Fidel Castro está agonizando
Fidel ha superado con creces a Don Quijote como figura limitrofe del imaginario del mundo de habla hispana
Por: Fidel Castro Ruz
1er. Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba
Cuba, Adital 22 10 12
Bastó un mensaje a los graduados del primer curso del Instituto de Ciencias Médicas "Victoria de Girón", para que el gallinero de propaganda imperialista se alborotara y las agencias informativas se lanzaran voraces tras la mentira. No solo eso, sino que en sus despachos cablegráficos le añadieron al paciente las más insólitas estupideces.
El periódico ABC de España, publicó que un (supuesto) médico venezolano que radica no se sabe dónde, reveló que Castro había sufrido una embolia masiva en la arteria cerebral derecha, "puedo decir que no vamos a volverlo a ver públicamente". El presunto médico, que si lo es abandonaría primero a sus propios compatriotas, calificó el estado de salud de Castro como "muy cercano al estado neurovegetal".
Aunque muchas personas en el mundo son engañadas por los órganos de información, casi todos en manos de los privilegiados y ricos, que publican estas estupideces, los pueblos creen cada vez menos en ellas. A nadie le gusta que lo engañen; hasta el más incorregible mentiroso, espera que le digan la verdad. Todo el mundo creyó, en abril de 1961, las noticias publicadas por las agencias cablegráficas acerca de que los invasores mercenarios de Girón o Bahía de Cochinos, como se le quiera llamar, estaban llegando a La Habana, cuando en realidad algunos de ellos trataban infructuosamente de llegar en botes a las naves de guerra yankis que los escoltaban.
Los pueblos aprenden y la resistencia crece frente a las crisis del capitalismo que se repiten cada vez con mayor frecuencia; ninguna mentira, represión o nuevas armas, podrán impedir el derrumbe de un sistema de producción crecientemente desigual e injusto.
Hace pocos días, muy próximo al 50 aniversario de la "Crisis de Octubre", las agencias señalaron a tres culpables: Kennedy, recién llegado a la jefatura del imperio, Jruschov y Castro. Cuba nada tuvo que ver con el arma nuclear, ni con la matanza innecesaria de Hiroshima y Nagasaki perpetrada por el presidente de Estados Unidos Harry S. Truman, estableciendo la tiranía de las armas nucleares. Cuba defendía su derecho a la independencia y a la justicia social.
Cuando aceptamos la ayuda soviética en armas, petróleo, alimentos y otros recursos, fue para defendernos de los planes yankis de invadir nuestra Patria, sometida a una sucia y sangrienta guerra que ese país capitalista nos impuso desde los primeros meses, y costó miles de vidas y mutilados cubanos.
Cuando Jruschov nos propuso instalar proyectiles de alcance medio similares a los que Estados Unidos tenía en Turquía —más cerca todavía de la URSS que Cuba de Estados Unidos—, como una necesidad solidaria, Cuba no vaciló en acceder a tal riesgo. Nuestra conducta fue éticamente intachable. Nunca pediremos excusa a nadie por lo que hicimos. Lo cierto es que ha transcurrido medio siglo, y aún estamos aquí con la frente en alto. ///Me gusta escribir y escribo; me gusta estudiar y estudio. Hay muchas tareas en el área de los conocimientos. Nunca las ciencias, por ejemplo, avanzaron a tan asombrosa velocidad.
Dejé de publicar Reflexiones porque ciertamente no es mi papel ocupar las páginas de nuestra prensa, consagrada a otras tareas que requiere el país.
¡Aves de mal agüero! No recuerdo siquiera qué es un dolor de cabeza. Como constancia de cuán mentirosos son, les obsequio la foto que acompaña este artículo.
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EDITORIAL - Intervenir en Malí
La misión europea responde a los intereses de seguridad pero será la más delicada de la UE
Yihadistas blanden sus sables de manera amenazante
La ocupación del norte de Malí por guerrillas yihadistas se ha convertido en una amenaza de primer orden para el propio país, sus vecinos y Europa. Es uno de los efectos indeseados del hundimiento del régimen de Gadafi en Libia, que había atraído guerreros tuaregs y otros en su defensa. Si los islamistas armados consolidaran su santuario, conformarían un Afganistán a las puertas de la UE. De él podrían partir ataques terroristas contra Europa, además de reforzarse la red de secuestros en toda la zona y desequilibrar a los Estados vecinos. Por ello, hay que dar la bienvenida a la decisión, avalada por la ONU, de poner en pie una fuerza africana para reconquistar el territorio que contará con apoyo europeo.
La UE contribuirá a la constitución y operatividad de esta fuerza, integrada por miembros de la Comunidad Económica de África Occidental (Cedeao). Va a ser una acción de reconquista del territorio perdido, un reto de un calibre nunca abordado por la UE, que requerirá en su seno de una elevada solidaridad entre norte y sur. Argelia, aunque afectada, se abstiene, pero podría comprometerse a blindar su territorio frente a los yihadistas que huyan de Malí.
Los detalles de la misión militar de la UE, que ha recibido el apoyo político del Consejo Europeo, se están perfilando, aunque uno de sus cometidos centrales será organizar y formar al precario Ejército de Malí para que reconquiste el terreno perdido, lo que requerirá un importante apoyo logístico europeo, y también de información por parte de EE UU. Ayer los rebeldes desmintieron la llegada de centenares de combatientes en su apoyo provenientes de Sudán y del Sáhara occidental, lo que refleja que la situación puede ir a peor, y que la intervención urge. Para el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, es cuestión de semanas, no de meses. España no planea intervenir con tropas sobre el terreno, pero sí será activa. El Gobierno debe explicarlo.
