ORIENTE MEDIO: La revuelta árabe y el pensamiento estratégico
Raul Zibechi
Raúl Zibechi - Solidaridad.net, 2011-09-09
Las rebeliones en Túnez y Egipto, así como las que despuntan en otros países de la región, perfilan un cambio sistémico en la relaciones internacionales que se puede resumir en la desarticulación del papel de los Estados Unidos, y sus aliados, en Medio Oriente.
En junio de 2008 el boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP), advirtió que los regímenes árabes pro-occidentales se encontraban a la deriva y que había “60% de riesgos de explosión político-social en el eje Egipto-Marruecos”. El análisis hacía hincapié en las consecuencias de la “crisis sistémica global” por la cual regímenes afrontarían serias dificultades ante inminentes motines de hambre y verificaba la “incapacidad de Washington y sus aliados europeos para tener un discurso que no sea el de la seguridad”.
Cuando se enfoca en Egipto, el Laboratorio registra un crecimiento de la inestabilidad “a causa del estancamiento político en que lo coloca el final del reinado de Mubarak, mientras que el régimen es incapaz de satisfacer las esperanzas económicas y sociales radicalizadas de una proporción creciente de la población”. La conclusión del Centro Europeo de Análisis Estratégicos es llamativa a la luz de los hechos actuales: “Para nuestros investigadores, Egipto será políticamente arrastrado por las consecuencias de la entrada en el núcleo de la crisis sistémica global. La inestabilidad social prevalecerá sobre la naturaleza de seguridad pública del régimen”.
Estrategia versus adivinanza.
La forma como se llega a este tipo de conclusiones anticipatorias no tiene nada de azaroso. En rigor, no se trata ni de adivinanzas ni de pronósticos, porque el futuro no es previsible. La cuestión es más compleja. Se trata de comprender las líneas de fuerza, las relaciones de poder, los puntos fuertes y débiles de las relaciones internacionales entendidas como un sistema. Algo así como detectar qué ladrillos del muro son los que sostienen la estructura, de modo que si son retirados o se ven afectados puede venirse abajo toda la construcción, por más sólida que sea en apariencia.
Para eso se requieren análisis de largo y de corto plazo, múltiples enfoques (políticos, económicos, sociales y culturales) o sea un conjunto completo y complejo de lecturas que permitan una compresión de conjunto, tanto cuantitativa como cualitativa. Un análisis sistémico que suele ser realizado en equipo con vocación de comprender la totalidad. Los conceptos de “crisis sistémica” y de “desarticulación geopolítica”, que utiliza habitualmente el LEAP, pertenecen a este tipo de análisis.
Sin embargo, cuando se insiste en que estamos atravesando una crisis sistémica no debe entenderse, como suele suceder muchas veces, de que es el sistema capitalista el que está en crisis terminal. Lo que se pretende enfatizar es que el sistema internacional tal y como venía funcionando desde su última gran reestructuración, punto que podemos fijar en 1945 al finalizar la Segunda Guerra Mundial, no seguirá existiendo durante mucho tiempo. Los análisis sistémicos no suelen precisar fechas exactas para que los cambios sucedan, sino apenas indicar que se ha ingresado en una etapa signada por algunas tendencias de fondo. Por ejemplo: la crisis de la hegemonía estadounidense. Eso quiere decir que Estados Unidos por sí solo ya no puede delinear el mapa del mundo a su antojo como lo hizo durante cinco o seis décadas. Pero no quiere decir que vaya a desaparecer sino que seguirá siendo una potencia, seguramente la más importante, pero sin el poder de antaño en un mundo multipolar.
Del mismo modo, cuando se asegura que fue el año 2008 cuando se produjo ese viraje, que en realidad sucedió bajo el mandato de George W. Bush, se trata de fechas aproximadas, simbólicas, que indican sólo puntos de inflexión.
Egipto como punto de inflexión.
Durante los dos últimos años BRECHA ha venido registrado algunos de estos cambios sistémicos. Además del declive del poder de los Estados Unidos, se ha enfatizado el crecimiento del BRIC (Brasil, Rusia, India y China, a la que ahora se suma Sudáfrica). También se ha detectado el viraje de Turquía, país que viene abandonando la esfera de influencia de Washington. Sin embargo, la revuelta árabe es un giro de tuerca pronunciado.
