miércoles, agosto 20, 2008

Noticias del Frente Onirico 024

Políticas de control del alcohol
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Pictografia del autor

Por: E. Antonio de Moya

Trabajo presentado en la sesión del Club Rotario de Santo Domingo, el 11 de abril de 1978.

Revista Rotaria, Club Rotario de Santo Domingo, Julio – Septiembre 1979

EI presente trabajo parte de las premisas de que cualquier programa de alcoholismo debe tener tanto un componente preventivo como un componente curativo; que el alcoholismo o dependencia del alcohol es sólo una parte de los problemas relacionados con el alcohol; y que los problemas de alcohol y alcoholismo no pueden ser enfrentados sin una política hacia el agente, el alcohol.

Dos conceptos utiIizados en esta exposición necesitan ser definidos. "Políticas de control del alcohol" se refiere en este contexto, a los factores legales, económicos y físicos que influyen en la disponibilidad de alcohol para el individuo. "Políticas" se refiere a todas las estrategias relevantes empleadas por los gobiernos para influenciar la disponibilidad.

EI propósito de esta exposición consiste en mostrar el rezago de nuestro país en términos de la planificación y la implementación de políticas de prevención de las incapacidades relacionadas con el uso de bebidas alcohólicas, mostrando por una parte la apremiante necesidad de tales medidas, y por otra, las soluciones tentativas que otras sociedades están dando a la problemática actualmente. La expectativa del autor en este sentido, no consiste en ofrecer conclusiones definitivas, que en el mejor de los casos serían prematuras, sino estimular el debate público racional de la evidencia objetiva en torno a los problemas de alcohol en la sociedad dominicana, y renovar el interés en la importancia potencial de la política de control en la prevención de esos problemas.

La Organización Mundial de la Salud, en un concienzudo análisis de la problemática mundial del alcohol, preparado en 1975, propone que ”cambios en el consumo total de bebidas alcohólicas tienen una influencia en la salud de la gente en cualquier sociedad. Las medidas de control del alcohol pueden ser usadas para limitar el consumo: por tanto, el control de la disponibilidad de alcohol se convierte en un asunto de salud publica.”

En nuestra sociedad, la aventura en este campo es vista por muchos como un ejercicio poco gratificante, cuando no inútil. EI alcohol es una fuente de placer para una mayoría, y su uso está imbricado en el estilo de vida de al menos algunos segmentos de la población. Cualquier intento por lIevar a la discusión publica el tópico del alcohol, sostendrían muchos, encontraría la resistencia de una parte considerable de la ciudadanía que utiliza la droga con propósitos recreacionales; chocaría con los presuntos intereses del comercio y la industria del alcohol, y el mismo Estado se vería enfrentado a un dilema, principalmente en una nación donde los ingresos fiscales por concepto de impuestos al alcohol sobrepasaron los 25 millones de pesos en 1976, de acuerdo con las estadísticas de Rentas Internas.

Sin embargo, y a pesar de esos pesimismos a priori, creemos que la evidencia relacionada con las consecuencias adversas del alcohol en la salud física es suficiente para indicar la imperiosa necesidad de una política de control del alcohol basada sobre los intereses de la salud pública. Más aún, creemos que esa política surgirá precisamente de la creciente conciencia ciudadana conjuntamente con los sectores a los cuales tradicionalmente se han atribuido en forma prejuiciada, actitudes ajenas a la salud del pueblo.

La evidencia acopiada por la OMS muestra en primer lugar, que los efectos del alcohol explican una parte considerable del exceso en mortalidad de los bebedores fuertes y alcohólicos; en segundo lugar, revela la importancia del alcohol como causa de las muertes por cirrosis, accidentes y canceres de los tractos superiores digestivo y respiratorio, yen menor grado, en la mayoría de las enfermedades cardiovasculares; en tercer lugar, indica que otros factores asociados con la bebida fuerte, tales como fumar excesivamente, problemas emocionales, hábitos alimenticios precarios, negligencia personal, y riesgos ambientales acentuados, son probable o enteramente responsables de las elevadas tasas de muerte por tuberculosis, cáncer pulmonar y suici­dios; algunos de estos factores también contribuyen al exceso de muertes por enfermedades cardiovasculares.

Un aumento en el consumo per cápita de un país, debe ser tomado generalmente como indicio de una prevalencia creciente de bebedores fuertes y de mortalidad relacionada con el alcohol. Un aumento sustancial en el consumo promedio es muy probable que sea acompañado por una prevalencia aumentada de consumidores fuertes.

