viernes, marzo 27, 2009

Noticias del Frente Sensorial 025

Conflictividad social, relaciones gobierno-población

  

Por: Tahira Vargas

La presencia en los primeros tres meses de este año de un total de 80 protestas locales en 15 provincias, muestra que existe en estos momentos un alto grado de conflictividad social con la gestión actual.

En los últimos 12 años, este ha sido el período en que mayor nivel de movilización social se ha producido, con el promedio más alto de protestas por mes, 27 protestas/mes (casi una protesta/día), más que 1997, que tuvo un promedio de 20 protestas/mes.

Encontramos la emergencia de movilizaciones sociales y paros en municipios y provincias que no se habían movilizado en décadas atrás como: Higuey, El Seibo, San José de las Matas y Pedernales.

Este alto nivel de conflictividad social en el que se encuentra el gobierno del presidente Fernández-PLD con las localidades  tiene como causa principal la inequidad y centralización existente en la distribución de recursos en términos territoriales y sectoriales.

Esta gestión de gobierno de Fernández-PLD, al igual que la anterior (2004-2008), ha concentrado cuantiosos recursos en grandes obras en una sola provincia, Santo Domingo. Sin embargo, tiene en total abandono y con una desigual calidad de los servicios al resto de las provincias y localidades. Estos elementos se destacan en el Informe de Desarrollo Humano 2008 del PNUD.

Las principales demandas sociales presentes en las protestas tienen que ver con obras de infraestructura física (arreglo de caminos y calles), servicios básicos (agua y electricidad), reivindicaciones salariales (enfermeras y médicos) y baja protección e inversión en la agropecuaria.

Encontramos casos de protestas vinculadas a damnificados/as de las tormentas pasadas que aún no les entregan viviendas y/o no resuelven los problemas generados por las inundaciones.

La incapacidad de respuesta del gobierno en su relación con la población desde el micro-territorio se hace evidente en los movimientos de protestas. Se limita a una respuesta represiva, con la presencia policial. Sólo se atiende a las demandas de las protestas cuando éstas se tornan violentas (caso la Yagüita de Pastor y San Francisco de Macorís).  Lo que refuerza el uso de métodos violentos en las mismas.

Debiera darse un flujo de relaciones permanentes entre gobierno y población, el cual no existe. Los organismos del estado no han desarrollado vínculos con las localidades para atender las demandas sociales y evitar que se llegue a las protestas y al conflicto social.

Según el estudio que presenta la unidad de análisis del grupo británico The Economist nuestro país se encuentra entre los países del mundo con mayores probabilidades de ingobernabilidad y de alta movilización social (la 16ª posición –más baja-- de 165 países).

¿Por qué no se muestran estas condiciones de inestabilidad política y social que destaca el estudio?

Tenemos dos posibles explicaciones. Una es que las movilizaciones sociales que se están produciendo son espontáneas y no están articuladas a un movimiento social con fuerza y peso político-social a nivel nacional. Otra es que no hay oposición política, los partidos de oposición se encuentran muy fragmentados y debilitados, por tanto no tienen capacidad para intensificar y extender el movimiento.

Otro elemento que se agrega es que el gobierno ha logrado mantener un sistema de control social con base en el clientelismo y el débito social generado por los favores y el asistencialismo social donde entra el programa solidaridad. 

A pesar de estos niveles de conflictividad que deberían ser una voz de alarma, el gobierno no cambia su estilo de gestión y relación con la población, se muestra indiferente y aumenta la represión policial. Esta represión se suma a la violencia que ejerce diariamente la policía nacional con los supuestos  “intercambios de disparos” que  incrementan la tensión y la violencia en la población.

Al gobierno de Leonel Fernández y el PLD no le conviene que se incrementen las protestas sociales de modo que se encuentren en una situación de ingobernabilidad. De ahí que entendemos debe producirse un cambio en su estilo de gestión y redefinir sus prioridades hacia la inversión en políticas sociales, la descentralización y redistribución de los recursos hacia las comunidades del interior del país.

