La mitad de la población mundial que al
día de hoy hace sus "defecaciones al aire libre", reside en India.
Con más de ochenta
millones de desempleados y 250 millones de jóvenes subempleados, el descontento
y los enfrentamientos entre los sectores juveniles y empobrecidos de la
sociedad y el estado están también aumentando.
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Por: Txente Rekondo
Rebelión 12 05 14
La mayor parte de los análisis en torno a India coinciden en
señalar el auge de este gigante asiático, que junto a otras potencias
emergentes configuran el llamado BRIC, y que disputan a EEUU el actual dominio
global. Sin embargo, son muchos los informes que a la hora de situar a India en
esta nueva coyuntura, coinciden en señalar las importantes carencias de este
país.
La fotografía actual nos muestra un aumento del número de
multimillonarios, cifras que podrían doblarse para el 2023, junto al auge de
los millonarios, en un 66% dentro de cuatro años. Y junto a ello, observamos
cómo tan sólo el 32% de la población rural dispone de facilidades sanitarias
modernas, de hecho la
mitad de la población mundial que a día de hoy hace sus "defecaciones al
aire libre", reside en India.
A ello también hay que unir todo un abanico de importantes
carencias sanitarias y a la presencia de un 56% de la población que carece de
los medios necesarios para lograr asegurar sus necesidades básicas. 680
millones de personas experimentan la privación de sus necesidades básicas, con
cientos de millones viviendo por debajo de las líneas oficiales de la pobreza.
Esta cara oscura trae aparejada una ligazón directa con el sistema
de castas, que ha su vez sustenta también toda una serie de realidades
discriminatorias para sectores femeninos, religiosos o étnicos.
El proceso de construcción de la India
moderna tiene unas importantes carencias que han lastrado su posterior configuración. A
pesar de los intentos de las elites políticas por aglutinar en torno a la idea
de "India" a la población, ésta sigue más ligada a realidades e
identidades marcadas por diferencias regionales, de casta o lingüísticas. Los
representantes de esas élites se han valido del "nacionalismo indio"
para asentar sus propios intereses.
Tanto el Partido del Congreso como el BJP, representan modelos
elitistas y no muestran ningún interés en hablar del sistema de castas que
continúa protagonizando buena parte de la vida del país.
A pesar de los argumentos de las citadas élites, que repiten una y
otra vez la desaparición del sistema de castas (el gobierno prohibió la
"intocabilidad"), la realidad es muy diferente. La discriminación
basada en el sistema de castas es el soporte de buena parte del sistema de
injusticias actual y sobre todo de la discriminación de género y el feudalismo
clasista que impera en India.
La situación en las zonas rurales del país es un claro ejemplo.
Los altos índices de pobreza (98% de los llamados intocables o dalits viven en
la pobreza) aumentan año tras año "gracias" a un sistema de castas
que perpetúa la pobreza en sí misma e impide el acceso a nuevas oportunidades a
los estratos más bajos del sistema.
Pero esta realidad no se limita al campo
indio.
También en el ámbito urbano ha logrado mantener sus influencias en el día a
día. Así, en los últimos tiempos, en ciudades como Mumbai o Gujarat, se han
construido zonas de apartamentos basadas en el sistema de castas, y algunos
analistas locales denuncian que el acceso a la vivienda, en algunos lugares, se
está "caracterizando por la pertenencia a una religión, un grupo étnico o
una casta determinada".
Otro síntoma evidente se refleja en los anuncios de matrimonio. En
India, el sistema de "matrimonios convenidos" ha aumentado en los
últimos años, y sus anuncios en la prensa local también ha experimentado un
importante auge. Según esas mismas fuentes, hasta cerca del 75% de los citados
anuncios traen una mención explícita a la casta.
Racismo, deficiencias sanitarias, problemas de salud y
medioambiente, son otros aspectos que a día de hoy guardan relación directa con
este sistema de castas que algunos siguen defendiendo que
"oficialmente" ha desaparecido.
En la actualidad en India confluyen los
intereses de importantes y poderosos sectores que apuestan claramente por
el de un sistema de casta y religión que permite acentuar las tensiones y las
desigualdades sociales y económicas.
En torno a ello algunos han creado un círculo perverso. Minorías
musulmanas o miembros de las castas más bajas hindúes sufren las consecuencias
del sistema, y tienden a ofrecer las tasas más altas de pobreza, marginación,
exclusión social y desempleo.
En ocasiones los sectores más jóvenes de esos colectivos, ante la
carencia de oportunidades, acaban organizándose en bandas, que a su vez son el
objetivo de una prensa controlada por las clases altas, y de operaciones
policiales donde las víctimas civiles e inocentes suelen ser elevadas.
La corrupción que afecta a importantes sectores de las fuerzas de
seguridad también se une a ese complejo escenario, junto a la cada vez más
extendida política de "tirar a matar" de la policía.
Con más de ochenta millones de desempleados y 250 millones de
jóvenes subempleados, el descontento y los enfrentamientos entre los sectores
juveniles y empobrecidos de la sociedad y el estado están también aumentando.
Las desigualdades de género y la
violencia contra las mujeres también caracterizan la situación actual del país. La "mayor
democracia" del mundo apenas cuenta con algo más de un diez por ciento de
mujeres en el Parlamento, muy por debajo del promedio mundial (21,8%). Las
tasas de alfabetización de la mujer es de 66%, frente al 80% de los hombres.
Las alteraciones impuestas por el sistema colonial y la
introducción de la producción capitalista también han contribuido al deterioro
de la situación de la mujer en India. El papel femenino se ha querido ir
limitando en amplias capas de la sociedad india a la esfera doméstica, y con
una función reproductora encaminada a incrementar la producción en un sistema
dominado y controlado por los hombres.
La mano de obra femenina se concentra en el sector primario y en
los trabajos no cualificados y marginales, buena parte de los mismos se
concentran en zonas rurales.
Pero la discriminación de las zonas rurales también se hace
evidente en el ámbito urbano. A pesar de que las mujeres son las mayores
contribuidoras en términos de producción económica, su contribución permanece
invisible, en parte a la desigual distribución en los diferentes tipos de
empleos.
Servicio doméstico, producción del tradicional cigarro indio,
beedi, y fábricas textiles, ocupan buena parte de esa enorme fuerza de trabajo
femenina, cuya contribución pasa desapercibida intencionadamente. A ello
también se une la ocultación del trabajo doméstico y no pagado de esas
trabajadoras, que habitualmente se presenta como labor de las
"esposas".
La violencia contra las mujeres también caracteriza la actual
situación de dominio en el país. Si hace unos meses el ataque sexual contra una
joven en Delhi saltó a los medios locales e internacionales, la gravedad de la
situación supera con creces ese caso.
La violencia sexual contra la mujer se ha convertido en una cruel
y salvaje realizada diaria para importantes sectores femeninos del país. Y aquí
también los sectores femeninos más empobrecidos son los que sufren esa
realidad, y en la mayor parte de las veces bajo el cómplice silencio de las
elites sociales, religiosos o mediáticas.
El sistema político, social y religioso que sustenta esas
desigualdades difícilmente puede solventarse a través de las reformas que
preconizan algunas de las élites políticas del país. Por eso, son cada vez más
las voces que reclaman una profunda revolución para cambiar el rumbo de la
India actual.
Txente Rekondo. Analista internacional
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
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