lunes, octubre 26, 2009

Noticias del Frente Multicolor 076

La Iglesia Católica canadiense sabía hace 20 años que obispo tenía pornografía infantil
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Monseñor Raymond Lahey, obispo de Antigonish, Nueva Escocia, Canada

Viernes, 23 de Octubre de 2009 - Agencias

La Iglesia Católica canadiense sabía desde la década de los ochenta que un testigo había declarado ver pornografía infantil en la casa del obispo detenido la semana pasada por poseer y distribuir este tipo de material, afirmó hoy un arzobispo.

El obispo Raymond Lahey, de la diócesis de Antigonish, en la provincia de Nueva Escocia, fue detenido el pasado 1 de octubre después de que las autoridades canadienses descubrieran pornografía infantil en su ordenador portátil cuando volvía a Canadá procedente de Europa.

El arzobispo de San Juan de Terranova, Martin Currie, dijo hoy a la televisión pública canadiense, CBC, que en 1989 una persona que fue abusada sexualmente por religiosos reveló que Lahey tenía pornografía infantil en su domicilio.

En esa época, Lahey era el obispo de la diócesis de Saint George, en la provincia de Terranova y Labrador. Hasta 1993, la posesión de pornografía infantil no era delito en Canadá.

Según Currie, el sacerdote Kevin Molloy le dijo la semana pasada que el testigo, Shane Earle, había visto el material pornográfico en su casa hace 20 años. Molloy comunicó a su entonces superior, el arzobispo Alphosus Penney, la declaración de Earle.

En la década de los setenta y ochenta, Earle sufrió abusos sexuales en un orfanato de San Juan de Terranova regentado por religiosos.

En agosto de este año, Lahey, quien se encuentra en libertad condicional tras pagar una fianza de 9,000 dólares canadienses (unos 8,370 dólares estadounidenses), fue encargado de llegar a un acuerdo con víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes en la provincia de Nueva Escocia.

El acuerdo obliga a la diócesis a pagar 15 millones de dólares canadienses (unos 13,8 millones de dólares estadounidenses) a las víctimas de abusos, que en algunos casos fueron cometidos en 1950.

Al anunciar el acuerdo en agosto, Lahey declaró durante una conferencia de prensa que quería "asegurar que desde hace tiempo" la diócesis, "como otras en Canadá, ha estado tomando medidas para proteger" la infancia y la juventud.
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Historia de la caña y los ingenios, o esclavitud y miseria
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Las condiciones de muchas viviendas siguen siendo infrahumanas

Por José Tobías Beato © mediaIsla

La caña de azúcar fue introducida en América por los españoles, primera y precisamente en la isla que Colón llamó "La Española", a principios del siglo XVI. Gonzalo de Velosa fue su primer plantador, al traer los maestros del azúcar y formar un trapiche cerca del río Nigua, en lo que hoy es Yaguate, a unos 15 kms. de San Cristóbal, en el sur de la República Dominicana.
El padre Bartolomé de las Casas testimonia que el trabajo en los ingenios era tan duro, que los negros que habían sido importados desde África y que hasta el momento de su introducción en los ingenios, salvo ahorcamiento, al parecer nunca morían de ninguna enfermedad "después que los metieron en los ingenios, por los grandes trabajos que padecían y por los brebajes que de las mieles de caña y bebían, hallaron su muerte y pestilencia, y así muchos de ellos cada día mueren."
Fracasada la economía del oro, se impuso en "La Española" el desarrollo agrícola, especialmente en base a la caña de azúcar que para la época se cotizaba tanto como el oro. Por razones que no viene al caso analizar ahora, la economía del azúcar también fracasó.
Ahora bien. Desde el siglo dieciocho, la parte oriental de la isla, bajo dominio de España, fue la suministradora de carne a la parte occidental, a lo que hoy es Haití, controlada por los franceses. La zona norte de la parte española, el este y el valle del oeste se dedicaron a la ganadería. Siendo la población escasa, y con ausencia total de caminos y sin medios de transporte efectivos, era natural que así fuese. El ganado se transporta a sí mismo y no se precisa de grandes cantidades de gente para cuidarlo.
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Niños desnutridos se sostienen con el dulce de la caña

