miércoles, agosto 09, 2006

Noticias del Frente Ancestral 001

Día Internacional de los Pueblos Originarios, 2006

El Grito de Guabancex


Guabancex es un/a zeme andrógino/a que con su escalofriante silbido anuncia el advenimiento de la primera fuerza renovadora de la Madre Naturaleza, el temible Hurakán. Siameses unidos por la cabeza, la cual representa con sus bucles ensortijados el ojo de la tormenta perfecta, Guatauba, el Viento, pregonero masculino y depredador, y Coatrixkia, el Agua, reservorio femenino y fertilizante, forman el resto de sus cuerpos opuestos. Para el mundo taíno, los hurakanes, entonces, representados como una patada en el firmamento o turey, siempre vienen en pareja, macho y hembra.

Guabancex, Viento y Agua, es hoy un reducido grupo recién nacido de amigos y amigas, comadres y compadres, que a través de los años han conocido y practicado el valor multiplicador de la institución del guatiao, encarnación de la hermandad de la sangre, de la donación del ser propio -- signado por el nombre, al otro; y la adopción del nombre del otro como propio. Principio de la reciprocidad donde yo soy tú y tú eres yo; predecesor del vínculo sagrado del compadrazgo y el comadrazgo. Mayaní makaná, Juan de Esquivel daca. (“No me mates” – dijo Cotubanamá al soldado – “Yo soy Juan de Esquivel” – su capitán.)

Guabancex, Viento y Agua, intenta en el futuro inmediato, ser una comunidad epistémica.
Una comunidad epistémica es un grupo de personas que comparte un conjunto de definiciones de problemas, dispositivos y vocabularios. El término epistheme remite al de conocimiento. Pero los/as miembros/as también comparten una ética, inseparable de la nueva interpretación. Como comunidades, sirven como “inteligencia,” como grupos de apoyo y presión a gobiernos, corporaciones y organizaciones, para prevenir que estos pierdan de vista sus metas y terminen zozobrando.

Guabancex, Viento y Agua, podría en el futuro mediato ser tantas cosas como las que sus miembros/as imaginen, se propongan lograr, y consigan fecundar. Unidos/as, esperamos que los/as demás se interesen en saber qué estamos haciendo, tenemos esperanza de que nuestra voz no resuene en vano, esperamos ganar corazones, reclutar voluntades, concitar acciones.


Queremos abrir la puerta para que entendamos las complejidades de nuestra historia, para que identifiquemos a nuestros ancestros, para que celebremos nuestra cultura tradicional, para que protejamos nuestros recursos arqueológicos, y para que usemos una perspectiva inteligente, informada y constructiva que nos permita encontrar un sendero colectivo más verdadero hacia el porvenir.

En este Día Internacional de los Pueblos Originarios 2006, en consecuencia, nos comprometemos a desarrollar un nuevo estilo de vida personal y social, que intente alcanzar y evalúe, en los próximos 12 meses, el alcance de las siguientes metas:

1. Empezar a difundir en todas las ocasiones interpersonales y medios de comunicación a nuestro alcance la idea de que el Caribe constituye el ámbito geográfico por excelencia donde ocurrió el principal experimento social de la Modernidad o Renacimiento. Este consistió en la hibridación genética y cultural de los tres Continentes que conforman el llamado Mundo Occidental. Nosotros/as somos su producto y por tanto los/as responsables directos de desarrollar una voluntad colectiva para superarnos constantemente;

2. Propiciar un reencuentro constructivo entre los tres conjuntos de patrones culturales que nos sirven de sostén, a saber los Amerindios/as, los/as Europeos/as y los/as Africanos/as. Eso debe ocurrir sin desmedro ni privilegio de ninguno, en el entendido que su efecto sinérgico nos fortalece y nos habilita para continuar desarrollando y sintetizando lo mejor de cada uno de ellos;

3. Reclutar el consenso y la voluntad de los miembros/as de la población de la Isla de Kiskeya para que nos ayuden a impulsar y refinar esta nueva visión del futuro realizable;

4. Establecer contacto virtual y físico permanente, así como alianzas y convenios de intercambio y colaboración con las principales redes, asociaciones, fundaciones y otras organizaciones científicas, culturales, artísticas y espirituales reivindicativas en el Caribe, en el resto de las Américas, en Europa, en África y en Asia, que nos permita romper el aislamiento a que hemos estado sometidos durante siglos;

