Mirada del
diario español El País al fallo del TC
Por Jose
Oviedo
Norbert Lechner
Planteo dos puntos de los que se ha hablado poco, si acaso.
Este tipo de política pública requiere de estudios previos acerca de sus
implicaciones y consecuencias, incluyendo el aspecto internacional en un mundo
tan globalizado y una economía tan vulnerable. No conozco que se hayan
efectuado dichos estudios ni que se haya consultado a expertos en migración.
En segundo lugar, debido precisamente a su carácter polémico
y a su alta significación, en una democracia este tipo de política también debe
ser precedida por una discusión pública y unos consensos básicos. Considero que
una instancia institucional de tanta relevancia debería ser más abierta hacia
la sociedad aunque se reserve la facultad de decisión final que le otorga la
presente Constitución.
Ojo, la movilización de sentimientos nacionalistas no
termina aquí. Ese es un caldo de cultivo para futuras ofertas políticas, ya que
moviliza sentimientos muy primarios y es capaz de impactar y construir mayorías
políticas o de dar mucho mayor fuerza política a las “minorías consistentes”,
como diría mi amigo ya ido Norbert Lechner. A falta de otros elementos
movilizadores y en un contexto de desencanto político, desaceleración económica
y crisis de liderazgos, el factor nacionalista podría ser una jugosa carnada...
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Miles de
dominicanos de origen haitiano pierden sus derechos políticos
Las ideas conservadoras y nacionalistas han
adelantado desde hace años la polémica decisión del Tribunal Constitucional
El País (Madrid),
11 11 2013
Enlace para
acceder al reportaje:
Manifestación a
favor de la sentencia del Constitucional. / E.
SANTELICES (AFP
“Entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión”. “Ante la
agresión de Haití, defiende tu patria”. “República Dominicana para los
dominicanos”, dicen las pancartas que levantan en Santo Domingo quienes apoyan
la sentencia del Tribunal Constitucional que niega la nacionalidad a cuatro generaciones dominicanos de
origen extranjero, nacidos a partir de 1929. Existe entre ellos la idea de
que la migración haitiana del último siglo hacia República
Dominicana ha sido una invasión silenciosa que ha permeado en todos
los ámbitos de la sociedad. Que más temprano que tarde, los
haitiano-dominicanos de segunda, tercera y cuarta generación podrían llegar a
conducir los destinos del país. Que cerrarle el paso a esa posibilidad,
coartando su participación política por la vía jurídica, es un asunto de
soberanía. Porque, si solo dependiera de los votos, eso que tanto temen los
sectores conservadores y nacionalistas de República Dominicana ya hubiese
ocurrido hace 20 años.
Aunque el discurso nacionalista y antihaitiano comenzó a forjarse en
República Dominicana durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, fue a
partir de 1990 cuando el antagonismo frente Haití como argumento de soberanía
cobró fuerza dentro de la política moderna de los partidos. Y ocurrió ante la
posibilidad de que un dominicano negro, abogado, líder de masas –José Francisco
Peña Gómez-- llegara a la Presidencia de la República.
“Yo amo a mi pueblo, a mi país. A lo largo de toda mi vida he pagado un
precio por eso. He recibido ataques feroces, a veces frontales, a veces con
venenos más sutiles como ahora. Pero yo los perdono. Mis adversarios pueden
contar conmigo, con mi perdón”, decía Peña Gómez mirando fijamente a la cámara,
durante un spot propagandístico utilizado en la última de sus tres campañas
presidenciales como abanderado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
José Francisco Peña Gómez nació el 6 de marzo de 1937 en la provincia
dominicana de Valverde y ese mismo año fue adoptado por una familia de
campesinos dominicanos, cuando sus padres haitianos debieron huir de las
matanzas de migrantes ordenadas por Trujillo. Su origen y fenotipo de hombre
negro fueron siempre objeto de crítica dentro y fuera de su partido a lo largo
de su carrera política.
Peña Gómez fue síndico (alcalde) de Santo Domingo entre 1982 y 1986, y fue
el candidato del PRD en las presidenciales de 1990, 1994 y 1996. En 1994 obtuvo
la mayoría de los votos frente al anciano aspirante a la reelección Joaquín
Balaguer, pero un fraude le arrebató la presidencia. La comprobación de esas
irregularidades en el proceso obligó a Balaguer a acceder a un pacto con la
oposición, representada por Peña, que implicó la convocatoria a nuevos comicios
en 1996 y a una reforma constitucional que, entre otras modificaciones, impedía
la reelección consecutiva y establecía la segunda vuelta electoral. En 1996,
Peña Gómez volvió a presentarse y ganó la primera vuelta con el 47% de los
votos. Pero fue derrotado en segunda vuelta por el Frente Patriótico: la alianza
entre el conservador Partido Reformista Socialcristiano (PRSC) de Balaguer y el
socialdemócrata Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que llevó a la
presidencia a Leonel Fernández. Fernández gobernó República Dominicana entre
1996 y 2000 y luego, entre 2004 y 2012; aún a pesar de los desencuentros,
Fernández sigue siendo el poder detrás del trono en la actual gestión del
“A partir de ese momento [1996], la política dominicana da un giro: el PLD
se hace un partido conservador, asume el discurso nacionalista y poco a poco
Leonel Fernández va haciendo suya esa propuesta. Inicialmente se colocó en el
centro pero después dio un giro cada vez más a la derecha, hasta el punto de
convertirse en un líder neoconservador”, ha explicado a EL PAÍS el sociólogo
dominicano Wilfredo Lozano, director del Centro de Investigaciones y Estudios
Sociales de la Universidad Iberoamericana de Santo Domingo.
