lunes, abril 05, 2010

Noticias del Frente Migratorio 033

Azuzando las avispas
Scandroglio: "Los rituales de las bandas latinas son como los de los 'boy scouts'"

La investigadora en violencia juvenil combate los mitos sobre Latin Kings y Ñetas y asegura que en España no son grupos criminales

Por: Joel Albarrán, Barcelona, 30/03/2010, lavanguardia.es

Ha presenciado los ritos de coronación de las bandas latinas en España y ha escuchado a sus miembros relatar y justificar sus peleas. Incluso ha llegado a encontrarse -y hacer cambiar de opinión- a una cuarentena de jóvenes armados con "machetes" y listos para la batalla.
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Bárbara Scandroglio, investigadora sobre violencia juvenil

Pero Bárbara Scandroglio, investigadora experta en violencia juvenil con quince años de experiencia a sus espaldas, pretende desmontar mitos y prejuicios sobre estas pandillas en su libro Jóvenes, grupos y violencia, donde denuncia el "racismo" que subyace en el hecho que a los skin heads se les considerara una "tribu urbana" y a estos jóvenes, en cambio, se les trate de "bandas criminales".

Scandroglio ha entrevistado a decenas de ellos para su libro y afirma que, en realidad, las supuestas bandas son sólo "grupos de jóvenes" que encuentran en la pandilla un reconocimiento que la sociedad les niega.

Los rituales y parafernalia que les rodean, asegura, están mucho más cerca del movimiento boy scout que del criminal.

-¿Qué significa la violencia para las bandas latinas?

-El grupo se adhiere a la violencia porqué tiene una funcionalidad identitaria muy clara, tanto para el grupo como para el chaval. Pero no responde a una ideología. Es una experiencia que sirve tanto para la extrema derecha, la extrema izquierda o los clanes de barrio.

-¿Entonces no es algo nuevo en España?

-No. Se han ido sucediendo distintas manifestaciones de lo mismo, incluyendo ahora a las bandas latinas.

-Usa la expresión "bandas latinas". ¿Es correcta?

-Intento ponerla entre comillas. Prefiero hablar de grupos y agrupaciones.

-¿Pero son bandas?

-Son grupos con objetivos identitarios y socializadores. Efectivamente usan la cultura del respeto y se comparan y se enfrentan a otros grupos. Incluso portan armas. El problema es si usamos la palabra banda con un sentido criminalizador. Si se habla de banda como sinónimo de pandilla, entonces no hay problema. La pregunta es porqué hemos empezado a hablar de bandas con los grupos latinoamericanos. ¡A las nuestras las hemos llamado tribus urbanas!

-¿Es una cuestión de racismo?

-Creo que sí. A todos los niveles: policías, jueces, políticos… No eximo ni tan siquiera a los investigadores.

-¿En Madrid no está confirmada la relación con la delincuencia?

-Es muy complejo. Se ha asumido que son grupos criminales y se han tomado medidas que han acabado creando un fenómeno prácticamente nuevo, impidiendo que se conociera mejor y se tuviera otra perspectiva de análisis y de intervención. En Madrid se ha decidido eliminarlos físicamente y el único conocimiento sobre ellos que tenemos es el de la policía. Pero no de la policía en general o de los agentes tutores, sino de los grupos específicos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil que viven de las bandas. Necesitan que sean criminales porque, si pasara a ser un tema de educadores sociales, perderían su trabajo.

-Pero la creación de estos grupos policiales es consecuencia de los violentos y no al revés. ¿No son necesarios estos grupos policiales?

-La prevención es imposible desde lo policial. Nosotros hemos llegado a detener a 40 personas con machetes y logrado que decidieran pasar de un determinado problema. Eso sí que es prevención de un delito. También podría hacerlo un agente tutor o de proximidad, pero no la Policía Nacional.

-La policía tiene que hacer cumplir las leyes.

-Entiendo que se intervenga cuando hay un arma, una infracción o un delito. Claro que la policía está para esto, pero lo que también hacen es saber si alguien entra -aunque les de igual quien sale-, quién es, dónde vive y qué hace, las relaciones con los otros, su foto… Es un protocolo de prevención que impide la normalización del grupo u otro tipo de trabajo.

-¿Por qué?

-Dificulta la inserción social y hace que ciertas conductas se lleven al extremo. Los grupos acaban escondiéndose más para evitar el control de la policía. Cuando hay un descabezamiento, se dividen y algunos optan por vías más conflictivas y extremas. Es como si les obligaran a una deriva cada vez más marginal y criminal.

-En el libro dice que es un fenómeno "estimulado y propiciado por la propia sociedad". ¿Encima somos nosotros los responsables?