******

Extracto de entrevista a Eugenio Raúl Zaffaroni: “Hay una regresión global de los derechos humanos”

 

Eugenio Raúl Zaffaroni

El juez Eugenio Raúl Zaffaroni, integrante de la Corte Suprema de Argentina, sostuvo ante el periódico lavaca que la miopía de muchos que han sido defensores de los derechos humanos con respecto a las actuales violaciones de tales derechos, se debe a una cuestión de clase. Cuestionó los esquemas “progresistas” que ya no sirven para entender la realidad. ¿Cómo será la lucha por el poder entre incluidos y excluidos? La criminalización de los pobres y el rol del poder judicial en un mundo de una polarización social inédita, según un juez que considera que su función es preservar el espacio para la protesta social.

-Doctor, qué increíble que haya que pensar que son imposibles esas cosas teóricamente tan admitidas. La jubilación, el trabajo, la vivienda.

-Admitidas como un deber ser. Pero hay que hacerlo ser. Ese es el asunto.

-Es la muerte de los derechos en la medida en que quedan como una letra embalsamada, que no se cumple.

-Hay que ir empujando a la normalización.

-Hay muchas cosas que parecen absolutas, conquistadas, y no se las encuentra por ningún lado: libertad, igualdad, fraternidad, por ejemplo...

-Y en realidad en Paris los hijos de los inmigrantes arman todo lo que están armando. Y tienen razón, parece.

-Lo van a criticar por decir esas cosas.

-Pero fíjese lo que va de 1968 al 2005. La diferencia ente una protesta estudiantil que hablaba de la imaginación al poder y qué sé yo, a la protesta de los hijos de inmigrantes marginados. Ha cambiado el mundo, ¿no?

-Eso obliga a tener una actitud muy actualizada para no quedarse atado a pensamientos que fueron progresistas hace 40 ó 50 años pero que tal vez ya no sirvan para entender el presente.

-Sí, pero no es nada fácil. Nada fácil porque aquellos pensamientos progresistas de otrora de alguna manera respondían a unos esquemas de comprensión de la realidad que hoy no funcionan. Es decir, cada momento de poder planetario tiene sistemas de interpretación, ideologías en el buen sentido de la palabra, sistemas de ideas para acercarse a la realidad. Y estamos viviendo un cambio en el poder. Así como el mundo vivió el colonialismo o el neocolonialismo, ahora vive la globalización. No como programa, sino como momento de poder planetario. Y no tenemos un sistema de ideas que nos aproxime a la globalización. Intentan aproximarse con ideas del siglo XIX y algunas del siglo XVIII.

El clasismo y los derechos humanos

-¿Por qué ocurre? ¿Cómo puede ser que alguien que supo ver temas como la represión ilegal, los tormentos, resulte indiferente frente a las formas actuales de violaciones a los derechos humanos?

-Mire, no nos olvidemos de algo. Esto que voy a decir no va en detrimento de nadie, ni sirva esto para justificar ninguna aberración ni ningún genocidio. Pero hay una realidad: somos un país no discriminador dicen, pero no tenemos negros. Si no, seríamos Sudáfrica, yo creo. Entonces cuando aparece un negro le tocan el pelo porque trae suerte. Claro: es un negro de vez en cuando.

-La excepción simpática, admitida.

-Y empieza todo el estereotipo, si se busca al gimnasta sexual se habla del negro, o de la mulata. Por eso dicen que no somos racistas. Dicen que los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas, y nosotros de los barcos. En gran parte, no todos. Es decir: la clase media que ocupa la pampa húmeda y las ciudades. Tuvimos nuestro racismo de los cabecitas negras hace 50 años. Y bueno, en un determinado momento la dictadura genocida ¿qué hizo? Empezó a hacer desaparecer y a matar a hijos de la clase media. Y la voz que se pudo escuchar en el mundo fue la de madres y abuelas de clase media. Sabían hablar, y sabían hacerse oír. Y todo esto puso a Europa frente a una realidad: son blancos como nosotros, ¿y les hacen esto? Más allá de que yo creo que me parece magnífico que le hayan dado el Premio Nóbel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel (1980), creo que se lo merecía... no me entienda mal lo que estoy diciendo: lo que quiero decir es que si Adolfo hubiese sido negro y de Zimbawe, no le hubieran dado el Nobel, aunque todo hubiese sido igual o peor. Eso es lo que quiero significar, no porque no se lo merezca, ojo. Estoy diciendo: no creamos que el colonialismo ha desaparecido del mundo, ni la mentalidad colonialista ha desaparecido. En la etapa de globalización, siguen existiendo. Y el clasismo también existe. Quizás haya gente que no logra actualizarse y percibir dónde están las violaciones a los derechos humanos hoy.