“Leonel Fernández ha comprendido que la política tradicional dominicana
tiene una raíz profundamente conservadora y que, en ese marco, el discurso
nacionalista deja réditos políticos. Ese discurso neonacionalista va a tener
cada vez más presencia en el porvenir de la política dominicana y también va a
oscurecer las posibilidades de una democracia política pluralista, abierta. Ya
lo vemos en la sentencia [del Tribunal Constitucional] que tiene un sesgo de
exclusión política-electoral de una masa de votantes que, en principio, no
tenderían a votar por esas fuerzas conservadoras”, concluye Lozano.
Los líderes más destacados de todos los partidos, incluyendo a los del PRD
donde hizo carrera política Peña Gómez, han apoyado sin condiciones la sentencia del Constitucional
dominicano. Esta decisión, que niega la nacionalidad a los hijos de
extranjeros “en tránsito” nacidos en el país desde 1929, afecta especialmente a
cuatro generaciones de dominicanos descendientes de jornaleros haitianos, en su
mayoría contratados desde 1915 por el Estado como mano obra para la industria
azucarera.
Se trata de miles de personas que hasta ahora han tenido cédulas de
identidad y han participado en elecciones como votantes y como candidatos. Que
no son solo braceros (cortadores de caña), relegados a los límites del batey
(los asentamientos construidos especialmente para ellos en los alrededores de
los cultivos), sino también abogados, políticos, médicos, psicólogos,
activistas. Personas que abiertamente o no participan de la vida política,
económica y social del país. En acatamiento de la sentencia, la Junta Central
Electoral dominicana, responsable del registro civil, ha comenzado a depurar
sus archivos y a entregar “carnets de estadía temporal” a los hijos de
extranjeros que admitan haber obtenido sus documentos de forma fraudulenta. En
un futuro, ellos podrían solicitar la naturalización para recuperar su
nacionalidad dominicana pero, de acuerdo a lo que establece la Constitución
vigente, no podrán optar por la Presidencia o Vicepresidencia de los poderes
del Estado.
"En todos los partidos hay dominicanos de
ascendencia haitiana, pero hay muchos que no se asumen públicamente como tales”
“En el contexto actual, asumir el origen haitiano en la República
Dominicana tiene consecuencias. Es un tema impopular que se maneja desde los
prejuicios. En todos los partidos hay dominicanos de ascendencia haitiana, pero
hay muchos que no se asumen públicamente como tales”. Lo dice Antonio Pol Emil:
abogado, miembro fundador del Centro Cultural Dominico-Haitiano y regidor
(concejal) del municipio San Pedro de Macorís desde 2010 y hasta 2016.
Pol Emil es hijo de braceros haitianos y nació en 1955 en el batey La
Higuera, que aún pertenece al central azucarero La Romana, ubicado en el
sureste del país. De aplicarse la sentencia, su nacionalidad, la de sus
hermanos y la de sus cuatro hijos -todos universitarios, con cédula dominicana-
podría ser revisada, y el mandato para el cual fue electo podría truncarse.
“Nadie sabe qué va a pasar con su identidad. Ya hay más de 300 casos de
demandas de nulidad (de nacionalidad), que se han hecho sin notificar a las
personas afectadas”, dice el abogado.
Antonio Pol Emil fue uno de los siete representantes de la sociedad que en
las semanas siguientes a la sentencia del TC se reunió con el presidente Danilo
Medina para buscar una salida política al fallo. Medina prometió entonces
interceder ante los poderes públicos, pero cambió de opinión más tarde y ahora
es el Ejecutivo uno de los principales defensores de los términos de la
sentencia. Pol Emil también comenzó a ser acusado de “traición a la patria” por
supuestamente lanzarse como a diputado en Haití, mientras aspiraba a un puesto
en el concejo municipal de San Pedro de Macorís. “Eso comenzó a partir de la
reunión con el Presidente y ese tipo de campaña focalizada es efectiva. Hay un
proceso de desnacionalización, pero se presenta a la opinión pública nacional
como si se trata de un problema de migrantes. Y hay personas solidarias, no
racistas, no antihaitianas que están confundidas”.
Desde que el Tribunal Constitucional publicó su sentencia, el sector de la
opinión pública dominicana que la rechaza se pregunta diariamente en los
programas de tele y radio, en los ensayos y columnas de la prensa, qué habría
sido de la nacionalidad de líderes fundamentales de la política local, como
José Francisco Peña Gómez o incluso como Joaquín Balaguer (nieto de la haitiana
Rosa Amelia Heureaux), si hoy siguiesen con vida. Peña Gómez murió el 10 de
mayo de 1998 de un cáncer de páncreas que empezó a consumirlo cuatro años
antes. Al cumplirse diez días de su muerte, la principal terminal aérea que
sirve a Santo Domingo fue rebautizada con su nombre, aunque popularmente aún se
le conoce como el Aeropuerto Internacional Las Américas, a secas.
******La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
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