En el caso de Egipto, como apunta el periodista Hossam el-Hamalawy, lo extraño es que la explosión no haya sucedido antes. “Durante los últimos años la revuelta estaba en el aire”, señala en una entrevista difundida por Al Jazeera el 27 de enero. Como ninguna rebelión cae del cielo, explica que en 2008 hubo dos “mini intifadas” en Túnez y que en Egipto se registran fuertes movimientos huelguísticos desde diciembre de 2006, con epicentro en la industria textil de la ciudad de Mahalla en el Delta del Nilo. Como consecuencia de esta oleada de huelgas se han formado dos sindicatos independientes del régimen, los cobradores de impuestos con 40.000 afiliados y el de técnicos de salud con 30.000.
El primer cambio de larga duración a tener en cuenta es “el grado de valentía de la gente”, que ha perdido el miedo, se ha convertido en protagonista y no será sencillo volver a encerrarla en sus casas. Si no hubo levantamientos antes fue porque el régimen acertó en colocar en el centro el combate al terrorismo para inhibir cualquier disenso.
El segundo cambio es que Estados Unidos está perdiendo de forma acelerada a sus más importantes aliados en la región. Ya perdió a Turquía, luego a Túnez y ahora a Egipto, el país que más ayuda recibe luego de Israel. Si coincidimos con Immanuel Wallerstein en que vivimos la segunda rebelión árabe (la primera fue en 1916 para independizarse del Imperio Otomano), Washington es el gran perdedor. Por el contrario, el gran ganador es Irán. Por curioso que parezca, al derribar a Saddam Hussein los Estados Unidos le sirvieron en bandeja de plata un papel destacado a Teherán en Medio Oriente, porque el líder iraquí había sido “el enemigo más feroz y más eficaz de Irán”.
La Casa Blanca no ha podido ocultar su falta de política alternativa a los regímenes dictatoriales, más allá del célebre discurso de Barack Obama en El Cairo el 4 de junio de 2009 que, ironías de la historia, se tituló “Un nuevo comienzo”. Hillary Clinton se limitó a hacer llamados genéricos a la democracia y la paz, a pedir una transición ordenada sin vacío de poder, y poco más. Sin apoyarse en Egipto, un verdadero régimen cliente, creado y sostenido por la ayuda militar y política, el peso de Estados Unidos en Oriente Medio retrocederá varios escalones.
Pero no sólo Washington pierde en esta región. Todo Occidente, y muy en particular la Unión Europea, que recibe el petróleo a través del Canal de Suez, verá cómo su influencia se desvanece en las calles y las plazas árabes.
Finalmente, todas las miradas apuntan a Turquía. Alejada de Washington y de Tel Aviv, sin llegar a alinearse con Irán, se va erigiendo tanto en bisagra como en ejemplo a seguir. Los futuros gobernantes de El Cairo tendrán en Ankara una fuente de inspiración casi ineludible, toda vez que los ejes del nuevo, y precario, equilibro en la región se encuentran cada vez más alejados de aquellos países que fueron hasta ahora fieles aliados de la ex superpotencia.
* Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
******
La CIA se ha convertido en una organización paramilitar, reconoce Washington Post
Las rebeliones en Túnez y Egipto, así como las que despuntan en otros países de la región, perfilan un cambio sistémico en la relaciones internacionales que se puede resumir en la desarticulación del papel de los Estados Unidos, y sus aliados, en Medio Oriente.
En junio de 2008 el boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP), advirtió que los regímenes árabes pro-occidentales se encontraban a la deriva y que había “60% de riesgos de explosión político-social en el eje Egipto-Marruecos”. El análisis hacía hincapié en las consecuencias de la “crisis sistémica global” por la cual regímenes afrontarían serias dificultades ante inminentes motines de hambre y verificaba la “incapacidad de Washington y sus aliados europeos para tener un discurso que no sea el de la seguridad”.
Cuando se enfoca en Egipto, el Laboratorio registra un crecimiento de la inestabilidad “a causa del estancamiento político en que lo coloca el final del reinado de Mubarak, mientras que el régimen es incapaz de satisfacer las esperanzas económicas y sociales radicalizadas de una proporción creciente de la población”. La conclusión del Centro Europeo de Análisis Estratégicos es llamativa a la luz de los hechos actuales: “Para nuestros investigadores, Egipto será políticamente arrastrado por las consecuencias de la entrada en el núcleo de la crisis sistémica global. La inestabilidad social prevalecerá sobre la naturaleza de seguridad pública del régimen”.
