Decadencia de la socialdemocracia: Una izquierda-derecha gemela descarriada
Ignacio Ramonet, director de Monde Diplomatique
En el seno mismo del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn ya había sido protagonista, en 2008, de un escándalo por su relación adulterina con una subordinada, la economista húngara Piroska Nagy.
Ignacio Ramonet
Uno de los hombres más poderosos del mundo (jefe de la mayor institución financiera del planeta) agrede sexualmente a una de las personas más vulnerables del mundo (modesta inmigrante africana). En su desnuda concisión, esta imagen resume, con la fuerza expresiva de una ilustración de prensa, una de las características medulares de nuestra era: la violencia de las desigualdades.
Lo que hace más patético el caso del ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y líder del ala derecha del Partido Socialista francés, Dominique Strauss-Kahn es que, de confirmarse, su batacazo constituye además una metáfora del actual descalabro moral de la socialdemocracia. Con el agravante de que revela, a la vez, en Francia, las carencias de un sistema mediático cómplice.
Todo ello indigna sobradamente a muchos electores de izquierda en Europa, cada vez más inducidos –como lo mostraron en España las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo – a adoptar tres formas de rechazo: el abstencionismo radical, el voto a la derecha populista o la protesta indignada en las plazas.
Naturalmente, el ex jefe del FMI y ex candidato socialista a la elección presidencial francesa de 2012, acusado de agresión sexual y de tentativa de violación por la camarera de un hotel de Nueva York el pasado 14 de mayo, goza de presunción de inocencia hasta que la justicia estadounidense se pronuncie. Pero la actitud mostrada, en Francia, por los líderes socialistas y muchos intelectuales “de izquierda” amigos del acusado, precipitándose ante cámaras y micrófonos, para corear inmediatamente una defensa incondicional de Strauss-Kahn, presentándolo como el dañado principal, evocando “complots” y “maquinaciones”, ha sido realmente bochornosa. Ni una palabra tuvieron de solidaridad o de compasión hacia la presunta víctima. Algunos, como el ex ministro socialista de Cultura Jack Lang, en un reflejo machista, no dudaron en restar gravedad a los presuntos hechos declarando que “después de todo, nadie había muerto”. Otros, olvidando el sentido mismo de la palabra justicia, se atrevieron a reclamar privilegios y un tratamiento más favorable para su poderoso amigo pues, según ellos, no se trata de “un acusado como cualquier otro”.
Tanta desfachatez ha dado la impresión de que, en el seno de las elites políticas francesas, cualquiera que sea el crimen del que se acuse a uno de sus miembros, el colectivo reacciona con un respaldo coligado que más parece una complicidad mafiosa. Retrospectivamente, ahora que resurgen del pasado otras acusaciones contra Strauss-Kahn de acoso sexual, mucha gente se pregunta por qué los medios de comunicación ocultaron ese rasgo de la personalidad del ex jefe del FMI. Por qué los periodistas, que no ignoraban las quejas de otras víctimas de hostigamiento, jamás realizaron una investigación a fondo sobre el tema. Por qué se mantuvo a los electores en la ignorancia y se les presentó a este dirigente como “la gran esperanza de la izquierda” cuando era obvio que su Talón de Aquiles podía en cualquier momento truncar su ascensión.
Desde hacía años, para conquistar la presidencia, Strauss-Kahn había reclutado brigadas de comunicantes de choque. Una de las misiones de éstos consistía en impedir también que la prensa divulgase el lujosísimo estilo de vida del ex jefe del FMI. Se deseaba evitar cualquier inoportuna comparación con la esforzada vida que llevan millones de ciudadanos modestos arrojados al infierno social en parte por las políticas precisamente de esa institución.
Ahora las máscaras caen. El cinismo y la hipocresía surgen con toda su crudeza. Y aunque el comportamiento personal de un hombre no debe prejuzgar la conducta moral de toda su familia política, es evidente que contribuye a preguntarse sobre la decadencia de la socialdemocracia. Tanto más cuando esto se suma a innumerables casos, en su seno, de corrupción económica, y hasta de degeneración política (¡los ex dictadores Ben Ali, de Túnez, y Hosni Mubarak, de Egipto, eran miembros de la Internacional Socialista!).
La conversión masiva al mercado y a la globalización neoliberal, la renuncia a la defensa de los pobres, del Estado de bienestar y del sector público, la nueva alianza con el capital financiero y la banca, han despojado a la socialdemocracia europea de sus principales señas de identidad. Cada día les resulta más difícil a los ciudadanos distinguir entre una política de derechas y otra “de izquierdas”. Ya que ambas responden a las exigencias de los amos financieros del mundo. ¿Acaso la suprema astucia de éstos no consistió en colocar a un “socialista” a la cabeza del FMI con la misión de imponer a sus amigos “socialistas” de Grecia, Portugal y España los implacables planes de ajuste neoliberal?
