martes, agosto 12, 2008

Noticias del Frente Poetico 019

Ptyx (La caracola delirante)
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Comunicación digital de Armando Almánzar-Botello para el poeta peruano Pedro Granados

Jueves 31 de Julio 2008

¡Hola, querido Pedro! Gracias por el material que me hiciste llegar con Basilio Belliard. La revista me gustó mucho (la sencillez del formato, esos poemas y ensayos interesantes, los manuscritos facsimilares casi ilegibles... algunas cosas ya conocidas por mí: lo de Derrida, Haroldo de Campos).

Sobre todo me gustó la abundantísima vellosidad púbica de la bella muchacha del gato y el cuchillo. ¿Es foto reciente? ¿La conoces, a la modelo? En estos tiempos terribles de bombardeos, genocidios, calentamiento global, afeites y depilaciones canallas, ¡estamos en verdad redimidos por semejantes pubis gloriosos!

¿Testimonio talvez de un renacimiento postmoderno de la Justicia, o del misterio sagrado de las míticas cavernas y sus lianas indomables y apotropaicas?

¡Aceptación-celebración de nuestra envidiable condición corporal, mortal, danzante: esa que no asumen como propia los poderosos de la tierra; el criminal biopoder eugenésico y cosmético de los imperios y costumbres que niegan y controlan a los cuerpos, las poblaciones y sus flujos, asociando la vellosidad púb(l)ica a la temible contingencia de la carne mortal arrojada al mundo, espacio que esos mismos poderes asesinos e inhumanos tienden a volver inhabitable.

Sería triste que la imagen que celebro fuera tan sólo un desnudo fotográfico de un Zeitgeist preterido. Pero no. ¡Es en verdad una vulva tan ontológicamente deleuziana, que hace sombra! Total-mente no-platónica en su morfología antiesencialista humano-bestial-maquinal-y-divina:

Siento la recóndita respiración salobre del mar en esa caracola; el lento y sinuoso crecimiento de los pelos, la oscura morfogénesis inmanente de la carne. Recuerdo al sabio Lucrecio y al sensual Spinoza: Natura naturans se artificializa a sí misma, y pueden vislumbrar aquí, hombres de poca fe, ¡el poder transmutante que le es dable alcanzar a un cuerpo femenino!

¡Oh divino y secreto cuerpo metamórfico que sabe... y no soporta que se sepa que se sabe sino tan sólo en el decir a media luz del poema!

Una mujer sin vello púbico para mí no tiene alma.

Pero puede adquirirla suspendiendo los afeites. Si es lampiña, como dice Schiller, que se aleje llorando de esta hermandad ¡Chillen amadas feministas, pero hablo en nombre de la dignidad del fetichismo transfigurado por el amor a los cuerpos-almas!

Pero no. ¡Mesuremos el entusiasmo! ¿Mesuremos el entusiasmo? ¡Amemos también a las lampiñas!

Escucha, Peter: ¡De verdad me entusiasmó ese pubis!...

Pregunta retórica nomás: ¿Crees que la "nueva carne" cybórgica nos dará la oportunidad de palpar de nuevo el palpitar de una "pepita" ora(o)cular asomando como lengua de alme(a)ja sonrosada o violeta en aquel tupido matorral originario, que como dijo Gustave Courbet constituye sin dudas El origen del mundo?

¿Conoces el cuadro? ¡Búscalo, por favor, en la red, y te tocará el resplandor de mi entusiasmo!

¿Sabías que Lacan fue durante años legítimo dueño de ese cuadro de Courbet, y que su viuda Sylvia (protagonista de Une partie de campagne de Jean Renoir) lo entregó al Estado francés como pago por concepto de impuestos atrasados?
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Gustave Courbet (1819-1877), El origen del mundo
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Lacan llegaba de su Seminario en L' École Freudienne, y ya en su casa, en pantuflas y bata, con vasito de whisky entre sus sabios dedos de prestidigitador y dramaturgo filosófico, se sentaba en un sillón reclinable situado frente a esta aurora negra, a meditar sobre los misterios de la sexualidad femenina: Su esposa Sylvia (¡ex de George Bataille!), Santa Teresa, Golda Meier, unas tetas oscuras de mulata antillana (cosa que le fascinaba al viejo Góngora del psicoanálisis, según me contó una morena bellísima de Guadalupe que estudió en París), el goce suplementario de la mujer, más allá del falo, etc....

