jueves, marzo 29, 2007

Noticias del Frente Migratorio 007

Maras han sido usadas como chivos expiatorios



El fenómeno "mara" no era tan grave hace apenas tres años como las autoridades, apoyadas por los medios de comunicación, hicieron creer cuando comenzaron los operativos de mano dura en Centroamérica.

Pablo Pérez / AFP

El Nuevo Diario, Managua
23 de marzo de 2007 14:55

Las maras han sido utilizadas en los países de Mesoamérica como chivos expiatorios por las autoridades, que les han atribuido todos los males de la sociedad, forzándoles a reorganizarse y agravando el problema, según un estudio internacional presentado esta semana en México.
"En el marco de una oleada de populismo punitivo que se arraiga muy fuertemente en la región a partir de 2003, se busca generar determinados chivos expiatorios a quienes se atribuye los grandes males de la sociedad y los principales problemas de violencia", explica la académica Janet Aguilar, una de las autoras del estudio.

El informe "Pandillas juveniles transnacionales en Centroamérica, México y Estados Unidos", en el que participaron analistas de México, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Colombia y Estados Unidos, desmitifica algunas de las acusaciones contra las maras, como que conforman una red transnacional y que se están integrando en el narcotráfico.

Maras no eran tan graves

Según sus conclusiones, el fenómeno mara no era tan grave hace apenas tres años como las autoridades, apoyadas por los medios de comunicación, hicieron creer cuando comenzaron los operativos de mano dura en Centroamérica, asegura Aguilar, de la Universidad Centroamericana de El Salvador.

"Para la implementación de los planes se afirma que las pandillas son responsables del 70-80 por ciento del total de delitos y homicidios. Pero nunca facilitaron públicamente las cifras que hicieran constatar que efectivamente las pandillas eran las principales responsables de la violencia", afirma.

Los planes de mano dura contribuyeron a criminalizar a la juventud, y se captura a miles de jovenes simplemente por su apariencia, lamenta la académica, que recuerda el caso de dos jóvenes de aspecto sospechoso que fueron salvajemente violadas tras ser encerradas junto con un grupo de pandilleros.

Entre 2003 y 2004 fueron detenidos 40 mil pandilleros de los que sólo el 5% fue finalmente procesado al encontrar los jueces indicios de su participación en delitos, recopila Aguilar, quien reconoce que la segunda parte del plan Mano Dura, en operación, tiene una estrategia basada en la investigación

Mareros son imagen del pánico urbano

El investigador Carlos María Perea, de la Universidad Nacional de Colombia, sostiene que ante el sentimiento generalizado en las sociedades afectadas de miedo por el fracaso de los grandes conectores tradicionales, "existen chivos expiatorios y el marero se vuelve la imagen perfecta del pánico urbano".

"Toda la imagen del marero, su cuerpo, su tatuaje en el rostro, es una imagen que se presenta de manera perfecta para servir de chivo expiatorio de aquella conciencia pública totalmente asustada", señala.

Rafael Fernández, del Instituto Tecnológico Autónomo de México, impulsor del estudio, coincide en que las maras "a veces son utilizadas como cortinas de humo". El estudioso recalca que en 2004 en México, el gobierno empezó a alertar sobre la infiltración de mareros, en coincidencia con el fortalecimiento de las medidas contra migrantes centroamericanos.

"El exagerar el fenómeno pudo ayudarles justamente a las autoridades migratorias mexicanas a endurecer la frontera sur", manifiesta. El efecto perverso de esta estrategia es que "los jóvenes, frente a la embestida policial, definieron nuevos mecanismos de sobrevivencia y de protección y se han armado mucho más, se han organizado de una manera distinta, se han clandestinizado", alerta Janet Aguilar.

A diferencia de lo que sucedía hace tres años, cuando los jóvenes estaban más bien vinculados a delitos de índole patrimonial, "en la actualidad muchos de ellos están asociados a delitos más graves, como homicidios, extorsiones,...".

Como prueba del fracaso de los planes de mano dura y del agravamiento de la violencia, la cifra de muertes por cada 100 mil aumentó en El Salvador de 33 a 57 entre 2002 y 2006, y en Guatemala pasó de 26,2 en 2000 a 57 en 2006. Además, es más difícil identificarlos, porque han cambiado su apariencia: "Ya no se están tatuando, ya no visten como antes, ya no se rapan el pelo", comentó Aguilar.


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