- No sorprende en gente que nunca adhirió a una defensa de estas cosas.

-No, el que está del otro lado, está del otro lado.

-Pero sí me asombra en gente que tuvo la capacidad para percibir la realidad.

-Bueno, pero la capacidad se la dio el dolor, la capacidad se la dio el desastre, la capacidad se la dio el muerto al lado. Claro que eso da la capacidad. ¿Pero da capacidad para percibir todo? Abre la realidad, claro. Pero bueno, no creamos que eso es un Pentecostés, ni una ciencia. Es cierto que mucha de esta gente uno la sienta, le explica un rato, y al final se da cuenta. El que está del otro lado, ni estaría dispuesto a conversar. Este acepta y por ahí se da cuenta.

-Pero hay un pedido de cierto progresismo frente a los que reclaman por sus derechos hoy: córtenla.

-Sí, se ve muchas veces. Dicen: “Miren que esto es demasiado”.

-Con un argumento perverso: “Siempre fui defensor de los derechos humanos, qué me vas a venir a hablar a mí del tema”. Termina siendo una cuestión de poder.

-Bueno, es una regla de la dialéctica. La dialéctica del poder es así. Se llega a una posición, pero esa posición no significa algo cristalizado: inmediatamente va a aparecer una antítesis. Es una regla del progreso en definitiva. Del progreso de la conciencia.

Teoría de los seres descartables

-Usted quiere empujar, pero la noticia es que todo va para atrás.

-Es que no cabe duda que esta etapa de globalización, con una polarización de riqueza, y el surgimiento, o tal vez la extensión inusitada, de una nueva categoría: los excluidos. No son los viejos marginados, son otra cosa. No es el lumpen proletariat que veía Marx. Es el que queda fuera del sistema. Tampoco es el explotado. El explotado era un tipo necesario para que existiera el explotador.

-Los chicos de Paris no son explotados. Los desocupados argentinos no son explotados.

-No, es otra cosa. El excluido es alguien que está demás. Alguien que sobra. Descartable. Nadie lo necesita. Ya no es la dialéctica explotador-explotado. Acá no la hay. Si proyectásemos esta tensión actual sin interrupción hacia el futuro, sin que nada la detenga –cosa que no va a ocurrir- nos llevaría a una sociedad con un 20 o 30 por ciento de incluidos a lo sumo, y 70 por ciento de excluidos. Este 20 por ciento viviría en zonas residenciales comunicadas con el centro económico por Internet y autopista. No tendrían esquinas donde lo roben a uno el reloj. Y el resto estaría debajo de las autopistas. Como mutantes ¿no? a los que les tiraríamos de vez en cuando un hueso.

-Esa es la teoría del derrame.

-Por supuesto esto es una distopía (una utopía al revés). Una distopía descabellada, Pero en definitiva ese sería el esquema urbanístico del futuro.

-Pero ¿va a terminar de esa manera?

-Por supuesto que no. No hay masas ni millones de personas que se resignen a morirse fumando un porro, esperando en la puerta de la villa a que venga la policía y se los lleve para fusilarlos. Eso no pasa, pasan otras cosas. Se irá generando una nueva dinámica. Ahora todo esto ¿qué es lo que va generando? Va generando un control social represivo destruido, que no es el control social a través de la violencia estatal, por lo menos no exclusivamente. No son los cosacos del zar rodeando la villa. No hay más zar ni cosacos. Es otra cosa. Probablemente en Francia se vea menos, porque los policías son blancos. Acá se ve un poco más.

-No entiendo.

-¿Cómo se controla a este 70 por ciento? ¿Cómo se lo mantiene fuera de cualquier dinámica? Generándoles contradicciones. Haciendo que se maten entre ellos. Y mientras ellos se matan debajo de la autopista, los integrados circulan por arriba. ¿Y cómo se logra esto? De una manera casi natural. Si uno ve lo que está pasando... salvo algunas victimizaciones de clase media que en ese caso salen en los diarios, la victimización que sale chiquita en el diario, se produce entre los mismos pobres. Si matan a cinco tipos en una procesión en la villa, sale chiquito en los diarios. Si la procesión es en Barrio Norte, se arma un despelote bárbaro. Entonces los criminalizados son de estos sectores. Los victimizados son de estos sectores. ¿Quiénes piden pena de muerte? El 70 por ciento de los que están abajo.

