Sudán del Sur
Sin servicios básicos en un
país petrolero
Por: Charlton
Doki, IPS 14-12-2012
Deben haber ingresado a
Sudán del Sur poco más de 10.000 millones de dólares gracias al petróleo entre
2005 y enero de este año, cuando este país interrumpió la producción, según
fuentes estatales y del Banco Mundial.
Pero expertos en desarrollo comenzaron a urgir al gobierno a que invierta en el país y en su gente, pues los servicios sociales básicos siguen siendo escasos.
Sudán del Sur, país que no cuenta con salida al mar, interrumpió su producción de petróleo luego de una disputa por las tarifas que cobraba Sudán, su vecino del norte, al tránsito del crudo por su territorio.
El proceso de producción se reanudará en los próximos meses, tras un acuerdo alcanzado entre ambos estados en septiembre.
El profesor Leben Nelson Moro, de
"Los ingresos del petróleo deben utilizarse para beneficiar a todo el país, y no solo a unas pocas personas cercanas al tesoro", apuntó.
El gobierno destina fondos a la educación primaria y secundaria y a hospitales en algunas ciudades importantes, pero su aporte es mínimo.
En algunos de esos centros, organizaciones no gubernamentales incluso pagan el salario de los profesionales y los medicamentos, y a veces también son las únicas proveedoras de libros de texto y otros insumos escolares.
"El gobierno debe adoptar nuevas formas para gestionar los ingresos del petróleo para que el dinero vaya a proyectos de desarrollo que beneficien a todo el país", subrayó Moro.
"Algunas partes del país carecen de seguridad alimentaria, mientras otras como Yei (en el estado de Ecuatoria Central) y Ecuatoria Occidental producen grandes cantidades. Es necesario construir caminos hacia donde se producen los alimentos", indicó.
Sudán del Sur solo tiene
Moro también señaló que el gobierno debe priorizar la educación y los servicios básicos, como la salud.
"Tenemos muchos jóvenes que necesitan capacitación. El gobierno debe asegurarles una formación para que puedan conseguir trabajo", añadió.
"Para que nuestra gente pueda trabajar y desarrollar el país, primero deben tener buena salud. Pero para eso el país debe ofrecerles buenos servicios", indicó Moro.
La mayoría de los cerca de nueve millones de habitantes de Sudán del Sur carecen totalmente de atención médica.
Según datos del Ministerio de Salud, Sudán del Sur tiene 120 médicos, poco más de 100 enfermeras registradas y menos de 150 parteras formadas.
En algunas zonas rurales, la gente debe caminar dos o más días para llegar hasta el centro asistencial más cercano.
Sudán del Sur tiene algunos de los peores indicadores en materia de salud.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), este país presenta la peor tasa mortalidad materna, con 2.054 fallecimientos cada 100.000 nacidos vivos, en gran parte debido a que 90 por ciento de las mujeres carecen de asistencia. Los hospitales no tienen medicamentos, equipos ni personal calificado. Además están hacinados.
El economista Kenyi Spencer, consultor de Banco Mundial en el desarrollo del sector privado, dijo a IPS que, dado que el petróleo es un recurso no renovable, los ingresos deberían ser utilizados para desarrollar otros sectores, como la producción agrícola.
"La agricultura será el verdadero motor de la economía sursudanesa en el futuro, pero el gobierno debe tomar medidas para desarrollarla" hoy, opinó Spencer.
También urgió al gobierno a priorizar la educación porque la alta tasa de analfabetismo del país, de 73 por ciento según cifras oficiales de 2011, entorpece el desarrollo.
Este país se convirtió en el más nuevo de África tras su escisión de Sudán en julio de 2011, luego de varias décadas de enfrentamientos que dejaron a una gran cantidad de gente fuera de la escuela.
"Aquí se necesita una verdadera educación técnica, más que teórica. Para que este país pueda desarrollarse tiene que tener plomeros, electricistas, mecánicos, carpinteros, entre otros. Ahí hay que destinar el dinero", remarcó Spencer.
Hay mucha expectativa de que con la reanudación de la producción de petróleo, el gobierno ponga fin a las medidas de austeridad dispuestas en febrero, que incluyeron recortes a los salarios de los funcionarios públicos.
Las medidas fueron dispuestas poco después de interrumpir la producción de petróleo, que representa 98 por ciento del producto interno bruto del país.
Los recortes generaron malestar en la población e incluso en las fuerzas de seguridad. El 7 de septiembre, un grupo de 30 policías atacaron y dispararon en el brazo al inspector de policía, el teniente Mangar Kanjeny Kamich, en el condado de Rumbek Central, en el central estado de Lagos.
Unos días antes, guardaparques del mismo estado golpearon a su superior inmediato tras el anuncio de un recorte a sus salarios, según el diario local Sudan Tribune.
Mori opinó que el gobierno deberá aumentar los salarios de sus funcionarios cuando el país reanude la producción de petróleo.
"Muchos funcionarios se vieron perjudicados por la medida. En las universidades, algunos profesionales perdieron hasta 75 por ciento de su sueldo. Cuando comience el flujo de petróleo, inevitablemente el gobierno tendrá que hacer algo con los salarios", añadió.
El presidente sursudanés Salva Kiir prometió en noviembre que cuando se reanude la producción petrolera se destinarán recursos a la mejora de los servicios. Actualmente, 40 por ciento del presupuesto se otorga a defensa, y una cantidad significativa se pierde por la corrupción.
"La seguridad física y alimentaria son los servicios prioritarios que queremos brindar a nuestro pueblo. Usaremos el dinero del petróleo para mejorar la agricultura otorgando semillas, herramientas y mejorando el acceso a los mercados", añadió.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=102079
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Voluntariado
y gratuidad
En Clave
de África, 12 12 12
- Por cierto, mi hijo el que está en secundaria comienza
ahora las vacaciones largas y he pensado que durante estos meses podría hacer
algo de voluntariado en su emisora
- ¿Ah sí? Sin duda será un placer tenerlo aquí.