De ahí el hastío popular. Y la indignación. El repudio de la falsa alternativa electoral entre los dos principales programas, en realidad gemelos. De ahí las sanas protestas en las plazas: “Nuestros sueños no caben en vuestras urnas”. El despertar. El fin de la inacción y de la indiferencia. Y esa exigencia central: “El pueblo quiere el fin del sistema”.
Cortesía de Alejandro Moliné
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Democracia real a la española
Ignacio Ramonet
Uno de los hombres más poderosos del mundo (jefe de la mayor institución financiera del planeta) agrede sexualmente a una de las personas más vulnerables del mundo (modesta inmigrante africana). En su desnuda concisión, esta imagen resume, con la fuerza expresiva de una ilustración de prensa, una de las características medulares de nuestra era: la violencia de las desigualdades.
Lo que hace más patético el caso del ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y líder del ala derecha del Partido Socialista francés, Dominique Strauss-Kahn es que, de confirmarse, su batacazo constituye además una metáfora del actual descalabro moral de la socialdemocracia. Con el agravante de que revela, a la vez, en Francia, las carencias de un sistema mediático cómplice.
Todo ello indigna sobradamente a muchos electores de izquierda en Europa, cada vez más inducidos –como lo mostraron en España las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo – a adoptar tres formas de rechazo: el abstencionismo radical, el voto a la derecha populista o la protesta indignada en las plazas.
Naturalmente, el ex jefe del FMI y ex candidato socialista a la elección presidencial francesa de 2012, acusado de agresión sexual y de tentativa de violación por la camarera de un hotel de Nueva York el pasado 14 de mayo, goza de presunción de inocencia hasta que la justicia estadounidense se pronuncie. Pero la actitud mostrada, en Francia, por los líderes socialistas y muchos intelectuales “de izquierda” amigos del acusado, precipitándose ante cámaras y micrófonos, para corear inmediatamente una defensa incondicional de Strauss-Kahn, presentándolo como el dañado principal, evocando “complots” y “maquinaciones”, ha sido realmente bochornosa. Ni una palabra tuvieron de solidaridad o de compasión hacia la presunta víctima. Algunos, como el ex ministro socialista de Cultura Jack Lang, en un reflejo machista, no dudaron en restar gravedad a los presuntos hechos declarando que “después de todo, nadie había muerto”. Otros, olvidando el sentido mismo de la palabra justicia, se atrevieron a reclamar privilegios y un tratamiento más favorable para su poderoso amigo pues, según ellos, no se trata de “un acusado como cualquier otro”.
Tanta desfachatez ha dado la impresión de que, en el seno de las elites políticas francesas, cualquiera que sea el crimen del que se acuse a uno de sus miembros, el colectivo reacciona con un respaldo coligado que más parece una complicidad mafiosa. Retrospectivamente, ahora que resurgen del pasado otras acusaciones contra Strauss-Kahn de acoso sexual, mucha gente se pregunta por qué los medios de comunicación ocultaron ese rasgo de la personalidad del ex jefe del FMI. Por qué los periodistas, que no ignoraban las quejas de otras víctimas de hostigamiento, jamás realizaron una investigación a fondo sobre el tema. Por qué se mantuvo a los electores en la ignorancia y se les presentó a este dirigente como “la gran esperanza de la izquierda” cuando era obvio que su Talón de Aquiles podía en cualquier momento truncar su ascensión.
Desde hacía años, para conquistar la presidencia, Strauss-Kahn había reclutado brigadas de comunicantes de choque. Una de las misiones de éstos consistía en impedir también que la prensa divulgase el lujosísimo estilo de vida del ex jefe del FMI. Se deseaba evitar cualquier inoportuna comparación con la esforzada vida que llevan millones de ciudadanos modestos arrojados al infierno social en parte por las políticas precisamente de esa institución.
Ahora las máscaras caen. El cinismo y la hipocresía surgen con toda su crudeza. Y aunque el comportamiento personal de un hombre no debe prejuzgar la conducta moral de toda su familia política, es evidente que contribuye a preguntarse sobre la decadencia de la socialdemocracia. Tanto más cuando esto se suma a innumerables casos, en su seno, de corrupción económica, y hasta de degeneración política (¡los ex dictadores Ben Ali, de Túnez, y Hosni Mubarak, de Egipto, eran miembros de la Internacional Socialista!).
La conversión masiva al mercado y a la globalización neoliberal, la renuncia a la defensa de los pobres, del Estado de bienestar y del sector público, la nueva alianza con el capital financiero y la banca, han despojado a la socialdemocracia europea de sus principales señas de identidad. Cada día les resulta más difícil a los ciudadanos distinguir entre una política de derechas y otra “de izquierdas”. Ya que ambas responden a las exigencias de los amos financieros del mundo. ¿Acaso la suprema astucia de éstos no consistió en colocar a un “socialista” a la cabeza del FMI con la misión de imponer a sus amigos “socialistas” de Grecia, Portugal y España los implacables planes de ajuste neoliberal?