Estrategia versus adivinanza.
La forma como se llega a este tipo de conclusiones anticipatorias no tiene nada de azaroso. En rigor, no se trata ni de adivinanzas ni de pronósticos, porque el futuro no es previsible. La cuestión es más compleja. Se trata de comprender las líneas de fuerza, las relaciones de poder, los puntos fuertes y débiles de las relaciones internacionales entendidas como un sistema. Algo así como detectar qué ladrillos del muro son los que sostienen la estructura, de modo que si son retirados o se ven afectados puede venirse abajo toda la construcción, por más sólida que sea en apariencia.
Para eso se requieren análisis de largo y de corto plazo, múltiples enfoques (políticos, económicos, sociales y culturales) o sea un conjunto completo y complejo de lecturas que permitan una compresión de conjunto, tanto cuantitativa como cualitativa. Un análisis sistémico que suele ser realizado en equipo con vocación de comprender la totalidad. Los conceptos de “crisis sistémica” y de “desarticulación geopolítica”, que utiliza habitualmente el LEAP, pertenecen a este tipo de análisis.
Sin embargo, cuando se insiste en que estamos atravesando una crisis sistémica no debe entenderse, como suele suceder muchas veces, de que es el sistema capitalista el que está en crisis terminal. Lo que se pretende enfatizar es que el sistema internacional tal y como venía funcionando desde su última gran reestructuración, punto que podemos fijar en 1945 al finalizar la Segunda Guerra Mundial, no seguirá existiendo durante mucho tiempo. Los análisis sistémicos no suelen precisar fechas exactas para que los cambios sucedan, sino apenas indicar que se ha ingresado en una etapa signada por algunas tendencias de fondo. Por ejemplo: la crisis de la hegemonía estadounidense. Eso quiere decir que Estados Unidos por sí solo ya no puede delinear el mapa del mundo a su antojo como lo hizo durante cinco o seis décadas. Pero no quiere decir que vaya a desaparecer sino que seguirá siendo una potencia, seguramente la más importante, pero sin el poder de antaño en un mundo multipolar.
Del mismo modo, cuando se asegura que fue el año 2008 cuando se produjo ese viraje, que en realidad sucedió bajo el mandato de George W. Bush, se trata de fechas aproximadas, simbólicas, que indican sólo puntos de inflexión.
Egipto como punto de inflexión.
Durante los dos últimos años BRECHA ha venido registrado algunos de estos cambios sistémicos. Además del declive del poder de los Estados Unidos, se ha enfatizado el crecimiento del BRIC (Brasil, Rusia, India y China, a la que ahora se suma Sudáfrica). También se ha detectado el viraje de Turquía, país que viene abandonando la esfera de influencia de Washington. Sin embargo, la revuelta árabe es un giro de tuerca pronunciado.
En el caso de Egipto, como apunta el periodista Hossam el-Hamalawy, lo extraño es que la explosión no haya sucedido antes. “Durante los últimos años la revuelta estaba en el aire”, señala en una entrevista difundida por Al Jazeera el 27 de enero. Como ninguna rebelión cae del cielo, explica que en 2008 hubo dos “mini intifadas” en Túnez y que en Egipto se registran fuertes movimientos huelguísticos desde diciembre de 2006, con epicentro en la industria textil de la ciudad de Mahalla en el Delta del Nilo. Como consecuencia de esta oleada de huelgas se han formado dos sindicatos independientes del régimen, los cobradores de impuestos con 40.000 afiliados y el de técnicos de salud con 30.000.
El primer cambio de larga duración a tener en cuenta es “el grado de valentía de la gente”, que ha perdido el miedo, se ha convertido en protagonista y no será sencillo volver a encerrarla en sus casas. Si no hubo levantamientos antes fue porque el régimen acertó en colocar en el centro el combate al terrorismo para inhibir cualquier disenso.