-Piden un instrumento que irá contra ellos, antes que nadie.

-¿Pero por qué lo hacen? Porque sufren la victimización en carne propia.

-Y no creen que tengan cómo defenderse.

-No, entonces les metemos a la policía en el medio. Pero ¿de dónde sacamos a la policía? Del mismo sector. Y en la medida que todos estos se maten, no dialoguen, no se puedan coaligar, no puedan concientizarse, esa es la forma nueva de control que está surgiendo. Y eso, que se ve claramente, es una regresión global de los derechos humanos. Tanto de los derechos humanos sociales como de los individuales. Si pensamos que en la provincia de Buenos Aires tenemos un 75 por ciento de presos sin condena, bueno, tenemos un 75 por ciento de tipos que están presos por las dudas.

La pelea por la cuota de poder

-En otras épocas uno hablaba del control según esquemas clásicos: la represión como una cuestión militar, policial. Pero ahora hay una cosa más gaseosa, el poder judicial criminalizando la protesta y la pobreza, reprimiendo bajo el argumento de “hacer justicia”.

-Pero de alguna manera yo creo que el poder judicial está poniendo también un límite. Quizás no todo lo deseable. Pero empuja en el sentido de buscar un límite. No se me escapa otra cosa de esta regresión global de los DDHH, aunque sea cambiar un poco de tema. La lucha antiterrorista a nivel planetario, con la convención antiterrorista y todas esas cosas que nos quieren imponer a todos los países del mundo, no es nada más ni nada menos que toda una vuelta a la ideología de la seguridad nacional, pero ahora a nivel mundial. Es decir, cuando digo que para combatir el terrorismo tengo que disminuir las garantías de los terroristas, no es que va a haber menos garantías a los terroristas e iguales garantías al resto de la población. Salvo que los terroristas sean reconocibles físicamente. Que sean verdes. En la medida que eso no suceda, la disyuntiva es: se disminuyen las garantías de toda la población, con lo cual se corre el riesgo de confundir a cualquiera con un terrorista, o mantengo las garantías.

-Volviendo a lo anterior ¿Cuál sería la opción? ¿Qué ocurre con este 70 por ciento que quedó afuera?

-Yo no estoy en una posición pesimista. Creo que son momentos pendulares en la historia. Nos toca este momento, vendrá otro. Este 70 por ciento no se va a quedar en la entrada de la villa. Se armará lo de Paris, no sé qué pasará. Pero van a pasar cosas. En definitiva y en última instancia ¿Qué es lo que va a pasar? No en una forma lineal, porque los procesos se dan desplegando curvas, y por cierto que en cada curva quedan bastantes cadáveres. Pero a la larga este 70 por ciento va a querer su cuota de poder. ¿Qué es el poder o qué da el poder en este momento de globalización? No es el dinero, es la información. Y eso es tener el “know how” (el conocimiento). Y la globalización, como todo momento de poder, tiene enormes contradicciones. Una de las más graves, y también más positivas, es que abarata enormemente el costo de la información. Bueno. Está esa basura en el medio, pero están también las cosas que uno puede usar.

“Preservar el espacio de la protesta social”

-¿Y eso cómo empalma con la cuestión del poder?

-Hay algo que tiene este 70 por ciento que le falta al 30 por ciento de incluidos. Y es lo que uno ve en la villa, en las favelas, en los pueblos jóvenes. ¿Qué es eso que les sobra? Tiempo. Y el 30 por ciento de incluidos no tiene tiempo. Entonces, la organización del tiempo para el apoderamiento de la información, teniendo en cuenta que saber es poder, va a generar un efecto competitivo ente el excluido y el incluido que va a reanudar la dialéctica. Y el excluido va a tener un “know how” mejor que el incluido, porque tiene más tiempo.

-Bueno, por lo pronto vienen de diversos lugares a investigar a los movimientos sociales, de desocupados, sus formas de organización, de planificación. O a las fábricas recuperadas.