De ahí el hastío popular. Y la indignación. El repudio de la falsa alternativa electoral entre los dos principales programas, en realidad gemelos. De ahí las sanas protestas en las plazas: “Nuestros sueños no caben en vuestras urnas”. El despertar. El fin de la inacción y de la indiferencia. Y esa exigencia central: “El pueblo quiere el fin del sistema”.
Cortesía de Alejandro Moliné
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Democracia real a la española
Los Indignados se reunen en Sevilla
Rodolfo Pierre (gaiadominicana@yahoo.com, solicite aquí envío del boletín completo), grupo Gaia, Vuelta al Conuco, Boletín Nº 39 – Mayo – 2011
Desaparecido Francisco Franco los españoles pactaron una transición que 35 años después se revela insuficiente. Con generosidad, algunos despojaron de sus colores a las banderas que habían levantado desde 1931 acordando “en nombre de la paz” borrón y cuenta nueva...
España se convirtió en la octava economía mundial, sin embargo hoy cerca de 5 millones de sus ciudadanas/os han sido despojados del derecho a trabajar. Descubriendo la certeza de los que habían señalado la necesidad de transformar su aparato productivo.
Miles de Españoles están indignados con los partidos que han gestionado al estado, sus comunidades autónomas y ayuntamientos... Entienden que lo han hecho defendiendo sus intereses particulares e instaurando una especie de dictadura que solo favorece a los mercados.
Desde 1975 los partidos que se han alternado el poder por convicción o conveniencia han servido de corazas protectoras del legado franquista “Por qué no te callas”.
Me “alucina” el silencio/reverencia que observo en tantos españolas/es acostumbrados a tutear a todo el mundo, menos a su familia real. Al parecer, no pueden romper con ese lastre que proyecta esa falsa imagen de grandeza, estabilidad y unidad...
La democracia real no tiene que ver nada con la realeza, la monarquía al margen de sus apellidos no es democrática y si es excluyente.
Lo que pasa en las plazas Españolas es solo el preámbulo de un permanente movimiento que viene en ascenso en muchos países, no se limita a exigencias de cambios, muchas/os experimentan y promueven con ejemplos de vida en todas las esferas formas diferentes de:
Convivencia / Hacer política / Producir / Consumir / Distribuir los recursos
Todo esto sin dañar, sin violencia y sin realeza...
******
Juan Luis Arsuaga, Paleontólogo español
"LAS FUERZAS QUE HAN PRODUCIDO AL SER HUMANO YA NO OPERAN EN NOSOTROS"
"HEMOS CAMBIADO LAS REGLAS DEL JUEGO CON LA NATURALEZA, A LA QUE PERDIMOS EL RESPETO"
Desaparecido Francisco Franco los españoles pactaron una transición que 35 años después se revela insuficiente. Con generosidad, algunos despojaron de sus colores a las banderas que habían levantado desde 1931 acordando “en nombre de la paz” borrón y cuenta nueva...
España se convirtió en la octava economía mundial, sin embargo hoy cerca de 5 millones de sus ciudadanas/os han sido despojados del derecho a trabajar. Descubriendo la certeza de los que habían señalado la necesidad de transformar su aparato productivo.
Miles de Españoles están indignados con los partidos que han gestionado al estado, sus comunidades autónomas y ayuntamientos... Entienden que lo han hecho defendiendo sus intereses particulares e instaurando una especie de dictadura que solo favorece a los mercados.
Desde 1975 los partidos que se han alternado el poder por convicción o conveniencia han servido de corazas protectoras del legado franquista “Por qué no te callas”.
Me “alucina” el silencio/reverencia que observo en tantos españolas/es acostumbrados a tutear a todo el mundo, menos a su familia real. Al parecer, no pueden romper con ese lastre que proyecta esa falsa imagen de grandeza, estabilidad y unidad...
La democracia real no tiene que ver nada con la realeza, la monarquía al margen de sus apellidos no es democrática y si es excluyente.
Lo que pasa en las plazas Españolas es solo el preámbulo de un permanente movimiento que viene en ascenso en muchos países, no se limita a exigencias de cambios, muchas/os experimentan y promueven con ejemplos de vida en todas las esferas formas diferentes de:
Convivencia / Hacer política / Producir / Consumir / Distribuir los recursos
Todo esto sin dañar, sin violencia y sin realeza...