En fin, Peter, me gusta el sabor del cyborg femenino, organismo y máquina acoplados, si lo quieren así lo(a)s teórico(a)s del feminismo, carne y metal en convergencia funcional femenina (¿G. Canguilhem, si mal no recuerdo?... como puedes ver, prosigo "glosando", Peter, es un vicio muy sabroso cuando puedes recrear y traspasar el texto "tutor"), pero con muchos pelos en el coño... ¡de carne vulnerable, amable, contingente, comestible, comulgable!

Con esta idea creo dar matices al pensamiento de Donna Haraway... Grácil el estilo "cuasi lacaniano" o rabelesiano de Julián Ríos, ¡perdón!, de Andrés Ajens, en el postfacio.

Fíjate: "Del uno en menos el lecho está hecho para la intrusión que avanza desde la extrusión. Así, no todo es carne. Las únicas que improntan les signo que las negativiza, ascienden, de lo que cuerpo se separan, aguas superiores de su goce, a redistribuir cuerpo y carne". (Dixit: J. Lacan). En la genealogía sensual del Barroco. ¡Pero, cuidado!, no se trata de simplemente ponerse a decir, como algunos "erotómanos" imaginan.

En cuanto al texto "en tiempo real", como casi todo aquello en lo que te involucras, firmas, carnavalizas o vuelves palimpsesto, lo he disfrutado mucho. Estamos conectados irremisiblemente a ese "binario corazón sin patria". Pero tú, Juvenal Agüero, nómada del viaje carnal y/o de la línea de fuga del viaje intensivo, in situ, encontrarás en el devenir de tu escritura el Ptyx, el Santo Grial de los verdaderos poetas sensuales, el lugar de red (m)ención para tu cuerpo-pensamiento, explorando el freudiano malestar (¿goce inconfesado?) en las Alturas cosmogónicas de Samaypata... o en los pechos y las nalgas reflexivas de una bella mujer negra.

¿Recuerdas, Peter?: Nul ptyx, aboli bibelot d'inanité sonore... Caracola ausente, espiral expirada de inanidad sonora – parafraseando a Octavio Paz.

Abrazo.
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Armando Almánzar-Botello
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Gustave Courbet, Desnudo.

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EL EROTISMO CARIBEÑO DE LIGIA MINAYA

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Ptyx

Autor: Marcial Báez

El erotismo de la narrativa de Ligia Minaya alcanza altos niveles expresivos en su obra EL CALLEJON DE LAS FLORES la cual, plena de vivencias reales, nos sitúa ahí donde los sentidos se trasladan ansiosos, sigilosos y con un corazón palpitante al sumergirnos en esa vorágine de aromas de vetiver, de sándalo, de rosa, de incienso, de jazmín, de hierbabuena, de lavanda, de ylang ylang, de albahaca, de azafrán, de pachulí, de romero, de salvia, de geranios...

Esta sensibilidad femenina que inherente y desbordante exhala nuestra excelsa escritora con su ternura, con su afabilidad, con su exquisita forma de vestir, la hace quizás sin proponérselo un icono protagónico (¿Una Diva?) de sus narraciones. Y aunque algunos pasajes muy sutilmente nos remiten a las obras EL AMANTE DE LADY CHATERLY de D. H. Lawrence y EL PERFUME de Patrick Suskind, ella muy sabiamente la coloca en el centro conceptual de nuestro Caribe, tan sensual, tan ardiente, tan avasallador sumergiéndonos en el remolino multiplicador de exudaciones, cadencias y desnudeces.

Al iniciar la lectura de esta obra particular y envolvente, se nos hace difícil desprendernos de ella, porque queremos inhalar los olores y disfrutar de los colores brillantes que ha plasmado su pluma en las escenas tradicionales de nuestras raíces existenciales de principio a fin...

UN ABUELO IMPROPIO. Es el despertar de una adolescente iniciada por un hombre experimentado; ya anciano la introduce en la ruta dominante del sexo en todo su esplendor... “con un beso tibio que me llevó a los umbrales de un iniciado placer reconfortante”. La pericia de un hombre rondando en los ochenta que todavía tiene la facultad de hacer vibrar jóvenes años... “restregó con infinita paciencia el Monte de Venus y la endija secreta de mis labios silenciosamente escondidos “. Y en la entrega su último suspiro.