-Váyase a Devoto, y vea lo que pasa con los presos que están en el Centro Universitario. Sacan mejores notas que los estudiantes sueltos. ¿Qué tienen? Tiempo. Por supuesto, esto va a traer un despelote bárbaro, porque el sistema no está hecho para incluir al 70 por ciento de los excluidos. A partir de ahí se inicia una dialéctica que no sé decir a donde va. Pero por ahí va la cosa, ahí va a ir.

-Mientras tanto, se ha venido criminalizando a los excluidos. ¿Cómo ve de ahora en más esa situación desde su cargo?

-La función es contener ese movimiento para preservar el espacio de protesta social. Que es el espacio de dinámica política.

-Pero la tendencia es penalizar esa dinámica política.

-Yo creo que el poder jurídico es un poder de contención del poder punitivo.

-¿Sí? He visto tantos jueces que no se enteraron...

-La esencia es esa. Contener al poder punitivo. Si no existiéramos nosotros, que se vayan todos los jueces, los tribunales, el ministerio público. ¿Qué pasaría? La policía sin límites, el Estado totalitario. ¿Qué era la Gestapo? ¿La KGB? Policías sin límites. Ese es el estado totalitario. La esencia de la función judicial siempre es la contención del poder punitivo.

La revolución en el molde

-La otra visión es la que dice que el poder jurídico es otra forma de control.

-Sí, la versión marxista no institucional, la del 68, la versión Marcuse. Pero esa visión ¿a qué conduce? A que tengo que esperar la revolución para tirar todo por la ventana, y también la ventana. Mientras no pase eso, me quedo en el molde, esperando que venga la revolución.

-Y ahí se soluciona todo, si es que llega.

-Claro, va bajar Cristo de nuevo y vamos a ser todos buenos. Era la dictadura de la idea, decía Marcuse. No. Ese tipo de conceptos se pasó de revoluciones en tal medida, que mientras no llegue la revolución no hago nada. Y mientras tanto matan gente, torturan, queman a los presos en las cárceles, les pegan y violan a las mujeres. Y yo no hago nada, total ya va a venir la revolución. Claro que cuando venga la revolución, primero me harán mierda a mí. Suele ser lo primero.

-Pero entonces para usted es válida esta apuesta a lo que podría hacer el poder judicial.

-Sí, es una dialéctica permanente. Es un “unfinished”, eso sí: algo no va a terminar nunca. Alguien leerá esto dentro de 50 años y dirá: miren el reaccionario este lo que dice, porque uno no sabe cuáles son los arrastres reaccionarios que uno tenga.

-Pero si lo progresista de hace unos años ahora ha retrocedido, uno nunca sabe cómo seguirá la cosa. Tendremos que reunirnos dentro de 50 años.

-Hay péndulos, dinámica social. En definitiva no hay que perder la capacidad de comprender. Uno nunca sabe cuándo se le endurecen las arterias y empieza a dejar de darse cuenta de las cosas.

******

Si el Miedo es el partero de la Violencia, y la Violencia es la partera de la Historia, entonces el Miedo es el partero de la Historia.

 

Jiddu Krishnamurti (1895-1986)

“De modo que nuestro principal problema, nuestro problema realmente esencial, es librarnos del miedo. ¿Saben lo que el miedo causa? Ofusca la mente. La insensibiliza.

Del miedo brota la violencia. Del miedo surge esta adoración de algo que ustedes desconocen por completo; por lo que se inventan ideas, imágenes hechas a mano o por la mente y distintas filosofías.

Y cuando más astuto sea uno, cuanta más autoridad tenga en su voz y sus gestos, tanto más le siguen los ignorantes. Así que nuestra primera preocupación es si es posible librarse, por completo, del miedo”.

“Pláticas”, Jiddu Krishnamurti

******

La Asociación Pro-bienestar de la Familia (Profamilia),

la Red Dominicana de Personas que Viven con el VIH/SIDA  (REDOVIH) y

la Alianza Solidaria para la Lucha contra el VIH/SIDA (ASOLSIDA)

 Tienen el honor de invitarle a la presentación de resultados del estudio “Medición del estigma y discriminación de personas viviendo con VIH/SIDA en República Dominicana: Índice de Estigma en Personas que Viven con VIH”, a celebrarse en la ciudad de Santo Domingo.

Fecha: Martes 31 de marzo, 2009

No hay comentarios: