La abstención como derecho
Por: Isidoro Moreno, Diario de Sevilla, 19 05 2014
LA Junta Electoral Central (española) ha
ratificado recientemente lo que ya sabíamos aunque muchos no quisieran
enterarse: que la abstención es un comportamiento tan democrático como acudir a
las urnas.
Es un derecho reconocido en nuestras
leyes y que, por ello, debe ser protegido, y por eso la oficina española de la
Unión Europea ha sido obligada a retirar publicidad institucional llamando al
voto.
Los poderes públicos no pueden actuar
favoreciendo la opción de votar frente a la de abstenerse, porque ambas son
igualmente legítimas.
Otra cosa es, lógicamente, la campaña
de cada partido o plataforma electoral para atraer a los potenciales votantes,
aunque algunos pensamos que la publicidad engañosa y la flagrante falsedad en
los mensajes -para no hablar del descarado incumplimiento posterior de lo que
en estos se dice- debería estar de alguna forma castigada legalmente, como lo
están otros fraudes.
Es así que el derecho a votar no significa
en modo alguno obligatoriedad legal -ni tampoco moral, aunque lo digan algunos
obispos- de votar, al igual que el derecho al divorcio no puede obligar a nadie
a divorciarse o el derecho de manifestación a salir con pancartas o banderas en
días predeterminados porque ello interese a las instituciones.
Lo que contradice una idea no por
grotesca menos extendida: la de que quienes no votan no tienen luego derecho a
protestar si consideran que las políticas que se llevan a cabo son perniciosas.
Cualquier ciudadano posee también ese
derecho: el de libre expresión, que incluye la crítica política, más allá de
cuál sea su comportamiento electoral.
Y es que la obligación de todo
ciudadano no es votar, sino pagar sus impuestos para hacer posible los
servicios públicos; no evadirlos, colocándolos en paraísos fiscales o mediante
ingeniería financiera, como hacen algunos distinguidos votantes.
A veces, pasa también como verdadera
la afirmación de que la abstención equivale a pasotismo o a indiferencia
respecto a los asuntos públicos.
Sin duda, existen muchos pasotas que
nunca participan en elecciones, pero, además de que sería adecuado analizar las
causas de ese pasotismo, ¿no son también pasotas un alto porcentaje de quienes
sí depositan su voto en las urnas como coartada para desentenderse de los
problemas de la colectividad, eso sí, con la conciencia tranquila?
La abstención, si es consciente y
razonada, supone una forma de participación política tan legítima como la de
votar a un partido u otro, echar en la urna una papeleta en blanco o
convertirla en nula (aunque en este sentido si votas en blanco o nulo te
cuentan de todas maneras entre los votantes y esto se asimila a que apoyas el
sistema, sea ésta tu intención o no).
Es en los regímenes autoritarios o que
temen que los ciudadanos sean libres para decidir qué hacer en cada
convocatoria electoral donde el voto es obligatorio. En esos casos, los
votantes, que han de ser todos los potenciales electores por temor a
represalias, legitiman el sistema político a la fuerza.
Contrariamente a lo que suele
repetirse, no son las urnas la esencia de la democracia: ¿hemos de recordar que
en el franquismo también se votaba en elecciones municipales y hasta hubo algún
referéndum?
Es la posibilidad de ejercer todos los
derechos civiles, políticos, sociales y culturales, tanto individuales como
colectivos, lo que constituye el núcleo de una verdadera democracia.
Urnas existen en (casi) todos los
países, pero una democracia plena sólo puede existir allí donde se den las
condiciones para que la inmensa mayoría de la población tenga acceso a una
información adecuada sobre todos los asuntos, pueda debatir sobre ellos,
decidir libremente al respecto y controlar que se cumpla lo decidido.
La cuestión de cuál sea el sistema más
adecuado para la toma de decisiones: democracia directa, representativa,
delegada o una combinación de ellas, sólo cobra sentido dentro de este proceso.
Sobre estas bases, la abstención puede
constituir el modo de expresar un "voto de protesta" no ya contra este
o aquel partido sino contra el sistema político mismo, aquí y ahora subalterno
respecto a los intereses e instituciones del Mercado.
Contra el bipartidismo de los que son
equivalentes en lo esencial, aunque ahora protesten de que se señale esta
equivalencia.
Contra la partidocracia neocaciquil y
corrupta que sufrimos.
La abstención tampoco tiene por qué
ser una estrategia permanente a utilizar en todas las elecciones: puede ser
perfectamente coherente, por ejemplo, votar en las elecciones locales y nacionalitarias
y no hacerlo al supuesto "parlamento" europeo.
Porque la reconquista necesaria del
ámbito de la política -que no se reduce a las instituciones- no puede empezar
sino por lo más próximo, por el ámbito de convivencia en el cual las personas
no somos todavía un simple número; allí donde es menos difícil tomar conciencia
de los problemas, movilizarse ante ellos e indagar en sus causas.
Sin intentar la quimera de comenzar la
casa por el tejado.
Leer más: La abstención como derecho http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1775812/la/abstencion/como/derecho.html#sSf3xL4m6FaW5vP5
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
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