. sobre todo. porque el feedback se convierte en una fuente inagotable de aprendizaje. Para los ojos del que contempla el espectáculo, sí, pero también para la mano del que se adentra en la más antigua manía del hombre: narrar historias…


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[1] Tomado sin modificaciones ni fines de lucro de José M. Cerezo (2006). La blogosfera hispana: pioneros de la cultura digital; fundación france telecom España. Agradecemos a Santiago Tejedor Calvo a nombre de epistheme y de los/as comunicadores/as sociales dominicanos/as por traernos este importante texto desde Barcelona.

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