martes, marzo 03, 2009

Noticias del Frente Historiografico 025

Los Ingenios Coloniales y las Cimarronadas en la Cultura Dominicana



Trapiche movido por la traccion de bueyes, inicios de la industria azucarera

Por: Sinecio Ramírez

Esta importante ponencia debió haber sido presentada por su autor en el I Seminario “La Trascendencia de la Cultura Popular, el Folklore y la Identidad en San Juan de la Maguana”, los días 13 y 14 de febrero de 2009. Por razones de tiempo la misma no pudo ser presentada, pero su relevancia la hace un material de consulta obligada para entender los orígenes y el devenir de la cultura de la clase popular tanto en la región como en el resto del país.

La génesis de la industria azucarera en la isla de Santo Domingo está vinculada al agotamiento del oro, base económica inicial de la isla y a la extinción de la raza aborigen, mano de obra del coto minero a través de las encomiendas.

Desde 1515 la economía del oro estaba en crisis y se planteaba la necesidad de que se fomentara el cultivo de diversos frutos, así como que se trajesen campesinos de España.

Las Casas dice que el primer español que hizo azúcar fue Aquilón, de la Vega, en 1506, pero que su calidad era muy baja pues usó instrumentos primitivos. Posteriormente el Br. Velosa en 1516. Para Oviedo el primero fue Velosa y da la noticia que antes que él varios plantaron caña y hacían mieles.

Durante el Gobierno de los padres Jerónimos que ordenan que a cada vecino que vaya a instalar un ingenio se le presten 500 pesos oro y cuando solicitan formalmente la libertad de entradas de esclavos negros a la isla, petición que tendrá resultado definitivo a partir de la primera licencia importante, concedida al gobernador de Bresa, quien la traspasó a comerciantes genoveses.

La Corona española acordó toda suerte de facilidades a la producción azucarera en la isla.

Dictó leyes protectoras de la producción azucarera y de los señores esclavistas. La más importante fue la Cédula de 1529, por medio de la cual se determinaba que los ingenios eran bienes no embargables por deudas o hipotecas, tanto sus instalaciones como los negros que laboraban en ellos.

Había dos tipos de ingenios: los trapiches, movidos por tracción animal con producción limitada, y los movidos por la energía hidráulica, es decir por molinos de agua, que eran tecnológicamente verdaderas plantas Industriales. Del tipo hidráulico eran los de las Riveras del Río Nigua en La Toma, es posible que el de Engombe en Haina, el de Hernando Gorjón en Azua y los dos Grandes del Sur de San Juan.

Las labores del ingenio se dividían en dos partes: la agrícola y la industrial. La parte agrícola tenía por actividad fundamental la siembra y cultivo de la caña. A los comienzos la productividad de la caña era baja por falta de experiencia del personal.

Un ingenio tenía aproximadamente más de 200 hectáreas de cultivo, produciendo aproximadamente 50 toneladas de caña por hectárea.

En su fase industrial se ocupaban de la elaboración del azúcar. La maquinaria era muy avanzada en relación al desarrollo tecnológico de la época. Un ingenio normal, con unos 100 esclavos y unas 200 hectáreas bajo cultivo, producía unas 4,000 arrobas por año y algunos hasta 10,000 y más. Las maquinarias tenían que ser traídas de España por su complejidad, y normalmente eran hechas en Italia y en Holanda.

Se usaban grandes pailas de hierro fundido llamadas "fondos" sobre hornos de ladrillo alimentados a leña para hervir el jugo de caña. Se Agregaba cal para precipitar las ceras y otros desperdicios por flotación o purga en forma de cachaza. El guarapo se concentraba hasta convertirse en melcocha y se podía "sembrar" de cristales de azúcar molidos finamente para iniciar el crecimiento de miríadas de nuevos cristales. Al final en los tachos a más baja temperatura se terminaba de cocer el azúcar y se vertía en grandes ánforas de barro con un filtro en el fondo, por donde escapaba la miel incristalizable reteniéndose el mascabado o azúcar morena.

En los trapiches se producían raspaduras que no son más que melcocha vertida en hormas o en moldecitos de yagua. Aquí se llaman raspaduras porque en la colonia era el azúcar de los pobres, que se raspaba igual que el tabaco de los andullos para su uso. En México se llama piloncillo y en Colombia panela, y actualmente se está revalorizando y cotizando como Azúcar Orgánico.