Azua, que disponía de puerto, podía dedicarse a la producción de azúcar. La madera se transportaba por los ríos y los troncos pequeños sobre mulos. En el Cibao, el tabaco y el cacao se transportaban sobre animales de carga, en recuas. A mitad del siglo dieciocho ya tenía el Este más de cincuenta hatos que, en buena parte, se convertirían con el tiempo en terrenos comuneros, lo que facilitaría la ocupación por extraños de terrenos sin cultivar. La tierra no tenía casi valor.
En el Sur la situación era similar. En San Cristóbal, por ejemplo, todavía a finales del siglo diecinueve "las tierras pertenecen a la común y no pueden venderse. El administrador público entrega a cada residente la tierra que desee cultivar (H. Hoetink, El pueblo Dominicano: 1850-1900, pág. 25-26, Ed. Librería La Trinitaria). En el Cibao la cosa era diferente: la partición de terrenos se hacía usualmente por mensura, creándose así continuamente propiedad privada.
Los mayores propietarios de tierra eran el Estado, la Iglesia y unos cuantos propietarios privados, concentrados sobre todo en el Este y alrededor de Azua. En 1871 el mayor latifundista del país era Domingo de la Rocha, que poseía una sexta parte de la zona Este. En Azua estaba la familia Báez. Aparte de estas familias, las mayores propiedades estaban dedicadas al cultivo de la caña: en Baní habían unos cien trapiches; en Azua entre cien y doscientos.
En el campo los instrumentos fundamentales de trabajo eran el machete y la azada. Juan Antonio Lora, en Santiago, importó el primer arado. La fecha: 1898. Eliseo Espaillat ofreció a plazos este instrumento a los agricultores cibaeños, y aunque aceptados, fueron prontamente relegados (H. Hoetink, obra cit, pág. 27). A pesar de todo ello, las cosas comenzaban a cambiar, pues sucedió que en 1878 terminó en Cuba la primera guerra por su independencia. Los españoles ofrecieron paz, la Paz de Zanjón. Pero al año, Maceo, Guillermo Moncal y Quintín Banderas se alzaron nuevamente, en la que fue denominada " la guerra chiquita".

Tendedero de ropa en un batey contemporaneo

Todo ello provocó una fuerte emigración de cubanos hacia República Dominicana. La agricultura comenzó a desarrollarse. Así, por ejemplo, bajo el gobierno de Luperón se instalaron comisiones agrícolas en las provincias y centros principales, compuestas por dominicanos, cubanos y puertorriqueños, según dice el mismo Luperón en sus "Notas Autobiográficas".
Más aún. En 1880, Luperón liquidó su casa de comercio y se entregó a la agricultura: sembró 3,000 tareas de caña, haciendas de cacao, café y otros frutos menores; tenía aves y ganado. El presidente Ulises Hereaux tenía café en Baní y dió facilidades a sus prestamistas, a los Batlle y Cocco, en Puerto Plata, para que cultivaran guineos ( Hoetink, obra cit., pág. 36).
Claro, los agricultores, aparte del clima, las sequías o el exceso de lluvias, recibían el embate de las continuas guerras y revoluciones, de los reclutamientos forzados. La República Dominicana tenía una población de por sí reducida, pues se estimaba entre 150,000 y 207,000 a principios de la década del setenta, por lo que tales acciones no podían si no afectar muy severamente la producción y la calidad de lo producido.
Así vio el país, y el Cibao concretamente, una baja en la producción de tabaco de los 100,000 quintales a tan sólo 35,000. A juicio de Luperón por lluvias copiosas, y según Hereaux, a causa principalmente de las frecuentes guerras y el consiguiente desaliento. El tabaco dominicano perdió frente al de Colombia y Brasil, en ese momento de mucha más calidad (H. Hoetink, obra cit., pág. 34).
Pese a todo ello, sobre todo, entre 1875 y 1882, se crearon unas treinta haciendas de caña, generándose otras perspectivas. En esto tuvieron los cubanos un papel de primer orden. Sobrevinieron cambios que transformaron las técnicas de producción, que acabaron con la propiedad difusa de la tierra, y que definieron la estratificación social.
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Una madre peina y despioja a su niña