DONDE CRECEN LAS GUAYABAS. Un “secreto que le retuerce la memoria” cobra vida en el asesinato de una mujer. Una joven testigo de la confesión... y que “¡el amor te infiere heridas crueles que ahonda más la indefensión en que te deja! Te lleva a los infiernos por las calles de la amargura, y ahí te abandona y huye”. La entrega de los amantes está presente cuando se reencuentran después de mucho tiempo... “ardiendo de deseo, mi cuerpo calmó la sed, cuando mi boca, como peregrino en busca de gracia, alcanzó la rosada endija de su núbil, intocado y húmedo sexo. Al que le di sabor con mi saliva e hice temblar cuando se abrió para darme cabida y me dejó penetrar sin resistencia”. Un desenlace inesperado nos remite al título, dejándonos un sabor amargo en la boca.

REGALO DE CUMPLEAÑOS. Nuevas sensaciones a la llegada de abriles años, deseos no vividos se transforman en realidades cuando en cada parte de su cuerpo siente que unos brazos fuertes no le permiten levantarse de la cama... “y con todo el cuidado de un hábil jardinero, siento que una a una, son colocadas, en el Monte de Venus, diminutas flores de lavandas. Abro mis piernas por temor a marchitarlas y las siento en hileras, simétricas, adornando la entrada de la gruta virgen”. Disfruta de la embriaguez de la nueva etapa por vivir... “cuando un dedo empapado de miel entra en mi boca “. Cada una de sus partes recorre el camino que su piel va desarrollando hasta terminar en la sensualidad sentida con... “un erecto miembro masculino, nervudo, duro, desafiante se abre paso con torpeza hasta llegar con obstinada vocación a mis regiones más ocultas. Acomodo mi cuerpo con lascivia, al paso de una incontenible lujuria desatada. Y, poco a poco, estoy siendo penetrada por un enardecido falo que, buscando acomodo, me desgarra y me complace”. Y al despertar la agradable sensación de recibir un hermoso regalo de cumpleaños.

NO LO HICE POR MALDAD. A través de los enseres y las vivencias barriales se va a desarrollar una historia tan real como la vida misma, la joven sirvienta que es seducida por el galán de la casa donde trabaja... “sus labios bajaron hasta mi garganta y sus manos acariciaron mis senos con ternura. Y ya no supe más de mí. Me perdí entre sus manos, sus besos y su aliento”. Cinco años después el nuevo cura llega a la comunidad y entra al patio de la abuela que ensimismada observa a su nietecita... Y a usted amigo lector le permito leer el final.

CASITA DE CAMPO. Otra vez las rojas cayenas, las begonias florecidas y los girasoles en la tela estampada y la fruta en su madurez están presentes en esta historia que resalta la relación carnal de un cura con una mujer... “es el miembro viril que con lento cabeceo comienza a desperezarse. Conturbado por el dilatado palpitar ofrece ya turgencias. Y nervosidades de color violeta, y la piel que se repliega en retirada deja paso a un suave y todavía tierno glande. Se abre la endija dejando escapar una gota nacarada como si tuviera vida propia, independiente del resto del cuerpo a que pertenece, lo hace solo, por su cuenta. Nadie, ni su dueño lo ha tocado. Erecto, se aproxima palpitante a la negra mariposa que, al sentir la turgencia, la dureza, los movimientos con que la penetran, lleva hasta los labios de su dueña un visaje de placer”. Una jovencita que ha observado el pecado lo hace suyo y a partir de ese momento espera una absolución... “cuando alcanzo a ver el cura que sudoroso, agitando su pañuelo me saluda”.
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Gustave Courbet, El sueño
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EN SÁBANAS DE SEDA COLOR PERLA. Aquí está el reflejo de muchas. El desquite por una humillación recibida, cayendo la mujer en un perderse a sí misma, hacia un rumbo no determinado; pero el encuentro con el ex amante la hace reflexionar... “su perfume, mezcla fina de colonia y hormonas masculinas, me hace caer en simas de horizontales apetencias femeninas “. Le deja creer que ha sido seducida otra vez y... “ lo deseo devoto arrodillado entre mis piernas, sobre mí, como ave en pleno vuelo penetrando los cielos, debajo de mí en entrega absoluta y posesión eterna; boca en sexo, sexo en labios, saliva y lengua, manos hurgando profundidades, lo quiero para mí en el inagotable mar de honduras abismales ”. Entonces el desquite se acerca... “busco mi auto y nos vamos... ¿Tu casa o la mía?”.
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EL CALLEJON DE LAS FLORES. La conversión de una joven virgen y de buena familia en una prostituta experimentada, la cual al regresar de Paris instala un burdel en la que fuera su casa materna... “sin alterar la arquitectura, al caserón de piedras se le añadieron habitaciones con baño privado, se le forraron las paredes de los aposentos de oloroso cedro, de alegre madera de pino y de oscura caoba centenaria”. El pueblo vivió el cambio operado en la casona con todo el boato de las celestinas de Paris desarrollado por la Madame con punto y coma... “mandó a cepillar dientes y a lavar orejas, a sacar niguas de los pies y de las cabezas piojos, deshizo moños y destejió las trenzas”. Sobre el profesor de gimnasia apuntaba... “No se rían del maestro de baile por más que se le meta en el culo la malla color rosa que se pone. Si era maricón o bugarrón no era asunto de ellas. Que Dios puso esa parte del cuerpo bien escondida para que uno la distribuyera a su mejor provecho, discreción y medida”. Había sacado de la rutina al pueblo llenando toda una época para luego terminar cerrando su círculo a tiempo.