-La visión no tiene que ser paternalista pero sí de padre: son nuestros hijos. El 80% de ellos ni siquiera son malos y no tienen una proyección hacia una carrera delictiva tradicional. Tenemos que pensar una forma para que ese 80% no pase por ahí. Y también tenemos que analizar por qué entran.

-¿Por qué cree que lo hacen?

-En la mayoría de los casos por falta de alternativa en tema de identificación. En el barrio tienen dificultades para ser alguien. Deberían tener actividades alternativas a estar en la calle.

-Mucha gente criticó que en Barcelona los Ñetas y los Latin King se reconvirtieran en asociaciones culturales.

-Es una perspectiva a medio y largo plazo y es la más efectiva. En Madrid se ha desarticulado la cúpula de los Latin Kings cuatro veces. Pero con esta mano dura se crean procesos cíclicos: cada seis meses resurgen los mismos problemas y, en algunos casos, acuciados.

-¿Cuáles son sus objetivos?

-Estos chavales no hacen más que llevar al extremo nuestra cultura del respeto, del "tú no sabes con quien estás hablando". Comparten completamente las metas de éxito de nuestra sociedad: quieren una familia, un trabajo digno y respetable, una vivienda… No son antisistema y ni siquiera alternativos.

-Las metas pueden ser éstas, ¿pero no han importado instrumentos de bandas violentas latinoamericanas?

-Es un mito. Tienen la necesidad y la ambición de insertarse y ser reconocidos legítimamente por la sociedad, pero les ha sido complicadísimo y han reorientado su búsqueda a la violencia. Se comparan entre ellos mismos porque no pueden compararse a un español. Aunque puedan ganarle en una pelea, en todo lo demás salen perdiendo.

-¿No emulan los métodos de los Latin y Ñetas de Sudamérica?

-No les creemos por mucho que lo digan, pero su objetivo es ser hombres y mujeres de provecho. Es algo que dicen y defienden en sus reuniones. Las peleas son un "error de sistema": no pueden luchar para conseguir un trabajo digno, necesitan resolver problemas identitarios y desvían por ahí.
-¿Su discurso constructivo y su realidad no casan?

-Quieren ser personas de provecho, pero los problemas que encuentran en la calle o el parque son hacerse respetar. Quisieran ser otra cosa, pero no les queda más remedio que vivir en la calle como pandilleros. No olvidemos que hablamos sólo de algunos, no de la mayoría.

-¿Existen los famosos ritos de coronación?

-Sí. Lo hemos explicado varios investigadores por diferentes vías y siempre hemos tenido muy mala suerte. Tenemos que imaginarnos que son boy scouts.

-¡A mucha gente no le gustará esta comparación!

-Yo he asistido a esos ritos de iniciación. Los aspectos culturales de grupos como los Latin o los Ñeta responden a una finalidad identitaria y de mantenimiento del grupo. Conseguir tener un referente fuerte e identificarse con unos colores, con un saludo, con una bandera, el tener que aprenderte la literatura, fórmulas de memoria, a presentarte frente a los demás… Todo el mundo se imagina que la iniciación consiste en pelear.

-¿No es así?

-En alguna circunstancia también se refuerza eso, pero no es la petición directa. Se premia el ayudar a los compañeros. El aparataje de los boy scouts también responde a eso. Si lo miramos fríamente, ellos [los boy scouts] tienen una Biblia, un saludo, un pañuelo, etcétera. No hay nada de diferente en la coronación. Hay muchos mitos a su alrededor. No hay delitos sino que lo que se premia es lo que ha venido antes: el trabajo, el haber aprendido, el estar ahí todas las tardes, el ayudar a los demás… Y, bueno, si has tenido una pelea y te has metido, eso también cuenta. Pero no es que si quieres ser coronado tienes que cargarte o pelearte con alguien. En la coronación no se hace nada más que imponer un collar y un saludo.

-Intenta desmitificar el fenómeno de las bandas latinas pero admite que usan la violencia.

-Estamos hablando de grupos y de jóvenes que se implican en una violencia que tiene consecuencias para otros y para ellos mismos; de una cultura de la violencia y de una cultura del respeto que se gana por supremacía física; y de una cultura muy machista donde las mujeres son un status symbol. Es cierto, eso está ahí, pero no lo vinculemos al consumo de drogas, a la ideología o a la inmigración. El problema existe y lo tenemos que resolver. Pero no deja de ser un fenómeno juvenil con fines identitarios. Aquí no tendremos maras ni grupos criminales.

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Instrucciones para fabricar (y desarmar) una guerra. Experimento realizado por un psicólogo con un grupo de niños.