En 1875 Joaquín Ml. Delgado fundó en San Carlos el Ingenio "La Esperanza", con una extensión de 5,000 tareas, equipado con una "máquina horizontal de 16 pulgs"., y dos trenes jamaiquinos. Tal fue la primera empresa capitalista establecida en la República Dominicana, según Juan Bosch (J. Bosch, Las dictaduras dominicanas, pág 24).
En 1878 se instaló el ing. "Constanza" de Heredia y Ureña, el cual tenía entre sus terrenos y los de cuatro colonos 2,200 tareas. En 1879 se fundó el "Porvenir" de Santiago Mellor en San Pedro de Macorís, con 21 colonos y 1, 200 tareas de terreno propio. En ese mismo año también se funda "La Fe", de J. E. Hatton y Cía., en San Carlos con 2, 750 tareas propias, más 2, 250 tareas de siete colonos.
En 1881 está el "San Luis", en Pajarito, de los hermanos Cambiaso con 2,400 tareas cultivadas y 4,600 adicionales (de diez colonos). El "San Isidro" en Pajarito, de Hatton y Hernández con 4, 290 tareas y doce colonos.
En 1882 se funda el central "La Duquesa" de Bass y Von Krosigh en La Isabela (San Carlos) con 6,000 tareas. Del mismo año es el central "Ocoa" de I. Heredia y Cía., en Palmar de Ocoa (Baní) con 3,000 tareas y quince colonos.
En San Pedro de Macorís a partir de 1882 están el "Cristóbal Colón ", "Puerto Rico" (del puertorriqueño J. Serrallés, empleaba a 600 trabajadores en 1893) y "El Porvenir". Los Vicini se hacen presentes desde 1878, y con el padrinazgo de Hereaux (a) Lilís, en 1887 tienen autorización para cuatro nuevas plantaciones, y en 1893 ya son dueños del "Angelina". Los norteamericanos comienzan a interesarse en La Romana después de 1880. Primeramente con plantaciones de guineo, luego con las de caña.
Con estos centrales azucareros vino otro cosa: el llamado progreso tecnológico, que no necesariamente significa desarrollo humano ni mayor felicidad. Con frecuencia, más bien, en esos aspectos esenciales es puro espejismo. Pero bien, con ellos vinieron rieles y locomotoras. El "Ingenio Santa Fe" utilizaba un tren para traer y llevar a los trabajadores de la ciudad. El cubano Salvador Ross, instaló teléfono entre la fábrica y los almacenes, se exhibía en un coche Pulman y acumuló una enorme fortuna.
Se creó una clase de especuladores que mostraban con desparpajo su fortuna y buen vivir, en abierto contraste con la miserable condición de los miles de trabajadores que vivían de la zafra de los centrales.
Tanto las exportaciones como los ingresos del Estado se incrementaron notablemente. Pero hasta ahí no más. Por eso, en una carta a Luperón (de 1884), le decía el intelectual Pedro Bonó que las personas que laboran en los ingenios "aunque pobres y rudos, eran propietarios, y hoy, más pobres y embrutecidos, han venido a parar en proletarios. ¿Qué progreso acusa eso?" Por su parte, Eugenio Ma. de Hostos, el gran sociólogo puertorriqueño, que tanto quiso e hizo por República Dominicana, decía: "Nada importa al país que el capital aumente, porque no aumenta el bien de todos."
Más aún. El magnífico teórico señalaba que, antes de los ingenios "se vivía pobremente, pero de propio fondo: el país vivía casi en absoluto de lo que producía el país.......Contento de su pobreza, el país consumía lo que producía y nada más. Pero vinieron los ingenios, vino con ellos la oferta de trabajo y demanda de braceros, se hizo bracero el antiguo cultivador de breves predios, se abandonó el conuco, se descuidó la crianza de aves de corral, las pequeñas industrias agrícolas.......y por paradójico que parezca, el país era más pobre cuanto más rico se hacía el Estado. Todos hemos pagado aquí las consecuencias diarias de esa anomalía: todos hemos estado muriéndonos de hambre........" (Citado por Hoetink, pág. 40).
El sistema de zafra creó un problema adicional: el desarraigo de su tierra de miles de personas, que antes cultivaban su tierra, produciendo con sus manos lo necesario para su sustento. Ahora, por el contrario, vagaban, merodeando durante el llamado tiempo muerto, asociándose naturalmente a la delincuencia. La sociedad pedía a gritos que se legislase a fin de que se prohibiese en los campos los negocios fomentadores de vicios, salvo ciertos días y a determinadas horas. Eso sin contar los intereses de los comerciantes de los pueblos y ciudades, que se vieron notablemente afectados por la presencia de la bodega del Ingenio, que vendía de todo: arroz y frijoles, sal y azúcar, tejidos y zapatos, tabaco y ron. Y lo hacía con exclusividad mediante el sistema de "vales" tan bien denunciado en la novela "Over" de Marrero Aristy.