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Juan Luis Arsuaga, Paleontólogo español
"LAS FUERZAS QUE HAN PRODUCIDO AL SER HUMANO YA NO OPERAN EN NOSOTROS"
"HEMOS CAMBIADO LAS REGLAS DEL JUEGO CON LA NATURALEZA, A LA QUE PERDIMOS EL RESPETO"
Juan Luis Arsuaga, paleontologo español
farodevigo.es, domingo 29 de mayo de 2011
ANDRÉS MONTES - El camino recorrido como especie está bastante más claro que nuestro futuro, a juicio del paleontólogo Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954). Pero eso no ha de ser fuente de inquietud, sino la constatación de que estamos ya emancipados de todo aquello que nos ha moldeado como especie. Pese a ello, Arsuaga atribuye algunos de nuestros males modernos, como la obesidad, a una naturaleza en la que todavía están muy presentes los impulsos ante la incertidumbre alimentaria que en el pasado hicieron de nosotros unos supervivientes.
–¿Qué resulta más fácil saber de dónde venimos o hacia dónde vamos?
–No tenemos ni idea de hacia dónde vamos pero esa es una excelente noticia, porque depende de nosotros. Las fuerzas que han producido el ser humano y el resto de las criaturas de la biosfera a lo largo de la evolución ya no operan en nosotros como lo hacían antes. Hemos creado un medio artificial, que es el medio social y cultural, en el que las reglas de juego son otras. Desde que producimos el alimento y no dependemos de lo que la naturaleza nos ofrece, hemos modificado esas reglas. Es un asunto que me interesa especialmente. Hay una ligera adaptación de la biología a las diferentes culturas, sobre todo en lo que se refiere a la alimentación. Más allá de eso no hay grandes cambios y eso ha hecho que los humanos no seamos muy distintos unos de otros, cosa que habría ocurrido si las fuerzas evolutivas hubieran sido más intensas. Esencialmente somos iguales. Hemos cambiado las reglas del juego y entramos en una dinámica imparable porque más de la mitad de la humanidad vive ya en ciudades. Ahora estamos en condiciones de modificar las reglas del juego a nuestra voluntad, tenemos la tecnología para alterar la naturaleza humana. El futuro no está escrito.
–Está bien emanciparse de la naturaleza pero también da miedo una perspectiva tan abierta.
–Son los inconvenientes de la mayoría de edad. Nos hemos hecho adultos como especie y en esa etapa el margen de maniobra es mucho más amplio. Cuando eres niño te lo dan todo resuelto y cuando te haces mayor tienes que decidir. Hemos tomado el control sobre nuestra biología. El desarrollo de las tecnologías tiene el problema añadido de su complejidad creciente. La mayor parte de la gente carece de criterio, somos más ignorantes que nunca con respecto a las nuevas reglas de juego. Y esto no le ocurre sólo al ciudadano común, sino también en el mundo de la ciencia, donde los que trabajan en un ámbito ignoran lo que hace en otra especialidad. A la complicación de tener que tomar decisiones se suma la extrema especialización de las tecnologías que hace todavía más difícil decidir. Esto nos lleva a cuestiones de tipo social y a un mundo que anticipaban ciertas novelas. No sabemos si nos aguarda "El mundo feliz" de Huxley, que es la perspectiva futura que más me preocupa.
–¿Los ancestros que sobrevivieron en circunstancias de escasez saldrían adelante en este mundo de sobreabundancia?
–El sociobiólogo Richard Alexander divide la evolución humana en dos momentos, un primero dirigido o gobernado por lo que Darwin llamaba las fuerzas hostiles de la naturaleza. Nos enfrentábamos al clima, a las enfermedades, a los parásitos, a los depredadores que eran las fuerzas que regían nuestra evolución. A partir de cierto momento, cuando se empieza a hacer más complejo el medio social, las reglas cambian y tenemos que adaptarnos para ser competentes en ese nuevo medio. Esa idea de que en el pasado los peligros a los que se enfrentaba el ser humano procedían sólo del medio natural no es del todo cierta. Pero eso les pasa también a los chimpancés que no están preocupados sólo por las amenazas del entorno, también les inquieta el lugar que ocupan en el grupo. Eso se hace más intenso, a medida que evolucionamos en un medio social. La mayor parte de nuestras características como seres humanos no son adaptaciones ecológicas sino sociales. Si nos examinamos a nosotros mismos percibiremos rasgos que no guardan relación con el ecosistema, sino con nuestra competencia con otros congéneres dentro del grupo y entre grupos. En realidad, lo que estamos haciendo ahora es seguir esa línea en un medio cultural en el que el control sobre la naturaleza es mayor que nunca. Desde hace mucho tiempo el problema ya no son los depredadores, sino la convivencia.
–Pero ahora los depredadores quizá sean otros.
