martes, abril 22, 2008

Noticias del Frente Migratorio 020

Vitrina: Cuando las niñas se integran a las “maras”
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elperiodico.com, Guatemala, sabado 12 de abril, 2008

Un estudio sostiene que el 40 por ciento de los integrantes de las pandillas en Guatemala son mujeres, a las quienes se somete a incesante presión.

Por: Redacción

Cifra

100 mil son las personas que integran las pandillas que operan en Guatemala, El Salvador, Honduras y Estados Unidos, según datos de “The New York Times”.

Se identifican como Benky, Ana, Bianca, Moncha y Happy. Todas pertenecieron a las maras de Guatemala y el diario estadounidense The New York Times presentó, en su edición de ayer, un reportaje sobre sus vidas y la problemática que enfrentan. El autor de la nota visitó Guatemala para realizar su investigación.


Es el caso de Benky, hoy de 23 años, al que el periodista Mark Lacey le dedicó mayor espacio. Ella, niña de la calle desde los 6 años, se integró a la Mara Salvatrucha a los 14 años luego de que la pandilla rival, la 18, matara a su hermano. Su rito de iniciación fue tener relaciones con otros 12 miembros de sus compañeros.

Poco después, robaba en buses o arrancaba cadenas en plena calle. También se le encomendó asesinar a la integrante de una pandilla rival. Ella cumplió la orden de sus líderes de grupo, pero no sabe aún si el disparo que le propinó por la espalda la mató o no.

Benky asegura que se unió a la mara en búsqueda de cariño y de una identidad familiar. “Pero me pegaban”, cuenta. Cuando decidió salirse, cinco años después, su despedida fue que le pegaran seis tiros y la dejaran por muerta. Estuvo 9 meses en el hospital y hoy, cojea al caminar, mientras vende dulces en camionetas.

Según Ewa Werner–Dahlin, embajadora de Suecia acreditada en Guatemala y a quien entrevistó el diario estadounidense, “hay muchas más mujeres en las pandillas que lo que se creía”. Un estudio financiado por el Gobierno del país nórdico descubrió que hasta el 40 por ciento de miembros de las maras en la región centroamericana son mujeres. Otros expertos creen que la cifra es menor, aunque va en aumento.

Es difícil determinar si mujeres miembros de las maras son víctimas o victimarias: muy pocas pandillas están encabezadas por otras mujeres y la mayor parte del tiempo, están amenazadas a ejecutar órdenes y son objeto de represalias si no las cumplen. Son útiles, por ejemplo, para transportar drogas o armas sin que las detecte la Policía.

Por lo general, las mujeres se acercan a la mara para escapar de abusos domésticos y buscar protección. Gustavo Cifuentes, ex pandillero guatemalteco, lo resume así: “si a una niña la abusa su padre, la mara puede acabar con el problema”.

Ana, quien fue cuatro años miembro de la Mara 18, cuando ingresó a la pandilla aprendió a usar cuchillos y tuvo que darle una paliza a una amiga porque su líder se lo pidió. Moncha, de 17 años, llora al recordar como un miembro de su grupo mató a su mejor amiga. Y Happy, quien está presa en el Centro Carcelario de Santa Teresa, tiene claro que ya no será miembro de la pandilla cuando cumpla su sentencia. Solo su madre la visita. “Ella es mi familia”, asegura. “Me tomó años entenderlo, pero esa es la realidad”.
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