EI informe de la OMS señala que si un gobierno busca reducir el número de bebedores fuertes y alcohólicos, puede alcanzar esta meta si tiene éxito en reducir el consumo total de alcohol. Mientras mayor sea la cantidad en la cual el consumo total es reducido, mayor confianza podrá tener ese gobierno en que la prevalencia de usuarios fuertes estará siendo realmente reducida.
La tendencia general en el consumo y la producción de alcohol desde la II Guerra Mundial ha sido hacia el aumento en todo el mundo. En 1960, se consumieron 65 millones de hectolitros de bebidas alcohólicas, y en 1968 la cifra aumentó hasta 84.9 millones de hectolitros. Una proporción considerable del aumento general en el consumo de alcohol es debida a su uso como intoxicante.
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En nuestro país, entre 1970 y 1976, la producción e importación de alcohol aumentó de 51,095,536 litros a 69,542,261 litros. En sólo seis años, el aumento fue de aproximadamente 18.5 millones de litros, que resultaría en un incremento promedio anual de más de tres millones de litros de bebidas alcohólicas. Estos datos no incluyen, por supuesto, el consumo no tasado en el país, como serían las bebidas traídas del exterior por los viajeros, el posible contrabando, y la fabricación casera de bebidas alcohólicas.

De acuerdo con los datos ofrecidos en el informe citado, en los países donde los espíritus destilados (ron, whisky, etc.) son la bebida predominante, el nivel de consumo, medido por la ingesta per cápita anual de alcohol absoluto, ha estado usualmente por debajo de los dos litros, con algunas excepciones, tales como Suecia, Polonia y Yugoslavia.

Con propósitos de comparación, se efectuó un cálculo del consumo per cápita anual de alcohol absoluto en el país, tomando como base la población mayor de 15 años de edad que ingiere alcohol. Aún cuando el dato no puede ofrecerse como definitivo, si al menos representa una aproximación válida a la realidad del alcohol en el país, nuestra población se encuentra ante una situación alarmante que no puede esperar posposiciones.

EI cómputo del consumo de alcohol absoluto per cápita arrojó un resultado superado sólo por Yugoslavia entre 14 países consumidores de espíritus destilados reportados en el informe de la OMS. Otros países latinoamericanos que aparecen en la lista, a saber Perú y Cuba, arrojaron resultados de 2.6 y 1.8 litros per cápita. Los Estados Unidos, que se clasifican dentro del grupo de países consumidores de cerveza, que regularmente presenta consumos per cápita mayores que los del grupo previamente mencionado, arrojó un consumo de 6.0 litros. Si se considera además la diferencia en los niveles de nutrición entre las poblaciones dominicana y norteamericana, el significado del problema será evidente por sí mismo.

Los serios problemas de morbilidad y mortalidad resultantes del consumo de alcohol; el alto consumo per cápita en la población, que tiende a estar asociado con un aumento desproporcionado en el numero de personas en o sobre el nivel de consumo fuerte; y el aumento en el nivel de consumo de alcohol, tomados conjuntamente, revelan un serio y creciente problema de salud pública que exige una atención cuidadosa.

A partir de 1973, investigadores dominicanos han venido estudiando de cerca la problemática del alcohol en el país, y los hallazgos de sus pesquisas muestran que el 5.17% de la población de 15 o más años de edad padece de problemas de bebida: en el estrato socioeconómico alto, 1.05%; en el estrato medio, 3.04%; y en el estrato bajo, 7.06%. Crudamente, estos datos revelan que alrededor de 150,000 dominicanos son bebedores fuertes o alcohólicos. EI impacto social y económico de este conglomerado en la sociedad en general amerita ser estudiado.

Las estrategias empleadas en los últimos años en otros países con la finalidad de prevenir los problemas mencionados, se han concentrado mayormente en la educación para persuadir a la gente a no dedicarse al consumo excesivo, y a la identificación, tratamiento y rehabilitación de los lIamados "bebedores problema". Sin embargo, ambas estrategias, han tenido un efecto mínimo en la mayoría de los miembros de la sociedad, a la vez que mantienen la apariencia de una acción efectiva.

Mientras tanto, el papel de las medidas de control en la prevención o en la reducción de los problemas de alcohol sigue siendo ignorado. Los gravámenes al as bebidas alcohólicas se han convertido en un instrumento de la política fiscal, y las motivaciones de las leyes de control y las situaciones que las produjeron han sido a menudo olvidadas.

No interesa en este punto considerar algunas de las estrategias de control que están siendo implementadas actual mente en algunos países, y sus posibles efectos en el nivel de consumo de una sociedad dada, según el informe de la OMS.

Limitación de la edad legal para la compra y/o el consumo, con el propósito de proteger a los más jovenes
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Esta medida parece ser eficaz en la restricción del consumo en el grupo de edad por debajo del Iímite legal. Algunos estudios realizados en Estados Unidos y Canadá han encontrado que al reducir la edad Iímite de 21 años a 18 años, el consumo de alcohol y los accidentes relacionados con este aumentaron entre los jovenes de esas edades. En nuestro país existe una ley que prohíbe la venta a menores de edad, pero hace más de 15 anos que no se aplica.