–Tenemos tal control que ahora lo que tenemos que hacer es refrenarnos para que no se extingan los depredadores. Tenemos que evitar, por ejemplo, la extinción del tiburón blanco. Por eso me interesa sobremanera esta etapa ya larga y prehistórica en la que desarrollamos nuestras capacidades sociales.
–En los tiempos en los que el futuro de la humanidad podía estar comprometido por el hambre resultaría impensable un tiempo en el que uno de nuestros mayores problemas fuera la obesidad.
–Es un problema grave porque hay una abundancia de alimento, cosa que no había ocurrido nunca. Ahí hay un choque entre nuestra naturaleza biológica y la sobreabundancia de alimentos que nunca habíamos tenido. Nosotros tenemos apetencia por determinados alimentos, como las grasas, de alto valor energético. Estamos seleccionados y adaptados para obtener el máximo de calorías, como resultado de un tiempo en el que no sabías si ibas a comer al día siguiente. Hablamos de la epidemia de obesidad como si resultara fácil de eliminar. Si fuera sencillo ya lo habríamos corregido, pero la persistencia del problema indica que es grave y que hay algo en nosotros que hace difícil controlar la obesidad. En esto creo que hay volver a la biología. Se desarrollan campañas a través de la educación, pero si fuera sólo un problema de hábitos ya lo tendríamos resuelto. Hay un problema de fondo, de naturaleza más biológico y que consiste en que estamos diseñados para la búsqueda de grasas y azúcares. Y también para estar sentados, el sedentarismo no nos lo impone nadie.
–La especie humana tiene ahora más capacidad devastadora que nunca, incluso se pone en peligro a sí misma.
–No sabemos lo que habrían hecho nuestros ancestros de haber podido. Pero sí se ha producido algo que creo que es grave: los antiguos tenían una mentalidad mágica y una visión de la naturaleza que la hacía sagrada, se sentían parte de ella y la respetaban. Esa manera de entender el mundo ha cambiado radicalmente y ese respeto hacia la naturaleza lo hemos perdido, la hemos profanado, por eso digo que hay que establecer una nueva alianza para recuperar ese respeto.
–¿Pasamos por una redefinición del mapa evolutivo?
–Sabemos mucho. Conocemos la genealogía bien, pero nos faltan los detalles. Desconocemos cuándo empezamos hablar, en qué momento los niños empezaron a venir al mundo desvalidos, cuando empezó la menopausia, si vivían en parejas. La anatomía no nos dice cómo empezó la consciencia.
Juan Luis Arsuaga, paleontólogo, es catedrático de paleontología en la Universidad Complutense de Madrid.
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PREMIO NOBEL: 600,000 ÁRBOLES SEMBRADOS EN 12 AÑOS.
ANDRÉS MONTES - El camino recorrido como especie está bastante más claro que nuestro futuro, a juicio del paleontólogo Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954). Pero eso no ha de ser fuente de inquietud, sino la constatación de que estamos ya emancipados de todo aquello que nos ha moldeado como especie. Pese a ello, Arsuaga atribuye algunos de nuestros males modernos, como la obesidad, a una naturaleza en la que todavía están muy presentes los impulsos ante la incertidumbre alimentaria que en el pasado hicieron de nosotros unos supervivientes.
–¿Qué resulta más fácil saber de dónde venimos o hacia dónde vamos?
–No tenemos ni idea de hacia dónde vamos pero esa es una excelente noticia, porque depende de nosotros. Las fuerzas que han producido el ser humano y el resto de las criaturas de la biosfera a lo largo de la evolución ya no operan en nosotros como lo hacían antes. Hemos creado un medio artificial, que es el medio social y cultural, en el que las reglas de juego son otras. Desde que producimos el alimento y no dependemos de lo que la naturaleza nos ofrece, hemos modificado esas reglas. Es un asunto que me interesa especialmente. Hay una ligera adaptación de la biología a las diferentes culturas, sobre todo en lo que se refiere a la alimentación. Más allá de eso no hay grandes cambios y eso ha hecho que los humanos no seamos muy distintos unos de otros, cosa que habría ocurrido si las fuerzas evolutivas hubieran sido más intensas. Esencialmente somos iguales. Hemos cambiado las reglas del juego y entramos en una dinámica imparable porque más de la mitad de la humanidad vive ya en ciudades. Ahora estamos en condiciones de modificar las reglas del juego a nuestra voluntad, tenemos la tecnología para alterar la naturaleza humana. El futuro no está escrito.
–Está bien emanciparse de la naturaleza pero también da miedo una perspectiva tan abierta.