El progreso tecnológico no necesariamente significa desarrollo humano

Pero no era todo. Había algo más: la presencia de inmigrantes en el país, de miles de haitianos, de los habitantes del caribe inglés – los llamados cocolos – y específicamente de árabes, presencia que para la fecha ya era fuerte, particularmente en San Pedro de Macorís. Un grupo de diecisiete comerciantes expuso con franqueza el problema ante el mismo Congreso Nacional el 9 de junio de 1896. Esos comerciantes se quejaban del negocio puerta a puerta de esos inmigrantes árabes por pueblos y campos; de su modo de vida, gastando sólo lo estrictamente necesario para su "mísera existencia" y suplicaban porque se les privara del derecho de introducir mercancías o que a éstas se les aplicaran fuertes impuestos, porque los estaban llevando a la ruina, mientras aquellos con lo mucho que ahorraban y ganaban, devenían ricos. Según apunta Hoetink esta confrontación específica se resolvió como se han resuelto otras en la historia del mundo: por la vía de los enlaces matrimoniales.
Al entrar el siglo veinte, y con la intervención norteamericana, los ingenios todavía aumentaron mucho más su poder; cientos de familias perdieron su porciúncula de tierra y los problemas crecieron hasta el infinito. De ahí que la descripción que hiciera don Pedro Mir en "la canción del ingenio", fuera no solamente bella, sino trágicamente exacta. He aquí parte de ella:
Miro un brusco tropel de raíles Son del ingenio Y los pueblos pequeños y vírgenes Son del ingenio Y los brazos del hombre más simple Son del ingenio Y los guardias con voz de fusiles Son del ingenio Y la furia y el odio sin límites Son del ingenio Y las leyes calladas y tristes Son del ingenio.
Por eso, cuando se dice ingenio de azúcar, hay que añadir forzosamente un adjetivo: todopoderoso. Ingenio todopoderoso, omnipotente, que todo lo puede, dueño de todo y de todos. Y esa era la situación y el ambiente cuando Trujillo, en 1948, se preparaba para lanzarse en grande en el negocio del azúcar, contando con la entusiasta colaboración del antiguo bodeguero y ahora intelectual Marrero Aristy. Este, en su novela "Over", había denunciado la cruelísima explotación que se daba en los ingenios, amén de ser sus dueños y directores todos extranjeros, excepción hecha de los Vicini. [José Tobías Beato, escritor dominicano, autor de La mariposa azul]
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El sabor de la Poesía en Nosotros
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Representacion de la mujer como inspiracion poetica

Por: Eduardo Gautreau de Windt
Coordinador, Tertulia Literaria Thesaurus
El II Festival Internacional de Poesía pasó, pero indudablemente ha dejado un sabor especial en todos nosotros. Un sabor agradable que perdurará como sus "Palabras en el Tiempo".
A través de la historia todas las conquistas se han logrado por dos medios fundamentales, la fuerza o la palabra. Las de la fuerza, llamadas también de la espada, han persistido menos que las de la palabra. No necesito referencias, ahí está la historia de la Humanidad, toda. Las conquistas de las palabras perduran en el tiempo, pues llegan al alma de la misma humanidad. Es ella una espada con una fuerza enorme, que traspasa barreras y derriba obstáculos. No en balde, ha sido el arma preferida de todos los "grandes" de las civilizaciones a través de todas las culturas y los distintos tiempos.
Físicamente el hombre es un ente biológico hecho de agua (70%), más allá de lo físico (metafísicamente) es un ser de palabras. En palabras pensamos, siendo nuestro pensamiento el lenguaje interior que poseemos (Gamoneda), en lenguaje nos comunicamos con los demás, dando constancia de nuestra existencia, y a través de este mismo don nos perpetuamos, trascendiendo más allá de nuestro existir cuando creamos mundos para los demás, que en palabras traspasan los tiempos. "Pienso, luego existo", dijo Descartes, consciente de que esta era la clave del existir humano, y precisamente para pensar nos es indispensables las palabras.
La palabra, cuando se viste de poesía, como nos recordó Gamoneda, "crea y revela" lo extraordinario de la existencia humana. Viene y va al alma pues a ella es que pertenece. Conmueve, interpela, cambia al ser interior para renovarse a través de la palabra misma.
Es la poesía el sublime arte de hacer con las palabras hermosura, cualidad o don exclusivo del humano, como ser pensante, creativo y absoluto dueño terrenal de la palabra. Y el arte es al alma humana al igual que el agua y el alimento al cuerpo. Es el nutriente universal para sostenerla en medio de sus tribulaciones, es el bálsamo que alivia las desventuras que la misma vida le infiere. Sirve, el arte, para restañar el “yo” tan vapuleado, a veces, por la cotidianidad. Es, a la vez, tabla de salvación y alas para remontar por encima de las tormentas que pueden hacer naufragar la esencia de cada cual en el diario vivir.
La poesía, por medio de las palabras saca del interior lo mejor del ser y lo pone como regalo a los demás. Estimula el pensar, desarrolla el lenguaje, revive la sensibilidad en todo humano. Es un excelente medio de cultivar y educar a los demás. Todo aquel que es “regado” con poesía es una persona distinta, con menor tendencia a la violencia, más inclinada a las “cosas” de la “mente”, más sutil, más humana...
Aprovechemos, adecuadamente, este nuevo impulso poético que nos dejaron esos ilustres visitantes “alados”, labremos, ahora el verdadero legado que nos debe dejar el II Festival de Poesía de Santo Domingo, gracias a su éxito, que es, a mi juicio, utilizar la poesía como ente de un pensar y un hablar por la excelencia. La poesía como “arma” para mejorar poco a poco a todos los que nos rodean. En nuestras casas, en las escuelas, en las Universidades, en las instituciones y en las calles. Porqué, como dijo García Lorca, ella está en las calles y pasa a nuestro lado, y aunque sea un soñador, pues soy poeta, creo como Gamoneda, que la poesía puede trasformar a las personas y si, chin a chin, logramos esto algo aportamos para el cambio de nuestra humanidad. Moramos, al transcurrir nuestras vidas, en ese empeño y no habremos de vivir en vano.
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Panel sobre “Investigación psicologica y cambio social”.
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Marija Miric, Antonio de Moya y Mayra Brea en el Dia Nacional del Psicologo, 2006

Ponentes: Marija Miric, MA & Antonio de Moya, MA, MPH
Invita: Instituto de Psicología de la UASD (IPSU)
Biblioteca Pedro Mir, UASD, mañana martes de 5-7 PM
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Esa no es mi Constitución

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Joaquín Sorolla, maestro español del pincel: Una pequeña muestra
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(Cortesía de Ignacio Molina)

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