Limitaciones al tiempo y los lugares de expendio

En algunos países la oferta de alcohol está usual mente restringida en estos dos aspectos. En Venezuela, por ejemplo, la venta está prohibida desde las cuatro de la mañana los domingos y días feriados, hasta las once de la mañana del día siguiente. Aparentemente, los cambios en las horas de cierre pueden tener un efecto significativo en el patrón de consumo, aunque el consumo total, o al menos la frecuencia con que los clientes ingieren cantidades excesivas puede permanecer sin ser afectado.

En cuanto a los lugares de expendio, parece ser que en los "auto-servicios" se producen mayores compras no-planeadas o "impulsivas" que en los lugares donde el cliente tiene que solicitar a un empleado la bebida específica que desea. En Italia se han establecido cuotas de lugares de expendio por número de habitantes, y en muchos países la venta está prohibida cerca de escuelas, en terrenos deportivos, lugares de trabajo, y carreteras.

Limitación del contenido alcohólico

Francia ha fijado desde 1954 el contenido máximo en 18% para los vinos y 45% para las bebidas espirituosas, en tanto que la Unión Soviética ha reducido el contenido alcohólico del vodka desde 1972.

Reglamentación de los anuncios y el mercado

En muchos países el anuncio de bebidas alcohólicas y otras actividades de promoción de parte del distribuidor, están sujetas a regulaciones más estrictas que las que gobiernan otros productos comerciales. Estas regulaciones son auto-impuestas o requeridas por la legislación. En Canadá, por ejemplo, una compañía destiladora basa su promoción en la moderación en la bebida. Las leyes de Costa Rica prohíben los anuncios de alcohol en diarios, radio y televisión los domingos y dias feriados, y los demás días los anuncios no deben aparecer en medios o programas dirigidos a niños, o relacionados con facilidades deportivas. Tampoco permite asociar la bebida con el bienestar físico·y moral.

Control de precios

Una de las estrategias más efectivas para reducir el consumo ha sido el control de precios. Los estudios econométricos han mostrado consistemente que cuando otros factores permanecen constantes, un aumento en el precio del alcohol ha lIevado generalmente a una disminución en el consumo, y que un aumento en el ingreso de los consumidores ha Ilevado generalmente a un aumento en el consumo. Una de las medidas que están siendo estudiadas por varios gobiernos consiste en ajustar anualmente el precio de las bebidas al ingreso per cápita de cada país.

En un informe preparado por la Unidad de Alcohol y Drogas de la Secretaría de Salud Pública el año pasado se destaca que no existe en el país una legislación concerniente a la prevención de los problemas de alcohol. La Ley de Alcoholes (1968) únicamente se limita a legislar sobre el control de la calidad de los productos y establece una tarifa progresiva de impuestos a la producción. Estos impuestos no están destinados a la prevención y el tratamiento de los problemas ocasionados por el consumo.
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La disponibilidad de las bebidas alcohólicas no está regulada. La producción y hasta donde se sepa la importación no están limitadas. EI número de lugares de expendio está al alcance de toda la población y es probablemente excesivo. La venta es permitida a cualquier hora del día y el volumen de ventas no tiene controles. La venta a menores de edad no es sancionada.

EI precio de venta de las bebidas producidas en el país es relativamente bajo, a pesar de los gravámenes. No existen medidas legales ni de otra naturaleza orientadas a regular la promoción y el mercado de alcohol. Existe la mala práctica de regalar bebidas a los consumidores. EI consumo individual no está limitado por ninguna estrategia de control.

En vista del alto consumo per cápita en el país, con su secuela de personas con problemas de bebida y con tasas elevadas de morbilidad y mortalidad, la consideración responsable de la prevención de los problemas relacionados con el alcohol no puede posponerse más. Y es precisamente la ciudadanía, y particularmente sus Iíderes de opinión, los más Ilamados a ejercer su influencia para la toma de decisiones sabias en el mejor interés de la salud de nuestro pueblo.

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Campaña bolivariana contra el tabaco (fragmento)
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La idea del ministro de salud venezolano de prohibir el cultivo y la fabricación enciende la polémica en el país latinoamericano

CLODOVALDO HERNÁNDEZ - Caracas - 17/05/2007

Artículo original completo: http://www.elpais.com/articulo/internacional/Campana/bolivariana/tabaco/elpepuint/20070517elpepuint_6/Tes/

Venezuela impondrá nuevas restricciones al consumo de cigarrillos a partir del 31 de mayo (2007), entre ellas la prohibición de fumar en los restaurantes. Pero importantes personalidades dentro del Gobierno bolivariano que preside Hugo Chávez quieren ir aún más lejos y proscribir a mediano plazo la siembra de tabaco y la industria procesadora de este sector.