Estos procesos industriales exigían una mano de obra especializada, tanto libre como esclava. Los ingenios tenían maestros normalmente de procedencia canaria o portuguesa (donde la elaboración del azúcar era tradicional) y esclavos que con la práctica llegaban a ser maestros de azúcar o tacheros o responsables del trabajo en el molino o encargados de alguno de los talleres artesanales.

Estos eran no sólo centros de producción, sino también centros de comunicaciones y de aglomeración demográfica, por razones tanto de índole económica como de índole militar.

En lo económico porque eran los centros de mayor riqueza en la isla, y, lógicamente, atraían otros grupos de población, además de la propia del ingenio; y desde el punto de vista militar porque servían de abrigo frente a los ataques frecuentes de los grandes enemigos de la época: los negros cimarrones y los piratas extranjeros.

De acuerdo a Oviedo en 1523 ya había veinticuatro ingenios de diferentes tipos ubicados principalmente en la parte sur, o sea, en las márgenes de los ríos Ozama, Haina, Nizao, Vía en Azua, Nigua y Neyba o San Juan.

En San Juan había Ingenios desde las reparticiones de indios por los años 1516:

1. El del Bachiller Moreno y otros burócratas coloniales en el sector de la Culata
2. El de Juan de León y sus socios alemanes más al oeste de la Culata
3. Un trapiche de don Francisco de Valenzuela en La Higuera
4. Un trapiche grande en Punta Caña, de ahí su nombre.
5. Y otros trapiches menores en los hatos del Padre y de las Charcas

Los dos Ingenios grandes tenían acequias que traían el agua desde el Río San Juan para mover la rueda y los molinos. Incluían grandes construcciones donde se alojaban:

1. El molino
2. La casa de tachos donde se cocía el guarapo
3. La casa de purgas donde se filtraba el azúcar
4. Un almacén grande para el azúcar
5. Unas casas del encargado, los capataces y otros españoles importantes
6. Barracas para los esclavos.
7. Un taller de reparaciones y herrería.
8. Una cocina y panadería

Además del cultivo de la caña, se tenía un gran conuco, donde se cosechaban, yuca, batata, maíz, frijoles y plátanos para el sustento del personal.

Las condiciones de trabajo eran malas, y había muchos capataces abusivos que empeoraban la situación.



Estatua de Sebastián Lemba, primer líder cimarron en la isla, en la entrada del Museo del Hombre Dominicano

El primer grito de libertad de los negros se produjo en la Española el 27 de diciembre de 1522, precisamente en el ingenio perteneciente al gobernador de la isla donde se le dio muerte a nueve colonos españoles. La rebelión no progresó porque fueron alcanzados por Don Melchor de Castro luego de cruzar el río Nizao, en el cual perecieron luego de la batalla desigual que libraron los esclavos en contra de sus amos los colonos. A este hecho se le sumaron luego las llamadas "cimarronadas" que eran las huidas constantes que hacían los negros hacia las escarpadas montañas de la isla desde donde luego regresaban en grupos para hacer saqueos en los ingenios. El cimarronaje revestía formas diversas, tales como el motín, el bandolerismo en caminos y poblados y el establecimiento de comunidades negras de cimarrones al amparo de la selva o de situaciones geográficas favorables, comunidades en constante pugna con las autoridades y establecimientos coloniales.

El negro esclavo cimarrón Sebastián Lemba mantiene a las autoridades de la colonia en perpetua zozobra durante 15 años. Sus acciones también provocaron la enemistad con los indios a quienes, en ocasiones, les robaba sus caseríos matando a algunos. Su muerte acaeció en 1547 durante la gobernación de López Serrata, siendo cortada su cabeza y exhibida a la entrada de Santo Domingo. A Lemba se le considera el primer negro en América que luchó contra la esclavitud de su raza. Aunque su método de lucha se podría considerar salvaje, sangriento e inmisericorde, puesto que mataba sin contemplación con tal de obtener lo que deseaba para sobrevivir él y los que le acompañaban, aún así, la forma como indios y esclavos negros eran tratados por los blancos, no deja otro espacio para pensar que lo aprendió de ellos.

Un capitán español, Francisco Villalpando persiguió a este gran Cimarrón, que en las montañas de Quisqueya, llenó de libertad la conciencia de la isla por toda la historia. Ese gran cimarrón, que dignifica a su raza, que dignifica a todos los Quisqueyanos. ¡Así son las cosas! Se honró, al perseguidor y aniquilador de la libertad.

La industria azucarera a partir de 1550 creció mas lentamente hasta 1575 y luego se estancó al crecer las dificultades para embarcar a España el azúcar producido. La causa fue que España enfrentaba invasiones de Corsarios Ingleses y de otros países adversarios europeos, y desviaron las rutas de los barcos de carga para esquivarlos. Pero esto fue contraproducente porque los colonos del interior comenzaron a comerciar con los ingleses, franceses y alemanes.

Ya para 1504 se hablaba de despoblar las costas norte y oeste de la Isla y esto lo apoyaba el Gobernador Antonio de Osorio. No valieron las apelaciones ante La Real Audiencia y en 1605 se destruyeron las ciudades del Norte y Oeste: Monte Cristy y Puerto Plata, cuyos habitantes se reubicaron en Monte Plata; Bayahá y Yaguana, cuyos habitantes se reubicaron en Bayaguana.

A San Juan y Neyba las quemó Bartolomé Farfán de los Godos en mayo de 1606 por orden del Gobernador Osorio y a los habitantes los trasladaron a San Buenaventura de Haina (hoy Villa Altagracia).

San Juan se quedó despoblado desde 1606 hasta 1730. Esos son "los Años Negros".

Pero antes de las devastaciones un grupo de mulatos y negros Cimarrones negociaron con el Gobierno Colonial, su pacificación y la renuncia de sus antiguos amos a cualquier intento de reapresarlos. El Gobierno preocupado de que todavía por 1585 quedaban focos de negros alzados en los "Manieles", aceptó presto la petición y estos condicionaron la aplicación a que ellos eligieran la ubicación del sitio donde se asentarían.

Así eligieron en San Juan, El Batey, un vallecito pequeño bien cerca del abrigo de las altas montañas, para poder escapar y defenderse en caso de cambios de opinión de las autoridades.

Los Cimarrones Libres al asentarse en el Batey lo hicieron con gran alegría, pues ahora podrían retomar sus vidas interrumpidas en África por los traficantes negreros. Trataron de recuperar sus creencias mágico-religiosas volviendo al culto a sus antiguos Dioses Africanos: Changó, Okum, Viólele, y muchos otros más. Pero en un mundo gobernado por España y la Inquisición era muy peligroso adorar dioses paganos y así nacieron las Cofradías de muchos santos que tomaban estructuras sociales católicas y las adaptaban a las creencias animistas africanas.

La Cofradía de los Hermanos del Espíritu Santo, en el Batey, en Villa Mella y en decenas de otros sitios es un buen ejemplo. La Divina Trinidad Católica se simboliza muy convenientemente con los tres Palos del Espíritu Santo: El Palo Grande, La Chiva y el Zoquete.

Los sones interpretados con los palos contienen una rica cantera de expresiones rítmicas que unidas a las más elaboradas estructuras musicales de origen europeo, han dado origen a nuestra rica música folklórica y popular.

CONCLUSIONES:

La cultura dominicana es un gran crisol donde se han vertido muchos componentes de muy diverso origen. Durante mucho… demasiado tiempo hemos carecido de una identidad nacional y se nos aculturó con una supuesta identidad de que sólo eran dominicanos los Dominicanos Blancos. Duarte no pensaba así, y Sánchez no era ni negro ni blanco.

La mitología dominicana tiene largas noches cargadas de Cemíes, Indios y Ciguapas Tainas, y de Galipotes, Zánganos, Bacases y Zombis africanos. Aquí a cualquiera le cae un Fucú o le echan un Guangá. Y nos reímos de nosotros mismos en los chats en Internet.

Nuestra historia "Blanqueada" por José Gabriel García y Manuel de Jesús Galván, consagra como héroes a los Hermanos Puello que eran mulatos, pero trata de borrar el brillo de las victorias de los mulatos Hermanos Ogando. 

Trujillo trata de borrar las glorias negras dominicanas al cambiar los nombres de muchos lugares tales como Lemba por Sosa. Debemos tener en claro una cosa, la negritud es parte de lo Dominicano, no es la mayor parte como en Haiti pero es parte y es nuestra.

Debemos pues los dominicanos de hoy devolver su esplendor al aporte de lo afro a lo dominicano, y dejarnos de chauvinismos asociando lo Afro sólo a lo Haitiano.

Somos todavía un Pueblo en busca de su identidad que no encontraremos ni en Beirut, ni Madrid, ni Marsella, ni Nápoles, pero conste que de todos tenemos algo, pero somos distintos… Somos Nosotros DOMINICANOS.

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La Extinción de la Extinción: Una Réplica



Anacaona, escultura de Sacha Tebo

Sin ánimos de polemizar, señor Ramírez, por favor no continue dando vigencia en sus artículos a la antigua falacia de “la extinción” de los indígenas de Kiskeya. Ya hay una cantidad GRANDE de investigaciones y pruebas científicas de ADN mitocondrial que evidencian que la desaparición de los indígenas es un mito —entre 10% a 20% sobrevivieron la conquista en nuestra isla y aún dan su huella fuerte en la cultura y la genética dominicana.

Cordialmente,

Dra. Lynne Guitar (historiadora y antropóloga)
Consejo de Ancianos/as, Guabancex Viento y Agua

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Madrid: Tras las huellas de los taínos



Detalle antropomorfo de un duho o trono ceremonial taino en madera del siglo XVI.

El Museo de América abre sus puertas al arte del Caribe precolombino

ÁNGELES GARCÍA - Madrid – 19 de febrero, 2009

Ídolos sombríos, objetos rituales, arcanos de civilización ignota... la fascinante impronta de la cultura taína aterriza en el Museo de América de Madrid con un botín de 55 piezas, representaciones de un legado sin parangón... pero sin demasiada publicidad en la historia del arte y de las civilizaciones.

La cultura taína, una de las más desconocidas de la América precolombina, se extendía entre las zonas de población que rodean el Caribe (Antillas Mayores, Cuba, República Dominicana, Jamaica y Puerto Rico). Sus primeras noticias arrancan del primer viaje de Cristóbal Colón a tierras americanas.

El notario de todo lo que allí se encontró fue fray Ramón Pané, considerado el primer alfabetizador, etnólogo y antropólogo del Nuevo Mundo, quien acompañó a Colón en su segundo viaje. Sus escritos son prácticamente el único testigo que aporta luz sobre la peculiar concepción de este misterioso pueblo.

La exposición El Caribe precolombino. Fray Ramón Pané y el universo taíno constituye, con piezas procedentes en su mayor parte del British Museum de Londres, un repaso sin precio a las creencias, los rituales y los mitos del pueblo taíno.

Todas las piezas de la muestra están vinculadas a la vida cotidiana de un pueblo profundamente ligado a las leyes de la tierra. Manos de mortero, hachas, recipientes y esculturas están inspirados en los productos del campo.

Los artesanos trabajaban la piedra y la madera hasta conseguir impresionantes piezas antropomórficas. Las obras que se exponen no conservan metales ni piedras preciosas, aunque, según los comisarios de la muestra, Colin McEwan y Ana Casas, seguramente se utilizaron y posteriormente fueron destruidos por los misioneros colonizadores o saqueados.

Una de las piezas más espectaculares del conjunto es un duho (trono o asiento ceremonial) realizado en madera con forma de hombre tumbado y que seguramente inspiró algunas de las piezas maestras de Brancusi.



Mademoiselle Pogany, escultura en bronce del artista rumano Constantin Brancusi, valorada en 14.8 millones de dolares estadounidenses.

El comisario Colin McEwan explica que muchas de estas piezas se utilizaban en la llamada ceremonia de la cohoba; en ella los asistentes inhalaban alucinógenos para atraer a los seres sobrenaturales y preservar el equilibrio social manteniendo la armonía del entorno. McEwan destaca de manera especial las piezas escultóricas con rostro de animal que eran adoradas por los pueblos caribeños y a ellos se les ofrecían los ruegos.

A diferencia de otras culturas, la mujer tenía una gran importancia entre el pueblo taíno. Se la vinculaba a la riqueza de la naturaleza y se la consideraba imprescindible para la fertilidad de la tierra. La mujer gozaba de un respeto que chocó radicalmente con el criterio de los colonizadores. Los pájaros de pico largo, como el carpintero o inrirí chauvial, fueron utilizados para representar el mundo femenino porque se consideraba que habían utilizado sus picos para tallar la vulva de la mujer.

Colin McEwan explicó ayer que las piezas ahora expuestas no fueron encontradas en sus lugares de origen. Se salvaron porque fueron enviadas por algunos de los colonizadores como piezas de regalo a Europa. Lamentó que la mayor parte acabara destruida. "El encuentro fue tan terrible como desigual", explicó. "Los europeos buscaban nuevas tierras y recursos y las culturas nativas fueron destruidas sin contemplaciones. Lucharon y se escondieron en cuevas y subterráneos, pero el encontronazo fue brutal y poco se pudo rescatar".

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