–Son los inconvenientes de la mayoría de edad. Nos hemos hecho adultos como especie y en esa etapa el margen de maniobra es mucho más amplio. Cuando eres niño te lo dan todo resuelto y cuando te haces mayor tienes que decidir. Hemos tomado el control sobre nuestra biología. El desarrollo de las tecnologías tiene el problema añadido de su complejidad creciente. La mayor parte de la gente carece de criterio, somos más ignorantes que nunca con respecto a las nuevas reglas de juego. Y esto no le ocurre sólo al ciudadano común, sino también en el mundo de la ciencia, donde los que trabajan en un ámbito ignoran lo que hace en otra especialidad. A la complicación de tener que tomar decisiones se suma la extrema especialización de las tecnologías que hace todavía más difícil decidir. Esto nos lleva a cuestiones de tipo social y a un mundo que anticipaban ciertas novelas. No sabemos si nos aguarda "El mundo feliz" de Huxley, que es la perspectiva futura que más me preocupa.
–¿Los ancestros que sobrevivieron en circunstancias de escasez saldrían adelante en este mundo de sobreabundancia?
–El sociobiólogo Richard Alexander divide la evolución humana en dos momentos, un primero dirigido o gobernado por lo que Darwin llamaba las fuerzas hostiles de la naturaleza. Nos enfrentábamos al clima, a las enfermedades, a los parásitos, a los depredadores que eran las fuerzas que regían nuestra evolución. A partir de cierto momento, cuando se empieza a hacer más complejo el medio social, las reglas cambian y tenemos que adaptarnos para ser competentes en ese nuevo medio. Esa idea de que en el pasado los peligros a los que se enfrentaba el ser humano procedían sólo del medio natural no es del todo cierta. Pero eso les pasa también a los chimpancés que no están preocupados sólo por las amenazas del entorno, también les inquieta el lugar que ocupan en el grupo. Eso se hace más intenso, a medida que evolucionamos en un medio social. La mayor parte de nuestras características como seres humanos no son adaptaciones ecológicas sino sociales. Si nos examinamos a nosotros mismos percibiremos rasgos que no guardan relación con el ecosistema, sino con nuestra competencia con otros congéneres dentro del grupo y entre grupos. En realidad, lo que estamos haciendo ahora es seguir esa línea en un medio cultural en el que el control sobre la naturaleza es mayor que nunca. Desde hace mucho tiempo el problema ya no son los depredadores, sino la convivencia.
–Pero ahora los depredadores quizá sean otros.
–Tenemos tal control que ahora lo que tenemos que hacer es refrenarnos para que no se extingan los depredadores. Tenemos que evitar, por ejemplo, la extinción del tiburón blanco. Por eso me interesa sobremanera esta etapa ya larga y prehistórica en la que desarrollamos nuestras capacidades sociales.
–En los tiempos en los que el futuro de la humanidad podía estar comprometido por el hambre resultaría impensable un tiempo en el que uno de nuestros mayores problemas fuera la obesidad.
–Es un problema grave porque hay una abundancia de alimento, cosa que no había ocurrido nunca. Ahí hay un choque entre nuestra naturaleza biológica y la sobreabundancia de alimentos que nunca habíamos tenido. Nosotros tenemos apetencia por determinados alimentos, como las grasas, de alto valor energético. Estamos seleccionados y adaptados para obtener el máximo de calorías, como resultado de un tiempo en el que no sabías si ibas a comer al día siguiente. Hablamos de la epidemia de obesidad como si resultara fácil de eliminar. Si fuera sencillo ya lo habríamos corregido, pero la persistencia del problema indica que es grave y que hay algo en nosotros que hace difícil controlar la obesidad. En esto creo que hay volver a la biología. Se desarrollan campañas a través de la educación, pero si fuera sólo un problema de hábitos ya lo tendríamos resuelto. Hay un problema de fondo, de naturaleza más biológico y que consiste en que estamos diseñados para la búsqueda de grasas y azúcares. Y también para estar sentados, el sedentarismo no nos lo impone nadie.
–La especie humana tiene ahora más capacidad devastadora que nunca, incluso se pone en peligro a sí misma.
–No sabemos lo que habrían hecho nuestros ancestros de haber podido. Pero sí se ha producido algo que creo que es grave: los antiguos tenían una mentalidad mágica y una visión de la naturaleza que la hacía sagrada, se sentían parte de ella y la respetaban. Esa manera de entender el mundo ha cambiado radicalmente y ese respeto hacia la naturaleza lo hemos perdido, la hemos profanado, por eso digo que hay que establecer una nueva alianza para recuperar ese respeto.
–¿Pasamos por una redefinición del mapa evolutivo?
–Sabemos mucho. Conocemos la genealogía bien, pero nos faltan los detalles. Desconocemos cuándo empezamos hablar, en qué momento los niños empezaron a venir al mundo desvalidos, cuando empezó la menopausia, si vivían en parejas. La anatomía no nos dice cómo empezó la consciencia.
Juan Luis Arsuaga, paleontólogo, es catedrático de paleontología en la Universidad Complutense de Madrid.