El debate lo encendió el ministro de Salud, Erick Rodríguez, quien el pasado lunes declaró a una emisora de radio que se encontraba en estudio un decreto para sustituir los cultivos de tabaco y cerrar las fábricas que funcionan en el país. Rodríguez, médico psiquiatra, dijo que el Estado no debería promover esa actividad económica a sabiendas de que hace daño a las personas. El funcionario señaló que debería llegar el momento en que ya no hubiese producción local de cigarrillos, de modo que quien quisiera comercializar este producto se viera obligado a importarlo.

El planteamiento ya comenzaba a atizar los ánimos de fumadores, cultivadores de tabaco, empresarios y trabajadores del sector. También avivó las brasas del debate político, pues portavoces de la oposición y personalidades de los medios de comunicación opinaron que la prohibición sería un acto en contra de la empresa privada y de la libertad individual.

Sin embargo, al día siguiente, la controversia se disipó como el humo de una calada. El ministro debió salir de nuevo al ruedo para aclarar que no se está estudiando formalmente ningún decreto al respecto y que la idea de desalentar el cultivo de tabaco y la fabricación de cigarrillos es su punto de vista personal.


La industria del cigarrillo es una fuente importante de impuestos para el Estado venezolano, pues en la actualidad se calcula que el equivalente al precio de 11 cigarrillos de cada caja de 20 va a manos del fisco nacional. Sólo Cigarrera Bigott (que acapara el 84% del mercado local) pagó el año pasado por concepto de impuestos la cantidad de 852.000 millones de bolívares (292,7 millones de euros).

La superficie sembrada de tabaco en Venezuela se estima en 5.000 hectáreas y la producción de unos 7.000 millones de kilos no logra satisfacer la demanda nacional, por lo que la industria realiza cuantiosas importaciones. Desde principios de la década de los 80, en Venezuela está prohibida la publicidad de cigarrillos en la radio y la televisión. Hace un par de años se obligó también a las empresas a estampar en las cajetillas dramáticas imágenes de lesiones causadas por el tabaquismo en los pulmones y otros órganos vitales de los consumidores.

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Renuncia ministro de salud de Venezuela
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Dimite al cargo pocos días después que desencadenó una polémica tras declarar que el gobierno de Chávez evaluaba promulgar un decreto para prohibir la producción de cigarrillos y tabaco en el país


AP El Universal, Caracas, Venezuela
Sábado 19 de mayo de 2007

Artículo original:

http://www.eluniversal.com.mx/notas/425963.html

El ministro de Salud, Erick Rodríguez, renunció al cargo pocos días después que desencadenó una polémica en Venezuela tras declarar que el gobierno del presidente Hugo Chávez evaluaba promulgar un decreto para prohibir la producción de cigarrillos y tabaco en el país.

''Por razones personales ha renunciado el (ahora) ex ministro Erick Rodríguez; a él, públicamente mi agradecimiento'', dijo el mandatario venezolano sin dar otros detalles.

En un discurso, la noche del viernes, el gobernante informó que Rodríguez será reemplazado por el teniente coronel Jesús Mantilla Oliveros, quien ''ha estado manejando de manera brillante y ha rescatado de la corrupción y la ineficiencia el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales''.

El anuncio de Chávez se produjo tres días después que el ministro aclaró que el gobierno no tenía planteado prohibir la producción de tabaco como actividad económica, asegurando que sus palabras ''fueron sacadas de contexto''.

Acotó entonces que su despacho no tiene competencia sobre las leyes del marco económico, y añadió que lo único que está planteado es que a partir del 31 de mayo entrará en vigencia en el país la normativa que prohíbe fumar en restaurantes y bares.

El lunes pasado, el otrora ministro, dijo a la emisora Unión Radio que el gobierno está considerando la posibilidad de emitir una regulación para que no se permita en Venezuela ''ni siquiera producir tabaco ni cigarrillo''.

''Si yo sé que hace daño, ¿por qué debo seguir eso como una actividad de consumo, promoviendo, más bien, que cada día más se consuma? ¿Qué han hecho las compañías?, se escondieron detrás de fundaciones culturales para conseguir protectores'', afirmó Rodríguez el lunes.

''El que quiera cigarrillo que lo traiga del exterior'', agregó.

La industria tabacalera instalada en el país genera miles de empleos directos e indirectos y es uno de los más importantes contribuyentes tributarios del país. Según estimaciones de las empresas fabricantes de cigarrillos en el país hay más de 13,6 millones de personas mayores de 18 años consumidoras de cigarrillos.

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