La operación debe ser un punto de partida en una amplia lucha contra los tentáculos de Al Qaeda en el Magreb islámico. Pero para que tenga credibilidad, Malí debe también hacer sus deberes. El presidente provisional, Dioncounda Traoré, llegó al poder tras un golpe de Estado en marzo. Desde entonces ha ido dando largas a un prometido diálogo nacional que conduzca a nuevas elecciones. No bastan las armas. También son necesarios los votos.
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El sujeto se vuelve objeto; el objeto, sujeto
Por: Frei Betto, escritor y asesor de movimentos sociais
Adital 22 10 12
El consumismo neoliberal genera hoy una hazaña que deja a los filósofos más confundidos: el sujeto humano pasa a la condición de objeto y el objeto -la mercancía- ocupa la condición de sujeto.
El consumo ya no viene determinado por la necesidad, sino que depende, sobre todo, del sueño del consumidor de alcanzar el estatus del producto. O sea que la mercancía tiene marca, estatus, agrega valor a quien la lleva. Al obtenerla el consumidor se deja poseer por ella. El valor que ella contiene, creado por los medios publicitarios y por la moda, emana e impregna al consumidor.
En el universo consumista si alguien desea ser bien aceptado entre sus pares, en el círculo social que frecuenta, necesita equiparse con todos aquellos artículos de lujo que lo revisten de una aureola capaz de señalizar socialmente el alto nivel de su estatus. Ay de él si no ostenta ciertas marcas de auto, de reloj o de ropa. Ay de él si no frecuenta ciertos restaurantes de postín. Ay de él si no viaja en clase ejecutiva a Nueva York, París o una isla del Pacífico considerada como la nueva Meca.
En caso de que el sujeto se rehúse a ostentar la lista de objetos considerados refinados, corre el riesgo de ser excluido, rechazado del círculo social que establece como código de identificación cierto nivel mínimo de patrón de consumo.
En resumen, el sujeto pasa a ser tratado como objeto. Doblemente objeto: por asimilarse a la mercancía y por ser rechazado por sus pares. Porque en el sistema consumista sólo es aceptado quien transita sin pudor alguno por el universo del lujo y de lo superfluo. Ese proceso de deshumanización estimula la obsolescencia de las mercancías. Ahora se produce para atender, no a unas necesidades, sino a un sueño, a un deseo, a un ansia de alpinismo social. Un producto adquirido hoy -auto, ordenador, ipad- estará obsoleto mañana.
Si quiere, usted puede empeñarse en conservar el mismo equipamiento electrónico, suficiente para sus necesidades actuales. Pero todos a su alrededor constatarán su anacronismo. Usted perderá su identidad de tribu, que avanza hacia la adquisición de mercancías más sofisticadas, con un diseño más perfeccionado.
El único modo de ser aceptado por la tribu es revestirse de los mismos objetos que, actuando como sujetos, le rescatan del oscuro y mediocre universo del común de los mortales.
Esta inversión del sujeto humano hecho objeto y del objeto transformado en ‘humano’ e incluso ‘divino’, se logra a través de la publicidad, que no hace distinción de clases. El llamado es igual para todos. Tanto el millonario en su avión particular como el joven semianalfabeto de una favela sufren el mismo impacto publicitario.
La diferencia está en que el primero tiene fácil acceso a los nuevos iconos del consumismo, mientras que el joven absorbe los iconos en su mochila de deseos y reconoce hasta qué punto es descartado y descartable por no revestirse de objetos que imprimen valor a las personas. De ahí la frustración y la rebeldía.
La frustración puede ser compensada por la saludable envidia de los espectadores del brillo ajeno: lectores de revistas de celebridades e internautas que navegan atraídos por el canto de sirena de sus ídolos. La rebeldía lleva al crimen: "No soy como ellos, pero tendré, a sangre y fuego, lo que ellos tienen”.
¿Habrá límites para la obsolescencia? ¿Algún día la superproducción hará que la oferta sea asustadoramente superior a la demanda? Todo indica que no. Hace mucho que la industria aprendió que el consumidor es irracional, que no se mueve por principios sino por efectos. Es la emoción la que lo hace aproximarse al mostrador.
Aprendió también a lograr que la producción acompañe a la concentración de la riqueza. Ya no se fabrican autos populares. Quienes adquieren más vehículos son las familias que ya poseen al menos otro.
Ahora, en la posmodernidad, las personas ya no se relacionan, no se conectan. Los encuentros no son reales sino sólo virtuales. Ya no se vive en sociedad sino en red. Nadie es excluido sino borrado.
La intimidad cede su lugar a la extimidad, en expresión de Bauman. Hace desmoronarse los muros de la privacidad. Hasta el punto de que las personas se vuelven mercancías vendibles, escaparates ambulantes que esperan ser admiradas, deseadas, envidiadas y codiciadas. De ahí la onerosa inversión en gimnasios, cosméticos, cirugías plásticas, etc. Muchos buscan ansiosos ser objeto de deseo. Porque su autoestima depende de la mirada ajena. Y el mercado sabe manipular muy bien esa baja autoestima.
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La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos y obreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. (Ejercito Negro Makhnovista, Ucrania, 1923).
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