5. Diseñar e implementar una campaña creciente de concienciación masiva por medios múltiples, tanto sociales como comunitarios y escolares, sobre la pérdida de inteligencia que implican los principales prejuicios sociales, tales como el sexismo, el binarismo genérico, el clasismo, el racismo, y el nacionalismo, para la población de 7-14 años;

6. Concienciar a la población sobre la terminación de la proscripción o prohibición de cada persona de ser él o ella misma, con sus virtudes y defectos, dentro de un marco de respeto por los derechos y cumplimiento de los deberes de cada cual;

7. Fomentar por todos los medios la protección y defensa del medio ambiente y de nuestros patrimonios culturales, y el conocimiento de las lenguas, culturas, y tradiciones espirituales ancestrales que conforman nuestro heterogéneo conglomerado, en un plano de igualdad y respeto;

8. Abrir al menos tres Talleres/Escuelas Experimentales de Salud, Arte y Cultura gratuitos en sendas regiones del país, para jóvenes meritorios/as de 7 a 14 años de clase popular, con apoyo técnico y financiero de la sociedad civil organizada, los municipios, y las instituciones gubernamentales centrales y descentralizadas.

Guabancex, Viento y Agua

Santo
Domingo, 9 de agosto, 2006

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9 de agosto: Día Internacional del Indio

Marcos Terena

Una vez más nos acercamos al Día Internacional del Indígena promovido por una decisión de las Naciones Unidas y ciertamente podemos expresar nuestra alegría cuando el Grupo de Trabajo ha decidido aprobar la Declaración de los Derechos Indígenas, gracias al gran Ituko-Óviti y a la persistencia de hermanos que siguieron por tantos años la concretización de un sueño de muchos que llegaran por primera vez a la ONU.

Pero como Pueblos Indígenas que luchamos por derechos originarios en base a los derechos humanos, no tenemos el derecho de olvidar u omitir la grave situación de guerra que sigue matando tantas personas, viejos o niños, en la región donde por tantas veces ha caminado el santo, mártir o profeta de los cristianos, Jesús Cristo que tenia como base de sus argumentos la tolerancia ante las diversidades, justicia contra las desigualdades y el amor al prójimo...

Como Pueblos Indígenas, nosotros no podemos estar solidarios solamente con nuestro silencio. Si tenemos la inspiración de nuestros ancestros, como grandes defensores de un medio ambiente sano y de respeto mutuo ante la diversidad, debemos hacer un llamamiento a la humanidad y en especial a la propia Naciones Unidas y a los dirigentes políticos o gobernantes de un lado o de otro, porque de todas formas los dos lados: judíos y árabes, están pagando un alto costo imponiendo sus voluntades de ser protagonista ante uno o otro.

Ciertamente, los únicos que están ganando son las industrias de las armas de guerra.

Con base en la voz de la Tierra, no podemos tampoco, seguir nuestra vida como pueblos originarios, escuchando las voces casi muertas de niños que no tienen mecanismos de defensa, de familias que no saben para donde ir o refugiarse. Las grandes potencias siguen jugando con las vidas humanas y sociedades enteras, que ante los discursos y palabras, sufren por no tener portavoces o formas de defenderse y asegurar una vida de paz.

Como Pueblos Indígenas tenemos que hacer un llamamiento internacional de que es hora de parar la ignorancia de los que conducen maquinas de guerra como si fueran la única forma de lograr respeto y fuerza política: matando, matando, asesinando, promoviendo verdaderos genocidios... y huellas de sangre y odio...

¿Quien está en lo cierto? ¿Árabes o judíos ? No lo sabemos... Pero, ¡sabemos que no se pueden matar el uno al otro! En este Día Internacional Indigena de la ONU, la voz indigena, como la voz de la tierra proclamamos: ¡Es necesario parar las muertes de inocentes! ¡Es necesario parar de matar!

Para una paz substancial, ¡matar nos es el camino de la vida!

Marcos Terena, presidente del Comité Intertribal – ITCBrasilia - Brasil.