El segundo cambio es que Estados Unidos está perdiendo de forma acelerada a sus más importantes aliados en la región. Ya perdió a Turquía, luego a Túnez y ahora a Egipto, el país que más ayuda recibe luego de Israel. Si coincidimos con Immanuel Wallerstein en que vivimos la segunda rebelión árabe (la primera fue en 1916 para independizarse del Imperio Otomano), Washington es el gran perdedor. Por el contrario, el gran ganador es Irán. Por curioso que parezca, al derribar a Saddam Hussein los Estados Unidos le sirvieron en bandeja de plata un papel destacado a Teherán en Medio Oriente, porque el líder iraquí había sido “el enemigo más feroz y más eficaz de Irán”.
La Casa Blanca no ha podido ocultar su falta de política alternativa a los regímenes dictatoriales, más allá del célebre discurso de Barack Obama en El Cairo el 4 de junio de 2009 que, ironías de la historia, se tituló “Un nuevo comienzo”. Hillary Clinton se limitó a hacer llamados genéricos a la democracia y la paz, a pedir una transición ordenada sin vacío de poder, y poco más. Sin apoyarse en Egipto, un verdadero régimen cliente, creado y sostenido por la ayuda militar y política, el peso de Estados Unidos en Oriente Medio retrocederá varios escalones.
Pero no sólo Washington pierde en esta región. Todo Occidente, y muy en particular la Unión Europea, que recibe el petróleo a través del Canal de Suez, verá cómo su influencia se desvanece en las calles y las plazas árabes.
Finalmente, todas las miradas apuntan a Turquía. Alejada de Washington y de Tel Aviv, sin llegar a alinearse con Irán, se va erigiendo tanto en bisagra como en ejemplo a seguir. Los futuros gobernantes de El Cairo tendrán en Ankara una fuente de inspiración casi ineludible, toda vez que los ejes del nuevo, y precario, equilibro en la región se encuentran cada vez más alejados de aquellos países que fueron hasta ahora fieles aliados de la ex superpotencia.
* Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
******
La CIA se ha convertido en una organización paramilitar, reconoce Washington Post
Mas de 2000 combatientes y civiles han muerto victimas de los bombarderos no truipulados (drones) en la Peniscula Arabiga
Cubadebate, 2 Septiembre 2011
En un artículo publicado esta mañana y firmado por Greg Miller y Julie Tate, The Washington Post admite que la CIA se ha transformado en una organización paramilitar, cuyo primer objetivo es matar.
En un artículo publicado esta mañana y firmado por Greg Miller y Julie Tate, The Washington Post admite que la CIA se ha transformado en una organización paramilitar, cuyo primer objetivo es matar.
Al calor de esta estrategia, la agencia ha creado una nueva unidad antiterrorista cuya misión es encontrar a objetivos al-Qaeda en Yemen, y para ello ha construido en la Península Arábiga una nueva pista de aterrizaje secreta para los aviones no tripulados de la CIA.
“Cuando los misiles comiencen a caer -dice el diario-, el hecho marcará una nueva ampliación de la misión paramilitar de la CIA”.
En la década transcurrida desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, la agencia ha experimentado una transformación fundamental. Aunque la CIA continúa recabando información y presentando sus análisis sobre una amplia gama de temas, el enfoque y los recursos de la agencia están cada vez más centrados en encontrar objetivos para capturar o matar, asegura el Post.
El cambio ha sido gradual, suficiente como para que su magnitud pueda ser difícil de entender. Los ataques con drones, que habrían parecido antes un imposible futurista, son tan rutinarios que raramente atraen la atención del público a menos que una figura de alto rango de Al-Qaeda sea asesinada.
Sin embargo, enmarcado por el décimo aniversario de los atentados de 2001, junto al retiro del general David H. Petraeus como director de la CIA, esta reorientación de la agencia es más que evidente, dice Washington Post:
El programa de aviones no tripulados ha matado a más de 2.000 combatientes y civiles desde 2001, una cifra asombrosa para una agencia que tiene una larga historia de apoyo a determinadas fuerzas en conflictos sangrientos, pero que rara vez apretó el gatillo por su cuenta.
El Centro de Contraterrorismo de la CIA (CTC), que contaba con 300 empleados el día de los ataques, ahora supera los miembros del núcleo de Al Qaeda en todo el mundo. Con cerca de 2.000 personas, el CTC emplea al 10 por ciento de la fuerza laboral de la agencia, ha designado a los principales funcionarios en casi todos los puestos importantes en el extranjero y controla la flota en expansión de la CIA de aviones no tripulados.