EL DISCRETO INSTANTE DE UNA AVENTURA. El caso en que una mujer decide terminar la relación con su amante... “alguien a quien recordaría cuando la nostalgia, hiedra trepadora, que crece en aguas quietas del pasado alguna tarde, igual a la que paisajeaba lluviosa mi ventana, me invadiera”. El ultimo encuentro tal vez programado despidiéndola al llegar a la satisfacción saciada... “lo vi avanzar. Desabotonarse el pantalón, subir mi falda, desgarrar mis bragas y penetrarme en un asalto. Permanecí inmóvil, sintiendo su empuje, su movimiento. Se derramó muy pronto, pero quedó firme dentro de mí y lo retuve. Fue generoso hasta que llegué a la culminación de mi propio orgasmo. Lo que ni remotamente imaginaba era que desde ese mismo momento había quedado a la intemperie, como quedan los perros callejeros”. Tratando así de mantener el proceso amativo que estaba viviendo con su esposo.

POR EL CAMINO DE LOS NARCISOS FLORECIDOS. El recuerdo de un amor desenfrenado hace renacer en él imágenes voluptuosas, primera entrega... “Mi pene todavía endurecido seguía en la comodidad de sus entrañas. Volví a moverme, despacio, dentro de ella, con reserva, temiendo lastimarla. Ella hizo entonces un arco cerrado con sus piernas apretándome la espalda e iniciamos así una danza de movimientos placenteros hasta llegar a la consumación de perdernos uno dentro del otro“. Y ella aún en sus pensamientos recrea sus impulsos sexuales de antaño... “ondulé mi vientre y de sus labios salió un suspiro. El estremecimiento nos sacudió a los dos. Cerró sus ojos, brazas encendidas que me consumían con fuego, y yo también cerré los míos. Estuvimos abrazados hasta que sentí su savia caer a gotas, como pequeñas flores blancas, hasta mojar mis pies”. Despertando del hechizo por una sorprendente llamada.

SABOR A MI. Una crónica sexual... “le gustó el sabor a mar de mi coño y el relente de los negros rizos de mi pendejera, como en una mullida almohada, dejó descansar su aturdida cabeza borracha de recuerdos extraviados “, de los pasos realizados por los instintos de un hombre cuando de un tris absorbe la sensualidad frutal de una dama... “me penetró con frenéticos embistes que horadaron, como sal sobre una herida, mis entrañas. Pero sus manos, que tenían la suave textura de la seda, con ciego movimiento de caricia, fueron despertando en mí una impetuosa lascivia que me condujo por un incontenible camino de lujuria y con perturbadores espasmos, a orgasmos repetidos “, dejándola con las ganas de eternizar ese instante adherido en lo más profundo de su ser, llegando a sentirse... la nada.

Ligia Minaya se inscribe, no solamente en el grupo de las mujeres escritoras sino que su aporte y su destreza literaria la hacen trascender más allá de lo erótico y genérico, colocándose como un ente importante en nuestra Literatura Nacional hoy y siempre.

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