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9 de agosto: Día Internacional de los Pueblos Indígenas Pronunciamiento de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas

La Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI) con motivo de celebrarse el “Día Internacional de los Pueblos Indígenas” hacemos un llamado a los Estados para que en este día adopten políticas nacionales y mecanismos para la protección, reconocimiento y respeto pleno a los derechos indígenas, a los pueblos indígenas a unirnos contra todas las formas de exclusión y a fortalecer nuestras luchas y alianzas para la construcción de Estados Plurinacionales con sociedades interculturales.

Somos una instancia de coordinación de las organizaciones indígenas de los Andes, constituida el 17 de julio del 2006 en la ciudad en la ciudad del Cusco e integrada por la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (ECUARUNARI), la Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería (CONACAMI), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y la Coordinación de Identidades Territoriales Mapuche (CITEM), cuyas organizaciones representan a 15 millones de indígenas andinos de los países de Ecuador, Bolivia, Perú, Colombia y Chile.

Nos dirigimos a los Estados y la opinión pública internacional para expresar nuestra demanda de atención sobre los siguientes aspectos:

i. Reconocemos los avances en la promoción y la solidaridad internacional para reconocimiento de los derechos indígenas, como la reciente adopción de la Declaración de las Naciones Unidades sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU después de 20 años, por lo que llamamos a los Estados a refrendarla en la próxima Asamblea General de la ONU y adecuar las políticas nacionales para facilitar su aplicación en consulta con los pueblos indígenas y sus organizaciones.

ii. Demandamos a los Estados y las empresas transnacionales el respeto de nuestro derecho al territorio y a los recursos naturales. Actualmente los territorios indígenas están siendo concesionados por los Estados a las empresas transnacionales para la extracción de los recursos naturales violando normas nacionales e internacionales que protegen los derechos indígenas; la invasión de territorios nos recuerda viejas formas de colonización para la extinción de los pueblos indígenas. Las concesiones forestales, mineras, petroleras, de agua, del mar, de gas y turísticas afectan nuestras formas colectivas de vida y el acceso a los recursos que se encuentran en territorios indígenas.

iii. Denunciamos las constantes acciones de criminalización de la lucha indígena por parte de los Estados. Los indígenas asumiendo el mandato de nuestras comunidades, pueblos y nacionalidades hemos emprendido la resistencia y movilización social para la defensa de nuestros derechos ante la exclusión y el silencio de los Estados y los grupos de poder quiénes carentes de toda razón han recurrido a la represión violenta, la persecución y el enjuiciamiento de los líderes indígenas en toda la región andina, por lo que demandamos a la sociedad civil internacional a actuar para impedir la continuidad de estas formas coloniales de represión y a mantener especial atención por los indígenas mapuches enjuiciados por el Estado chileno y los indígenas quechuas enjuiciados por el Estado peruano por oponerse a la minería en sus territorios.

iv. Denunciamos la creciente militarización y la aplicación de “planes” del gobierno de Estados Unidos en los Andes con la única finalidad de respaldar la imposición de políticas neoliberales a los Estados andinos, como los TLC, y el saqueo de los recursos naturales por parte de las empresas transnacionales, por lo que llamamos a los pueblos indígenas y otros sectores sociales establecer alianzas para fortalecer las luchas por la soberanía nacional y autonomía indígena. Llamamos a la sociedad civil internacional a poner especial atención y actuar sobre la situación de los pueblos indígenas desplazados por la guerra interna en Colombia.

v. Llamamos al Estado de Chile y su presidenta, Michelle Bachelet, para la inmediata ratificación del Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas de la OIT en concordancia con las tendencias globales de reconocimiento de los derechos indígenas y la inclusión en sus políticas nacionales de diversas recomendaciones por parte de instituciones internacionales de derechos humanos realizados al Estado chileno en los últimos años.

vi. Saludamos la instalación de la Asamblea Constituyente de Bolivia e instamos a los diversos Estados de la región a asumir la convocatoria a procesos similares de asambleas constituyentes para refundar los Estados – Nación actuales en Estados Plurinacionales como la única vía para la construcción de sociedades interculturales y la eliminación de todas las formas de exclusión y marginación contra los pueblos indígenas.

La Paz, agosto 8 del 2006.