La rama analítica de la agencia, que tradicionalmente existía para proporcionar información a las autoridades, se ha incorporado a la caza. Alrededor del 20 por ciento de los analistas de la CIA están enfocados ahora en “metas” para la exploración de los datos de las personas a contratar, y en la detención o el lugar de los puntos de mira de un avión no tripulado.
Los críticos, incluyendo algunos en la comunidad de inteligencia de EEUU., sostienen que esta reorientación paramilitar de la CIA ha desviado a la agencia de su misión de espionaje tradicional y ha socavado su capacidad para dar sentido a los acontecimientos mundiales, como la llamada Primavera Árabe.
Grupos de derechos humanos aseguran que la CIA ahora funciona como una fuerza paramilitar que tiene atribuciones que van más allá de lo que EEUU ha exigido históricamente a sus Fuerzas Armadas. La CIA no reconoce oficialmente el programa de aviones no tripulados, y mucho menos da una explicación pública acerca de quién dispara y quién muere, y por qué reglas.
“Estamos viendo a la CIA como una organización paramilitar común y corriente, sin la supervisión y la rendición de cuentas que tradicionalmente se espera de los militares”, dijo Hina Shamsi, directora del Proyecto de Seguridad Nacional de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU).
******
Marx no se equivocó (extracto)
Marx no se equivocó (extracto)
John Gray
John Gray, BBC Mundo, reproducido por En Positivo, 11 09 11
El gran filósofo alemán del siglo XIX, economista y revolucionario, pensaba que el capitalismo era radicalmente inestable.
A largo plazo, estaba destinado a destruirse a sí mismo.
A Marx le complacía esa característica: estaba seguro de que habría una revolución popular, la cual engendraría un sistema comunista que sería más productivo y mucho más humano.
El gran filósofo alemán del siglo XIX, economista y revolucionario, pensaba que el capitalismo era radicalmente inestable.
A largo plazo, estaba destinado a destruirse a sí mismo.
A Marx le complacía esa característica: estaba seguro de que habría una revolución popular, la cual engendraría un sistema comunista que sería más productivo y mucho más humano.
Marx entendió cómo el capitalismo destruye su propia base social: la forma de vida de la clase media.
Pero cuando argumentó que el capitalismo hundiría a la clase media en algo parecido a la existencia precaria de los angustiados trabajadores de su época, Marx anticipó un cambio en la manera en la que vivimos que apenas ahora estamos teniendo que afrontar.
Destrucción creativa
Para Marx, el capitalismo era la teoría económica más revolucionaria de la historia…
El capitalismo transforma todo lo que toca.
No son sólo las marcas las que cambian constantemente. Compañías e industrias se crean y se destruyen en una corriente incesante de innovación, mientras que las relaciones humanas se disuelven y reinventan en formas novedosas.
El capitalismo ha sido descrito como un proceso de destrucción creativa, y nadie puede negar que ha sido prodigiosamente productivo.
Prácticamente todos los que viven en países como el Reino Unido hoy en día reciben ingresos reales más altos de los que habrían recibido si el capitalismo no hubiera existido nunca.
El problema es que entre las cosas que se han destruido en el proceso está la forma de vida de la que, en el pasado, había dependido el capitalismo.
La realidad
De hecho, en el Reino Unido, Estados Unidos y muchos otros países desarrollados, durante los últimos 20 a 30 años ha ocurrido lo opuesto.
No existe la seguridad laboral, muchas de las profesiones y oficios del pasado desaparecieron y carreras que duran toda la vida no son mucho más que un recuerdo.
Si la gente posee alguna riqueza, está en sus casas, pero los precios de la propiedad raíz no siempre aumentan. Cuando el crédito es restringido, como ahora, pueden quedarse estancados por años. Una menguante minoría puede seguir contando con una pensión con la cual vivir cómodamente y pocos cuentan con ahorros significativos.
Más y más gente vive al día, con muy poca idea sobre qué traerá el futuro.
En el proceso de creación destructiva, la escalera desapareció y para cada vez más personas, ser de clase media ya no es siquiera una aspiración.