- Sí, a mí también me gustaría porque aprenderá muchas cosas... por cierto ¿cuánto se le pagaría?
- Señora, estamos hablando de un voluntario y, como el mismo nombre indica, lleva a cabo un trabajo desinteresado y no remunerado... por tanto no hay ni habrá paga alguna.
- Ah, comprendo.
- ¿Ah sí? Sin duda será un placer tenerlo aquí.
- Sí, a mí también me gustaría porque aprenderá muchas cosas... por cierto ¿cuánto se le pagaría?
- Señora, estamos hablando de un voluntario y, como el mismo nombre indica, lleva a cabo un trabajo desinteresado y no remunerado... por tanto no hay ni habrá paga alguna.
- Ah, comprendo.
Esta conversación es real y verídica y tuvo lugar en mi
oficina hace unos diez días. Ni que decir tiene que el hijo de la señora en cuestión nunca dio señales de vida y me
juego el cuello que la razón de tal ausencia se debe única y exclusivamente a
la afirmación contenida en la penúltima frase.
Tengo que confesar que en África temo al voluntariado más que a una vara verde,
simplemente porque dentro de estos países y en esta cultura, es un nombre que
no se corresponde en absoluto con la realidad de “un trabajo desinteresado ofrecido a la sociedad por un tiempo
limitado.” No, aquí eso no existe. Después de
años de llevarme chascos en estos asuntos, he aprendido que en muchos casos el voluntariado es una manera de “entrar
blandito” en una empresa, un grupo o una organización. Si no te
contratan o te admiten a la primera, por lo menos haz aparición de manera
regular y a lo mejor cae la
breva. Aunque al principio los voluntarios estén callados
como estatuas y no te digan nada, siempre
hay una expectativa de pago regular y también de empleo permanente y ya
se encargarán de recordártelo cuando haya pasado un tiempo prudencial y te veas
moralmente obligado a reconocer su presencia.
Por esto, tengo mucho cuidado con las personas que de
pronto aparecen por la emisora y, con gran disimulo, comienzan a apalancarse y
a hacerse asiduos de la redacción o de otros departamentos. Aunque suene duro,
hay que estar muy atento a estos casos para abortarlos antes de tiempo porque
luego la falta de claridad en tales
actitudes no es sino un ideal caldo de cultivo para conflictos y malentendidos.
Incluso puedes terminar acusado de explotación laboral en la oficina de empleo.
Cuando surge de verdad un voluntario que quiere dar parte
de su tiempo, lo que hago para poner
todas las cartas sobre la mesa y evitar así situaciones embarazosas, es
hacerle que firme una especie de “acuerdo de voluntariado” en el que se
especifica punto por punto los términos de tal periodo: cuándo comienza y
cuándo termina la experiencia, a qué departamento está asignado, lo que puede o
no puede hacer y la exención de responsabilidades financieras o fiscales con la persona. Si alguna vez
se le da algo en metálico, será considerado como una ayuda puntual y siempre a
discreción de la radio, no como una obligación que se tenga que cumplir de
manera regular.
Esta región (lo he visto en Sudán, Kenia y Uganda) sufre un
verdadero cáncer – causado gracias a la inestimable aportación de unas cuantas
oenegés de postín – que introdujeron el diabólico
sistema de pagar a la gente por asistir a cursos de formación y por llenar
aulas de cursos de la más diversa índole. Aquí se organiza por ejemplo
un taller de formación para personas voluntarios de comités de agua para que
puedan reparar por sí mismos las bombas de agua instaladas cerca de sus casas
y... ¿qué pasa? Que en muchos casos, aunque vayan a ser las mismas comunidades
locales las que se vayan a beneficiar de tales acciones, nadie irá al curso si
no se le paga las “sitting allowances”, es decir, las dietas
(literalmente "dietas por estar sentado") a las que les han
acostumbrado estas organizaciones. En algunos casos, hablamos de 10 o 20 dólares al día, lo cual por
estas latitudes no es en absoluto pedo de colibrí: puede ser el equivalente al
salario de más de una semana.
Con premisas así, no
es de extrañar que sea difícil – si no imposible – organizar alguna actividad
formativa en la que simplemente se enseñe y se aprenda... puesto que se espera
que se PAGUE a los asistentes a la formación. Las organizaciones locales pequeñas por tanto
se las ven y se las desean para poder llevar a cabo labores formativas, puesto
que están bregando con voluntariados con aires de grandeza y con claras
expectativas crematísticas. La gratuidad brilla por su ausencia y el
problema se hace mucho más agudo con las nuevas generaciones, ya totalmente
acostumbradas a este sistema.
Cuentan los viejos que se ha perdido ya el espíritu de comunidad y de apoyo mutuo que se
veía antaño en los poblados del ámbito rural. Antes se ayudaba a otros a
recoger la cosecha o se hacían esfuerzos por un bien común. Ahora, cada uno va a su bola y tonto el que
tenga una oportunidad de hacer unos dinerillos y no la aproveche. Lo
peor es que la presencia de oenegés ha contribuido sensiblemente a matar
el espíritu del voluntariado. ¿Para qué hacer gratis algo – por ejemplo
reparar una carretera – si a través de la oenegé te van a dar dinero por hacer
el mismo trabajo?
Así es la realidad, mucho más
prosaica y más interesada de lo que nos imaginamos, cruda y a veces dura en ciertos aspectos, pero, como dijo
el otro, con estos bueyes hay que arar
y así intentamos seguir luchando...
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
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