Miguel Palacin Quispe, Presidente de CONACAMI, Coordinador General de CAOI

Web: www.minkandina.org

E-mail: minkandina@yahoo.es

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The Journal of Caribbean Amerindian History and Anthropology (www.kacike.org)

Curanderos en “El Cachote:” Eloy Rodríguez y el bosque húmedo

Por José Barreiro
Editor en Jefe de ICT

Traducción: EA de Moya, MPH

Sierra de Bahoruco, República Dominicana – Aun aquí en estas antiguas montañas que encandilaron y asombraron a los conquistadores españoles, donde el mito de la extinción es enfrentado a cualquier cosa que parezca indígena o autóctona, allí está él, un veterano curandero, a un lado de la falda de la escarpada montaña, sentado sobre sus tobillos y ligeramente oculto por el denso bosque. Cuando detuvimos nuestro polvoriento vehículo, se incorporó, brusco, con un rostro de piedra que se convertía en una sonrisa de bienvenida. Nos presentamos y nos acogió en su rancho en la montaña. Allí, un par de estudiantes de la Universidad de Cornell, que formaban parte de un grupo más grande de varias universidades, escuchaba con atención mientras conversábamos.

Su nombre es Esporminio Félix, considerado, según él mismo nos dice, como un “brujo” por algunos moradores de esta empinada montaña, famosa por su denso manto de neblina. Claro está, él lo niega de manera vehemente. “Yo sólo soy un curandero, y un comadrón,” dice encogiendo los hombros. “Mi mamá era comadrona y mi papá también curaba usando yerbas, palos y hasta piedras.”

Esporminio usa muchas plantas, al igual que sus vecinos dominicanos y haitianos que conocen y usan medicinas extraídas de plantas locales para malestares físicos y hasta espirituales. Pero de los vecinos que conocimos en varios días de búsqueda y viajes por densos caminos y carreteras montañosas casi imposibles de atravesar, él era a la vez el más activo y el más recalcitrante de todos. De inmediato, en forma natural, él comparte su receta para un catarro común y otros problemas, y luego da una larga y precisa lista de plantas y especies, que al ser mezcladas de forma correcta, curarán la “hepatitis.” “Usted puede creerlo o no,” decía. “Pero la gente se cura.”
Machete en mano, un hombre que estaba de pié junto a él, asentía con la cabeza. El había venido a recoger una medicina del curandero.

Esporminio continúa relatándonos los usos de un sinnúmero de medicinas naturales y espirituales, contestando muchas preguntas y haciendo unas cuantas, ante la fascinación de los estudiantes observando el fino tacto de conocimiento del mundo natural que tiene la gente común en estas montañas caribeñas.

Los estudiantes, y su mentor de la Universidad de Cornell, el Dr. Eloy Rodríguez, habían indagado sobre los contextos indígenas Tainos o Caribeños que aún reflejaban las culturas mestizas de estos montes. Le pregunté a don Esporminio: “Maestro, cuando usted escoge una medicina, se concentra usted, espiritualmente, se conecta usted con la planta?”

“Quiere decir, ¿que si le pido permiso?” dijo Esporminio con los ojos encendidos. “Bueno, claro que sí. Uno quiere que ella le entregue su fuerza, para saber por qué la molestarías, específicamente a quién tratas de ayudar.”

Otra señal que muestra el legado indígena: Esporminio, de obvia extracción mestiza, ora usando “los cuatro puntos cardinales”, siempre, y asimismo invoca a la Madre Tierra.” Sobre el tema de la selección de las plantas, él asegura que siempre le deja algo, aunque sea una moneda a la planta. Este es el tipo de reciprocidad con las medicinas que se encuentra entre las culturas indígenas en América del Norte. Katsi Cook, una comadrona de la Nación Mohawk, quien también participaba de la entrevista, intercambia información sobre los tratamientos para una mujer en labor de parto.

Los estudiantes están fascinados, habiendo supuesto tal vez que personas como don Esporminio se habían esfumado de la República Dominicana, la cual, junto a Haití, forma la isla de Kiskeya, la segunda en tamaño en el Caribe. Ha sido una mañana larga, incluyendo una prolongada visita a un hogar campesino haitiano extremadamente pobre – lo que fue motivo de mucha reflexión – y otros dos taparetes familiares en la montaña, los cuales usan medicina natural todos los días, de los jardines de las casas y del bosque.