Ganancia negativa
A medida que el capitalismo ha ido avanzado, ha llevado a la mayoría de la gente a una nueva versión de la precaria existencia del proletariado del que hablaba Marx.
Los salarios son más altos y, en algunos lugares, en cierto grado hay un colchón contra los sacudones gracias a lo que queda del Estado de bienestar.
Pero tenemos poco control efectivo sobre el curso de nuestras vidas y las medidas tomadas para lidiar con la crisis financiera han profundizado la incertidumbre en la que tenemos que vivir.
Tasas de interés del 0% conjugadas con el alza de precios implica que uno recibe beneficios negativos por su dinero y produce la erosión del capital.
La situación para muchos jóvenes es aún peor. Para poder adquirir las habilidades indispensables para conseguir empleo, hay que endeudarse. Y como en cierto momento hay que volverse a entrenar, hay que ahorrar, pero si uno empieza endeudado, eso es lo último que podrá hacer.
Cualquiera que sea la edad, la perspectiva de la mayoría de la gente hoy en día es una vida entera de inseguridad.
Quienes se arriesgan
Al mismo tiempo que ha despojado a la gente de la seguridad de la vida burguesa, el capitalismo volvió obsoleto al tipo de persona que disfrutaba de la vida burguesa.
En los ’80s se habló mucho de los valores victorianos, y los promotores del mercado libre solían asegurar que éste reviviría las virtudes del pasado.
Pero el hecho es que el mercado libre socava las virtudes que mantienen el estilo de vida burgués.
Cuando los ahorros se están desvaneciendo, ser cauteloso puede llevar a la ruina. Es la persona que pide grandes préstamos y que no le tiene miedo a declararse en bancarrota la que sobrevive y prospera.
Cuando el mercado laboral es volátil, no son aquellos que cumplen cabalmente con las obligaciones de su trabajo quienes tienen éxito, sino los que siempre están listos a intentar algo nuevo que aparenta ser más prometedor.
En una sociedad que está siendo transformada continuamente por las fuerzas del mercado, los valores tradicionales son disfuncionales y quien quiera vivir de acuerdo a ellos está en riesgo de terminar en la caneca de la basura.
Se desvaneció en el aire
Examinando un futuro en el que el mercado permea todas las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto Comunista: “todo lo que es sólido se desvanece en el aire”. Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una observación asombrosamente visionaria.
En esa época, nada parecía más sólido que la sociedad en cuyos márgenes vivía Marx.
Un siglo y medio más tarde, vivimos en el mundo que él anticipó, en el cual la vida de todos es experimental y provisional, y la ruina súbita puede llegar en cualquier momento.
Un pequeño puñado de gente ha acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad de evanescente, casi fantasmal.
En los tiempos victorianos, los verdaderamente ricos podían darse el lujo de relajarse, si eran conservadores a la hora de invertir su dinero.
Hoy en día, no existe un remanso de seguridad. Los giros del mercado son tales que nadie puede saber qué mantendrá su valor, ni siquiera dentro de unos pocos años.
No fue el mayordomo
Este estado de alteración perpetua es la revolución permanente del capitalismo y yo pienso que nos acompañará en cualquier futuro imaginable realísticamente.
Estamos apenas a mitad de camino de una crisis financiera que pondrá muchas cosas de cabeza.
“No importa qué digan los políticos sobre la necesidad de frenar el déficit, deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser pagadas”
Monedas y gobiernos probablemente caerán, junto con partes del sistema financiero que creíamos seguro.
No se ha lidiado con los riesgos que amenazaban con congelar a la economía mundial hace apenas tres años. Lo único que se ha hecho es obligar a los Estados a asumirlos.
Es casi seguro que lo que harán es manejarlas recurriendo a la inflación, un proceso que está abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para muchos.
El resultado sólo puede ser más agitación política, a una escala aún mayor.
Pero no será el final del mundo, ni siquiera del capitalismo. Pase lo que pase, vamos a seguir teniendo que aprender a vivir con la energía errática que el mercado emanó.
El capitalismo llevó a una revolución pero no la que Marx esperaba.
Tal como predijo, el mundo burgués ha sido destruido.
Pero fue el capitalismo el que mató a la burguesía.
******
La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1925).
******
La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1925).
No hay comentarios:
Publicar un comentario