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PREMIO NOBEL: 600,000 ÁRBOLES SEMBRADOS EN 12 AÑOS.
Cheng Ahihou, de China, ha sembrado 600,000 arboles en 12 años
Eloy Roy, http://todoelmundovaalcielo.blogspot.com/
Anualmente se otorga un Premio Nobel a las personas en quienes se reconoce una inestimable contribución a la paz, la ciencia, la literatura o la economía. Pero entre todos los “nobelizados” raramente figura un hombre o una mujer pobre entre los más pobres.
Como son muchísimos en el mundo me parece que sería justo que se otorgue un premio Nobel por año a uno o una de esos valientes desconocidos que, contando sólo con su corazón, el sudor de su frente y la fuerza de sus brazos, contribuyen a que la vida miserable de centenares o miles de personas de su entorno sea menos insoportable.
Pienso en especial en los hombres y en las mujeres de la China que, en la misma roca de montañas extremadamente áridas y altas, tallan a puro pulmón terrazas de una enorme belleza en las que cultivan arrozales y árboles frutales.
Pienso en aquellos y aquellas que cavan pozos casi sin fondo y largos canales para regar y hacer florecer inmensas extensiones de tierra amenazadas de desaparecer bajo la arena. En aquellos que plantan millones de árboles y levantan una “Gran muralla verde” contra el avance de los desiertos.
En los que transforman los desechos en fuentes de energía, y en todos aquellos y aquellas que hurgan en los basurales para recuperar todo lo que puede ser reciclado. En todas esas valientes mujeres que mantienen y limpian las calles de los pueblos y ciudades de la China. Esa magnífica gente merece el mayor de los respetos y en lo posible al menos ¡un Premio Nobel por año!
A esta lista habría que añadirle los millones de personas que prefieren la bicicleta y se conforman con vivir simplemente con el objeto de que muchos otros millones puedan vivir con dignidad.
Y a todos esos simpáticos estudiantes de las universidades chinas, felices de compartir sus exiguos e inconfortables dormitorios con más compañeros y que se queman las pestañas estudiando; no tienen tiempo ni dinero para divertirse, nunca se quejan de su suerte y siempre andan sonriendo.
Y a todos aquellos y aquellas que se dedican a la investigación sin hacer ruido, a los que trabajan o cumplen funciones destinadas a librar a los pobres del peso que los aplasta. Todos ellos están entre las mujeres y los hombres más grandes de la tierra.
Y ciertamente, junto a ellos, todo aquel que le dé una mano a alguien más pobre, tratándolo y respetándolo como a un igual, alentándolo como si fuera su hermano o hermana. Es ¡un héroe, un sabio y un santo!
El ejemplo del valiente señor Ma del Heilongjiang es bien conocido en la China. El señor Ma es un leñador que en el transcurso de su vida ha cortado 36.00 árboles. Pero diez años después de jubilarse había plantado ya 46,000 árboles. Todavía a los 80 años sigue plantando diariamente árboles. ¡Diez mil Premios Nobel para el señor Má! Y también para el valioso señor Cheng Ahihou de la zona rural de Beijing que plantó 600,000 árboles en 12 años.
Si Dios no se arrepiente de haber creado al ser humano, la culpa la tiene toda esa gente linda. Y no solamente esa gente linda que le da una mano a uno más pobre, sino también todos aquellos hombres y mujeres que se desviven cada día y por todas partes para construir un mundo sobre bases justas, de manera que de la faz del mundo desaparezca para siempre toda forma de pobreza.
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La ciguapa
Anualmente se otorga un Premio Nobel a las personas en quienes se reconoce una inestimable contribución a la paz, la ciencia, la literatura o la economía. Pero entre todos los “nobelizados” raramente figura un hombre o una mujer pobre entre los más pobres.
Como son muchísimos en el mundo me parece que sería justo que se otorgue un premio Nobel por año a uno o una de esos valientes desconocidos que, contando sólo con su corazón, el sudor de su frente y la fuerza de sus brazos, contribuyen a que la vida miserable de centenares o miles de personas de su entorno sea menos insoportable.
Pienso en especial en los hombres y en las mujeres de la China que, en la misma roca de montañas extremadamente áridas y altas, tallan a puro pulmón terrazas de una enorme belleza en las que cultivan arrozales y árboles frutales.
Pienso en aquellos y aquellas que cavan pozos casi sin fondo y largos canales para regar y hacer florecer inmensas extensiones de tierra amenazadas de desaparecer bajo la arena. En aquellos que plantan millones de árboles y levantan una “Gran muralla verde” contra el avance de los desiertos.
En los que transforman los desechos en fuentes de energía, y en todos aquellos y aquellas que hurgan en los basurales para recuperar todo lo que puede ser reciclado. En todas esas valientes mujeres que mantienen y limpian las calles de los pueblos y ciudades de la China. Esa magnífica gente merece el mayor de los respetos y en lo posible al menos ¡un Premio Nobel por año!
A esta lista habría que añadirle los millones de personas que prefieren la bicicleta y se conforman con vivir simplemente con el objeto de que muchos otros millones puedan vivir con dignidad.
Y a todos esos simpáticos estudiantes de las universidades chinas, felices de compartir sus exiguos e inconfortables dormitorios con más compañeros y que se queman las pestañas estudiando; no tienen tiempo ni dinero para divertirse, nunca se quejan de su suerte y siempre andan sonriendo.
Y a todos aquellos y aquellas que se dedican a la investigación sin hacer ruido, a los que trabajan o cumplen funciones destinadas a librar a los pobres del peso que los aplasta. Todos ellos están entre las mujeres y los hombres más grandes de la tierra.
Y ciertamente, junto a ellos, todo aquel que le dé una mano a alguien más pobre, tratándolo y respetándolo como a un igual, alentándolo como si fuera su hermano o hermana. Es ¡un héroe, un sabio y un santo!
El ejemplo del valiente señor Ma del Heilongjiang es bien conocido en la China. El señor Ma es un leñador que en el transcurso de su vida ha cortado 36.00 árboles. Pero diez años después de jubilarse había plantado ya 46,000 árboles. Todavía a los 80 años sigue plantando diariamente árboles. ¡Diez mil Premios Nobel para el señor Má! Y también para el valioso señor Cheng Ahihou de la zona rural de Beijing que plantó 600,000 árboles en 12 años.
Si Dios no se arrepiente de haber creado al ser humano, la culpa la tiene toda esa gente linda. Y no solamente esa gente linda que le da una mano a uno más pobre, sino también todos aquellos hombres y mujeres que se desviven cada día y por todas partes para construir un mundo sobre bases justas, de manera que de la faz del mundo desaparezca para siempre toda forma de pobreza.
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La ciguapa
La ciguapa, de Frank Bennett - coleccion Maria Teresa Puigbo
Elizabeth Polanco (Copyright, 2010)
La ciguapa es imagen de volver al pasado
caminar hacia atrás retrocediendo el tiempo
descubrir los misterios,
reconquistar sus sueños
Encontrar las auroras que quedaron guardadas
saborear los secretos, la noche encandilada,
recuperar las horas de aquel dorado estío
que aún residen en él, tenuemente bordadas
Confunde los caminos
al alterar sus pasos
que nunca las encuentren la tristeza ni el llanto
esconde los ropajes, los sollozos, los mantos.
La ciguapa es imagen de quien domina el tiempo
vela al dormido que espera, cuida al que cansado vuelve.
es amiga del sol, cómplice de la luna,
dueña de la templanza, refulge hasta en la bruma.
******
SOY EL QUE MIRA HACIA EL PASADO
La ciguapa es imagen de volver al pasado
caminar hacia atrás retrocediendo el tiempo
descubrir los misterios,
reconquistar sus sueños
Encontrar las auroras que quedaron guardadas
saborear los secretos, la noche encandilada,
recuperar las horas de aquel dorado estío
que aún residen en él, tenuemente bordadas
Confunde los caminos
al alterar sus pasos
que nunca las encuentren la tristeza ni el llanto
esconde los ropajes, los sollozos, los mantos.
La ciguapa es imagen de quien domina el tiempo
vela al dormido que espera, cuida al que cansado vuelve.
es amiga del sol, cómplice de la luna,
dueña de la templanza, refulge hasta en la bruma.
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SOY EL QUE MIRA HACIA EL PASADO
Juan Carlos Mieses
Y en silencio enumera las horas
Con las letras
Y los perfumes de tu nombre.
El que recibe el beso amargo de la inmensidad
Y siente que se ahoga
En la sal,
En los ayeres.
El que repite cada mañana:
Olvidar no destruye lo sido del amor*
Ni la miel, ni la abeja,
Ni el vértigo,
Ni los mares que se vierten serenos
Sobre nubes de horizontes dorados
Y en tus ojos.
Porque es el mar ir y venir
A imagen de la vida,
Fluir incierto que va muriendo
Y queda.
******
La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1925).
Y en silencio enumera las horas
Con las letras
Y los perfumes de tu nombre.
El que recibe el beso amargo de la inmensidad
Y siente que se ahoga
En la sal,
En los ayeres.
El que repite cada mañana:
Olvidar no destruye lo sido del amor*
Ni la miel, ni la abeja,
Ni el vértigo,
Ni los mares que se vierten serenos
Sobre nubes de horizontes dorados
Y en tus ojos.
Porque es el mar ir y venir
A imagen de la vida,
Fluir incierto que va muriendo
Y queda.
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1925).
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