En el campamento de El Cachote, el Dr. Eloy Rodríguez acerca las hojas de una planta a un pequeño rayo de sol que penetra entre el intenso follaje del bosque tropical. Le susurra el nombre científico al estudiante que ha traído el espécimen encontrado. El Dr. Eloy Rodríguez es Profesor de la Universidad de Cornell, prominente por su trabajo sobre los bosques tropicales lluviosos y las medicinas tradicionales. Junto a él, don Fran Usmal, un longevo local y el Dr. Carlos Peña, renombrado profesor dominicano, también discuten los usos de la planta. “Sirve para cicatrices y heridas,” dice don Fran, el anciano de la montaña, quien goza de mucho respeto por su conocimiento de la vegetación y la fauna en su ambiente, “aplicada como una cataplasma.” El estudiante toma nota de la información.

En los últimos años, el Dr. Rodríguez ha llevado a cientos de estudiantes universitarios, incluyendo indígenas norteamericanos, a la República Dominicana, al río Amazonas de Venezuela y a la península Maya en Yucatán para trabajar con los “curiosos” de la comunidad y los científicos locales, tratando de entender mejor los usos y las bases científicas de la medicina herbolaria tradicional. “Estudiamos las enfermedades directamente, trabajamos con pacientes para entender la naturaleza y las condiciones y los tratamientos más efectivos.” Financiado parcialmente por el Instituto Nacional de Salud de los EE. UU., el programa de Rodríguez está muy bien cotizado entre los estudiantes que buscan experiencia en el campo y “entre las personas corrientes de la comunidad,” dice Rodríguez, quien ha aparecido en la portada de la revista del periódico New York Times en 2002, y es reconocido como uno de los fundadores de la ciencia de la zoofarmacognosis (zoo por los animales, farma por los medicamentos y cognosis por el reconocimiento).

De origen Chicano con raíces en los campos de California, Eloy Rodríguez, Ph.D., es Profesor de la Cátedra James A. Perkins en Estudios Ambientales en la Universidad de Cornell. Sus estudios con animales en el bosque, para determinar las plantas medicinales más efectivas contra los parásitos y otras enfermedades tropicales, son altamente respetados. Su mayor pasión, sin embargo, es introducir a los jóvenes a la ciencia y al mundo natural.

Este campo particular de “El Cachote,” en las elevadas montañas nubladas de la República Dominicana, provee unas cuantas cabañas rústicas en la meseta más alta, una sala de reuniones, una cocina y un comedor, aunque la mayoría de los estudiantes duermen en casas de campaña, compartiendo las letrinas y los baños en habitaciones de concreto con duchas de agua fría. El Cachote – como eco-centro con fuerte apoyo comunitario – mantiene bosques lluviosos y húmedos de sustancial biodiversidad, docenas de plantas y árboles medicinales, aves y otras especies aún en vías de identificación y estudio 500 años después de que Colón avistara estas montañas. La comunidad local administra y apoya un proyecto en su mayoría voluntario para proteger el refugio verde de la montaña y la biodiversidad y ha logrado establecer alianzas en un programa de eco-turismo académico sostenible. El programa del Dr. Rodriguez, que requiere un enfoque práctico, ha constituido un apoyo importante para el esfuerzo dirigido por la comunidad.

“El adiestramiento científico, la metodología de la investigación, el uso real de las plantas, todo esto es muy importante,” dice Rodríguez. “Pero lo más estimulante para mí es ver a algunos estudiantes privilegiados, de todo el espectro norteamericano, venir y encontrarse con la gama de personas en áreas remotas y económicamente pobres como las de esta montaña. Veo cómo esto les cambia. Aquí es donde veo la compasión y donde el compartir empieza a darse. Ver cómo estas personas se entregan le da a estos viajes educativos una dimensión de realidad.”

El uso de medicinas naturales para combatir las enfermedades en las comunidades originarias en Norte y Sur América es una fuerza impulsora para Rodriguez. Su extenso trabajo entre las tribus del Amazonas reveló un nivel altamente epidémico de la malaria en las aldeas de los bosques lluviosos. Esto constituye uno de sus principales focos de atención. El otro es el de las proporciones epidémicas de la “enfermedad del azúcar,” la diabetes, entre los indígenas del norte. “Necesitamos una alianza fuerte de los médicos, los científicos y las fundaciones, para enfrentar estas importantes enfermedades que están matando a tantas personas nativas del bosque y de la montaña.”

Una tarde cuando se ponía el sol y las ranas y los insectos entonaban su cantata nocturna, don Maltiano Moreta, principal organizador de la asociación local de guardabosques, nos recordó la historia de la Sierra que estábamos pasando por alto. La sierra de Bahoruco es la cadena de montañas donde el cacique Taíno Enriquillo o Guarocuya, luchó contra los conquistadores hasta lograr una tregua, de 1519 a 1534. La guerra de Enriquillo dio como resultado el primer tratado en las Américas entre una nación indígena en armas y una potencia europea. “Eso ocurrió hace mucho tiempo,” reconoce don Maltiano, “pero puede decirse que el Taino luchó fuertemente por estas montañas.”

Apuntando a picos distantes que sobresalían sobre los anillos de nubes, el Dr. Rodriguez añadió, “Quizás el Cacique Enriquillo anda todavía por esas montañas.”

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The Journal of Caribbean Amerindian History and Anthropology (www.kacike.org)

Curanderos at "El Cachote:" Eloy Rodriguez and the cloudforest

By Jose Barreiro
ICT Senior Editor

Sierra de Bahoruco, Dominican Republic -- Even here in these ancient mountains that mesmerized and paralyzed the Spanish conquistadors, where the myth of extinction is attached to anything indigenous or autochthonous, there he is still, an old-time curandero, on the side of the rough mountain road, sitting on his haunches and slightly hidden by the dense forest. When we stopped our grizzled truck, he stood, gruff, craggy face blending to a greeting smile. We identified ourselves and he welcomed us to his mountain ranch. There, a couple of students from Cornell University, part of a much larger contingent from several colleges, listened in as we talked.

His name was Esporminio Felix and some folks in the high mountain area renown for its dense, cloud forest cover, Esporminio himself will tell you, consider him a "brujo." He vehemently denies this, of course. "I am a curandero (healer), and a comadrón (male midwife)," he shrugs. "My mother was a midwife and my father also cured using the herbs, the trees and even the rocks."

Esporminio uses many plants and he is not alone among his Dominican and Haitian neighbors to know and use local plant medicines for physical or even spiritual ailments. But of the various folks we met in several days of trekking and driving on dense trails and nearly impassible mountain roads, he was at once the most forthcoming and the most recalcitrant of people. Immediately, matter of factly, he shares his recipe for common colds and other problems, then an exacting, long list of plants and spices that mixed the proper way, he claims, will cure "hepatitis." "You may or may not believe it," he said. "But people get cured."

A man standing next to him, machete in hand, nodded. He had stopped by to pick up a medicine from the curandero.

Esporminio went on to relate the uses of a number of plant and spiritual medicines, to answer many questions and ask a few of his own, fascinating the students with the keen sense of natural world knowledge that resides among the common folks in these Caribbean mountains.

Students, and their mentor from Cornell University, Dr. Eloy Rodriguez, had inquired on Taino or Caribbean indigenous contexts still reflected in the mestizo mountain cultures. I asked don Esporminio: "Maestro, when you pick your medicine, do you concentrate, spiritually, do you connect to the plant?"

"You mean, ask permission?" Esporminio's eyes lit up with energy. "Well, of course. You want her to give you her strength, to know why you would disturb her, even specifically who you intend to help."

Another telling sign of indigenous legacy: Esporminio, of obvious mestizo extraction, prays using the Four Directions, ("los cuatro cardinales"), always, and also invokes the Mother Earth (la madre tierra)." On the subject of picking medicine plants, he professes to always leave something behind, even a coin ("una moneda") for the plant. It is a type of reciprocity with medicines found among many Native cultures. Katsi Cook, Mohawk midwife, also on the interview, exchanges information on treatments for a laboring woman.

The students are fascinated, perhaps having assumed people such as don Esporminio had simply vanished from Dominican Republic, which along with Haiti, forms Hispaniola, the second largest of the Caribbean islands. It has been a full morning, including a long visit at an extremely poor Haitian family homestead -- this gave much cause for reflection -- and two other family mountain hamlets, all of which use plant medicines daily, from house gardens and from the bush.

At base camp of El Cachote, Dr. Eloy Rodriguez lifts the leaves of a plant to the small ray of sunshine shooting through the thick, cloud-forest canopy. He whispers the scientific name to the student who had brought the recently harvested specimen. Dr. Eloy Rodriquez is a Cornell University professor famous for his work on rainforest and traditional medicines. Next to him, don Fran Usmal, a local elder and Dr. Carlos Peña, noted Dominican professor, also discuss the uses of the plant. "It's good for scars and cuts," says don Fran, the old man of the mountain and well-respected for his knowledge of plants and animals in his environment, "applied as a poultice." The student notes the information.

In recent years, Dr. Rodriguez has taken hundreds of college students, including many North American Indians, into Dominican Republic, Venezuela's Amazon and the Maya peninsula in Yucatan to work with community folk and in-country scientists, intending to understand most fully the uses and scientific bases of traditional plant medicines. "We directly study diseases, work with patients to understand the nature and conditions and the most effective treatments." Funded in part by the National Institute of Health, Rodriguez's program is highly sought-after by students who seek experience in the field and "among the regular community people," says Rodriguez, who was profiled on the cover of New York Times Magazine in 2002 and is recognized as a founder of the science of zoopharmacognosy (zoo for animals, pharma for drugs and cognosy for recognition).

A Chicano with roots in the California fields, Eloy Rodriquez, Ph.D., is James A. Perkins Professor of Environmental Studies at Cornell University. Rodriguez' studies with animals in the bush, to determine useful medicinal plants good for parasites and other tropical ailments, is highly respected. His biggest passion, however, is introducing young people to science and to the natural world.

This particular camp of "el Cachote," in the high cloud-mountains of Dominican Republic, provides a few rustic cabins in the high canopy, a meeting room, kitchen and dining area, although most students sleep in tents, sharing latrines and bathing in concrete shower rooms with cold water. El Cachote -- as eco-center with strong community support -- sustains rain and cloud-forests of substantial bio-diversity, dozens of medicinal plants and trees, birds and other species still in process of identification and study five hundred years after Columbus' first spotted these mountains. The local community manages and supports a largely volunteer project to protect the mountain's green canopy and bio-diversity and has pursued partnerships in a program of sustainable, academic eco-tourism. Dr. Rodriguez's program, which demands a hands-on approach, has been an important supporter of the community-led effort.

"Scientific training, research methodology, actual plant use, this is very important," says Rodriguez. "But the most exciting for me is to see some quite privileged students, from across the North American spectrum, come and meet the range of people in remote and economically poor areas like on this mountain. I see how it changes them. This is where I see the compassion and the sharing begin to happen. To see this part of people open up gives these educational tours a real world dimension."

The use of natural medicines in combating illness in Native communities of North and South America is a driving force for Rodriguez. His extensive work among Amazonian tribes revealed a plague-like level of malaria among rain-forest villages. This is presently a major focus of his attention. The other is the epidemic proportions of the "sugar disease," diabetes, among Northern indigenous peoples. "We need a major alliance of medicine people, scientists and foundations, to tackle these major diseases which are killing so many Native forest and mountain people."

One evening as the sun receded and the frogs and insects intoned their nocturnal songs, don Maltiano Moreta, main organizer of the local association of forest protectors, recalled the history of the sierras we were overlooking. The Bahoruco is the mountain chain where the Taino cacique or chief, Enriquillo or Guarocuya (Nighthawk), fought the conquistadors to a standstill, from 1519 to 1534. The Enriquillo war resulted in the first treaty of the Americas between an indigenous nation in arms and a European power. "That was a long time ago," don Maltiano recognized, "but it can be said that Taino fought hard for these mountains."

Pointing to distant peaks that protruded through a ring of clouds, Dr. Rodriguez added, "Perhaps Cacique Enriquillo walks these mountains still."

Pulled quotes:

Esporminio went on to relate the uses of a number of plant and spiritual medicines, to answer many questions and ask a few of his own, fascinating the students with the keen sense of natural world knowledge that resides among the common folks in these Caribbean mountains.

In recent years, Dr. Rodriguez has taken hundreds of college students, including many North American Indians, into Dominican Republic, Venezuela's Amazon and the Maya peninsula in Yucatan to work with community folk and in-country scientists, intending to understand most fully the uses and scientific bases of traditional plant medicines. "We directly study diseases, work with patients to understand the nature and conditions and the most effective treatments."

"Scientific training, research methodology, actual plant use, this is very important," says Rodriguez. "But the most exciting for me is to see some quite privileged students, from across the North American spectrum, come and meet the range of people in remote and economically poor areas like on this mountain. I see how it changes them."

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