Por: Luis Muiño - Solidaridad.net, 22 de marzo, 2010

Muzafer Sherif, psicologo social turco, en los años 1940

A finales de los años cuarenta del siglo pasado el psicólogo Muzafer Sherif, consiguió fabricar (y desarmar) una guerra. Lo siniestro del asunto es que tampoco le costó demasiado conseguirlo.

Sherif se llevó de campamento de verano a un grupo de niños entre once y doce años. Estos chavales no se conocían entre ellos, no eran especialmente problemáticos y no existían diferencias significativas entre ellos en cuanto a ambientes socioculturales y económicos. Cuando ya habían transcurrido unos días y los niños se conocían entre ellos, Sherif decidió que empezara el espectáculo y dividió a los chavales en dos grupos, los “Águilas” y los “Serpientes”.


En cuanto lo hizo, los dos colectivos empezaron a estructurarse. Los chavales se apresuraron a encontrar un papel en su grupo: líder, gracioso, cimentador, protegido…


Cuando los roles ya estaban establecidos, el psicólogo pasó al siguiente nivel del juego: se dedicó a fomentar la competitividad entre ellos.

Para ello, ideó tareas en las que sólo un grupo pudiera alcanzar el éxito: el inevitable partido de fútbol y el viejo juego de tirar de una cuerda servían muy bien para ese fin. Asumiendo el papel de sheriff en este tipo de tareas, el investigador consiguió crear una guerra entre “Águilas” y “Serpientes”.


La hostilidad entre los dos grupos fue aumentando y pronto empezaron las peleas y los insultos. El psicólogo había conseguido crear un ambiente bélico tan realista que, en poco tiempo, comenzó la quema de banderas, un ritual simbólico que no falta en las disputas nacionalistas.

Enfrentando a los dos grupos en juegos competitivos, Sherif logró también otro fenómeno clásico de racismo: los miembros de un grupo no hablaban de los miembros del otro como “Águilas” o “Serpientes”, sino que inventaron epítetos despectivos. Por último, logró un efecto paradójico que también ocurre en los conflictos de la vida real: cuando el psicólogo favorecía a un determinado grupo injustamente, los miembros del otro no reaccionaban contra el causante de la injusticia, sino contra el otro grupo.

Con métodos sencillos y sin necesidad de patrias, razas ni clases sociales, Muzafer Sherif creó una guerra en la que la excusa eran todas estas cuestiones.

La teoría que intentó plasmar Sherif en su experimento era sencilla, pero importante. Según él, los conflictos surgen cuando dos grupos compiten por algo en lo que sólo uno puede ganar. Si un colectivo siente que, para alcanzar su objetivo, tiene que luchar contra otro, nacerá una guerra.

¿Y qué se necesita, entonces, para que una guerra termine? Según Sherif, que se dé el fenómeno contrario: que los grupos crean que es mejor unirse para alcanzar sus objetivos.

Sherif puso manos a la obra y dio un final feliz a su experimento. Unió a los “Águilas” y los “Serpientes” en actividades en las que tuvieran que cooperar para conseguir una meta. Repararon juntos un camión averiado, hicieron un grupo de trabajo común para suministrar agua al campamento, tendieron un puente desde las dos orillas de un río… Eran trabajos en las que unos necesitaban la cooperación de los otros y esto hizo que se unieran.

Sherif aportó ideas para acabar con la tristeza que siempre producen las guerras, aunque se ganen. El duque de Wellington sentenció “Nada, excepto una batalla perdida, puede ser tan melancólico como una batalla ganada”.

Al igual que Sherif, este militar sabía que el camino de la violencia siempre es frustrante.

Porque sólo se puede ser feliz después de alcanzar un objetivo si uno sabe que no ha tenido que dejar muertos por el camino.

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Desde el jueves 8 de abril, 7pm
Exhibición de Blasones de Armas en el Museo de las Casas Reales
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Invitación al evento (Pulse para ampliar)

Escudo de la familia Medina, de presunta ascendencia mozarabe

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Periodista en quema de marihuana

(Pulse el vínculo para ver el video)

26 de marzo, 2010

En este divertido video de youtube vemos a un periodista tratando de cubrir una noticia acerca de una quema de un cultivo de marihuana hallado por la guardia civil española, pero aquél, debido al humo que traga, se le traba la lengua y no para de reírse.

Los guardias de seguro usaron hermeticas mascaras de gas.

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¿Pues cómo habría de servir para educar a alguien aquel en quien alienta de un modo innato una tendencia natural e incorregible hacia el abismo? (Thomas Mann, Muerte en Venecia).

1 comentario:

Jochi MUÑOZ dijo...

Tony, esta entrega de tu blog es estupenda. Los post sobre la investigación de Bárbara Scandroglio y sobre el experimento de Muzafer Sherif, valen un 10.
Enhorabuena por la selección. Un abrazo,

Jochi Muñoz